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[Primera observación]

La historia era larga, con innumerables participantes. Como un tablero, las posiciones estaban dispuestas a ser ocupadas.

Pero su diferencial, recaía en la seriedad que representaba cada movimiento. Realizados únicamente por grandes figuras, capaces de dejar una larga huella a través del peso de su lanza u libro.

Como una obra post-apocalipsis, descansaban sobre lo terrenal, mientras la mayoría se fundía como cera a los gritos, siendo un árbol más en la tierra desolada, sin conocer de su existencia.

Pero a pesar de este superficial reparto de condiciones, no eran diferentes. Los murmullos, risas y escupitajos eran diferentes.

Pero lo banal no tenía valor.

Sobre ellos, dentro de ellos, en sus cortezas más interiorizada; emocional o espiritual, existía el enclave que contribuía al equilibrio, dispuesto por la naturaleza.

"Miedo".

Expresado en diferentes rostros al óleo. El miedo primordial, que asolaba figuras altivas o ignorante: el desconocimiento, presente en toda criatura.

El desconocimiento o el primer contacto, data desde la antigüedad. Con diferentes y variados efectos sobre cada única criatura, pero presente como una bestia interiorizada.

Sin necesidad de disimular, ya que era propio de cada uno...

Federick regresaba a su hogar luego de toda una tarde ocupado. Sobre el carruaje, disfrutaba del ocasional bache.

Cómodamente se sentaba indiferente, observando sus manos. El sol ya había desaparecido, relevando su lugar la luna. Sobre el anterior cielo sin horizonte, ahora reposaban innumerables estrellas luminiscentes.

"¿Disfrutaste del día?". Preguntó Federick a su conductor.

Lok había estado presente durante todo el día, esperando la gradual retirada de Federick. Durante el tramo, había participado junto a los encargados en los diferentes juegos y actividades.

"De hecho, ha sido un día maravilloso. Con razón el amanecer había dejado expectativas, el cielo la curiosidad y el ocaso un recuerdo extraordinario". Respondió Lok con gran carisma.

"Mhm, tienes razón... Recuerdos maravillosos". Comentó Federick con un suspiro, mientras redirigía su mirada en dirección a la ventana.

Por la ventana observó la increíble vista de la bodega celestial. Extraordinaria, maravillosa y admirable...

A través de la bodega celestial, recordó las reconfortantes miradas y sonrisas de los numerosos niños... Así como su expresión.

Aún recordaba el día de su descubrimiento. Luego de haber meditado, su curiosidad estaba en un estado pico. No recordaba si sus ojos brillaban...

Sus dedos del pie tocaban la hierba saltarina como si fuera un bailarín. Había terminado su cuota diaria de meditación, la cual sobrellevaba ilustre.

A través de su intuición y con la ayuda de su sistema, avanzaba gradual y lentamente. Romper a través del reino del contacto significaba la aprobación final.

Como aprobar con un ensayo...

Finalmente, su reino actual le permitía guiar con suavidad a través de su cuerpo, la energía impregnada naturalmente entre el cielo y la tierra.

Guiando la energía para crear y ampliar un espacio en la zona interior de su estómago. Según sus observaciones, probablemente se trataba de un dantian; del cual desconocía su complejidad.

En ningún momento se molestó en despotricar.

[¡Felicidades, Señor! Has abordado la vuelta final. Según mis estimaciones, las probabilidades de que pronto penetres a un reino superior, son muy altas]

'Esperaremos. No estoy apresurado para nada'. Contestó Federick sin emoción. En realidad, estaba tratando de comprender su nuevo estado.

[En un estado nulo, una línea horizontal sin manipulaciones; lo más recomendable es el estímulo a la misma]

'¿Estás llamándome a experimentar? Supongo que sería gracioso'. Pensó Federick, un extraño humor apoderándose de su expresión.

El cultivo mortal era una constante mejoría a la vitalidad. Un ciclo virtuoso de consumir energía pura, exprimirlo en la carne y finalmente, expirar las imperfecciones.

Federick dirigió con cuidado su energía almacenada en dirección a su mano. Pasando por diferentes vasos y puntos de energía, un flujo constante que se redirigía en pequeñas proporciones en otras direcciones.

Su mano no experimentó mayores cambios superficiales, pero sí sustancialmente. Energía sin fin impregnaba las líneas de su mano, creando la sensación de un centro electromagnético.

'Es como movilizar la energía yang... Je, sabes, sistema; en mí anterior vida me decían Zeus debido a que follaba durante nueve días'. Comentó mentalmente Federick divirtiéndose.

[Felicidades, Señor. Ahora también puedo fardar de mantener relaciones sexuales durante nueve días... Aunque pienso que debería reposar, ya que probablemente tu pequeño avance ha supuesto una explosión química]

Ante este intercambio de palabras, Federick decidió ignorar sus palabras, siguiendo con su experimentación. Poco a poco, guiando a diferentes áreas de su cuerpo a la energía.

'¿Qué crees que pasará si la guió a mis ojos?'. Preguntó Federick mientras seguía experimentando.

[Señor, tenga cuidado: Puede ser peligroso, debido a la sensibilidad de... Ya lo estás haciendo. Suerte]

Federick no prestó atención a sus palabras, mientras cuidadosamente pensaba en finalizar con sus experimentos.

Diferentes nervios se alertaron, sin la capacidad de gritar.

Sus ojos quemaban pero prosiguió con su tarea. Estaba indispuesto al fallo.

Hasta que finalmente con un estallido de ardor, lo logró. Sus ojos no cambiaron, sin nada especial visible.

Lentamente se dirigió al interior de su hogar, sin estar decepcionado. Realmente no lo estaba, la indiferencia lo dominaba.

Opuestos pero cercanos, como el yin yang; tumulto sin fin se enfrentaba a barrotes etéreos, los cuales no presentaban sumisión a pesar de su agitación.

Fue ahí cuando finalmente se observó en un espejo, un rostro desconocido. El cual era transparente a través de sus ojos.

Descolorido.

Con un suspiro.

En la entrada de una esquina, finalmente observó a la luna.

En sus sueños aún lo recordaba vividamente, pero en su realidad una niebla imperturbable aquejaba sus recuerdos.