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[Introspección a un mundo de fantasía]

La noche estaba en su apogeo, cubriendo en oscuridad a los amplios terrenos; iluminando entre los caminos malditos, la luz lunar, trayendo luz al desamparo.

Lucierganas ocasionales, pocos corazones conmovidos.

Hora en la cual las bestias se exponían, así como la bodega celestial lo hacía.

Lobos orando a la luna, sin creencias ni inteligencia.

Cadena gigantesca de hechos que sucedía durante el horario de la medianoche, sin necesidad de exponerse al común espectador, ni al incrédulo.

Trampa cautivadora, capaz de engañar al crédulo, como la mujer lo hace con el fiel amante.

Federick se preparaba para dormir, luego de un día ocupado. Sus acciones durante el día no habían sido planeadas, pero se había desenvolvido naturalmente.

Aunque aún no entendía la reprienda recibida por parte de su abuelo, pues él lo había supuesto en tal dirección.

Dirección que se salió de las manos...

'¿Lo deberíamos bautizar como Angeline o Jazmín?'. Se preguntó Federick así mismo con humor, recordando los ciclones de su anterior mundo.

Pero antes de cerrar los ojos, tomaba su respectivo vaso de agua; mientras observaba las estrellas que tildaban en el cielo descubierto del anochecer.

No tenía un pensamiento en especial, sólo disfrutar de la brisa fresca.

Y de un momento a otro, ya estaba en su cama. Tapándose con una ligera manta, disfrutó de la sensación higiénica y cómoda.

Poniendo detrás de sus pensamientos la promesa de su abuelo, de discutir el suceso al día siguiente, se dispuso a dormir.

Así, cerró los ojos.

...

En un momento de la noche, el ambiente era silencioso; era plena madrugada y las lucierganas rondaban.

Como el trabajo de una deidad, los árboles concedían cariñosas caricias, impregnando el exterior en un ligero silbido.

"¡Me lleva el demonio!".

Nadie escucho.

"¡Joder, me está llevando un reptiliano!".

Silencio.

"¡Espero que tenga un buen par de tetas, por lo menos!".

Grillos, grillos.

Pero con un pensamiento, se restableció.

Era Federick, quién flotaba sin razón ni conocimiento. Desafiando la gravedad, se mantenía sobre el aire, ignorante del "porque".

Pero rápidamente se dio cuenta de su condición, pues observó como su cuerpo original permanecía serenamente sobre su cama.

'¿Un viaje astral?'. Se interrogó con duda.

Los había experimentado en su vida pasada, aunque no continuamente.

Un acto de una vez, dividido en años. Nunca le había interesado, ni tenía curiosidad respecto a los misterios que lo envolvían.

Pero aquí, de igual forma lo tomó desprevenido. Su forma transparente, siendo inmaterial.

Permaneció un momento observando su forma material; no se gloficaba, pero incluso él se sorprendía de su piel.

'Si no soy clasista, estaría humillando a este ejemplar'. Reflexionó Federick.

Pero finalmente decidió descubrir que le deparaba más allá de las paredes que lo mantenían cautivo.

Más allá era común; sin contar como había traspasado el techo...

La oscuridad era palpitante, abundante en amplios rangos; especialmente en los campos abiertos del establecimiento Battlemman.

Su inmaterialidad le era extraña, pero familiar; hecho al que le restó importancia, pensando en su muerte.

'Infinidad de cosas, infinidad de rarezas... Supongo que debería sentirme peturbado'.

Con calma, decidió naturalizarse con el hecho de flotar, dirigiéndose sin dirección; irónico.

No tenía muchos pensamientos al respecto, más allá de vivir la experiencia; no iba a ir a espiar la intimidad de una familia o husmear en conocimientos prohibidos...

"Esto es extraño... Mí cuerpo es naturalmente espiritual, pero nunca tuve experiencia sobrenatural alguna". Pensaba Federick, dialogando con él mismo sobre la Catedral.

"Esto es... Demasiado concreto. ¿Es acaso un sueño?". Se preguntó Federick con incredulidad.

Pero como el acto de una deidad, la respuesta le fue llegada instantáneamente como si se tratará del resultado de una peregrinación.

Sobre él, cubriendo la antigua escena de estrellas, se erigía imperturbable un agujero gigante.

Como si se tratará de un fenómeno sacado de un libro de ciencia ficción.

Quién extrañamente atraía lentamente a la única figura presente.

Quién empezó a insultar.

Luchar.

No funcionó.

Fue subyugado y succionado bajo la fuerza empírica demostrada por el agujero gigante.

"Mierda".

...

La figura de Federick resultó guiada a través del interior del agujero, sin control alguno sobre su libre albedrío.

'¿Por qué esto me recuerda a algo?'.

Donde sufrió innumerables transformaciones, alternando en diferentes versiones de él mismo; tratado como pastilina por las manos y la mente subdesarrollada de un infante.

Dolor inexplicable, que tuvo que soportar sin pronunciar palabra alguna; no tenía voz ni boca, ni la intención.

Diferentes estados emocionales se posaron sobre él, diferentes visiones reproduciendo en microsegundos a través de su mente.

El dolor hasta el interior de los huesos nunca paró, siendo su sufrimiento constantemente ascendente.

La oscuridad alternaba, la realidad sin ser constante.

Atravesando a través de mucosidad de origen desconocido, renació entre los vivos y los muertos.

"Consideralo las retribuciones de tus actos pasados. El karma celestial accionando, erosionando y limpiando el mismo, en una perpetua transformación". Hizo eco una voz, presente con la cualidad de omnipresencia.

Los alrededores de Federick rápidamente cambiaron, siendo reemplazados por uno muy diferente.

La niebla ascendía hasta lo que reconoció como sus tobillos, con gigantescas raíces bajo de los mismos.

Su mente estaba confundida, siendo su cabeza cubierta por ligeras vestiduras de nubes.

Sobre un árbol común y corriente, pero de colores transparentes, se posaba una extraña criatura alada.

Fue ahí cuando observó el cielo, dónde ya no se presentaba el antiguo agujero de origen desconocido, ni las estrellas originales.

"¿Un cielo puede mantener la cualidad de eternitud?". Expresó con sorpresa, e incluso incredulidad.