Kieran lamentaba el Culling y lo que representaba.
Sin embargo, no era el único que sentía esa emoción. El odio hacia el Culling era un pensamiento unánime entre los Sin Voz, lo cual era completamente comprensible. Kieran no los culpaba en absoluto.
Sería un hipócrita si lo hiciera, y Kieran no era ningún hipócrita.
—Que yo sepa, no. ¿Lo soy? Hmm... ¿posiblemente?
Kieran apartó ese pensamiento.
A través del Reino del Ser, que actuaba como un espejo místico para la conciencia interior ver a través de sus ojos normales, Kieran miró al Cardenal Weiss con una expresión sombría. La mera mención era suficiente para invocar emociones extrañamente contradictorias dentro de él.
Por un lado, quería matar y obtener un poder mayor. Muchas vidas serían segadas al hacerlo, pero era una consecuencia con la que Kieran estaba gradualmente llegando a un acuerdo. Y eso lo hacía sentir melancólico.
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