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Vendida al destino

Amelia no siempre fue Amelia. En una vida pasada, fue un joven que se dejó llevar por la apatía y la indiferencia, grabando en silencio una atrocidad sin intervenir. Por ello, una organización secreta decidió aplicar un castigo tan severo como simbólico: transformar a los culpables en lo que más despreciaban. Convertido en mujer a través de un oscuro ritual, Amelia se ve atrapada en un cuerpo que nunca pidió y en una mente asediada por nuevos impulsos y emociones inducidos por un antiguo y perverso poder. Vendida a Jason, un CEO tan poderoso como enigmático, Amelia se enfrenta a una contradicción emocional desgarradora. Las nuevas sensaciones y deseos implantados por el ritual la empujan a enamorarse de su dueño, pero su memoria guarda los ecos de quien fue, y la constante lucha interna amenaza con consumirla. En medio de su tormento personal, descubre que Jason, al igual que la líder de la organización, Inmaculada, son discípulos de un maestro anciano y despiadado, un hechicero capaz de alterar el destino de quienes caen bajo su control. Mientras intenta reconstruir su vida y demostrar que no es solo una cara bonita, Amelia se ve envuelta en un complejo juego de poder entre los intereses de Inmaculada y Jason, los conflictos familiares y las demandas del maestro. Las conspiraciones se intensifican cuando el mentor descubre en ella un potencial mágico inexplorado, exigiendo su entrega a cualquier precio. Para ganar tiempo, Jason e Inmaculada recurren a métodos drásticos, convirtiendo a los agresores de Amelia en mujeres bajo el mismo ritual oscuro, con la esperanza de desviar la atención del maestro. En un mundo donde la magia, la manipulación y la lucha por el poder son moneda corriente, Amelia deberá encontrar su verdadera fuerza para sobrevivir y decidir quién quiere ser en un entorno que constantemente la redefine.

Shandor_Moon · Urban
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031. Tácticas Crueles

El silencio comenzaba a ser insoportable. Mei se impacientaba, Amelia dudaba si realmente Mei no terminaría abusando en exceso y Li Wei permanecía expectante, aunque deseosa de que Amelia aceptara para evitar seguir degradándose para seducir a Jason y complacer así a Mei.

Amelia miró a Mei con decisión. No quería aceptar el trato, pero no aceptarlo era apostar demasiado a su farol. Con resignación, avanzó nuevamente hacia Mei y se metió en el jacuzzi. Mei era más baja, pero, a pesar de la diferencia de estatura, estaba claro que no se impresionaba. Amelia se arrodilló ante ella, miró hacia abajo y susurró:

—Por favor, no seas cruel conmigo. Acepto tus términos.

Amelia había perdido la batalla y ahora solo esperaba la clemencia de su vencedora. Li Wei sintió lástima por Amelia. Mei había sido extremadamente cruel con otras mujeres tanto en la escuela como en la universidad, y no sería magnánima con Amelia. Mei observó a Amelia con una sonrisa. Estaba derrotada y dispuesta a aguantar la semana, pero si empezaba fuerte, no aguantaría, y ella se quería divertir. La novia de su hermano pagaría el desprecio de Jason por no haber aceptado a su amiga como novia y, con un poco de suerte, incluso quizás destrozaría a Amelia.

—Para empezar, pide disculpas a Li Wei por haber conquistado el corazón de Jason y después dale un masaje en los pies. En eso eres buena.

Amelia había aceptado los términos. No era culpable de haber sido seleccionada por Jason como su esclava, pero no había otra opción. Sin levantar la mirada, se dirigió hacia Li.

—Siento haber sido elegida por Jason. Tú eres merecedora de su amor, pero yo me he interpuesto y ya no puedo dar marcha atrás. Permíteme darte un masaje en los pies como compensación por ello.

Li Wei miró con lástima a Amelia. No merecía ese trato y esto era posiblemente lo más suave de lo que le esperaba. Miró hacia Mei, quien sonreía tras haberse vuelto a sentar en el jacuzzi.

—Te perdono, pues no tienes culpa de nada y acepto tu masaje.

Amelia tomó el pie izquierdo de Li Wei y comenzó a acariciarlo con suavidad, sin levantar la cara para evitar mostrar las lágrimas que corrían por sus mejillas. No podía entender cómo podía acumular tanto odio a su alrededor.

Cuando una de las doncellas apareció para informar que la cena estaría lista en media hora, Amelia respiró aliviada. Había pasado un par de horas arrodillada acariciando los pies de Mei y Li Wei.

—Me gustaría poder retirarme a quitarme la sal y cambiarme —solicitó Amelia, deseando correr al lado de Jason.

Mei la miró, examinando cómo actuar. Sería fácil obligarla a atenderle en su dormitorio, donde podría continuar humillándola, incluso subiendo el nivel. Desgraciadamente, si corría en destrozar su orgullo, podría conseguir provocarla y no le apetecía ver hasta qué punto se podía poner de parte de ella su hermano.

—De momento, puedes irte. Nosotras también deberíamos ducharnos, pero recuerda nuestro trato. Tú serás nuestra perra obediente esta semana.

Una semana, solo debía aguantar una semana. Amelia asintió y se fue directa a su habitación, donde se encontró con Jason. Al verlo, Amelia no sabía si enfadarse con él por desaparecer, llorar pidiendo consuelo o actuar con normalidad para evitar problemas.

—Nunca pensé ver a la señorita Antúnez arrodillarse ante mi hermana y su amiga —dijo Jason, con una expresión indescifrable.

Amelia se quedó de piedra al oír las palabras de Jason. ¿Cómo se había enterado? ¿Se lo había contado algún criado chismoso?

—Jason, yo...

—Amelia, no hace falta que expliques. —Jason suspiró, acercándose a ella y tomando sus manos—. Entiendo que mi hermana puede ser... difícil. Pero no quiero que te humilles de esa manera. Tienes mi apoyo, y no permitiré que te sigan tratando así.

Amelia sintió un nudo en la garganta, la mezcla de alivio y vergüenza la sobrecogió. —Gracias, Jason, pero es tu hermana. Yo solo soy tu esclava, si te cansas de mí puedes devolverme a Inmaculada, mientras ella siempre será tu hermana.

Jason la abrazó con fuerza, susurrando en su oído. —Jamás te devolveré. Te convertiré en la Señora Xiting y pondré a mi hermana en su lugar.

Amelia se aferró a él, sintiendo cómo la tensión de las últimas horas comenzaba a desvanecerse. —Una semana, solo tengo que aguantar una semana... Déjame intentarlo con tu hermana a mi manera.

Jason se apartó ligeramente, mirándola a los ojos. —No tienes que aguantar nada sola. Estamos juntos en esto. Si Mei se pasa de la raya, me lo dirás. No quiero que sufras innecesariamente.

Amelia asintió, sintiendo una renovada determinación. —Lo haré. Gracias, Jason.

Jason la besó suavemente en la frente. —Vamos, dúchate y cámbiate. La cena estará lista pronto y quiero que estés cómoda.

Amelia asintió, y mientras se dirigía al baño, supo que, si las cosas se torcían demasiado, tendría el apoyo de Jason. Pero se ganaría a Mei sin recurrir a Jason. Debía hacerlo por ella misma y no esperar ser una mujer cliché de telenovela donde un hombre siempre salva a la chica maltratada.

Mientras se metía en la ducha, observó cómo Jason se unía a ella, mirándola con una expresión pícara. Amelia sonrió ante el atrevimiento de su compañero.

—¿Se puede saber dónde vas? —preguntó con una sonrisa, ya conociendo la respuesta.

Jason la agarró de la cintura y la apretó contra él, pulsando el botón que simulaba una ligera lluvia en la ducha. La besó en el cuello y, finalmente, sus labios se encontraron, fundiéndose en un apasionado beso.

—A mí no me has dado nunca un masaje en los pies —susurró al oído de Amelia.

Amelia lo miró enfadada. ¿Estaba este hombre pidiendo que se humillara también ante él? Con resignación, Amelia meneó la cabeza y se preparó para arrodillarse, cerrando con fuerza los puños para evitar perder los nervios. Una cosa era lidiar con la humillación por parte de Mei una semana, y otra bien distinta aguantar el resto de su vida humillaciones de Jason. Cuando ya había apoyado la rodilla derecha en el suelo de la ducha, Jason tiró de ella.

—Cariño, no quiero que te humilles ahora, solo que alguna vez me des uno de esos masajes para probarlo. Mei y Li Wei se veían muy complacidas.

Amelia estaba a punto de estallar. Jason había estado viendo todo sin acudir a salvarla de esas dos perras. Iba a explotar y recriminarle todo cuando los labios de Jason se presionaron de nuevo contra los suyos, dejando sus palabras ahogadas en la garganta. Por unos segundos, Amelia se resistió queriendo protestar, pero Jason sabía dónde acariciar para calmarla y derretirla, provocando que ella se entregara a sus caricias.

—Amelia, te lo vuelvo a repetir. Puedo acabar con todo lo del jacuzzi solo pídemelo.

Amelia lo ignoró y cogió el gel de ducha para comenzar a enjabonar a Jason.

—Jason, te lo vuelvo a repetir. Déjame arreglarlo a mi modo. Tu modo sería rápido y sin sufrimiento, pero tu hermana me odiaría aún más. —Amelia lo miró con ojos tiernos mientras le enjabonaba las piernas, antes de añadir—: En cambio, si la pillas abusando de mí, como buen esposo, sí puedes reprenderla. Si la defiendo, no me hagas caso, será parte de mi estrategia para engatusarla.

Amelia le pasó el gel a Jason y este comenzó a lavar su cuerpo con cariño.

—No me gusta verte sufrir —susurró mientras lavaba la espalda de su amada.

—Pues no mires las cámaras de seguridad a escondidas —se volvió y le dio un tierno beso en los labios—. Si fuera Li Wei, no me humillaría, pero es Mei, tu hermana. Ella no puedes echarla de tu vida. Es más, cuando haya pasado mi adaptación a Energreen Solutions, iremos a hacer las paces con tu padre.

Jason la volteó y le dio un suave palmada en el trasero a modo de castigo.

—Mi padre es asunto mío.

—Es mi suegro y no quiero tenerlo enfadado tampoco. ¿Con cuántos de tu familia tenemos problemas?

Jason ya había terminado de lavar a Amelia, y esta se enroscó a su cuello de forma cariñosa.

—Tú, con mi hermana, mi hermano mayor y mi padre, de momento. Yo soy el grano en el culo de mi familia, casi todos han tenido alguna disputa conmigo.

La sonrisa tras estas palabras derritió a Amelia.

—Pues va a ser complicado arreglarlo con todos, señor grano en el culo, pero yo estaré junto a ti para arreglarlo.

Mientras, en otra parte de la mansión, Mei entró en su habitación, cerrando la puerta tras de sí con un chasquido decidido. Sus pensamientos estaban completamente centrados en cómo hacerle la vida imposible a Amelia durante la semana que tenían por delante. Se desnudó con movimientos calculados y entró en la ducha, dejando que el agua caliente corriera sobre su piel mientras su mente trabajaba frenéticamente.

"Esa insolente se cree que puede estar con mi hermano," pensaba Mei mientras enjabonaba su cuerpo, la espuma deslizándose lentamente por su piel. "Tiene que aprender su lugar. Y yo me aseguraré de que lo haga."

El agua caliente le proporcionaba un placer momentáneo, pero su mente se centraba en los pequeños planes crueles que se le ocurrían, cada uno más perverso que el anterior. "Primero, le haré limpiar mis zapatos y los de Li Wei, pero no con un trapo, sino con su propia ropa interior. Luego tendrá que ponérsela de nuevo. Que se sienta sucia todo el día. También podría pedirle que limpie mi habitación todos los días, incluso los baños. Ver su expresión mientras limpia el suelo sería un placer. Haré que entienda su lugar." Sonrió para sí misma, imaginando la escena con satisfacción.

Mei esbozó una sonrisa maliciosa mientras se enjuagaba el cabello, sus dedos masajeando el cuero cabelludo con una mezcla de placer y anticipación. "Luego, puedo asegurarme de que esté siempre incómoda físicamente. Podría obligarla a usar ropa incómoda o incluso algún juguete sexual."

"También podría jugar con su mente, alternando entre ser increíblemente amable y brutalmente crítica. La confundiré, haré que dude de cada acción, de cada palabra."

Enjuagándose el champú, Mei visualizó cómo llevaría esto a cabo, sonriendo al imaginar la confusión y desesperación en el rostro de Amelia. El agua seguía cayendo, envolviendo a Mei en un velo de vapor.

"Le haré llevar ropa ridícula o inapropiada cuando esté sola con nosotras. Una foto en el momento justo podría ser muy útil. Jason no podrá ignorarlo."

"Le pediré que haga cosas completamente absurdas, como escribir cartas de amor falsas a alguien, solo para destruirlas después. Le haré escribir cartas de disculpa todos los días, por cualquier cosa que considere un desaire. Cosas triviales. Y si no lo hace bien, tendrá que volver a escribirlas. Minaré su confianza gota a gota."

Mientras se aplicaba loción en la piel, disfrutaba de la idea de cómo usaría cada uno de estos métodos para minar la confianza y la estabilidad de Amelia. Apagó la ducha y salió, secándose lentamente mientras sus pensamientos continuaban fluyendo.

"Le pediré que haga ejercicios físicos extenuantes en privado. Que haga yoga o pilates conmigo, pero siempre en posiciones que la dejen expuesta y vulnerable."

Mei se aplicó la crema hidratante, disfrutando del momento de tranquilidad antes de pasar a la siguiente idea. "Podría inventar rituales de sumisión. Que se arrodille y me pida perdón al final de cada día, sin importar lo que haya pasado. Haré que su sumisión sea ritualizada y constante. Controlaré lo que come. Le diré que necesita perder peso o que tiene que 'mantener la figura'. Haré que sienta que ni siquiera tiene control sobre su propia dieta."

Finalmente, se puso un elegante vestido para la cena, observando su reflejo en el espejo. Se aseguró de que cada detalle estuviera perfecto, desde su peinado hasta sus pendientes. "Amelia no sabe con quién se ha metido. Esta semana será un infierno para ella, y al final, Jason verá que no es digna de estar a su lado. Él merece algo mejor, alguien que realmente entienda nuestra cultura y sepa su lugar."

Con una última mirada de satisfacción a su reflejo, Mei salió de la habitación, lista para poner en marcha sus crueles planes y asegurarse de que Amelia viviera una semana inolvidable. "Esta semana será inolvidable para ella. Y al final, Jason se dará cuenta de que Amelia no es la mujer adecuada para él."

Mientras tanto, Li Wei entró en su habitación, cerrando la puerta suavemente detrás de ella. El contraste entre el bullicio de la tarde y el silencio apacible de su habitación era palpable. Se dirigió al vestidor, eligiendo un vestido elegante para la cena. Mientras se desvestía, sus pensamientos giraban en torno a los planes que Mei podría tener para Amelia.

"Mei puede ser realmente cruel," pensó Li Wei, mientras se deslizaba dentro de la ducha. Dejó que el agua tibia cayera sobre su piel, tratando de lavar la incomodidad que sentía. "No merezco sentirme aliviada porque la atención de Mei esté en Amelia. Es injusto."

Mientras enjabonaba su cuerpo, Li Wei no podía evitar sentir una punzada de culpa. "Amelia no tiene ni idea de lo que le espera. Los castigos de Mei siempre empiezan de manera sutil, pero se vuelven cada vez más crueles. Primero será algo pequeño, como limpiar los zapatos, pero luego... ¿qué más podría hacer?"

Recordó las veces en que ella misma había sido el blanco de las manipulaciones de Mei. "La hará dudar de sí misma, la confundirá. Le hará cuestionar cada movimiento. Mei es experta en jugar con la mente de la gente."

Li Wei cerró los ojos y dejó que el agua corriera sobre su rostro, sintiendo una mezcla de alivio y culpa. "Me siento contenta de que Mei haya encontrado otra persona en quien centrarse, pero eso no hace que esté bien. No debería alegrarme por el sufrimiento de Amelia."

Terminó de enjuagarse y salió de la ducha, secándose lentamente. Mientras se aplicaba loción en la piel, sus pensamientos continuaban fluyendo. "No puedo evitar sentir pena por Amelia. Se está enfrentando a algo para lo que no está preparada. Mei no se detendrá hasta que la vea destruida o completamente sumisa."

Al ponerse el vestido, Li Wei se miró en el espejo, su reflejo mostrando una expresión de preocupación. "¿Debería intentar hablar con Mei? No, eso solo empeoraría las cosas. Pero tampoco puedo quedarme de brazos cruzados. Necesito encontrar una manera de ayudar a Amelia sin ponerme en el punto de mira."

Li Wei suspiró, sabiendo que la situación era complicada. "Quizás pueda ser amable con Amelia cuando Mei no esté mirando. Tal vez pueda darle algún consejo para lidiar con Mei."

Con esos pensamientos, terminó de arreglarse y salió de la habitación, lista para la cena. Mientras caminaba por el pasillo, sus sentimientos estaban divididos. Por un lado, se sentía aliviada de no ser el blanco de Mei esta vez, pero por otro, los remordimientos la carcomían. "Espero poder hacer algo por Amelia. Nadie merece pasar por lo que Mei tiene planeado."

Entró en el comedor con una sonrisa, pero sus ojos reflejaban la preocupación por lo que estaba por venir. Sabía que la noche sería larga, y solo esperaba que de alguna manera pudiera hacerla un poco más llevadera para Amelia.