Cuando Kain y Hephaestus llegaron a la mansión, fueron recibidos por dos sirvientas, ambas mujeres de edad avanzada. Una parecía tener unos setenta años y la otra unos cincuenta. Por alguna razón, esbozaban una sonrisa amable y unos ojos chispeantes. Cómo si ver a la diosa de la forja acompañada de un hombre tuviera un significado especial.
-Él es Kain Dragonroad- dijo Hephaestus mientras lo sostenía del brazo izquierdo -si él viene de visita, tiene pleno acceso a la casa, salvo a mi forja. Si les pide algo, ayúdenlo con lo mejor de su capacidad-
-Cómo usted ordene Lady Hephaestus- dijeron las dos sirvientas al unisonó mientras hacían una reverencia. Después miraron a Hephaestus con ojos más atentos, como queriendo preguntar varias cosas, pero para no crear una mala impresión, se abstuvieron de hacer cualquier comentario.
Hephaestus les pidió que preparan té y algún aperitivo para acompañarlo. Les dijo que estarían en la terraza de la zona norte. Por su parte, las sirvientas asintieron con una gran sonrisa y se fueron soltando risitas. Hephaestus se puso colorado, pero no dijo nada al respecto.
Mientras los pasos de Kain y Hephaestus resonaban por los pasillos, avanzaban mirando la exquisita construcción. Las paredes eran blancas, las molduras del techo y del piso doradas, con formas de enredaderas y flores. Los pasillos se extendían por decenas de metros mientras que albergaban varias habitaciones. Una vez que terminaron el recorrido por el primer piso, se dirigieron al lado derecho de la mansión. Una gran ventana corredera daba a un patio y por él se extendía un camino de adoquines que se adentraba en un pequeño bosque.
Mientras avanzaban por el jardín, Hephaestus pregunto -¿Cómo están los niños?-
Kain sonrió ante tal pregunta y respondió -bien, cada uno ha logrado su propia familia. Cuando los deje tenían una fuerza decente y sería muy raro que algo les produjera algún inconveniente-
-¿Cómo esta Ars? Era un pequeño bribón cuando era bebé- dijo Hephaestus con una sonrisa nostálgica
Kain soltó una risita y contesto -ese pequeño bribón se convirtió en un rey-
-¡Ah!-
-Es verdad- dijo Kain divertido -cruzo su destino con una mujer hermosa, tuvo algo de suerte y pericia y se volvió rey-
-¿Es un buen rey?-
-En estos momentos su tiempo como rey paso. Pero en su momento, lo hizo bastante bien. Se podría decir que cumplió con las expectativas de sus esposas y su reino-
-Me alegro por Lilia, debió estar muy orgullosa-
-Así fue- dijo Kain con nostalgia mientras se adentraban en el bosque. Hephaestus había puesto varios bebederos a los lados del camino para que los pajaritos del bosque se bañaran y bebieran. No obstante, al verlos acercarse, se elevaron a las ramas de los árboles. Por otro lado, Kain pudo divisar unos diez metros más allá una cúpula blanca sostenida por largos pilares de cuatro metros de alto. La base se elevaba por tres peldaños sobre el suelo y estaba revestida de cerámica de un verde claro con pequeños tintes negros. En el centro había una mesa redonda hecha mármol blanco y cuatro sillas de madera a su alrededor.
Kain le ofreció asiento a Hephaestus y ella se sentó encantada mientras Kain la ayuda a acomodar la silla. Después de eso, Kain se sentó en la silla del frente para quedar a un metro de Hepahestus. Se miraron durante un rato mientras el viento ululaba por el bosque y los pájaros cantaban. Conversaron durante media hora de cosas sin importancia, hasta que llegaron las sirvientas y les sirvieron el té. La mayor de las dos, le guiño un ojo a Hephaestus mientras esta última se ponía roja. Kain por su parte trato de hacer como que no vio nada y solo miró hacia un lado. Solo una vez que se fueron las sirvientas dejando un carrito con varias delicias, comenzaron a hablar serios.
-¿Cómo ha estado Orario?- pregunto Kain mientras revolvía su té.
-Bueno- dijo Hephaestus con cierta duda -¿Por dónde empiezo?-
-Empieza por ti ¿Cómo te ha ido?-
-A mí me ha ido bien, creo que salta a la vista. En estos momentos tengo más de ciento cincuenta herreros que realizan soporte y manejan las tiendas de la familia. Nuestros contratos son más justos y menos opresivos que en aquella época. Créeme, nos ayudó a todos que te hayas peleado con Zeus-
-De nada- dijo Kain con una sonrisa y levantó su taza de té, como ofreciendo un brindis.
Hephaestus sonrió y continuo -si tuviera que quejarme de algo, sería que no tengo maestros herreros. Ni siquiera de los de más bajo nivel, así que la mayoría de los encargos de las grandes familias, tengo que hacerlos yo. Así que ¿Qué piensas? ¿te gustaría trabajar para mí?-
Kain asintió -por mi está bien, pero tengo que recobrar mi toque- dijo -hace más de cuarenta años que no forjo nada. Así que por mientras, dame unos dos meses y cuando esté listo, te aviso y retomamos esta conversación-
-Gracias- dijo Hephaestus encantada -¿Por qué no te quedas aquí? Tengo habitaciones de sobre, además, tengo mi forja-
Kain se largó a reír y recordó algo -¿me invitas a tu casa a dormir con tu esposa?-
Hephaestus puso una cara rara -¿Qué es eso?- pregunto
-Me lo dijo un viejo conocido, era un tipo muy amigable, pero una vez le pedí permiso para usar su fragua y me respondió así. En ese momento toda su buena voluntad se había ido y me miraba como a un ladrón. Fue divertido-
-Bueno, no sé de esposas- dijo Hephaestus sonrojada -pero no me molestaría que durmieras aquí-
Kain negó y dijo sin perder su sonrisa -tengo mi casa y no quiero abusar de tu buena voluntad-
Hephaestus perdió su toque amable, tomo su taza y bebió un sorbo de té. Después de eso, dejo la taza en la mesa y dijo en un tono indiferente -las llaves de tu casa las tengo en mi escritorio. Después las iremos a buscar y vamos a ver cómo está el lugar. Tienes mucho que agradecerme, durante todos estos años, he mandado por lo menos una vez al mes a alguien para que la limpie y repase el jardín-
-Muchas gracias- respondió Kain mientras tomaba una galleta de un pocillo y se la echaba a la boca.
Después de un tiempo, Hephaestus prosiguió -con respecto a Orario y a las otras familias, puedo decir que han progresado a un buen ritmo, pero ahora están enfrascados en un lucha contra otra familia-
-¿Tan fuerte es esa familia que puede competir contra Zeus y Hera?-
-Sí, así que ten cuidado con lo que haces. No quiero que te pase algo solo porque alguien anda molestando-
-Tranquila- dijo Kain con confianza -podría limpiarle la cara a cualquiera en Orario, incluso a los dioses-
-No te confíes- respondió Hephaestus con cierto enfado -las cosas ya no son como antes. Los guerreros que combatiste en esa época, ahora solo podrían ser oficiales de la familia, pero en ningún modo capitanes-
-¿Te refieres a Rómulo? Que yo recuerde, era el único que valía la pena-
-Rómulo es un nivel ocho, así que mantente alerta-
-Ok, eres demasiado precavida. Bueno, no hay perdida en tener cuidado-
-Eso es lo que yo digo-
-¿Y mis muchachos?-
-Ellos, bueno, creo que será mejor que te digan ellos mismo- dijo Hephaestus con una gran sonrisa -vas a estar muy orgulloso de ellos-
-Si lo dices así, me dan ganas de ir ahora mismo a verlos- dijo Kain sonriendo de igual manera y lleno de entusiasmo
-¡No puedes!- dijo Hephaestus en un tono firme
-¿Eh? ¿Por qué no?-
-Porque hoy tienes que quedarte conmigo y hacerme compañía- dijo Hephaestus en un tono solemne -si quieres, puedes perder el resto de los días, pero hoy es mío-
Kain levanto sus manos en señal de rendición -lo que digas- dijo -eres la jefa-
-Así es, así que más tarde debes escoltarme-
Kain se largó a reír mientras Hephaestus se ruborizaba.
-o-
Más tarde, Hephaestus fue a buscar las llaves mientras Kain la esperaba en la entrada de la mansión. Unos veinte minutos después, los tacones de Hephastus sonaban por el segundo piso, hasta que se asomó a las escaleras y bajo hasta adonde estaba Kain.
-¿Y mis llaves?- pregunto Kain
-Aquí están- dijo Hephaestus acariciándose la nalga derecha
Kain apretó su ceño y le pregunto -¿En tu trasero?-
Hephaestus se puso roja y lo regaño -¡claro que no! Tonto, en el bolsillo de mi pantalón ¿Cómo se te ocurre tal cosa? Eso pasa porque tienes la mente llena de cochinadas-
-Oye, yo no soy el que se explicó mal-
-Vámonos, ya no te quiero escuchar- dijo Haephaestus avanzando por delante hasta llegar a la puerta de la mansión
Kain la alcanzo y abrió la puerta para que ella pasara primero.
Después avanzaron por el camino de adoquines que llevaba hasta la puerta de servicio. Pasaron por la puerta de servicio y una vez afuera, Hephaestus le dijo a Mauro, el jefe de guardias, que estaría afuera por el resto del día. Después de eso, tomo a Kain del brazo derecho y caminaron por la calle con destino a la casa de Kain. Pasaron por fuera de las tiendas que estaban en el distrito de los herreros mientras el aroma a azufre estaba impregnando el aire.
-Veo que tienes bastante seguridad, cuatro guardias en la entrada y varios otros adentro del perímetro de la mansión- comento Kain sin apartar la mirada del camino.
Hephaestus tomo una gran respiración y respondió mientras seguía avanzando -Cómo Zeus y Hera están luchando contra la otra familia. Muchos otros grupos han crecido en poder, no solo los buenos. Han aparecido varias familias que se dedican a negocios problemáticos. Ishtar es una de ellos-
-¿Qué hace esa diosa?-
-Sexo, bueno, para ser más precisos, vende sexo. Controla gran parte del distrito de entretenimiento. Gracias a que se ha vuelto influyente en ese lugar, ha contaminado otras partes de Orario. Por otro lado, el distrito de entretenimiento se ha vuelto algo más que un simple lugar para que los aventureros ventilen su estrés. Por otro lado, se mantiene un mercado de esclavos, se trafica con todo tipo de sustancias y se anidan los delincuentes-
Kain recordó a cierta muchacha amazonas de la última vez que vino y le pregunto -¿Esta fuera de control?-
-No es que ella lo haga de manera deliberada- enfatizo Hephaestus -es solo una consecuencia de su negocio. Cómo la mayoría de los aventureros busca privacidad en esos lugares, no se mantiene un fiscalización. Cosa que aprovecharon los criminales y establecieron sus guaridas ahí. Con el paso del tiempo se fortalecieron y ahora es casi imposible sacarlos de Orario. Cómo consecuencia de eso, un tercio de Orario se echó a perder-
-Suena muy mal- comento Kain.
Mientras seguían avanzando, un par de herreros salieron de su tienda e hicieron una reverencia a Hephaestus. Esta última movió su mano derecha en señal de saludo pero en ningún momento se detuvo.
-Tu no me has dicho a qué vienes- comento Hephaestus de manera casual
-Bueno, si te soy sincero, buscaba cambiar de ambiente. Mis hijos estaban grandes, incluso tenían sus propios nietos y yo me había quedado solo. Así que vine a jugar durante un tiempo-
-Aja ¿Y qué más?-
Kain soltó un suspiro pensando en que sería difícil eludir la pregunta -vine a estudiar lo que es una divinidad-
Hephaestus apretó el brazo derecho contra su cuerpo y le dijo -como sospechaba, también eres un dios-
-No lo soy en el sentido estricto de la palabra, pero podría serlo algún día-
Hephaestus camino apegada a Kain sin nunca soltarlo. Medito lo que escucho y dentro de todo, no tuvo mucho que decir. Al final de veinte minutos, justo cuando iban llegando a la avenida principal y el tráfico de gente se hizo más espeso, ella dijo con timidez -yo, yo soy una diosa-
Kain sonrió y le dijo -eso lo sé-
-No es eso, idiota. Yo te puedo enseñar muchas cosas- dijo bajando la voz hasta convertirla hasta un susurro mimado -no me importaría decirte todo de mi-
Kain se detuvo, soltó una exhalación y pensó que esta conversación se estaba dirigiendo por el camino erróneo. Miró a Hephaestus que lo miraba con anhelo. Se mordió el labio inferior y asintió para después proseguir con la marcha -cuando llegue su momento, te preguntare-
Hephaestus asintió con la cara roja mientras caminaba sin prestar atención por donde iba. Muchos los quedaron viendo, lo cual no fue poca cosa. La diosa de la forja, la que escasa vez se aparecía en público, iba del brazo de un elfo emitiendo un aura de damisela en el amor.