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—¿Qué pasa, Wei Tang? ¿La has escoltado allí? ¿Algún problema? —preguntó curioso mientras desviaba la mirada hacia un lado y notaba que Su Wei Wei estaba profundamente dormida sobre su hombro, pero aquellos brazos alrededor de su brazo seguían envueltos y agarrándolo fuertemente.
—Dicen que nos demandarán y a ti también, Maestro... —inmediatamente lo puso en altavoz y se acercó a los miembros de la familia que se habían reunido.
—Deberían estar agradecidos de que su hija haya vuelto sana y salva, si yo hiciera alguna investigación y descubriera que ella intentaba quedarse en la Mansión Mu con segundas intenciones y tenía planes, entonces no habrían recibido un cuerpo intacto, ni siquiera la habrían visto nunca más... Mis mascotas se habrían cebado con ella... la próxima vez, asegúrate de ponerle una correa en el cuello, y más te vale que cuides de tu empresa, si no, es más fácil declararse en bancarrota en las próximas horas... —con esa fría declaración, colgó inmediatamente.
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