El Segundo Príncipe había creado otra red dorada. También parecía haber mejorado la estructura de esa formación ya que ahora tenía más líneas y nodos.
—¿Cuánto tiempo he dormido? —se preguntaba Noah mientras inspeccionaba el mundo.
El continente no había sufrido muchos cambios durante su sueño. Las tierras congeladas se habían expandido un poco, pero aún no cubrían toda la masa de tierra.
Además, el número de especímenes más débiles no había aumentado mucho. Unos cuantos serpientes eternas de rango 4 habían aparecido entre las manadas, pero el número de nuevas criaturas en las filas humanas le decía a Noah que había estado dormido por menos de ochenta años.
Su cálculo no era perfecto, pero estaba seguro de que la respuesta real estaba cerca de su estimación. Su experiencia en el campo de bestias mágicas no era solo para aparentar al final.
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