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Al terminar de hablar, levante mi copa llena de vino y bebi varios vasos seguidos resistiendo las ganas de vomitar. Para empezar, no tenía mucha tolerancia al alcohol y al beber el ercer vaso, empecé a sentir un dolor agudo en el abdomen. Gael vio que algo iba mal y me sujeto la mano. Miro a Álvaro y le dijo:

-Álvaro, es tu mujer y sabes que no puede beber en este estado. Sera muy tarde para arrepentirte si le pasa algo.

Yo ya estaba muy mareada. Empuje la mano de Gael impulsada por la ira e indignación y tome otra copa de vino, pero me detuvo con fuerza justo antes de ser arrastrada por unos brazos familiares. Joel miro a Álvaro con una expresión de confusión.

-Es mi mujer y beberé el resto. -Dicho esto, se terminó todo lo que quedaba de vino. Rebeca lo miro y sus ojos se volvieron rojos. Sentía mi estomago revuelto y tenía muchas ganas de vomitar, pero Álvaro me atrapo con uno de sus brazos. Por ello, no tuve otra opción a no ser luchar contra las náuseas. Álvaro había estado bebiendo vaso tras vaso por un buen rato cuando Rebeca se levantó de forma abrupta y ordeno a Joel:

- ¡Llévame a casa! -Se notaba el dolor en su voz. Joel miro a Álvaro con una expresión de conflicto y abrió su boca, pero no salió ninguna palabra. Al final, siguió a Rebeca y se fueron. Inmediatamente después, Gael le arrebato la copa de vino a Álvaro y lo hizo reaccionar, diciendo:

- ¡Si no quieres que nada le pase, es mejor que te la lleves a casa ahora! -Se refería a mí. Álvaro frunció y me llevo asta fuera del club nocturno al estilo nupcial. Mi cabeza giraba y no supe que paso con Gael después de eso. Después de meterme en el coche, sentí un dolor punzante en el abdomen. Álvaro frunció al verme enroscada como una pelota, agarrando mi barriga y con su palma, lo acaricio.

- ¿Te duele mucho? -Asentí y se formó una capa de sudor en mi frente. Encendió el coche y dijo -Aguanta un poco. ¡Te llevare al hospital! -Tome su brazo, sudando y mire sus ojos oscuros mientras sacudía la cabeza.

-Llévame a casa y dile al Doctor Ceja que vaya. ¡Él me puede revisar! -Álvaro no parecía estar muy contento. Le di una explicación porque me daba miedo que malinterpretara las cosas. -Él me estuvo cuidando después de la cirugía y sabe qué hacer. -Álvaro dio una pausa por un momento antes de empezar a conducir y dirigirse a casa. Suspire de alivio. Álvaro le dio vueltas al volante, piso a fondo el acelerador y llegamos a tiempo. Me llevo hasta la habitación, donde Gael me dio medicinas para calmar mi dolor. Después de un día pesado, me sentía exhausta sin mencionar que estaba mareada y me quede dormida gradualmente.

Mientras estaba dormida, la voz aguda de Álvaro llamándome atravesó por mi mente nublada y sentí como me quitaba la ropa para llevarme al baño a darme una ducha, pero aún estaba demasiado adormilada como para abrir los ojos. Mi inconsciente quería rechazarlo, pero no podía despertar sin importar cuanto lo intentara. Su palma parecía cortarme el abdomen y retrocedí sin estar segura de lo que estaba haciendo. En mi estado atontado, le sentí llevándome a la cama, pero caí vencida por el cansancio una vez más. Al día siguiente, desperté con resaca y me senté en la cama por un buen rato hasta que mi teléfono sonó varias veces. Ya más relajada, lo miré y vi que tenía mensajes de Mayra.

< ¿Como fue con tu acompañante ayer? ¿Todo bien?>

Puse mis manos en mi frente sin poder decir nada y le mandé un mensaje.

<Mayra. ¿sabes que después de un aborto no es recomendable tener sexo por al menos un mes?>

No paso mucho tiempo después de mandarle el mensaje cuando me llamo. Le respondí y comenzó a quejarse por el otro lado de la línea.

- ¿Qué demonios? ¡Debiste haberme dicho eso antes! ¿Sabes cuanto pague a tu acompañante ayer?

Me estire y me levante de la cama para abrir las cortinas mientras hablaba por teléfono.

-Vamos de compras uno de estos días y te conseguiré lo que quieras. Por cierto, me encontré con Rebeca ayer.

Mayra se asombró al escuchar eso.

- ¿No es la que presume de ser una mujer virtuosa? ¿Por qué fue?

-Álvaro y el resto estaban allí. -Después de la fuerte lluvia, los alrededores de la casa parecían más brillantes como si se hubiera limpiado por la lluvia. Mayra dio un suspiro.

-Olvídalo. No hablemos de eso. ¿Ya sabes cuando te vas? -Pensar en ese asunto me daba dolor de cabeza.

-Álvaro no ha firmado los papeles del divorcio y no he terminado de resolver las cosas en la empresa.

Mayra respondió con un murmuro y no dijo nada por un rato antes de decir:

-Avísame cuando termines con todo eso. En unos días iré a una ciudad vecina para buscar buenas ubicaciones y de ahí ver lo del bar.

-Tu bar ha estado en función durante muchos años. ¿No estas triste por dejarlo? -El hecho de que lo estaba haciendo por mí no me causaba ningún tipo de placer.

- ¡Tsk! -Mayra sonaba un poco exasperada cuando volvió a hablar. -En la vida, algunas cosas van y vienen. ¿Por qué estaría triste? Además, no es como que no pueda abrir otro bar. -Habiendo dicho eso, volvió a comentar al instante, emocionada - ¿Has pensado en lo que vas a hacer una vez renuncies al Corporativo Ayala y te mudes a otra ciudad?

Su pregunta me tomo por sorpresa porque no había pensado en eso. Después de resolver las cosas aquí, mi barriga estaría creciendo y no sería conveniente buscar otro trabajo en este estado.

-Quizás me tomo un descanso o algo. -Una vez que él bebe nazca, es probable que este ocupada y lo mejor sería esperar hasta que crezca para pensar al respecto.

- ¡Buena idea! -Mayra se quedó callada por un momento; tal vez contemplando algo. -Has sufrido mucho estos últimos años por Álvaro y tienes que descansar. ¡Por suerte ahorre dinero para las dos y ahora vamos a tener mucho tiempo para gastarlo!

Me solté a carcajadas.

-No te preocupes. No estaré desamparada por completo incluso cuando Álvaro se divorcie de mí. Aún tengo mis ahorros. -El abuelo me dejo la casa e incluso si Álvaro me lo regalara, no lo vendería. En cuanto a los bienes de la empresa, aun no decidía que hacer con ellos. Después de unas cuantas carcajadas, terminamos la llamada. Me envolví entre mis brazos y me incliné en la ventana, observando la vista de fuera. En efecto, tenía que pensar en lo que iba a hacer con mi futuro. Por alguna razón inexplicable, el aire pareció tornarse un poco escalofriante. Me di la vuelta frotando mis brazos para buscar un abrigo y me asusté al ver a Álvaro parado atrás de mi con una postura rígida. Me quede alarmada y mis brazos se pusieron viscosos al instante.

- ¿No… no fuiste a la empresa? -No tenía idea de cuánto tiempo estuvo ahí parado, ni de cuanto escucho de mi conversación con Mayra. Sus ojos negros parecían ver a través de mi alma y con tono amenazante, pregunto:

- ¿Vas a alguna parte? -Su pregunta me dejo impactada y supongo que escucho algo de nuestra charla.

- ¿A qué te refieres? -Fingí estar despistada con culpa en la consciencia. Al verlo acechándome, me hizo entrar en pánico y me rompí la cabeza tratando de distraer su atención. Puse la mano sobre mi barriga de forma abrupta y fruncí el ceño - ¡Auch, mi estomago! ¡Me duele mucho! -Me senté en cuclillas para terminar el acto. Álvaro pauso sus pasos, se puso a mi lado y me acostó con un fruncido.

- ¡Vamos al hospital!

Maldición. ¿Esto cuenta como cavar mi propia tumba?

-No… -lo rechace muy pronto y entre cerro los ojos con una mirada intensa.

-Pareces estar demasiado en contra de ir al hospital, Samara.

-No… -Un rastro de tristeza apareció en mi cara y le respondí con los ojos rojos. -Solo me recuerda lo indefensa y asustada que estaba en el quirófano. -Al escuchar esto, se quedó paralizado. Después de un rato me saco de la habitación de forma brusca. Pensé que me iba a llevar al hospital y tire de su manga para protestar con ojos llorosos - ¡En serio, no quiero ir! -Además no tenía ningún dolor de estómago.

-Ve a comer algo. -Me miro con ojos fríos, pero parecía haber un rastro de impotencia en ellos. Por un momento me dio un sentimiento indescriptible. Anoche me rescato y hoy estaba comprometido en cuidarme. De alguna manera, no estaba siendo impaciente conmigo. Los humanos somos criaturas codiciosas. Una vez que probamos algo, queremos más y al final nos volvemos posesivos. Al ayudarme a sentarme en el comedor, fue a la cocina y volvió con un tazón en las manos. Pensé que era sopa de champiñones enlatados, pero para mi sorpresa, era de jengibre y zanahoria. Lo mire con emociones encontradas por un momento y me lanzo una mirada indiferente antes de informar en voz baja:

-Gael va a venir a verte más tarde. No vayas a la empresa por ahora. Aun que el proyecto del doctor Riveira esta completo, necesitas lidiar con las perdidas debido al retraso que causaste, ¡pero hoy descansa en casa! -Cuando termino de hablar, se puso su abrigo y se fue. Me quede congelada por un momento.

¿Cuándo empezó a tratarme tan diferente? ¿Después de enterarse que estaba embarazada?

Lo único que podía hacer era observar la sopa por un buen rato. Cuando Gael llego, todavía estaba fuera de mí y al verme frunció.

-No tienes que comer eso si no te gusta. Puedes comer lo que quieras. El feto no es tan frágil, ¿sabes? -Su voz me dejo pasmada y me gire para verlo, estaba a un lado del comedor mirándome con su maletín medico en la mano. Pronto me levante.

Gael parpadeo, sorprendido sin comentar nada, abrió su maletín para sacar algunos medicamentos y me los entrego.

-Tomate esto tres veces al día durante veintiún días. Vas a tener que abstenerte de beber alcohol de ahora en adelante porque puede ocasionarte un retraso en el desarrollo del bebe o una malformación y también puede que empieces a tener revisiones de tu embarazo en el hospital.

Asentí y cogí la medicina.

- ¡Gracias!

En un inicio se iba a ir después de esto, pero lo pensó un poco y me miro.

-Viéndote en tu estado actual, no creo que puedas irte todavía. ¿Por qué no eres sincera con Álvaro? ¡Parece querer tener al bebe y estoy seguro de que se encargara de todo lo demás! -Sabia hacia donde iba. El todo lo demás era referente a Rebeca. No sabía mucho sobre ella ni tampoco había preguntado al respecto, pero no pude evitar decir:

-Álvaro debe amar mucho a la señorita Ferrer.

Gael camino hacia el sofá y tomo asiento, lanzándome una mirada fugaz antes de responder:

-Esto no tiene nada que ver con el amor. Si en verdad quieres estar con Álvaro, dile la verdad. Él tiene su propia manera de arreglar las cosas.

¿Qué manera?

No emití esta pregunta. Todos tenían su propia forma de pensar y no sabía a lo que se refería Gael. Lo único que sabia era que ese bebe me pertenecía solo a mí. Si el abuelo estuviera vivo, me hubiera quedado con Álvaro por muchos años, pero ahora que se ha ido no estaba segura con él. Además, arriesgar a mi hijo no era una opción. Hubo un silencio largo entre nosotros antes de volver a hablar.

-Me temo que te estaré dando problemas por el embarazo. En cuanto a lo demás, tengo mis propios planes. Gracias doctor Ceja. -Quizás pensó que no lo entendí porque se formaron arrugas en su frente, pero no dijo nada más y solo dio un suspiro.

-Tengo algo que hacer más tarde. Recuerda tomar tu medicina. Me retiro. -Después de despedirme de él, no me comí la sopa que Álvaro me había preparado por que mi estomago me hacía sentir incomoda. Acababa de volver a la habitación cuando un número desconocido me llamo, pero conteste y paso medio segundo antes de que la persona en la otra línea hablara.

- ¡Soy yo, Rebeca!

Parpadeé, sorprendida y fruncí.

- ¿Necesitas algo de mí?

- ¡Hay que hablar! ¡Te envíe la dirección! -Antes de poder rechazar su oferta, colgó. No pude entender por qué Rebeca me buscaba, pero apuesto a que era algo sobre Álvaro. Pero ¿Qué le hacía pensar que iría solo porque me lo dijo? Al ver la dirección que me envió, le hice una captura y se la envié a Álvaro con una frase debajo que decía:

<La señorita Ferrer me pidió que la viera, pero me da miedo que vaya a hacerme perder la paciencia y termine golpeándola así que rechace.>

Álvaro me llamo poco después de enviarle el mensaje. Respondí la llamada, me recliné en la barandilla para disfrutar de la vista y al final dije con voz tranquila:

- ¿Si, señor Ayala? -Al decir eso, casi pude imaginar el ceño fruncido en su cara.

- ¿Dónde estás? -pregunto en un tono insatisfecho.

-En casa.

-Mmm. -Hubo una breve pausa. -Descansa

-Si. -Al parecer había leído el mensaje. Al terminar la llamada, no pude dormir y no tenía nada que hacer, entonces me fui al estudio por el aburrimiento. Rara vez me daba tiempo de leer libros y ahora que estaba libre, merecía relajarme un poco. El estudio de Álvaro era muy grande y había todo tipo de libros. Hojee algunos con ilustraciones para pasar el tiempo y no tomo mucho para sentir dolor en la espalda. Baje el libro en mi mano y camine por todo el estudio, pero mi mirada se fijó en una caja pequeña metida en una esquina que parecía un poco anticuada.

Por curiosidad la abrí y encontré fotografías. Eran algo viejas y desgastadas, pero pude ver que era Álvaro de niño. Nunca conocí a sus padres y por eso, una fotografía borrosa de una pareja sosteniendo a un bebe me llamo la atención. Los ojos del hombre eran similares a los de Álvaro entonces deduje que debería ser su padre. Por ende, la mujer gentil y elegante quizás era su madre. Observe el álbum de fotos y note que algo no encajaba. Las siguientes imágenes mostraban a sus padres con un bebe. Volví a pasar las páginas, confundida y encontré que había muchas donde salía la pequeña de dos o tres años al lado de los padres de Álvaro. En el pasado, el abuelo de Álvaro me había contado que era hijo único y no recuerdo haber visto a una niña. En cuanto al tío Carlos y su mujer, escuche que no quisieron hijos entonces no podía ser suya.

¿Quién será esta niña?

Sin ninguna otra explicación, supuse que era la hija de los vecinos de aquel tiempo y sin pensarlo demasiado, continue viendo el álbum. Las ultimas fotos eran de los días de escuela de Álvaro. Esto demostraba lo sentimental que era el abuelo al registrar cada momento de su nieto y guardarlo como recuerdo. Al final del álbum, había una foto de un grupo que parecía reciente dado a que aparecían Rebeca, Gael y Joel. Había otro chico que parecía carismático y entusiasta. Todos los demás eran de buena apariencia a su manera, pero este chico parecía pálido y no parecía tener buena salud. Como no lo reconocí, no intente averiguar quién era.

Al terminar de mirar todas las fotos, sentí que mi corazón estaba siendo apretado por una fuerza invisible. Álvaro y Rebeca tenían una historia larga juntos mientras que yo solo lo conocía hacia dos años. Si no fuera por la enfermedad de mi abuela y su desesperación que la guio a presentarme a Richard, nunca habría tenido la oportunidad de casarme con Álvaro. Por eso, era justificable que no desenvolviera ningún sentimiento hacia mí. Ahora que lo pienso, nunca me pare a pensar en cómo la abuela conocía a Richard. Por lógica los Ayala eran ricos e influyentes mientras mi abuela era una señora de campo.

Sin querer me quede en el estudio hasta la noche. No sabía si era por el embarazo, pero no me daba hambre incluso después de no haber comido nada durante el día. Sin embargo, sentía una incomodidad en el estómago. Baje las escaleras y husmee por los gabinetes de la cocina para buscar algo de comer. Por fortuna, Estela me abasteció de comida. Después de un tiempo, vi unos pepinos en la nevera y como me daba pereza cocinar, solo los lave para comerlos en la cena. No me di cuenta de cuando Álvaro volvió a casa y no fue hasta que Sali de la cocina que lo vi sentado en el salón.

Al sentir mi presencia, giro su cabeza con los ojos fijos en el pepino y apareció un ceño fruncido en su cara, preguntando con voz descortés:

- ¿Qué planeas hacer con eso?

Me quedé sorprendida y con naturalidad respondí:

-Comer

Álvaro se rio.

- ¿En serio falle en satisfacerte? ¿Por eso recurriste a usar eso?

Se levanto y se acercó a mí con una mirada amenazante en su rostro. No pude entender lo que tramaba y levanté mi pepino, preguntando:

- ¿Quieres uno? Acabo de lavar dos hace un momento.

La mirada de Álvaro se volvió tormentosa y gruño:

- ¡No! -Antes de darme cuenta, me lo arrebato y lo tiro a un lado. Me agarro de la cintura con un brazo y con la otra mano toco mis labios, acariciándolos con sus dedos. No importaba lo lenta que era para captar las cosas, aun así, supe lo que quería. Quise correr por instinto, pero sus brazos me sujetaban con fuerza y con una voz ronca dijo. - ¡Han pasado varios días y deberíamos estar a salvo! -Simplemente no podía entender la lógica en sus palabras.

-Álva… -Mis palabras fueron cortadas por sus acciones e intente empujarlo. Por desgracia, yo no podía con él. Cuando sentí una de sus manos en mi barriga, mis ojos se expandieron.

-Álvaro no… -Me ahogue en mi oración -No estamos a salvo, aún hay riesgo de infección. - Rebeca acababa de tener un aborto y no podía tocarla. Por ende, debía ser igual conmigo. Por esto mismo, no podía entender por qué se estaba comportando como un depravado sexual. Al verlo ignorar

mis advertencias, entre en pánico. -Álvaro, el medico me dijo que debía abstenerme al sexo por un mes, ¡por favor! -Estaba a punto de llorar, pero quizás escucho el tono de súplica en mi voz porque comenzó a detenerse. Me abrazo con fuerza sin decir nada y trazo mi clavícula con sus labios. Después de un rato, por fin se calmó y e soltó.

- ¿Tienes hambre? -pregunto con los ojos encapuchados. Estaba un poco avergonzada por lo alto que gruño mi estómago y le mostré una sonrisa, que parecía más bien una expresión de tristeza mientras asentía.

-No comí nada desde que desperté.

Álvaro se sorprendió, después sus ojos se fijaron en el pepino y regreso su mirada a mí con una expresión de confusión en la cara.

- ¿Te ibas a comer el pepino?

Asentí.

-Si, no tenía ganas de cocinar por el humo y la grasa. Por eso lave dos pepinos.

Me observo con las comisuras de sus labios levantándose un poco como si estuviera sonriendo, pero al mismo tiempo exasperado. Paso un momento antes de que fuera a la cocina y volvió con un tazón de fideos. Incluso le agrego dos huevos. Cuando vio la forma en la que lo miraba, me levantó la ceja y dijo:

- ¡Ven a comer! -A pesar de ser una orden, no sonó grosero. En ese instante recordé lo que dijo Gael.

Si quedo en buenos términos con Álvaro, ¿será capaz de encargarse de este asunto?

Me levanté y me senté en el comedor. Al notar que solo había hecho comida para mí, parpadee por la sorpresa.

- ¿Ya comiste?

Asintió y me hizo una seña para que fuera a comer. Luego agacho la cabeza y leyó los mensajes en su teléfono. Los fideos estaban deliciosos, pero después de unos bocados mi estomago empezó a crujir. Logré aguantar el dolor un momento, pero no las náuseas y comencé a jadear. Corrí hacia el baño sin esperar un segundo más y vacíe mi estomago hasta sentirme mejor.

- ¿Sabe mal? -Una voz fría resonó a través de mis oídos y me quede congelada. Al mirar sobre mi hombro, vi a Álvaro parado en la puerta y pronto, sacudí mi cabeza.

-No. Tal vez mi estomago ya no aguanto más después de estar todo el día sin comer. -Me ayudo a levantarme y me hizo sentir un poco confundida. - ¿Qué te pasa?

Se quito su traje y se puso ropa más casual. Después, se giró para anunciar:

-Cámbiate. Te llevare a comer lo que quieras.

Me asombre al escuchar esto y rechace su oferta.

-No tengo hambre y no podré comer incluso si salimos, -Sin embargo, mis palabras parecieron entrarle por una oreja y salir por la otra porque me miro, diciendo con un tono firme:

- ¡Te espero fuera! -Para ser honesta, no tenía hambre, pero lo pensé mejor y me cambié para ir con él. A esta hora la ciudad estaba activa y mientras Álvaro conducía, me miro para preguntar - ¿Qué quieres comer?

Le di vueltas a la pregunta antes de responder:

- ¡Algo ligero! -Sera porque ya comenzaban a darme nauseas matutinas que cada rato me mareaba ciertos olores y solo asentí. Al analizar la mirada gentil en su cara, me di cuenta de que hoy había sido el día más pacífico que habíamos pasado desde que nos casamos.

Por un breve momento, me quede pensando en que ambos podríamos vivir así y que nuestra familia seria feliz para siempre. El coche se detuvo delante de un restaurante que parecía acogedor. Me baje y entre al lugar para encontrar una mesa. Al parecer no venía mucha gente por la noche y en cuanto me senté, el camarero me entrego el menú. Como Álvaro ya había cenado y yo tenía el estómago revuelto, pedí un aperitivo ligero con una sopa de calabaza. Para mi sorpresa, Álvaro entro junto a Rebeca y Joel.

Al ver que estaba sentada, los tres se acercaron a mí. Cuando Rebeca me vio, hubo un cambio sutil en su expresión, pero no comento nada porque era una mesa para cuatro. Como ya estaba sentada, Rebeca se sentó a mi lado antes de que Álvaro lo hiciera. Me hizo una seña y con voz duce dijo:

-No te importa que me siente a tu lado, ¿verdad, Samara?

¿Tenía derecho a decir lo contrario? ¡Por supuesto que no! Por eso me quede callada.

- ¿Qué pediste? -pregunto Álvaro mientras cogía el menú del camarero.

-Unos aperitivos ligeros y una sopa de calabaza -respondí. Asintió y escogió algunos platillos. Justo en ese momento, Joel frunció sus labios y comento:

-No me pidas nada. Yo no tengo hambre.

Álvaro asintió y le entrego el menú al camarero. Justo entonces los tres empezaron a hablar, pero no pude unirme y solo me quedé callada. Después de un tiempo el camarero trajo una sopa de calabaza y al momento de ponerla en la mesa, Álvaro la empujo hacia Rebeca, diciendo con voz profunda:

-Pedí esto para ti. Come un poco. Te va a mantener cálida.

La cara de Rebeca se ilumino.

- ¡La sopa de calabaza es mi favorita! Me conoces tan bien -La química entre ellos era como tener un cuchillo clavado en mi corazón. Álvaro recordaba los más mínimos detalles de Rebeca y su gran cariño por ella era algo que nunca iba a tener, aunque me dieran una eternidad para alcanzarlo.

-Samara, ¿Qué sopa pediste? ¿Por qué no compartimos? La sopa de calabaza es muy buena. Lo sé porque Álvaro solía traerme aquí. - Rebeca empujo el tazón hacia mi sin esperar mi respuesta. Sacudí la cabeza y se lo devolví con una sonrisa.

-Yo también pedí una. Va a llegar pronto. - Rebeca se encogió de hombros y contino hablando con los hombres. En poco tiempo, me sirvieron los aperitivos y la sopa que había pedido. Rebeca noto que también era de calabaza y me mostro una sonrisa inocente.

-Parece que también te gusta la sopa de calabaza, Samara. Déjame contarte un secreto. ¡Álvaro hace la mejor sopa! -Mientras hablaba, se inclinó tan cerca de mí que podía sentir su aliento en mi cuello. No me agradaba cuando las personas se acercaban a mí y retrocedí un poco con el ceño fruncido.

- ¡Auch! -De pronto, mi sopa a medio comer se derramo en mí, haciendo un completo desastre. Mi primera reacción fue levantarme por lo caliente que estaba, pero choque con Rebeca por accidente ya que estaba muy cerca de mí y empezó a quejarse del dolor. Las ampollas por la quemadura eran tan insoportables que no me moleste en disculparme y cogí un pañuelo para limpiar la sopa de mi pierna de forma frenética. Antes de salir me había puesto un vestido porque Álvaro me estaba esperando y era tan delgado que mi piel se puso roja. Al terminar de limpiarme, me giré a ver a Álvaro agachado frente a Rebeca para limpiarle la sangré de la nariz. Me quede pensando en que quizás la golpee cuando me levante de forma tan abrupta y… Joel cogió un pañuelo para dárselo a Álvaro y me miro diciendo:

- ¿Siempre eres tan distraída Samara?

Me quede sin palabras por un momento. Al ver los ojos llorosos de Rebeca, me vi obligada a pedir perdón, aunque me doliera en el alma.

-Lo siento, señorita Ferrer. -Estaba segura de que no había tocado el tazón de sopa hace un momento. Sin embargo, no podía pensar en alguien más que pudiera ser tan torpe como para derramarme la sopa a propósito aparte de Rebeca porque estaba muy cerca de mí.

-No pasa nada, Samara. Solo se mas cuidadosa la próxima vez. - Rebeca se giró para mirar a Álvaro con sus ojos rojos. -Leo, perdí el apetito. ¿Puedes ir a caminar conmigo?

Álvaro frunció, observo la comida sin tocar en la mesa y dijo:

-Come un poco más.

Parecía que, en medio de la crisis, nadie había notado que estaba quemada o que me derramaron sopa. Me quede parada sintiendo que mi presencia era redundante y graciosa.

-Me retiro -anuncie, me gire para salir del restaurante. Mi corazón se sentía como si hubiera sido clavado con una navaja de hielo y la agonía casi hace que mis piernas cedieran. Dios es injusto. Algunas mujeres fueron bendecidas con la felicidad mientras otras malditas por el sufrimiento.

-Samara -Una voz baja y furiosa sonó detrás de mí. Me di la vuelta y vi a Álvaro siguiéndome. Me miro con el ceño fruncido y parecía estar controlando su ira cuando pregunto- ¿Qué haces?

-No tengo apetito. Me voy a casa. -Al sentirme miserable, no quise decir mucho por miedo a perder el control y terminar exhibiendo mis lamentos.

Se acerco a mí con una expresión de insatisfacción.

- ¿Así es como te han educado?

Levante la cabeza cuando agarro mi muñeca y sus ojos se juntaron a los míos emanando frialdad. Mientras nos mirábamos, una sonrisa seca apareció en mi cara de forma abrupta.

- ¿Me hablas de educación? Álvaro Ayala, ¿exactamente cuál es tu versión de buena educación? ¿Cuidar a otra mujer frente a tu esposa e invalidar sus sentimientos por completo? ¿es eso? -Ignore su expresión seria y resople - ¿Quieres decir que Rebeca es una persona educada? No le da vergüenza ser tan descarada como para desear marido ajeno y ser una rompe hogares. ¿Cómo te educaron para que tengas una idea tan diferente a la mía de buena educación?

- ¡Samara! -Apretó más fuerte mi mano y las venas en su frente resaltaron mientras decía las siguientes palabras entre dientes. -Deberías agradecer que no pego a las mujeres.

Rei a carcajadas tratando de aguantar el dolor en mi muñeca y lo mire.

-Qué bonito de su parte, señor Ayala. ¿Pero puede hacer el favor de soltarme? Apretar la muñeca de una mujer así no es tan diferente a pegarla.

Álvaro aún estaba enfadado, por fortuna soltó mi mano.

-No actúes como si conocieras a Rebeca. ¡No tienes derecho a juzgarla!

Sus palabras tocaron mi lado sensible. Toda la ira y frustración que tenía reprimido salieron como cascadas. Me acerqué a él con pasos acelerados y cogí su brazo con una sonrisa que no podía ni alcanzar mis ojos.

-Tienes razón. No tengo derecho. En términos de hipocresía, no me puedo comparar a ella. De hecho. ¿Cómo podría compararme con vosotros si jugar con los sentimientos de alguien no es mi fuerte? Y como si no fuera suficiente, no pueden evitar presumir sus riquezas delante de los demás. -Habiendo dicho esto, ignoré a Álvaro y volví al restaurante. Rebeca y Joel seguían sentados en la misma mesa. Al verme, Rebeca puso su sonrisa falsa y me llamo con un tono pretencioso.

-Samara…

Le lance una mirada que podría matarla. De esta forma, se desvaneció todo rastro de ganas y sin esperar a que reaccionara, dije:

-No sé cómo te has vuelto una mujer tan ridícula que solo quiere llamar la atención y ama molestar a los demás mientras se hace la victima o como te volviste una perra a la que le gusta robar lo que no le pertenece. Pero déjame decirte una cosa. El karma te perseguirá y un día todas tus malas acciones volverán para darte una gran patada en el culo. Como te gustan tanto las cosas de segunda mano, te concederé el deseo. A decir verdad, si, tengo sentimientos por Álvaro. Aunque siendo honesta, su ojo al gato y el otro al garabato me hace sentir enferma con tan solo pensarlo. De hecho, es repugnante. Entonces, por favor, pasa más tiempo con él oh dios no quiera que ande durmiendo en otro lugar. ¡Me da asco!

- ¡Samara! -Una voz furiosa resonó desde la entrada del restaurante, pero no me gire para mirar.

Era una santa en comparación a ellos y su forma hipócrita de ser. Al terminar de hablar, me di la vuelta y Sali. Al pasar a un lado del hombro de Álvaro en la puerta, me cogió del codo con fuerza. Mi temperamento saco lo mejor de mí y agache mi cabeza para morderlo. Al principio, pensé que me iba a soltar, pero me levanto sin advertencia y me tiro en el banco del pasajero del coche de forma agresiva antes de encenderlo. Condujo a toda velocidad durante todo el camino, causando que me dieran nauseas por los baches. Por suerte, el coche paro poco tiempo después, pero antes de que pudiera saltar de alegría, me sacaron del coche con fuerza y me metieron en casa. Álvaro estaba furioso y me llevo al baño. ¡Pum! El sonido de la puerta resonó por toda la casa.

-Suéltame, eres patético Álvaro Ayala. -La inquietud se apodero de mí y hable de forma desenfrenada. Álvaro resoplo y envolvió sus manos en mi cuello para callarme, mirándome con desprecio.

- ¿Patético? ¿Ojos desviados? ¿Repugnante? -La fuerza en sus manos aumento, haciendo que me sofocara. Le di varias patadas porque a pesar de no poder hablar, no iba a parar de defenderme. Ser testaruda hasta el final era mejor que rendirme ante su tortura. Intercambiamos miradas y nos miramos. Después de un tiempo, apenas podía respirar, causando que mi cerebro se quedara sin oxígeno y una ola de mareo me golpeo.

Poco después me soltó. En cuanto me libere, se inclinó hacia mí y sello sus labios con los míos, dejándome sin aire. Me enfade tanto que mi pecho empezó a agitarse con violencia sin poder moverme. Al alejarse, le dije en voz alta:

- ¿Solo eres bueno molestando? -Álvaro encorvo los labios con una mirada amenazante y entre en pánico cuando vi esa mirada brutal y hostil. - ¡No puedes hacerme esto! -Mi voz tiemblo cuando hable y me acorralo con un beso salvaje. Mis cejas se fruncieron por la mordida que me dio y me sonroje. Dio una pausa en sus acciones y murmuro:

-Se una buena chica y seré más gentil.

De repente, rompí en llanto por toda la ira y dolor que tenía acumulados como una fuente de agua. Las lágrimas empezaron a caer por mis mejillas y los sollozos se volvieron en llantos de angustia gradualmente. No podía importarme menos los sentimientos de Álvaro en ese momento. Al final, se detuvo y suavizo su tono para calmarme. Sin embargo, entre más me consolaba, más lloraba. Dejo de hablar y me puso entre sus brazos porque ni tratarme de forma gentil funcionaba. Una vez que la fuente de agua se soltaba, era casi imposible detenerla. Se quedo sin más opciones que abrazarme y dejar que llorara. Después de un tiempo, lloré hasta el cansancio y con mis lagrimas ya secas, me comencé a calmar.

- ¿Ya has acabado? -pregunto con la voz cansada. No estaba de ánimos para hablar. -Hace cuatro años lleve al abuelo a la frontera sur para visitar a sus compañeros de armas y durante el camino, nos encontramos con un grupo de bandidos. -Me abrazo mientras hablaba y pude notar melancolía en su voz, lo cual me sorprendió un poco. No sabía a donde iba con todo esto y permanencia en silencio, dejando que me abrazara mientras lo escuchaba. -… la frontera era pobre y carece de alimentos. En aquel entonces, muchos países fronterizos estaban en guerra. Aquellos bandidos buscaban asilo e irrumpieron en la casa de los compañeros del abuelo, tratando de amenazarlos para que los acogieran. El abuelo era veterano, el cuido de su país por décadas. Por ello, no acepto hacerlo. Como eran bandidos, quisieron matarlo. Sin embargo, los compañeros del abuelo murieron por querer protegernos. -Cuando de pronto Álvaro dejo de hablar, lo mire y le pregunte con curiosidad:

-Y ¿después que paso? -Mi voz estaba ronca de tanto llorar. Al verme tomar la iniciativa las comisuras de sus labios se levantaron un poco y me dio un beso en la frente, con eso continuo:

-Después, el abuelo y yo volamos de regreso al país. Huíamos por nuestras vidas y estábamos hechos un desastre. A mitad de camino, nos encontramos con un par de hermanos. Iban en un viaje de negocios desde la ciudad al extranjero. El abuelo y yo habíamos perdido todo nuestro dinero e identificaciones mientras huíamos. Por ello tuvimos que pedir prestado a esos hermanos para poder volver a casa, pero nunca nos imaginamos que los bandidos nos seguirían hasta allí y terminamos metiendo a los hermanos en el lio…

Para entonces, ya había adivinado quienes eran. Lo mire y pregunte:

- ¿Eran Rebeca y su hermano?

Álvaro asintió.

-Pablo tenía una enfermedad en el corazón y lo traje para que se recuperara. Tenía cura, pero algo paso y antes de morir, me pidió que cuidara a Rebeca.

-Te rescataron, pero ¿Por qué el abuelo no aprobó tu relación con Rebeca?

Al final de cuentas ella llego antes que yo y salvo sus vidas al lado de su hermano. Cuando Álvaro me vio observándolo con mis ojos redondos, sus labios se estiraron en una gran sonrisa.

- ¿Te sientes mejor? -Esta era la primera vez que me sonreía. Tenía una sonrisa suave y angelical. No había frialdad ni furia a la vista, solo alegría. Mi aliento se entrecorto y me avergoncé tratando de liberarme de su abrazo.

-No has escuchado mi pregunta.

-Eso no es importante. Es tarde y debemos dormir -Me atrajo a su pecho y presiono mi mano en su entrepierna, diciendo con voz rasposa. -Tienes que terminar lo que empezaste, Samara.

Mis ojos se expandieron al mirarlo con incredulidad y mis mejillas se volvieron rojas.

-No estoy recuperada del todo -proteste en voz baja y su respiración era más pesada.

Esta iba a ser una noche larga. Finalmente, termino en medio de la noche. Me llevo hasta el baño y me ayudo a ducharme antes de acurrucarse conmigo en la cama. Por la mañana la luz se filtraba por las ventanas de suelo a techo. Álvaro se había ido a trabajar temprano y yo me quede acostada en la cama porque me sentía cansada por haber dormido tan tarde. Cuando por fin me levante, mire alrededor, la habitación desastrosa que aun irradiaba tensión sexual por los eventos sucedidos aquí. Escenas de la noche anterior pasaron por mi cabeza haciendo que me sonrojara. No conocía este lado de Álvaro. Se suponía que hoy iría a la empresa, para cuando estaba lista ya eran las diez de la mañana y me fui directamente al trabajo sin desayunar. Al aparcar mi coche, desafortunadamente me encontré con Joel en el ascensor. Él y su secretaria iban sujetando un montón de carpetas. Al verme, Joel resoplo con frialdad y de manera brusca, dijo:

-Señorita Arias, aun no es la presidenta, pero aquí esta, actuando como si lo fuera. ¿Acaso el Corporativo Ayala, será cambiado a Corporativo Arias?

El Corporativo Ayala comenzó como una empresa inmobiliaria, pero en los últimos años, se abrió a otros mercados. Joel ya había fundado su propia compañía, pero después que el Corporativo Ayala fuera cotizado y necesitara apoyo en el flujo de capital, el Corporativo Quintana se unió. Joel era accionista y también manejaba la empresa. Aunque yo también lo era, no tenía muchas acciones y las que tenía, me las había dado el abuelo. Por ello, mi derecho de usarlas estaba bajo el control de Álvaro, aun que estuvieran a mi nombre.

No me dieron el puesto de directora en seguida, trabaje muy duro durante estos dos años para ganarlo. Aunque por supuesto, para los extraños yo era alguien que usaba su título de señora Ayala para escalar a los puntos más altos. Ese era el caso de Joel, quien supuso que me aproveché de Álvaro y por eso me detestaba. Le di una mirada fugaz a las carpetas en sus manos, al parecer, se iba a lanzar un nuevo producto pronto.

-Señor Quintana, se está sobrepasando con sus bromas. ¿Cómo podría el Corporativo Ayala convertirse en algo? Solo me tome unos días de descanso porque no me sentía bien, pero me conmueve que se preocupe por una simple directora. Aunque parece estar muy ocupado con su trabajo, ¿Qué tal si mejor se concentra en terminarlo? Si tiene muchas cosas en mente, es posible que cometa errores. -Solo éramos tres en el ascensor y no iba a dejar que me faltara al respeto. Sin embargo, su secretaria estaba presente y me sentí incomoda discutiendo con él. Justo cuando Joel iba a responder, las puertas del ascensor se abrieron y se tuvo que tragar sus palabras. Al final solo me lanzo una mirada fría y salió. Al llegar a mi oficina, Estela entro antes de poder sentarme.

-Señorita Arias, el señor Ayala quiere verla en su despacho.

Asentí y con un gran desconcierto, respondí:

-Está bien, iré en un segundo.

Al llegar a la gran y espaciosa oficina, vi que estaba vacía. Fruncí mis labios, pensando que solo él podría trabajar en un ambiente así. Después de escanear el área, vi a José sentado en su despacho con sus ojos fijados en el ordenador, seguramente ocupado con algo. Levanto su cabeza y me miro un poco sorprendido al ver que era yo.

-Señorita Arias, el señor Ayala esta con el señor Quintana, no tardará en llegar.

-Muy bien, no se preocupe. -Asentí, entre en el despacho de Álvaro y cogí un libro en la estantería antes de sentarme en la sala de espera para leerlo. Al haber concluido el proyecto del Doctor Riveira, muchas cosas surgieron y la empresa no me había asignado ningún otro proyecto. Supuse que Álvaro me había llamado para darme trabajo por los días que me tomé. Al pensar en mis planes en ese momento, entre en conflicto. Sería mucho más fácil si Álvaro permaneciera frio e impaciente conmigo como siempre, pero estos días, su actitud hacia mi había cambiado de manera drástica, haciéndome dudar.

-Álvaro, cuando Pablo murió, le prometiste que cuidarías a Rebeca. ¿No crees que estas rompiendo tu promesa al tratarla de esa forma? ¿Alguna vez as considerado sus sentimientos? Además, Samara no es compatible contigo. -La voz que hablaba sonaba ansiosa, pero supe que pertenece a Joel al instante. No estaba escuchando a escondidas, pero estaban pasando por ahí sin mencionar que Joel hablaba muy alto y era inevitable no escuchar. Ambos entraron al despacho y al verme, Álvaro levanto sus cejas.

- ¿Cuándo has llegado?

-Hace un rato. -Miré a Joel de reojo y vi su mirada indiferente.

-Dos empresas bajo Hitech van a lanzar nuevos productos este mes, dales seguimiento -dijo Álvaro. Cogió un documento de su mesa y me lo entrego antes de continuar. -Además, se acerca la reseña anual de la empresa y nuestro contrato con Créditos AC está finalizando para que vayas a revisarlo con Finanzas. Si necesitamos continuar con la colaboración, dales seguimiento y si no, ve a Créditos Herrera y discútelo con Nicolas Herrera.

- ¿No ha ido todo bien con Créditos Ac? ¿Por qué cambiaríamos a otra empresa de auditoria? -Interpuso Joel y pregunto confundido. -Además Créditos Herrera es una empresa pequeña que se acaba de establecer y seria arriesgado dejarlos a cargo de la infraestructura financiera del Corporativo.

Sin responder a Joel, Álvaro me dijo:

-Lee estos documentos y busca a José si tienes alguna pregunta.

Cogí los documentos sin decir nada, pero compartía la opinión de Joel. Por un momento dudé en hablar, pero al final dije:

-Señor Ayala, antes estaba a cargo de las construcciones. Hitech es una empresa de tecnología y nunca había trabajado con la auditoria de la empresa. José siempre ha sido el encargado de estas cosas y pienso que es mejor que continue siendo el. -Los ojos de Álvaro me atravesaron el alma mientras fruncia.

-Señorita Arias, ¿tiene claras sus funciones como directora?

Asentí un poco asombrada.

-Si, pero… -con eso, miro a Joel y le dio órdenes. Sujeté los documentos, consciente de que no había vuelta atrás y me di cuenta de que la carga de trabajo era más pesada que lo habitual. Al volver a mi oficina, llame a Estela y le dije que lo organizara todo a su mejor capacidad. Durante ese periodo de tiempo, observamos el mercado de Hitech y probablemente íbamos a estar muy ocupadas en los próximos días.

Como ahora estaba a cargo de la auditoria de la empresa, fui al Departamento de Finanzas para ver como andaban las cosas. Sin embargo, me sorprendí al ver que la auditoría interna ya había empezado. Isabela Leyva, era la encargada del departamento, me entrego todas las cuentas de la empresa.

-Estas son todas las cuentas hasta el momento. Écheles un vistazo. La auditoría de este año va a incluir las cosas del señor Quintana y la carga laboral será más pesada. El señor Ayala pretende que Créditos Herrera se encargue de la auditoría interna este año.

Al hojear los libros de contabilidad, asentí y me dio un dolor detrás de los ojos.

-Está bien, entiendo. Leeré estos primero. También, ¿puedes darme una copia de la información de la auditoria de Créditos AC de los años anteriores, por favor?

-Claro -Después de eso, volví a mi despacho con todos los documentos a mano. Estela termino algunas cosas antes de entrar solo para verme con la cabeza enterrada en un montón de papeles.

-Señorita Arias, llamo el presidente de Créditos AC, el señor Tomas Larios… quiere verla. -Si Créditos AC y el Corporativo Ayala dejaron de colaborar, es posible que haya una pérdida de millones. Por ello, no me sorprendía que estuviera ansioso por verme. Sin embargo, Álvaro quería terminar la colaboración. Quizás había pasado algo entre ellos de lo cual yo no estaba enterada, pero no tenía tiempo para atender a Tomas.

-Dile que estoy ocupada. Por otro lado, contacta al presidente de Créditos Herrera, necesito verlo y busca empresas que fueron auditadas recientemente por ellos.

-Enseguida. -Al ver que Estela se retiró, me volví a enterrar en mi trabajo. En un abrir y cerrar de ojos ya era tarde. Me dolía la espalda y sentía mi cuerpo rígido por estar sentada por mucho tiempo. Me levante y Sali de la oficina. Me hice una taza de café y volví porque planeaba pedir comida para llevar. Al parecer iba a trabajar horas extras.

- ¿No deberías estar empaquetando tus cosas? – Una voz interrumpió el silencio y me asusto un poco. Miré hacia arriba y vi a Gael. Una sonrisa apareció en mi cara de forma involuntaria.

-Pues, tú tampoco te has ido. -Me regalo una sonrisa vaga y me entrego una caja de comida.

-Esta sopa la preparo Daniel, es buena para tu estado.

Me sorprendí cuando la vi.

-Gracias. -No estábamos muy familiarizados y pensé que se iría después de esto, pero para mi sorpresa, se quedó ahí parado. Me quede callada sin tener nada que decir.

- ¿Álvaro te puso a cargo de la auditoria de la empresa? -Gael busco un sitio donde sentarse y hacerme la pregunta. Yo asentí.

-Si, no tengo mucha experiencia en esto y está siendo un dolor de cabeza. -Parecía estar totalmente de acuerdo y asintió un par de veces.

-Solo ha pasado un año desde que la empresa se hizo pública y hay una diferencia enorme entre la auditoria de este año a la de los anteriores. Un solo error podría hacer que se viniera abajo. De hecho, muchas compañías entran en bancarrota cada año debido a las auditorias. -Hablo con tanta seriedad que deje de lado el trabajo y lo mire. -además, la auditoria de la empresa ha cambiado este año y tendrás que ser muy cuidadosa. -Esta era su advertencia.

-Álvaro sabe que las auditorias no son mi fuerte. ¿Por qué me dejo al mando? -Un solo error podría costarle todo, el riesgo era muy alto y no lograba entender las intenciones por tras de su decisión.

-Si haces esto bien, las acciones que te dejo el abuelo serán transferidas legalmente a tu nombre. Poseerás todos los derechos y no serias solo directora, sino socia de la empresa. -Después de una pausa, ajusto su ropa y continuo. -Pero si no, el Corporativo Ayala estará en problemas y corres el riesgo de que te echen de la empresa.

Mis cejas se fruncieron y no supe que decir. No contemple la posibilidad y cerré el libro de contabilidad en mi mano. Al ver la sopa que Gael había traído, lo mire y pregunte:

-Ya me encargare de los asuntos relacionados a Hitech, pero ¿Por qué Álvaro quiere llevar un control sobre Orbitech?

Gael frunció un poco como si estuviera contemplando algo y después de unos segundos, respondió:

-Hitech fue adquirido por el Corporativo Ayala por problemas de flujo de capital. Hasta hoy, Joel ha sido encargado de eso y ahora que se te ha asignado, quizás Álvaro te quiere más expuesta a las nuevas tecnologías. En un futuro, el Corporativo Ayala va a lidiar mayormente con las nuevas tecnologías y quizás quiere que te familiarices con estas cosas a tiempo. En cuanto a Orbitech, tal vez tiene planes de adquirirlo y si te dijo que llevaras el control puede ser que quiera ver tu potencial para un desarrollo en un futuro.

-Gracias por cuidarme. -Él sonrió y se levantó para retirarse- ¿Vas a casa? – pregunte mirando al cielo oscuro.

-Si, hare algo esta noche.

Al escuchar esto, asentí en señal de decepción porque pensé que podríamos cenar juntos. Al ver como se iba, me tome la sopa y leyendo los documentos hasta que mi trasero me suplico que me fuera.