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Me soltó sin ejercer fuerza alguna, pero sentí un dolor punzante desde mi barbilla hasta mi corazón e incluso los dedos de mis pies se enroscaron. Aun no me recuperaba de haberme mojado en la lluvia. La confrontación repentina de Álvaro y el haberme soltado de forma tan abrupta me hizo caer en sus brazos. Eran fuertes y me sostuvieron con firmeza. Mi energía se estaba agotando y ya no quería seguir peleando. Entonces, cerré los ojos.

-Vaya, alguien se volvió más atrevida. ¡Hasta sabes hacerte la muerta! -Su voz burlona resonó en mis oídos y aún tenía un tono molesto. Me pulso las mejillas varias veces y no era para nada gentil. Sin embargo, no me sentí bien y continue con los ojos cerrados. Quizás se había arrepentido de sus acciones para llevarme a mi habitación al ver que no respondía. Me acostó en la cama y de ahí no hubo más movimientos. pensé que ya no quería tomarse la molestia conmigo, pero después de un rato, lo escuché llamando a Gael. Sonaba como si estuviera pidiendo a que viniera a verme. Al parecer no es tan desgraciado. Diez minutos después, me quede dormida de lo agotada que estaba y aun adormilada, escuche a Gael hablar.

-Álvaro será mejor que pienses en cómo lidiar con él bebe.

-Se hace tarde. Vuelve a casa y descansa. -Álvaro sonaba un poco exasperado. A veces Gael me daba lástima porque después de todo, era un médico reconocido. ¿Cómo se habrá de sentir por ser el perro faldero de Álvaro? Estaba agotada por andar de aquí para allá todo el día y me quede dormida. En medio de la noche, pude sentir a alguien abrazándome e intenté abrir los ojos, pero estaba demasiado cansada. Al día siguiente, Álvaro ya no estaba en casa cuando desperté. No se necesitaba ser un genio para saber que se había ido a visitar a Rebeca. Había agendado una cita con Caleb el día anterior, me bañé y me fui directo al hospital. Marta estaba esperando en la entrada justo cuando se enteró de que iría. Al verme, me pregunto en tono de preocupación:

- ¿Está segura de querer abortar al bebe? ¿No lo vas a discutir primero con el señor Ayala?

Sabía que no me estaba cuidando, pero entre al hospital junto a ella, sonriendo.

-Todo estará bien. No te preocupes.

Caleb había hablado con una doctora para que realizara la cirugía y yo ya había hecho el preoperatorio. Al darme luz verde, entre al quirófano; Marta estaba demasiado preocupada y no dejo de insistir para que no abortara.

-Señorita Ayala, aunque es muy joven, esto puede cobrar factura sobre su cuerpo. ¿No lo había pensado?

Yo asentí, pero ya era la hora de la cirugía. Le di una palmadita en el brazo y la tranquilicé.

-Todo va a ir bien. -Seguí a la enfermera para entrar al quirófano. La medica era una mujer de mediana edad y trato de calmar mis nervios.

-Señorita Ayala, vamos a comenzar con la anestesia general. Va a estar inconsciente dentro de un rato y no va a sentir dolor. ¡No se preocupe!

Asentí y todo fue justo como lo dijo. No paso mucho tiempo para quedarme dormida. Cuando desperté, seguía en el hospital y Álvaro me estaba mirando con los ojos apagados. Sus labios delgados estaban fruncidos. La temperatura de la habitación y su mirada seria me dieron escalofríos. El rastro de furia en sus ojos tampoco ayudaba mucho. Nunca lo había visto así y mi corazón se hundió. Estire mi mano para tocarlo de manera inconsciente, pero la arrojo hacia un lado con fuerza. Abrí la boca para decir algo, pero no pude. Evité su mirada amenazante y cerré los ojos sin decir nada.

-Samara, eres muy despiadada. -Se dio la vuelta y se fue. Esta era la mejor forma de terminar las cosas. Di un suspiro y vi su silueta alejarse de mi vista.

- ¿No te da miedo que el señor Ayala te odie? -Una voz profunda se escuchó por la puerta; era Caleb. Llevaba mi historial médico en las manos y me estaba revisando. -Es decir, es el padre del bebe. Puedes engañarlo una vez, pero no para siempre. Tarde o temprano la verdad saldrá a la luz.

Sonreí y me senté en la cama. Cogí mi historial médico y leí mis resultados. Todo parecía estar en orden.

-No va a haber una próxima vez. Gracias por seguirme el juego. -Me prepare para levantarme de la cama y me quede con mi historial. Sin embargo, Caleb me detuvo.

- ¿Por qué no mantienes tu historia consistente? ¿Cuándo has visto una mujer corriendo sin siquiera haber pasado media hora después de haber abortado?

Tenía razón. Me acosté en la cama y dije:

-Bueno, Álvaro es una persona cuidadosa. Es probable que envié a alguien para que revise mi historial médico y para que me cuide. Apreciara su apoyo, Doctor Riveira.

Arrugo su rostro con una sonrisa y sin poder hacer nada, dijo:

-Los jóvenes de hoy. ¿Por qué hacen estas cosas? Bueno, como ya acepté ayudarte con esto, me asegurare de que la historia tenga sentido.

Asentí y le agradecí.

-Creo que también podrá inventarle algo a Marta. -Era mejor que no muchas personas supieran la verdad.

Caleb sonrió y no dijo nada antes de irse. Yo me quede acostada en la cama toda la mañana. La medica llego para darme indicaciones del medicamento y me dieron de alta. Estela me estaba esperando en la entrada del hospital y me ayudo a subir al coche mientras la miraba, diciendo:

-Inventa algo para que Rebeca sepa que tuve un aborto.

Estela asintió, encendió el coche y me llevo a casa. Álvaro no estaba ahí y envíe a Estela de regreso a la oficina. No había mucho por hacer ahora que me habían dado de alta y me quede dormida. Sin embargo, después de haber conciliado el sueño, escuche un motor debajo de las escaleras. Caminé hacia el balcón y vi a Álvaro con Gael. Justo como lo pensé, Álvaro no me quiso ver y solo le dijo a Gael que me revisara. Me acosté en la cama y Gael llego con su maletín. Al verme, inclino la ceja y me hizo una seña para dejarlo revisar mi pulso.

- ¿Trajiste la medicina que te pedí?

Me miro y dijo:

-Tu plan secreto fue brillante. -Me queda callada y cogió unos medicamentos de su maletín, diciendo. -Estos son los medicamentos para mantener al bebe sano. Si te los tomas con frecuencia y no hay contratiempos, él bebe deberá estar bien. -Gael bajo las escaleras y cambie las medicinas que me habían dado en el hospital por las de Gael. Me volví a acostar y tuve que tomar al menos una semana para recuperarme del aborto. En cuanto al proyecto de Caleb, no hubo problema con retrasarlo por una semana. Sin embargo, iba a ser como el infierno quedarme toda la semana en casa.

pensé que la furia de Álvaro disminuiría después de ver a Rebeca y que solo tomaría unos momentos olvidarlo todo. Lo que no sabía era la pelea que estaba por empezar entre nosotros. No había muchas personas en casa. Álvaro no volvió porque seguía enfadado por el aborto y, de hecho, estaba contenta por no tenerlo cerca. Me quede en casa porque así seguía con el plan y le pedía ayuda a Estela cuando necesitaba algo. Pronto se hizo tarde. Después de que Estela metiera todo en la nevera, fue hacia mi lado y me dijo:

-Señorita Arias, el pago del hospital está pendiente desde hace varios días y el Departamento Financiero ha llamado varias veces para revisar el tema. ¿Cree que debería llamar al Doctor Riveira?

Le di unas cuantas mordidas al plátano, pero no pude aguantar el olor de la fruta y lo tiré a la basura. Estela seguía parada a mi lado y le hice una señal para que se sentara. Me limpié las manos y dije:

- ¿Desde cuándo está pendiente el dinero del Doctor Riveira?

-Desde hace dos o tres días. -Dio una pausa y continuo. -No es tanto el tiempo que ha estado pendiente, sino que la cantidad involucrada es demasiada. El dinero ha sido designado a un nuevo proyecto de desarrollo de mercado de la empresa para el próximo trimestre.

Al escuchar eso, asentí. El dinero del Corporativo Ayala siempre ha sido muy dinámico y cualquier retraso de nuestros socios podría afectar las operaciones hasta cierto grado. La cantidad pendiente de parte del Doctor era enorme. Incluso si el dinero no hubiera sido designado para cualquier inversión, podría traer buenos beneficios solo por estar dentro del banco. Di una pausa por un momento y dije:

-El Doctor Riveira es un hombre de palabra. Me he estado quedando en casa estos días y estuve pensando en esto. Yo me hare responsable de este pago. Solo avisa al departamento financiero y me encargare de esto lo más pronto posible en cuanto regrese a la oficina.

-Si, señorita Arias. -Estela se levantó de su asiento y se dirigió a la cocina para preparar algo. Mire mi teléfono y tenía un mensaje de Marta.

<Señorita Arias, ¿Se siente mejor? Caleb logro solucionar el problema del dinero. Le debemos un sincero agradecimiento.>

Al parecer, el problema de Caleb se había solucionado y técnicamente podía regresar al trabajo. Una vez que respondí, llame a Caleb para acordar una hora y firmar la culminación del acuerdo del proyecto después de haber hecho el pago. Estela había terminado de cocinar para cuando agende la cita. Se fue porque tenía algo que hacer y no le insistí para que se quedara.

-Creo que ya casi me recupero para que mañana te quedes en la oficina. Agende una cita con el Doctor Riveira y llegare al fondo de esto.

Estela estaba preocupada y me observo.

- ¿Segura que está bien? ¿No tiene que descansar al menos dos semanas después de un aborto? Solo han pasado unos días, señorita Arias.

Sonreí y le respondí:

-Me veo bien, ¿no? Además, si no resuelvo esto con el Doctor Riveira, se puede prolongar por mucho tiempo. ¿Cuántas perdidas va a tener que soportar la empresa? Para entonces, no tendré solo la mirada amenazante de Álvaro encima. -En primer lugar, no hubo un aborto y las cosas podrían descontrolarse si solo me sentaba sin hacer nada. Además, mi vientre iba a estar creciendo con el pasar de los días e iba a tener que lidiar con un problema más grande si no pintaba la raya con Álvaro lo antes posible. Mi única opción era tener prisa y resolver todo antes de irme de la ciudad para siempre. Estela suspiro y dijo:

-Está bien, pero se tiene que cuidar.

Envié a Estela a su casa y volví al comedor. No era divertido comer sola, pero ya era muy tarde y no podía darme el tiempo de salir. Después de darle unas cuantas mordidas a la cena, volví a la habitación. Álvaro no había vuelto y no había mucho que hacer. Pase los siguientes días leyendo y buscando casas en otra ciudad por internet. Si yo fuera a vivir ahí, tendría que encontrar un lugar decente para mi bebe y yo. De pronto, una llamada telefónica me detuvo; era Mayra. Al momento de responder, mis oídos resonaron antes de poder hablar.

- ¡Maldita! ¿Abortaste él bebe? -Solo habían pasado unos días.

-Si, ¿Cómo te enteraste?

Mayra se puso como loca.

- ¿Cómo me entere? ¿Todavía tienes las agallas de preguntarme eso? ¿Acaso no me consideras tu amiga? ¿Cómo pudiste hacer tal cosa sin decirme nada? – No había forma de ganar a esta mujer cuando se enfadaba y me aprete la cabeza por que me dolía un poco.

-Retrasar la cirugía iba a causar más problemas y por eso tuve que hacerlo lo más rápido posible. Quise decírtelo, ¡pero has estado ocupada estos días y pensé en esperar dos días más!

- ¡No me vengas con estupideces! No estoy en contra del aborto, pero ¿no necesitas que alguien te cuide después de la cirugía? ¡Nunca me dijiste nada! ¿Y si te pasa algo? -Mayra estaba tan frenética que no media sus palabras, pero me sentí feliz por saber que se preocupaba por mí. Después de dejarla darme una lección, por fin pude hablar.

-Planeo divorciarme de Álvaro, Mayra y quizás me vaya de la ciudad. ¿Quieres venir también? -Decidí no contarle nada del bebe por ahora. De todos modos, no tenía caso hacerlo, pero tenía que contarle mi idea de irme. Después de todo, Mayra estaba en esta ciudad gracias a mí y si me marchaba sin decirle nada, se iba a enfadar conmigo. La mujer se quedó callada un momento antes de preguntar:

- ¿Cuándo te vas? ¿A dónde quieres ir?

-Dentro de dos meses y creo que, a una ciudad próxima, no está mal. Me gustaría vivir ahí.

-De acuerdo, entiendo -respondió de inmediato y para mi sorpresa, no dijo nada más. Como ya no teníamos de que hablar, estuve por colgar cuando de pronto hablo de nuevo. -Ven a buscar a tu hombre. Esta muy borracho.

Me quede congelada.

- ¿Álvaro?

- ¿Cuál otro hombre tendrías aparte del? -Estaba sin palabras. ¿Por qué se emborracho? Al terminar la llamada, me puse mi abrigo y me dirigí hacia el bar de Mayra. El bar no estaba muy lejos de casa y solo tarde diez minutos en llegar. Mayra estaba bebiendo en la barra como de costumbre y al verme, comento con tono imponente. -Esta arriba, en el área VIP. Esta totalmente ebrio.

Metí las llaves del coche en mi bolso y dije:

- ¿Por qué vino a beber?

- ¿Cómo voy a saberlo? Ha estado viniendo desde hace dos días, pero ese asistente que tiene siempre viene a recogerlo antes de que se emborrache. Aun que hoy no vino y por eso tu hombre se puso así -respondió Mayra con los labios fruncidos mientras ponía su vaso en la mesa. -Te deshiciste del bebe sin siquiera decírselo. ¿Qué te hace pensar que va a estar de buen humor?

Me quede sorprendida. ¿En serio Álvaro estaba así por él bebe? Subí al segundo piso y encontré el cuarto en el que estaba. Nadie respondió cuando toqué la puerta y decidí entrar. El olor fuerte a cigarrillos y alcohol llego a mis fosas nasales al momento de abrir la puerta y el deje abierto para dejar entrar el aire fresco. Dentro del cuarto a media iluminación, un hombre se recostó en el sofá con los ojos cerrados y los labios un poco fruncidos. No se veía muy ebrio. De hecho, parecía que solo tenía sueño.

- ¡Álvaro! -En cuanto lo llame, alcance a ver varias botellas de whisky. ¡No había forma de que su hígado pudiera soportar tanto alcohol! Al escuchar mi voz, sus pestañas aletearon tratando de abrir los ojos para mirarme de manera fría. Quizás porque interrumpí su tiempo de paz, la

atmosfera se volvió escalofriante al instante y la forma en que me miraba crecía cada vez más despectiva.

- ¡Sal de aquí! -ordeno con voz profunda y sus labios un poco partidos. Al saber que no quería verme, di un suspiro y me acerqué a él.

-Bebiste demasiado, Álvaro. Vámonos a casa. -Sin embargo, el hombre entre cerro los ojos con una sonrisa frívola en su rostro.

- ¿Casa? ¿A eso lo llamas casa? -resoplo y Fruncí el ceño, sintiendo que mi temperamento se acortaba por el embarazo. Usualmente, lo dejaba humillarme, pero esta vez no pude evitar responder con tono triste:

-Si eso no es una casa, entonces ¿Qué es? Si no deseas verme, puedo llamar a Rebeca para que venga a recogerte. ¡Mayra tiene un negocio que atender y no deberías hacerla pasar por un mal momento!

De pronto, Álvaro me agarro de la muñeca y me atrajo hacia su pierna antes de poner sus brazos alrededor de mi cintura. Luego, metió su mano por mi cuello de forma violenta y se burló diciendo:

-No es mi casa mientras tu estes ahí. Diría que es más como un… motel.

Álvaro me tomo a la fuerza mientras terminaba de hablar y empecé a arder en rabia con el ceño fruncido por el dolor. Tire de su mano y lo mire.

-Bueno, ¡si es solo un motel para ti, siéntete libre de no volver y firma los papeles del divorcio para no volvernos a ver nunca!

De pronto, me mordió el hombro causando que siseara de dolor y mis ojos estuvieran a punto de lagrimear.

-Ah, ¿sí?, ¿te vas a alejar de mi ahora que tienes dinero, la casa y los bienes? -Álvaro me miro y dejo salir una risa frívola. -Tu amor es barato, Samara. Y pensar que te estas liberando muy fácilmente.

Mi cabeza comenzó a doler al ver lo intoxicado que estaba. ¿Qué estaba tratando de hacer al razonar con un borracho? Contuve mi odio y suavicé mi voz para tomar su rostro.

-Se hace tarde, Álvaro. Vamos a casa. -Álvaro dejo de hablar, cerro los ojos y se recostó en el sofá sin soltarme. No supe que quería y di una pequeña pausa antes de sugerir. -Si no quieres venir conmigo, le diré a Rebeca que venga a por ti, ¿vale?

De todas formas, Álvaro no quería ir a casa y supuse que se había estado quedando con Rebeca todo este tiempo. No quise interrumpir a Mayra en su trabajo así que busqué mi bolso para sacar mi teléfono y llamar a Rebeca. Sin embargo, Álvaro me lo arrebato antes de poder llamarla y ¡crac! Arrojo mi teléfono. Me quede congelada por el impacto antes de girarme hacia él.

- ¿Qué demonios quieres, Álvaro? -No quería irse conmigo, pero se negaba a que alguien lo recogiera. ¿Pretende morir aquí solo?

-Vamos a casa -dijo el hombre con tono frio mientras me cargaba y salía del cuarto, tambaleando. Estaba completamente asustada. Con un bebe dentro de mí, no tendría ni tiempo de arrepentirme si me fuera a tirar por accidente. Me agarré de el con fuerza y no me atreví a hablar de manera tan firme.

-Estas borracho, Álvaro. Bájame. ¡Puedo caminar sola! Acabo de tener una cirugía y sería muy malo si me resbalara. -De pronto, Álvaro se quedó parado antes de mirarme con sus ojos negros.

- ¿Fue para vengarte de mí?

Me quede congelada sin saber a lo que se refería.

-Claro que no -respondí, sacudiendo la cabeza. -Te amo mucho. ¿Por qué querría vengarme? Bájame y vámonos a casa.

¡Dios! Un hombre borracho no era tan distinto de un niño. Justo cuando pensé que tramaba algo de nuevo, me bajo y me lanzo una mirada.

-Vamos a casa.

A este punto, ya estaba cansada hasta de asentir con la cabeza.

-Vamos -respondí, sosteniéndome de él. Lo ayude a bajar al primer piso sin saber cuánto había bebido de tanto que se tambaleaba. Mayra estaba parada en la barra con sus brazos cruzados.

- ¿Necesitas ayuda?

Sacudí la cabeza.

- ¿Ya pago la cuenta?

Mayra giro los ojos.

- ¿La cuenta? Mi bar prácticamente ya es suyo.

Con todo el peso de Álvaro sobre mi cuerpo, no me moleste en analizar el comentario de Mayra. Solo asentí y lo saqué del bar. Hice mucho esfuerzo para meterlo en el coche. Mi ropa termino empapada en sudor. Al fin, pude entender por qué decían que las mujeres embarazadas eran muy frágiles; estaba por colapsar solo de hacer una tarea simple. Observe al hombre en el asiento del copiloto y con sus ojos cerrados, no se veía tan frívolo como siempre. De hecho, parecía en paz durmiendo. El hombre sí que fue bendecido por los dioses. Tenía un rostro apuesto, buen cuerpo y riquezas infinitas. Era la guinda del pastel. Al seguirlo observando, sus ojos se abrieron de repente, causando que mi corazón se detuviera por un momento.

- ¡Mhmm! -Antes de poder reaccionar, el arroma a alcohol y cigarrillos invadieron mis fosas nasales mientras procedía a morder la punta de mi lengua. ¿Por qué de pronto me estaba besando? Incluso lo hacía con tanta fuerza que no podía respirar. Mi mente empezó a revolverse y solo me soltó cuando me estaba quedando sin aire. Lo mire, impactada y en ese preciso momento, ya no tenía su inusual mirada fría, sino difícil de descifrar, aunque profunda como siempre.

-Álvaro…

-Quiero mi bebe de vuelta -dijo de forma despectiva antes de recostarse en el banco del copiloto y cerrar sus ojos. Yo estaba sin palabras y decidí encender el coche sin estar segura de que se había dormido o solo había cerrado los ojos.

Sin embargo, esas mismas palabras resonaron en mi cabeza una y otra vez.

¿En serio lo quería? Pensar en esto me trajo sentimientos encontrados. Al final de la jornada, Rebeca cuidaría de el por el resto de su vida. Incluso si no le agradaba, no había manera de que pudiera dejarla.

Las cosas solo se volverían más complicadas si se enteraba de la verdad. La situación empeoraría con la llegada del bebe. Por ello, pensé que la mejor opción sería irme y así todos ganamos. Me desespere al aparcar el coche porque subir a Álvaro no iba a ser fácil. Después de contemplarlo por un instante, acomode el vehículo, camine hacia el asiento del pasajero y abrí la puerta.

-Álvaro -le llame, tirando de su manga y se despertó de inmediato al escuchar su nombre. Su estómago quizás le iba a jugar una mala pasada por todo lo que había bebido. El hombre abrió los ojos despacio y me miro antes de escanear los alrededores.

- ¿Me trajiste aquí?

Asentí sin estar segura de que estaba sobrio.

-Bájate. Es tarde. -Ya era madrugada y estar embarazada no me daba la energía para quedarme despierta con él. Álvaro se sentó, sin mostrar intención de bajar del coche. Sus ojos oscuros parecían indefensos, pero sabía que estaba en un estado voluble. Después de pensarlo bien, hable - ¿Quieres que te ayude a bajar?

-Voy a tomar el sol un rato -respondió y se sentó sin hacer movimientos. Me quede sorprendida. ¿Tomar el sol? ¿Ahora?

-De acuerdo. Tomate tu tiempo. -Me sentí muy mal por quedarme con el fuera y entre en casa. Volví a la habitación y me acosté en la cama. Sin embargo, el silencio que había en la casa empezó a llenarme de preocupación. ¿Y si decidía salir y tenía un accidente? Después de pelear con mis propios pensamientos, me levante y baje las escaleras. Para mi sorpresa, Álvaro estaba acostado en el sofá y por fin pude dormir en paz. Después de una larga noche, me quedé dormida y no desperté hasta el mediodía. Con la cita de Caleb en mente, me di un baño rápido y salí por la puerta. Para cuando llegue al trabajo, Caleb ya estaba esperándome en la oficina y sonrió de forma apologética al verme.

-Lamento molestarla, señorita Arias. -Al haber llegado corriendo, calme mi respiración e hice que Estela le sirviera un vaso de agua. Una vez que se lo dio, firmamos el contrato y los acuerdos de cesión. Al terminar, Caleb ofreció. -Ya es mediodía y supongo que no ha comido, ¿verdad señorita Arias? ¿Qué tal si comemos juntos? Mi esposa ha querido agradecerle. ¿Tiene tiempo?

En realidad, no tenía planes, pero note a Estela mirándome como si quisiera decirme algo. Sonreí al hombre y rechacé su oferta.

-Es usted muy amable, Doctor Riveira. Yo soy la que debería agradecerle, pero me temo que tengo algo de que encargarme. Podemos vernos algún otro día.

Al escuchar esto, Caleb se fue después de bombardearme con cumplidos y mire a Estela.

-El señor Ayala quiere verla en su oficina. -dijo.

¿Verme? Fruncí el ceño, sintiéndome confundida.

- ¿Nuestro departamento ha hecho algo mal? -Normalmente, Álvaro no me llama por problemas personales a menos que fuera algo relacionado a trabajo. Estela asintió.

-El departamento de finanzas se acercó al señor Ayala con respecto al problema del Doctor Riveira y no parece estar muy contento. Por eso quiere verla en su oficina.

-De acuerdo -respondí y subí al último piso. El despacho de Álvaro tenía la misma aura fría y firme que él. La atmosfera se sentía escalofriante, incluso en verano; se veía helada y desagradable. La puerta de la sala de juntas estaba cerrada y José me vio.

-El señor Ayala está en una junta con el señor Quintana y el Doctor Ceja, señorita Arias.

Asentí y pensé:

Si el doctor Ceja es Gael, entonces ¿el señor Quintana es Joel?

Caminé hacia el sofá y me senté. Mire al reloj y era tarde. había salido de casa con prisa y no pude comer nada y ahora tenía hambre. José me sirvió un vaso de agua y con tono frio comento:

-Espere un momento, por favor. El señor Ayala saldrá en media hora.

Cogí el vaso y pregunté:

- ¿El señor Ayala ha estado bebiendo muy seguido? -Mayra menciono que Álvaro había estado visitando su bar con frecuencia y no pude evitar tratar de averiguar la razón. Al escuchar mi pregunta, José se quedó quieto por un momento antes de responder.

-Supongo que el señor Ayala no ha estado de buen humor.

- ¿Por qué? -No había forma de que Álvaro estuviera así por él bebe. Casi siempre era algo relacionado con Rebeca. Al verme mirándolo con curiosidad, José tosió ligeramente.

-Tampoco estoy seguro.

Me quede en silencio. Este hombre no estaba siendo honesto. Me quede dormida poco a poco y al escuchar voces después de lo que parecía una eternidad, intente lo mejor que pude sentarme bien.

Los tres hombres salieron de la sala de juntas e intercambiaron miradas conmigo. Gael le murmuro algo a José con la ceja un poco levantada y sus labios delgados un poco fruncidos haciendo que este me mirara antes de irse. La mirada de Álvaro se puso seria al observarme y tuve el presentimiento de que desataría toda su ira conmigo. Me levante de prisa pensando en Caleb.

-Estoy más que dispuesta en compensar todas las perdidas ocurridas estos últimos días, señor Ayala.

Álvaro frunció y permaneció en silencio. En su lugar fue Joel quien empezó a causar un revuelo.

-Eres increíble, Samara. ¡Es un proyecto con un valor de millones y lograste que tu marido sufriera una pérdida de más de diez millones en dos días! ¡Eres muy generosa! -Sus palabras estaban llenas de sarcasmo Al ver a Álvaro callado con una expresión fúnebre en su rostro, mire a Joel.

-Y tú eres un metomentodo, Joel.

Gael trato de contener su risa. Me miro con ojos inocentes y sus manos en los bolsillos como si no estuviera involucrado. Joel lo miro antes de volver a mí, pareciendo austero.

- ¿Qué te hace pensar que puedes hablarme así, Samara Arias?

No tenía ninguna intención de desperdiciar mi aliento con Joel. El chico no tenía nada bueno que decirme. Aun así, nos hemos conocido desde hace mucho tiempo y decidí no cuidar mis palabras.

- ¿Acaso has viajado al futuro? Si es así, me temo que solo la gente de Alejandro el grande y Julio Cesar tendrían el privilegio de hablar contigo. Después de todo, eres de esa época.

La cara de Joel se tornó roja de rabia y ya no contuvo sus palabras.

- ¡Incluso un hombre muerto tiene más derecho de hablarme que tú! Y pensar que fuiste lo suficiente malvada como para matar a tu propio hijo.

-Joel. -Gael le detuvo con firmeza. -Álvaro y la señorita Arias tienen asuntos que discutir. Hice una reserva en un restaurante así que vamos y los esperamos ahí. -Después me miro. -Me parece que aún no ha comido nada señorita Arias ¿Por qué no se une más tarde a nosotros?

Antes de que pudiera rechazar su oferta, el hombre se fue con Joel a su lado. Solo Álvaro y yo nos quedamos callados dentro del escritorio. Decidí romper el hielo sin estar segura de como discutir el tema relacionado con Caleb.

-Soy responsable por lo que paso. Me quedé en casa para recuperarme y no pude dejar de pensar en él bebe. Por eso, olvide al Doctor Riveira. -Álvaro permaneció serio y en silencio. -Se que te ocasione una perdida inimaginable en la empresa y estoy dispuesta a renunciar… -continue.

- ¿Así es como planeas resolver este asunto? -De pronto, pregunto Álvaro. Su voz y sus ojos eran tan fríos que sentí escalofríos.

-Si. -Lo tenía todo planeado. Ahora que tenía una razón por la cual renunciar, podía irme de la ciudad. El hombre se quedó parado delante de mí, dejando salir una risa malévola y envolviéndome en su presencia fría.

-Te deshiciste del bebe, firmaste los papeles del divorcio y ahora quieres renunciar. ¿Qué estas tramando? -Las palmas de mis manos comenzaron a sudar y di un paso hacia atrás por instinto solo para sentir que Álvaro me agarraba de la cintura - ¿Planeas irte de la ciudad? -Pregunto mirándome a los ojos.

- ¡No! -negué de inmediato - ¿No querías firmar los papeles? Ahora que los firme, eres libre de estar con Rebeca. ¿De qué más hay que hablar?

- ¡Bien! -La sonrisa del hombre se volvió aún más rígida y me agarro con mucha más fuerza. - ¡Sabes lo mucho que odio cuando los demás hacen lo que les da la gana! ¿Crees que te voy a dejar ir tan fácil después de matar a mi hijo?

- ¡Pero no lo querías! -Fruncí, sintiéndome cada vez más desconcertada. - ¡Rebeca se estuvo aprovechando de eso y pensé en encargarme de las cosas antes de ser forzada a abortar!

-Eres lista ¿no es así? -No sabía a lo que se refería, pero ciertamente no era un cumplido. -Bien, como te deshiciste del bebe, no importa. Tendremos otro. -Dicho esto yo permanecí helada sin poder moverme, mientras le observaba con la mirada perdida. Quizás estas serían palabras bonitas si vinieran de un marido cariñoso, pero viniendo de él, eran crudas. - ¿Qué piensas? Vamos -comento con tono frio y mirándome. En un momento de confusión, solo gruñí como respuesta y caminé hacia él. Álvaro me llevo a un jardín con un restaurante dentro. Al entrar, una mujer con un vestido elegante se acercó a nosotros.

-De este lado, por favor, señor Ayala. -Después, nos llevó a un cuarto pasando por el jardín. Ahí vi a Gael y a Joel hablando.

En lo que la mujer se retiraba, Álvaro camino hacia la silla y se sentó con sus ojos en blanco.

- ¿Por qué no ha llegado la comida?

-Daniel necesita tiempo para prepararla -respondió Gael antes de hablar conmigo. - ¿Tienes hambre?

Después de una pausa sacudí la cabeza. Joel no estaba impresionado por cómo me trataba Gael.

- ¿Por qué te haces la frágil? Es solo un aborto, por dios santo. ¿Por qué tuvimos que tomarnos la molestia de conseguir un chef solo para que cocine para ti? Es una pérdida de tiempo.

Antes de que Gael pudiera responderle, sonreí.

-La vista aquí no está mal. Iré a caminar. -Mis palabras fueron dirigidas a Álvaro y Gael. Álvaro me miro, pero no dijo nada.

-El jardín es inmenso. Ve a verlo -sugirió Gael. -Hay un jardín de bonsái con un lago lleno de peces en medio.

Con una sonrisa y agradecimiento, salí.

- ¿Estás loco Gael? ¿Por qué te importa tanto esa mujer? ¿Perdiste la cabeza? Si no se hubiera casado con Álvaro de una manera tan turbia, Rebeca y el estarían casados. -Esas palabras venían de Joel y no pude evitar escucharlas, aunque no quisiera. Por qué hablaba muy alto, casi todos en el lugar podían oírlo. Seguí caminando más rápido para dejar de escucharlos. En efecto, era una vista diferente en el jardín. No cabía duda de que el dueño de este restaurante era demasiado rico considerando que el enorme jardín estaba ubicado en el corazón de la ciudad e incluso tenía una parcela para hacer un huerto. Mientras iba paseando por el camino rocoso, vi a un hombre en sus treintas arrancando algunas ramas con un niño a su lado. Al acercarme, el hombre también me vio.

-Hola -saludo dejando de hacer lo que estaba haciendo y yo le sonreí.

-Hola.

El niño parecía haber aprendido a caminar y comenzó a trotar hacia mí. Se veía muy amigable. El pequeño me miraba con sus ojos grandes sin poder hablar y me dio una flor amarilla. En ese instante me alegré y no pude evitar querer cogerlo, pero el hombre me detuvo.

- ¡Cuidado! Es muy juguetón y no quisiera que se hiciera daño estando embarazada.

Lo mire sin creer en lo que había dicho.

- ¿Cómo…

La pregunta nunca salió de mi boca, pero, aun así, el hombre respondió:

-No te sorprendas. Se un poco sobre medicina y pude darme cuenta de que lo estabas por la forma en que sujetas tu barriga sin darte cuenta mientras caminas.

Me quedé asombrada y asentí.

-Este jardín es único -comente. -Es como un jardín vegetal.

El hombre no pudo evitar reír.

-Pues, para ser exacto, es un jardín medicinal. Hay más de dos mil especies de plantas medicinales distintas que están en peligro de extinción y son cultivadas aquí. -Mire a mi alrededor con cuidado y asombrada. En efecto, no había muchos vegetales, pero si varias plantas desconocidas, así como un cactus alto poco común. -Este lugar se llama Jardín de Hierbas. Esta ciudad es la mejor de todo el país para cultivar estas plantas y por eso el jardín se volvió el centro de nuestras hierbas medicinales. No hay muchas, pero cada especie está siendo preservada. -Después de ordenar las plantas que había arrancado, el hombre comenzó a irse con el niño. Yo asentí adquiriendo un nuevo gusto por el lugar mientras lo veía irse con el pequeño. De pronto, se detuvo y me llamo - ¡No se quede hasta muy tarde, señorita Ayala! Algunas hierbas son malas para él bebe.

Volví a la realidad después de que se fueran, sintiéndome sorprendida. ¿Sabía quién era? Pronto, Álvaro salió y me vio arrodillada ante una corriente, mirando hormigas.

-Vámonos -dijo. Estaba tan enfocada en lo que fuera que estaba haciendo que por poco tropiezo al oír su voz. Por suerte, me ayudo a levantarme con sus reflejos rápidos.

- ¿Dejaste tu cerebro en casa? -pregunto Álvaro, frunciendo y sonreí, tímida.

-Me distraje.

El hombre se giró y camino sin decir nada. No pude evitar notar que Álvaro estaba menos frívolo estos últimos días. Lo seguí y tuve la valentía de preguntar:

-Entonces, ¿el Jardín de Hierbas no es un restaurante?

-Si -respondió siendo cortante, claramente no interesado en tener una conversación. El hombre camino tan rápido que no nos tomó tiempo volver dentro y la mesa estaba llena de platos. Además, había una familia de tres a parte de nosotros cuatro. Era el hombre y el pequeño de hace un momento junto a su esposa. El hombre sonrió al verme y miro a su esposa.

-Tráele a la señorita Ayala caldo de calamar de la cocina. Es bueno para él bebe.

Di una pausa un momento antes de agradecerle.

-Él bebe a muerto. ¿Cuál es el punto de servirle esto? -murmuro Joel con resentimiento. La forma en que Álvaro me miraba me hacía sentir ansiosa y de pronto le mire, preocupada en que fuera interferir algo por las palabras del hombre.

- ¡No me has presentado a este hombre!

Probablemente soné como una mujer atenta por la forma en la que hablé. La mirada de Álvaro se puso seria por un momento antes de empezar a presentar al hombre. Resulto ser Henrique Lozano, el dueño del jardín y heredero de una familia notable de médicos. Era tan apasionado por las hierbas medicinales y los ingredientes que decidió cultivarlos aquí. Después de saludarnos, me sentí inquieta. Había estado tratando de ocultarle el secreto de mi embarazo a Álvaro todo este tiempo. ¿Y si Henrique lo rebelaba? Estaba preocupada y no pude evitar mirar a Gael, esperando que me ayudara. En ese momento la señora Lozano volvió con un caldo de calamar fresco y me sonrió.

-Pruebe esto señorita Ayala. Me encantaba comerlo cuando estaba embarazada. Puede que sepa raro, pero mi marido le agrego unas hierbas nutritivas especialmente para usted. ¿Cuántas semana tiene?

De pronto entre en pánico y sonreí.

-Tenía seis semanas, pero Álvaro y yo no teníamos planeado tenerlo. Por eso decidimos abortarlo.

La mujer se quedó estupefacta y me miraba dudosa.

-No se ve como si…

-Solo son síntomas de un falso embarazo, señora Lozano. Estará bien con el pasar del tiempo. No puedo evitar admirar la a usted y a su marido. Ambos tienen tanta experiencia que pudieron adivinar que estaba embarazada solo de mirarla. -Gael hablo. Henrique entre cerro los ojos por un momento antes de sonreír y no dijo nada más. Por otro lado, la señora Lozano simplemente no podía creer que estaba teniendo síntomas de embarazo falsos. Al terminar de cenar, Henrique le susurro algo a su mujer, causando que me mirara, sorprendida antes de asentir y salir del lugar. Después miro a Álvaro.

-Como vinieron, les prepare unas hierbas para la señora Ayala. Si se las toma de manera constante, no será difícil tener otro bebe.

Álvaro asintió y me miro sin emoción. No lograba entender que tramaba, pero de alguna manera, parecía haberme traído para que Henrique me viera. En cuanto a sus razones, no tenía idea. Me quede callada todo el tiempo sintiéndome perpleja hasta que nos fuimos. Ya era tarde para cuando subimos al coche. Joel no soportaba verme y molesto a Álvaro para que me enviara a casa. Al saber que tal vez tenían asuntos pendientes, me baje y dije que cogería un taxi. Álvaro no dijo mucho; solo que me cuidara antes de irse con los dos hombres. Mi mente estaba llena de varias preocupaciones y no podía dormir. Consideré hablar con Gael, pero no podía porque quizás estaba con Álvaro y sin ningún lugar en mente, me dirigí hacia el bar. El cielo se había oscurecido y el bar estaba lleno de personas. Mayra se sorprendió al verme.

- ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no estas en casa? -pregunto como si tuviera ganas de golpearme.

-Liberando mi aburrimiento -dije antes de encontrar un asiento. Mayra apretó su frente y parecía que iba a explotar.

-Acabas de hacerte un aborto. ¿Podrías cuidarte mejor e ir a casa?

Al saber que estaba preocupada por mí, la mire fijamente.

-Dame un zumo de naranja, tenemos que hablar.

-Yo no vine para liberar mi aburrimiento -respondió antes de dirigirse a la barra. A pesar de mantener los ojos en los clientes del bar, no podía evitar preguntarme por qué Álvaro me había llevado al Jardín de Hierbas. ¿Habrá sospechado que aún estaba embarazada? - ¿En qué andas pensando? ¿No dijiste que estabas aburrida? Vamos, te llevare a otro sitio. -Mayra me toco el hombro y empezó a arrastrarme hacia fuera. La seguí, confundida.

- ¿Dónde vamos?

-Ya verás cuando lleguemos.

Toda la calle estaba llena de bares y pensé que me estaba llevando a caminar.

- ¿No te aburres llevándome a caminar en lugar de cuidar de tu negocio?

- ¿De qué hablas? -Apunto a un club glamuroso. -Hay otras personas cuidando de mi bar. ¿No dijiste que estabas aburrida? Bien, ¡te voy a enseñar un mundo nuevo! -Casi no frecuentaba otros lugares más que el bar de Mayra y sentía que mis oídos iban a explotar por la música alta del club. Mayra parecía conocer el lugar como la palma de su mano. Encontró un buen lugar para sentarnos en el segundo piso y llamo al gerente. -Quiero a dos de tus hombres.

El gerente asintió.

-Claro. Tendré una selección para usted.

La mire y pregunte:

- ¿Para que los hombres?

- ¡Para que nos hagan compañía! -respondió con naturalidad antes de colocar el zumo de naranja frente a mí. -Míralos y elige uno que te guste. Son mucho más hábiles y gentiles que Álvaro. ¡No pierdas tu tiempo pensando en él y toma una actitud también!

Antes de poder responder, el gerente volvió con una docena de modelos, dejándome sin palabras.

-Elige el que te guste. Tienen todo tipo de chicos que puedas imaginar. Échale un vistazo al hombre de traje, es guapo como Álvaro, ¿no crees? -comento Mayra mientras escogía a un modelo joven con cara de bebe y parecía tener experiencia. Camino hacia Mayra y le sirvió una copa de vino de manera sutil antes de tomar su mano. Mayra no mostro señales de rechazo y se recostó en sus brazos. Abrí la boca. ¿Esta mujer viene muy seguido?

- ¿Qué miras? ¡Date prisa y elige uno! -Insistió Mayra y yo sin saber que hacer, sonreí.

-Estoy… bien así.

Mayra puso los ojos en blanco y apunto hacia el hombre de traje.

-Quédate aquí y hazle compañía.

Después de que todos los modelos se fueran, el hombre de traje se sentó a mi lado y me sentí incomoda. Mientras tanto, Mayra y su modelo se prepararon para irse a divertirse solos. Me giré para ver al hombre de traje y de manera incomoda dije:

-Amm… no estoy…

-No tiene por qué darme explicaciones señorita. Lo entiendo. -respondió con una sonrisa- Todos son así en su primera vez, pero se van acostumbrando.

-Yo… -no tenía palabras. Por otro lado, el hombre intento entablar una conversación.

- ¿Qué disfruta por lo general señorita?

Sonreí y respondí:

-Me gusta leer

-No me es extraño, parece ser muy elegante.

Sin saber que hacer, me levante.

-Voy al baño. -Nunca encontré el baño a pesar de caminar por todo el club por bastante tiempo, pero me encontré con caras familiares. Rebeca y Joel. Los dos caminaban lado a lado y nos encontramos en un punto yendo en caminos opuestos. No pude evitarlos, aunque quisiera. La sonrisa de Rebeca se desvaneció en cuanto me vio y miro a Joel.

- ¿Qué hace aquí?

Joel también estaba sorprendido y sacudió la cabeza.

-Álvaro le dijo que se fuera a casa y no la dejo venir con nosotros. -Por la forma en que hablaban pude darme cuenta de que no era bienvenida. - ¿Por qué sigues a Álvaro a todas partes? -Joel nunca tenía nada bueno que decirme y no se contuvo al momento de abrir la boca. Le respondí con pocas palabras y sin dar detalles.

-Piensas demasiado. Vine con una amiga. -No tenía tiempo para seguir a Álvaro a todas partes. Rebeca me miro de arriba abajo y entre cerro sus ojos.

- ¿No acabas de tener un aborto? ¿Qué haces en un lugar como este?

-Tal vez este triste y sola. Álvaro nunca la toca y no tiene otra opción a no ser pagar a alguien. -Joel nunca sabia cuando callar. Sentí la ira hervir dentro de mí y fruncí.

-Debería cuidar sus palabras, señor Quintana. Esta contaminando el aire. -Nunca me agradaron y me gire para irme. Sin embargo, Rebeca se puso en mi camino y resoplo.

-Han pasado pocos días desde que nos vimos y ya te crees una sabelotodo otra vez, ¿verdad? ¿No has firmado los papeles del divorcio? No piensas que Leo se va a quedar con una mujer que acaba de perder a su hijo, ¿cierto?

La miré mientras la furia se apoderaba de mí y con tono de burla, respondí:

- ¿Se te olvido que tú también perdiste un hijo?

-Tu… -La mujer se puso roja y lanzo su brazo hacia mí, pero la agarre a tiempo.

-Si lo que quieres es jugar a ser la inocente, deberías hacer mejor tu trabajo. Álvaro te va a odiar si llega a ver lo que acabas de hacer. -Dicho esto, solté su brazo y me preparé para irme. Sin embargo, Rebeca decidió tenderme una trampa de forma inesperada. Al momento de soltarla, se dejó caer a propósito y colapso contra la pared que había a su lado. Desde lejos parecía que le había empujado y para empeorar las cosas Álvaro y Gael habían llegado. Vieron todo lo sucedido.

- ¿Estas loca? -grito Joel mientras la ayudaba a levantarse - ¡Lo único que hizo fue hablar contigo! ¿Tenías que hacer eso?

-Si no tienes intención de usar tu cerebro, entonces dáselos a alguien que lo necesite, Joel. -No podía entender porque Álvaro se juntaba a alguien tan desagradable. Con Álvaro observando al lado de Gael, les lancé una mirada y me pontifiqué a irme sin saludarlos. Sin embargo, Joel decidió coger mi mano.

- ¿Te vas a ir después y golpear a alguien? ¿Fuiste criada por animales?

- ¿Estás loco, Joel? ¿Cuándo la golpee? Te quejas, cuando fuiste tu quien empezó todo esto. -Para empezar, estaba de muy mal humor y no quería estar envuelta en este montón de gente. Empecé a caminar, hasta que note una mano en mi hombre, este me toco la muñeca y me forzó a detenerme y mirarlo, era Álvaro.

Su cara se puso seria y al instante sus ojos se tornaron frívolos. Era evidente que estaba enfadado.

- ¿Te puedo ayudar en algo, señor Ayala? -No me sentía como la mujer de Álvaro en absoluto, sino como una extraña. Entre más me sentía de esta forma, más me enfadaba e incluso la manera en que lo miraba era desafiante.

-Discúlpate. -Su tono era dominante y mis cejas se fruncieron mientras la furia me consumía.

- ¿Perdiste la cabeza? ¿Por qué demonios debería hacerlo?

-La empujaste – respondió con su voz profunda. ¿Yo la empuje? Me reí de tanto odio.

- ¡Deberías ir al oculista!

-Samara Arias -El hombre pronuncio mi nombre completo. -Discúlpate ahora.

- ¿Y si no? -Lo mire conteniendo mi rabia y sin miedo. Con su ceño y labios fruncidos, un aire escalofriante nos envolvió.

-Al bar de tu amiga parece irle muy bien, ¿verdad?

En ese instante, empecé a tener miedo. ¿Cómo podía recurrir a métodos tan bajos para hacer que me disculpará con su amante? Lo observe. Sus labios seguían fruncidos y tenía un poco de barba por lo que lo hacía rebelde, pero atractivo al mismo tiempo. En ese momento, no pude admirar su cara en absoluto. Mi corazón se volvió frio y me quede quieta por un momento antes de hablar.

-Bien, le pediré perdón. -Álvaro me soltó y camine hacia Rebeca. La mire conteniendo mi ira. -Lo siento.

Rebeca se veía increíblemente indefensa como si quien tuviera la culpa fuera yo. Mientras tanto, Joel no tenía nada mejor que hacer a no ser agitar las cosas.

- ¿Crees que solo debes disculparte después de pegar a alguien? En ese caso, voy a matar a alguien y después pedirle disculpas. Así todo estará bien. Quién necesita la ley, ¿verdad? -Comento con una mirada de desprecio.

Una vez más, resistí a la necesidad de maldecirlo.

- ¿Qué más quieres de mí? -Lo mire y pregunte con tono frio. Joel cruzo los brazos con naturalidad.

-Los amigos tenemos una regla: quien sea que lo arruine, debe disculparse con sinceridad y pagar una ronda de bebidas para todos. Cuando estemos felices, estarás perdonada.

-Déjate de tonterías, Joel -dijo Gael, ya que había presenciado el espectáculo durante todo este tiempo, frunció el ceño. Joel no se molestó en mirarlo y miro a Álvaro.

- ¿Tu qué piensas Álvaro?

La mirada de Álvaro se puso seria y las arrugas en su frente se hicieron más profundas. Después de un rato, miro a Rebeca.

- ¿Qué propones que hagamos?

Rebeca agacho la cabeza un poco y hablo despacio, pero todos podíamos escucharla.

-Samara es tu mujer, tú decides.

Perra pretenciosa.

Me contuve y me giré hacia Joel.

-Entonces, ¿bebemos?

Gael se acercó a mí y frunció.

- ¿No tienes miedo?

Sabia a lo que se refería y tenía que ser cuidadosa porque había una vida creciendo dentro de mí. ¿Quién sabe que podrá pasar si me ahogara en alcohol? Por supuesto que Joel no quería que Gael le arruinara la fiesta y dijo:

- ¡Deja de entrometerte Gael! Vamos, señorita Arias. -Los seguí hasta su cuarto. Por miedo a que no me emborrachara, Joel pidió diez botellas de whisky y dos cajas de cerveza - ¿Crees que aguantaras, Samara?

- ¡Ja! -Quise reírme. ¿Cree que esto es divertido? Después de llenar diez vasos con cerveza, Joel me dijo:

-La regla es hacer que cualquiera de aquí beba por ti. Cualquiera, pero eso depende de tus habilidades. Si no convences a nadie, tendrás que beber tu sola.

Al ver la mesa llena de vasos, fruncí y coloqué la mano en mi vientre de manera inconsciente.

Aguanta un poco, mi bebe. Rece en silencio. Cogí un vaso y comencé a beber, pero mi estomago empezó a revolverse con solo unos tragos.

- ¡Argh! -Corrí hacia el baño sin poder contener las náuseas y me incliné en el wáter. Gael me siguió y me acaricio la espalda.

-Muéstrale a Álvaro tu lado más vulnerable y pídele ayuda. Eres su mujer no va a dejar que Joel haga lo que quiera.

Le sonreí de manera fría por que no era una persona capaz de cautivar corazones y sin responderle, pregunté:

- ¿Hay algo que pueda reducir los efectos secundarios en él bebe?

Gael asintió.

-Pero las drogas son drogas y no pueden deshacer todo el daño.

-No importa. Consígueme unas, por favor. -Sali del baño. Joel había puesto una canción y estaba cantando cuando volví.

- ¿Qué pasa? ¿No puedes más?

No le hice caso y observé la mesa. Además del vaso que me había bebido, el resto parecían intactos. Álvaro y Rebeca se sentaron juntos. Vi a la mujer murmurarle algo y el respondió asintiendo. La mirada del hombre se puso seria al verme, pero se giró a otro lado de inmediato. Camine hacia la mesa sintiendo mi corazón doler y mire a Joel.

-Espero que no retractes tu palabra, señor Quintana.