Wolfe continuó con la recitación de la historia, ansioso por ver si sus expectativas sobre Morgan Davos estaban alineadas con sus propias reacciones.
—Davos no envió un emisario con su mensaje. En lugar de eso, fue él mismo con su esposa y cincuenta de sus Guardianes del Aquelarre.
—Dama Morgana anunció al partir que creía que la propuesta del Rey era evidencia de que el regalo del libre albedrío que la Diosa había dado a los humanos había sido corrompido y tenía la intención de purgarlos de cualquier maldición que hubiera influenciado tanto su toma de decisiones.
—Ahora, los más viejos y sabios entre los Magi pensaban que tal cosa era una postura política sin sentido y que el linaje del Rey simplemente debería ser prohibido en los terrenos del Aquelarre, pero eso no era suficiente para los padres enfurecidos.
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