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- Urbin.

Se oye el carareo de los gallos.

Llegó el amanecer, el día comienza.

Un enérgico niño se levanta de la cama.

Era rubio con ojos celestes, lucía de unos 14/15 años.

Se sentó sobre la cama y soltó un largo bostezo.

"¡Que comience el día!" Dijo enérgicamente.

Entonces el se levantó de la cama y salió de su habitación, la habitación era normal, de un tamaño promedio, lo único que era diferente de otras habitaciones de chicos de su edad era una cosa, que toda la habitación estaba vacía. Solo su cama, una cómoda y un plato con una vela sin uso.

Al salir, el se encuentra con su madre. La madre bosteza y con una amplia sonrisa le dice. "Buenos días."

El niño le devuelve la sonrisa aún más amplia y le responde. "Buenos días a ti también mamá."

La madre se acerca y le da un beso en la frente. "Hoy tienes muchas cosas que hacer, no te fuerzes. ¿Si? Yo despertaré a tus hermanos."

"Está bien mamá." Seguido de eso el avanza corriendo a la cocina, mira dentro de una urna, dónde saca un pan, mira hacia atrás, estando alerta que su mamá no lo vea y saca otro pan. Va corriendo a su habitación y los guarda en una bolsa de cuero.

"¡Ya me voy mamá!" Le dice con un grito mientras se va.

"¡Está bien Urbin!" Le responde la madre.

Urbin va rápidamente por su amplio jardín y llega al gallinero, rápidamente agarra varios puñados de maiz y se los tira dentro. Revisa los nidos en busca de huevos, luego de revisar varios encuentra uno, mira hacía atrás de nuevo, no ve a nadie y lo guarda en su bolsa de cuero.

Entonces sale del gallinero trotando.

"Alimentar las gallinas, listo. Solo falta traer la harina y la sal." Mientras corre por una carretera de tierra se logra ver a unos 200 metros una aldea, el saca un pan y va comiéndolo mientras corre.

"Llegue." Dice el, sin aliento.

Comiena a caminar tranquilamente mientras saluda a todos.

Entra a una tienda y ve al dependiente. "Vengo a buscar la harina."

"¡Vaya que llegaste temprano! ¿Es para estar más tiempo con el, verdad?"

El pequeño Urbin asiente. "No sé lo digas a mamá."

"Tranquilo, mantendré el secreto." El dependiente se va por unos minutos y luego llega con un saco de harina y lo deja sobre el mostrador. "Ya casi, solo espera un poco más." Dijo el hombre, era obeso, con un bigote prominente pero sin una barba, se fue unos segundos y regreso con una carreta, la puso junto Urbin y dejó el saco ahí. "Suerte con tu día niño." Le dijo con una gran sonrisa. "Saluda a mi hermana de mi parte."

Urbin asintió. "Está bien, saludaré a mamá de tu parte."

El salió con la carreta y fue a la tienda de enfrente. Estuvo unos minutos dentro, luego de estar un tiempo, el salió. Con un saco pequeño de especias y otro de sal, solo que el los oculto dentro del saco grande de harina.

El es un chico muy inteligente, luego de eso, el fue con la carreta por el lado opuesto de su casa.

Luego de una caminata y salir casi 200 metros del pueblo, por el lado contrario de su casa, el lo vé.

Una armadura enorme sentada en una roca bajo un árbol.

El cielo despejado, el paisaje con una hermosa vista, a la distancia una muralla con unas nubes negras dentro. Y el caballero, el caballero y su armadura, la armadura era casi toda de color gris, con varios detalles dorados, era imponente, era la armadura de un caballero importante. La armadura de un ex guardia real, el que antes estaba encargado de cuidar de una corona, un Reino.

El se acerca con la carreta y se sienta junto a el.

"¿Nada interesante hoy?" Le pregunta mientras lo mira expectante.

"Nop, solo tú." Le responde el caballero.

"Ya veo..."

"¿Cómo esta tu madre?

"Bien."

"¿Tus hermanos?"

"Bien, aunque son muy vagos, deberían hacer más por la casa."

"..." El caballero puso su mano sobre su cabeza, su pesada armadura estaba sobre el. "No seas duro con ellos, aún son niños, ¿si?"

Urbin suspira. "Si tú lo dices está bien."

"¿Y que hay de tu hermana?" Le pregunta luego de quitar la mano de su cabeza.

"Ella está bien, igual de insoportable que siempre."

El casco mira hacia Urbin y suelta un gruñido.

"Pero es muy buena hermana, siempre me da los dulces que le sobran."

"Tienes que valorarla bien."

"Lo sé."

"¿Que hay de Fred y Amanda?"

"Están bien. Se reconciliaron, parece que van a tener un hijo."

"¿Así que tendré otro sobrino?"

Urbin asiente.

"¿La está tratando bien?"

"Si, parece que se habían enojado por un mal entendido."

"Ya veo, es bueno oír eso.*

Urbin se levanta y agarra unos palos de los alrededores, los apila frente a ellos en forma de fogata. "¿Puedes encenderlo?" Pregunto Urbin.

El caballero alzo la mano hacia el fuego y una pequeña bola voló de ella, al tocar la madera se expandio, prendiendo la fogata.

Urbin se dirige de a la carreta y saca una sartén.

"¿De dónde la sacaste?" Pregunta el caballero.

"Me la presto Amanda." Responde con una sonrisa. Agarra un poco de sal, especias, y una pequeña bolsa del tamaño de un puño. Eran vegetales picados. Pone 2 huevos en el sartén, uno le dió Amanda, pone las especias, la sal, lo revuelve, abre el pan y pone el huevo dentro.

Mira al caballero y se lo ofrece. "Toma."

El caballero se quita el casco, era rubio con ojos celestes. "Eres muy buen sobrino." Se retira el guantelete de metal y le da una palmada en la cabeza para luego agarrar el pan con huevo.

El caballero mira al horizonte y luego a Urbin. "Urbin, ve a tu casa corriendo, que se escondan todos, ¿si?"

"¿Que ocurre?" Dice Urbin con una cara de preocupación y confundido.

"Mira el horizonte, debes correr, advertir al pueblo y a tu madre." Dice el caballero mientras le devuelve el pan con huevo y vuelve a ponerse su armadura. Revisa junto la roca y saca una daga y se arrodílla frente Urbin. "Prometeme que protegeras la familia."

Urbin, anodadado por la vista de un cabello arrodillado ante el y 8 caballos en el horizonte, 4 de ellos con carretas, era bandidos. Deja caer el pan con huevo y mira a su tío.

"!PROMETEMELO!" Le grita a Urbin ante su sorpresa.

"Lo prometo." Urbin toma la daga.

"Dile a tu madre que no me arrepiento de nada, ve, corre." Dice mientras se mantiene sobre su gran espada esperánd los bandidos. "Te conseguiré tiempo, no mires atrás."

Urbin comienza a correr devuelta al pueblo con la daga abrazada.