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El despertar de un sueño

Axel, un adolescente de 13 años, anhela desesperadamente recuperar la alegría y dejar atrás las sombras de un pasado atormentador. Sin embargo, su decisión de abandonar su lugar natal para cumplir la última voluntad de su familia se ve abruptamente interrumpida por un giro inesperado, catapultándolo hacia un camino lleno de espinas. Inmerso en un juego macabro, siente grilletes invisibles aprisionando sus manos. Utilizando los mismos poderes que le causaron dolor, se adentra en la oscuridad de los corazones de aquellos que los controlan desde las sombras, anhelando un nuevo amanecer sin sucumbir a la necesidad de cometer asesinatos. A medida que los eventos se desarrollan, Axel y sus amigos descubren que no les espera un final feliz.

Chronos97 · Aktion
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El recuerdo del ayer

En el gran salón de la primavera, tenía dudas que pausaban sus pasos; su determinación se marchitaba como aquellas flores que adornaban el lugar. Mientras veía a los empleados cambiar los adornos, oía a los demás hablar de su persona. El suave perfume de las flores le dio la bienvenida, y tan rápido como el encargado del lugar lo observó, le saludó cortésmente, como lo haría un empleado a su jefe.

En su camino, no podía olvidar aquellas lámparas cristalinas que colgaban en lo alto de la cúpula de cristal; aquella luz le hacía recordar a las luciérnagas. A solo unos pasos de distancia, ambos se encontraron con la mirada. Él notó algo peculiar en la sonrisa de Liliana; aunque sus labios expresaban calidez, sus ojos azules parecían ocultar un misterio.

—Hermano, ha pasado mucho tiempo.

—La palabra años sería lo correcto, ¿no crees…? —respondió, desviando la mirada. En su corazón tenía inseguridad, dado que el tiempo cambiaba a las personas, y su hermana no sería la excepción. Los ojos de Axel se tiñeron por un momento de nostalgia, mientras el viento primaveral acariciaba el cabello dorado de Liliana, que se ondeaba libremente.

—Antes de entrar en detalles, ¿te gustaría dar un paseo conmigo? —Ella extendió su mano en un gesto invitador. Axel tenía dudas, pero su deseo por revivir sus memorias fue mayor que cualquier miedo. Tomando su mano, comenzaron a recorrer el sendero que los conduciría a un lugar especial. El pequeño bosque se desplegaba, con árboles altos y frondosos que formaban un dosel verde, filtrando los rayos del sol.

—Quiero disculparme. —El silencio se rompió como un espejo. Axel la miró con sorpresa, mientras una mezcla de emociones lo invadía.

—Desearía desentrañar tu misterio, pero eso era lo que te hacía especial como mi hermana. No estoy seguro de si alguna vez podré comprender el motivo por el que te fuiste de nuestro hogar… apenas logro recordarte. —Habló con calma, mientras miraba la unión de sus manos.

Sus pasos parecían ser un viaje al pasado, reviviendo en sus mentes los días felices de su infancia: risas en el parque, tardes en la biblioteca y conversaciones profundas llenaban sus pensamientos. Finalmente, llegaron a un pequeño claro donde los rayos del sol danzaban entre las hojas, creando un mosaico de luces y sombras. Liliana se detuvo. Con su voz de ángel, sus palabras se deslizaron en el aire.

—Este lugar solía ser nuestro refugio secreto cuando éramos niños; tú apenas tenías tres años. Siempre lo consideré un lugar especial, donde podíamos ser auténticos sin ninguna máscara.

Axel, inmerso en un trance de recuerdos, exploró los alrededores con la mirada, sintiendo una conexión profunda con el pasado. Con una pregunta flotando en su mente, la dejó descender como una hoja de otoño.

—Liliana, siempre he tenido preguntas sobre nuestra conexión y sobre lo que realmente significas para mí. Si me tenías a mí… ¿por qué no decidiste volver? —fijó su mirada en ella, continuó buscando respuestas en esos ojos que eran ventanas a un enigma.

—Lo que estás preguntando es complejo y tiene raíces en mi pasado.

—¿Acaso… me estás ocultando algo? Recuerdo que de las tres hermanas, tú eras la más misteriosa.

Ella inclinó la cabeza, permitiendo que sus pensamientos danzaran en el rincón de su mente. Al alzar la vista, sus ojos se encontraron nuevamente.

—Perdóname hermanito... —su voz temblaba—, pero la vida no fue como yo esperaba. Hay cosas que dañaron mi corazón y me hicieron una mala persona que te abandonó.

Cerró los ojos con fuerza, conteniendo la tormenta de emociones que rugía en su interior. Sus labios temblaban antes de apretarlos. Al abrirlos, sus pupilas estaban dilatadas, reflejando la mezcla de rabia y dolor que lo consumía.

—¡No significábamos nada para ti! ¡Todos ustedes se fueron, dejándome solo! No sabes el infierno por el que pasé en mi soledad.

Liliana podía sentir cómo su hermano, vulnerable y herido, desentrañaba su corazón como si fuera un pergamino antiguo, revelando capas de dolor que yacían ocultas.

—¡No sabes cuánta gente vino a mí en mi lecho de dolor! Diciéndome... ¡ocupa el asiento de los Winter! Toda esa mierda, que no logro entender... Me piden que ocupe el lugar de mi hermana Luna; a ella le pertenecía por ser la mayor. Luna, Bianca y nuestra madre se fueron… ¡se fueron para siempre!

Axel era como un árbol en pleno otoño; sus emociones caían como hojas marchitas al suelo. Liliana no podía soportar verlo así, pero sus ojos seguían siendo su enemigo, ya que no capturaban la esencia que su corazón sentía. Con lágrimas aún en sus ojos, observó a su hermana, sabiendo que parecía no importarle su sufrimiento.

Liliana se acercó con la intención de consolar, pero él retrocedió, sus ojos vidriosos ahora reflejaban desconfianza. Sus manos se crisparon en puños, sus pequeñas uñas se clavan dolorosamente en las palmas.

—¡Suéltame…! ¡Mírame... mira lo que hicieron conmigo! Yo solo... deseaba que estuvieras conmigo y que juntos afrontáramos todo. —Con gesto tembloroso, extendió un dedo acusador hacia su hermana.

—Luego apareces... como si nada hubiera pasado. ¡No ves cómo traté a nuestro tío... por culpa de mi dolor! Tuve que alejarlo de mi vida... No deseaba a nadie cerca de mí... Pero... ahora... estás aquí.

—Axel... mis sentimientos siempre me traicionan, y por eso ni siquiera puedo llorar o mostrar dolor en mi mirada, pero mi corazón se siente desgarrado. Ciertamente, no hay palabras que me justifiquen.

—Entonces dime... Si realmente consideras este nuestro lugar especial, no habrá mentiras entre nosotros. —Su respiración era agitada, sentía ahogarse, pero él deseaba oírla.

—Claro que sí. —Cortando la distancia, llegó a ofrecerle un cálido abrazo, la promesa de Liliana resonó como suave melodía.

—Entonces... ¿Estarás a mi lado, estarás ahí cuando tome posesión del nuevo fundador? También... ¿no te irás nuevamente dejándome solo?

—Sí, Axel... Lo prometo con mi vida. Te apoyaré en todo lo que necesites, y cumpliremos el deseo de nuestra madre Estela.

Mientras pronunciaba esas palabras, Liliana mantuvo su abrazo, como si cada segundo que durara simbolizara la reconstrucción de los lazos rotos entre ellos.