Por la mañana, no hay ni rastro de su momento de debilidad. Aunque no quiere moverse. Dice que está cansada. Que es muy pronto.
Está sobre la cama. Bocabajo. Le abro las piernas. Empiezo a saborearla con la lengua.
–¡Aaaah! ¡Kong! ¿¡Qué haces!? ¡Nooo! ¡AAAAaaaah!
Se queja, pero no se mueve. Ni se resiste. Ni me pide que pare. Pronto está mojada.
Dado que no quiere moverse, me la follo así. Me pongo sobre ella. La penetro. Empiezo a moverme. Ella también mueve un poco sus caderas. Muerde la almohada. No dejo de penetrarla. La mantengo un rato al límite. Haciéndole suplicar por más. Mi cuerpo contra el suyo. Es cálido. Suave. Me gusta acariciarlo despacio mientras la penetro. Sentirlo con mis dedos. Con mis labios.
La llevo hasta el orgasmo. No me detengo. No le doy tregua. Me ha asegurado de que no tenía nada que hacer por la mañana. Así que se puede quedar descansando. Después de varios orgasmos. Y llena de mí.
Se despide sin moverse. En la misma posición. Se ríe cuando se lo digo. Y me echa las culpas. No puedo decir que no tenga razón.
Aún no ha salido el sol. Vuelvo a mi cabaña. Shi, Liang y Song están despiertas. El resto duermen. Así que llamo a las tres.
–No te preocupes. Dales tiempo. Acabarán entendiendo que nunca las abandonarás– asegura Shi, la que mejor me conoce. Mejor incluso que yo mismo.
Me han hecho explicarles con detalle mi noche con Bei Liu. Su preocupación por que las deje. Parece que todas han empatizado. ¿Quizás piensan igual? ¿O lo pensaban cuando eran esclavas? Bueno, en aquel entonces, incluso podíamos morir en cualquier momento.
–A vosotros tampoco os pienso dejar ir– aseguro.
–Ni nosotras a ti– me sonríe abrazándome Liang.
–No podemos. Serías un desastre sin nosotras– asegura Song, también rodeándome con sus brazos.
–Eres nuestro– me abraza Shi.
Me tiran contra la cama. Se ríen. Me desnudan. Ponen en práctica que soy suyo. Incluso marcándome entre risas con sus dientes y sus labios.
Ma Lang es la siguiente en despertarse. Aún está medio dormida cuando la traigo. Cuando la beso. Aunque eso no le impide devolver el beso. Mirarme con deseo.
Se arrodilla delante de mí. La penetro desde detrás. Su cuerpo alzado. Mis manos en sus amplios y mullidos senos. Mis labios buscando su cuello. Su oreja. Sus hombros. Sus manos en mi cabello. A veces gira la cabeza para pedirme un beso.
Yu se sienta sobre mí. Aunque soy yo quien se mueve. Se queda apoyada en mi hombro. Mordiéndolo a ratos. A ratos gimiendo.
A Yi sobre la cama como a Bei Liu. Bocabajo. Estirada. Yo encima. Penetrándola desde atrás.
A Wan igual. Como Yi. Aún estaban durmiendo. Así que las fuerzo a despertarse con sexo. El culo de Yi era más delicado. El de Wan, más voluminoso. Ambas acaban llenas de mí.
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Hoy ha sido un día tranquilo. Follar a las chicas. Hablar con ellas. Hacer copias. Follar a mis esclavas. Practicar. Comer, charlar y jugar con las chicas y mascotas. Practicar. Follar a Shu. Practicar. Follar a mis esclavas. Charlar, jugar y follar con las chicas.
Sus meridianos están cada vez mejor. Las gemelas lo comprueban de vez en cuando. Todas aseguran que notan la diferencia de poder, de como circula el qi. Y todos hemos aprendido a ocultarlo. Es fácil hacerlo. Un poco más difícil hacerlo con precisión.
A lo que sigo sin acostumbrarme es a la mirada de los esclavos. Me miran como si fuera su ídolo. Las chicas dicen que es normal, que les he dado esperanzas. Yo me siento un tanto incómodo. Da la sensación que tienen altas expectativas en mí. Se nota la presión. Espero que se les pase un poco con el tiempo.
Los estudiantes, por otra parte, son en su mayoría más bien lo contrario. Algunos me miran con desprecio. Con superioridad. Me da igual, siempre y cuando me dejen en paz. Aunque no estoy seguro de que vaya a suceder. De hecho, ya pasó una vez.
Hay otros que simplemente me ignoran. Que les da igual. Es cierto que mi cultivación a mi edad no es mala, pero tampoco excepcional. Hay miles mejores que yo. Claro que no saben que he subido de nada a Alma en un año.
Las salamandras van creciendo. Aunque pueden pasar años hasta que salgan del agua. Les han perdido el miedo a las chicas. Se acercan cuando llegan. Quizás porque les dan de comer. Se siguen escondiendo si aparecen Terror o Rayitas.
Esas dos también siguen comiendo, jugando y durmiendo. Las gemelas están haciendo marcas cada día, a ver si crecen. La respuesta es que sí. Un poco cada día. Sin detenerse.
Ahora duermen apaciblemente. Mientras yo espero escondido en la cabaña de Bi Lang. Ha tardado un poco. Ha venido con Bei Liu.
–Bueno, yo me voy ya– dice está.
–¿Se puede saber qué pasa? Ayer no viniste, y hoy no te quieres quedar. Estás rara…– inquiere Lang, suspicaz.
–Sí que me gustaría quedarme, pero… Lo entenderás pronto. ¡Mañana me cuentas!
Se da media vuelta y se va, sin darle opción.
–¡Liu! ¿Qué has querido decir? Algo no me está contando…– murmura para sí mientras entra.
En cuando cierra la formación y la puerta, salgo de detrás y la cojo.
–¡¡Iiiih!! ¡Kong! ¡Me has asustado! ¿¡Qué haces aquí!?
–Ayer asalté a Liu, y ahora te toca a ti– le susurro al oído, queriendo sonar amenazante.
–Aaah. Así que por eso… ¡Aaaah! ¡Kong!
Le doy la vuelta. La empujo contra la pared. La beso. Ella salta. Pone sus piernas alrededor de mi cintura. Rodea mi cuello con sus brazos.
Estamos un rato besándonos. Sin soltarla, decido que es mejor llevarla sobre la mesa. Subirle la falda. Apartar su tanga. Excitarla hasta que está mojada. Penetrarla. Follarla como si no hubiera un mañana. Con pasión. Sin tregua.
Luego la llevo en brazos hasta la cama. La desnudo mientras se recupera. Contemplo su precioso cuerpo. Beso la peca que tiene sobre el labio. Recorro las líneas de bronceado, no tan pronunciadas como Bronceada. De repente, se pone sobre mí.
– Ya te has divertido bastante. Me toca a mí– declara.
Me desnuda del todo. Juega con mi miembro. Se lo mete. Me cabalga. Me besa. Entrelaza sus dedos con los míos, Apasionada. Se fuerza a continuar incluso tras un orgasmo. Incluso tras otro. Acaba agotada sobre mí cuando la lleno de nuevo.
Como en el caso de su amiga, lo hacemos una tercera vez al cabo de un rato. Despacio. Íntimo. Y también acaba llorando en mis brazos por la misma razón. ¿Seguro que no son hermanas? Incluso a la mañana siguiente tampoco quiere moverse.
La pongo bocarriba para follarla. Para verla gemir. Para contemplar sus ojos verdes. Y para dejarla así cuando me voy. Sin intención de levantarse.
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Solo espero que los días sigan pasando con la misma tranquilidad. Para mí es un paraíso. Hace unas semanas aún era un esclavo. Ahora puedo estar con las chicas cuando quiera. Bueno, si me dejan. Y follarlas. También a mis esclavas. A mis dos pervertidas. A la sádica y la masoquista. A Shu, Ai y Ken. Espero que pronto también a Sai, Dandan y An.
Obtengo muchos puntos regularmente copiando cuadernos. Quizás menos que la gente en reinos superiores. Sin duda, más que la mayoría en mi reino, al menos en etapas bajas.
Podría comprar ya otra arma. Ojalá pudiera hacerlo para alguna de las chicas. Pero sería muy sospechoso. Incluso lo sería si las gemelas reunieran tantos puntos de repente. Al menos, todas tienen armas más a o menos decentes para Génesis.
Ken me estuvo comentando que los esclavos están más relajados. Entre gemido y gemido. Ahora los molestan menos. Podría ser mejor, pero era peor. Me gustaría hacerlas subir más rápido, pero un año es lo mínimo que no es sospechoso.
Ha pasado poco más de una semana desde que compré el bastón. Desde que descubrí lo de mi bastón evolutivo. Practico todos los días con los dos. Para acostumbrarme a uno. Para "entrenar" el otro. Aún está en lo que sería la etapa 8 de Génesis. Ahora que lo sé, puedo notar como va mejorando.
Hace unos días, subí a Ma Lang a 9. Ayer fue Ning. También subí a Pu Rong a 8. Ning fue al burdel a informarse. Hoy empieza. Me tiene preocupado.
Creía que no me afectaría, pero no es así. Por una parte, me molesta un poco que se follen a una de mis esclavas. Aunque en el pasado no pensara en ello. Me forzara a no hacerlo. Por otra, me preocupa que le pase algo. Que alguien la reconozca. Aunque sé que es imposible. Su cara ha cambiado. Su cultivación no coincide con lo que era.
Ella está entusiasmada. La expectativa de follar todo el día le ilusiona. La verdad es que no sé qué pensar. Me temo que no sea como ella cree. Rong no hablaba de ello muy feliz. Supongo que es demasiado tarde para echarse atrás.
La invoco en un lugar apartado. Lleva un vestido bastante sexy. Se pone una capa encima. La veo entrar en el burdel. Me quedo un rato fuera, decidiendo qué hacer.
Debería ir a crear algunas copias. Mejor no. No estoy suficiente despejado. Sería demasiado fácil que fallara. Voy disfrazado, así que entro en el burdel.
En la planta, baja hay un bar. Se puede entrar simplemente a tomar algo. Estoy simulando que estoy en la siete de Génesis. Así que pido un vino espiritual básico. No es muy caro. Puede ser beneficioso. Aumenta un poco el qi. Más que la absorción normal. Aunque habría que beber mucho para que fuera relevante.
Hay varios estudiantes. La inmensa mayoría de incógnito. Y del sexo masculino. Aunque también se ven las figuras de mujeres entre las ropas.
Puedes sentarte en una mesa o estar en la barra. A un lado, están las putas. Y putos. Alguno solo sexo heterosexual. Otros homosexual. Siento un escalofrío. Me ha traído malos recuerdos que creía olvidados. Otros ambos.
Llevan un cartel con el precio y los servicios. Oral, vaginal, anal, dando o recibiendo. Ning no está. ¿Aún no ha llegado?
–¿Has visto la nueva? Está bastante buena– comenta alguien cercano.
–¿La de pelo azul? Me gusta su piel blanca. No tenía reparos en mostrar su cuerpo. El vestido revelaba bastante. Tiene un cuerpo precioso. Aunque me gustan más tímidas.
–Ja, ja. Yo las prefiero así. Aunque es un poco cara, como todas las nuevas. Quizás otro día.
–Bueno, no le faltarán clientes. Creo que hay cola.
–Siempre lo mismo. Todos quieren probar las nuevas.
Me quedo esperando. Algunas me guiñan un ojo o se insinúan. Algunos también. No estoy muy tentado. Tengo más que suficiente sexo. Hay alguna de etapas superiores. Podría resultar útil. Pero igual una profesional se da cuenta si le absorbo qi. Hay un cartel que prohíbe cualquier tipo de cultivación sin permiso expreso. Con algunas amenazas.
Al cabo de diez minutos, vuelve a aparecer Ning. Sonríe. Se insinúe en su posición. Alguien se la lleva.
Varios se agolpan ante uno que ha aparecido. No son muy discretos.
–¿Qué tal la nueva? ¿Está tan buena como parece?–pregunta uno.
–¡Y tanto! ¡Está buenísima! ¡Y es una fiera! ¡Insaciable! Su técnica con la boca es increíble. Y su coño, apretadísimo. Apenas he podido aguantar. Se nota que le encanta el sexo. Es de lo mejor que he probado.
–¿No exageras? Yo creo que estás presumiendo por ser el primero.
–Pruébala verás.
–Yo quiero probarla. Estoy el quinto.
–Ja, ja. Prepárate. A ver si duras más de dos minutos. A mí me ha dejado seco.
Estoy un rato más. Y dos clientes más. No parece que ella esté sufriendo. Le dije que podía parar cuando quisiera. Los clientes parecen satisfechos.
Aún sigo preocupado, pero no puedo hacer nada. Tampoco puedo quedarme eternamente. Quizás vuelva luego.
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Rong, Rui y Hai han tenido que pagar por mi frustración. Aunque Rui parecía encantada de hacerlo. Sus modestos pechos botaban sin cesar. Cada vez que penetraba su húmeda vagina.
Los de Rong eran más espectaculares. No he decidido cuándo parar de hacerlos crecer. Siempre puedo encogerlos de nuevo si me paso. Aunque su culo ya es suficiente. También gemía de placer. Aunque no es tan apasionada. Su cuerpo es mío. Su alma no.
Hai solo ha aguantado una vez. Aún tengo trabajo con sus meridianos. Subirá de etapa mucho antes de acabar. Sus pechos van tomando forma y volumen. Más firmes. Ella está encantada. O lo estaba hasta que se ha desmayado.
Al final no me traigo a Bronceada para una sesión extra. La dejo entrenando. Lo hace con bastante pasión. Es muy erótica también. Lleva ropa para mantener sus líneas de bronceado. Pero se adivina el movimiento de sus pechos por debajo.
Son más eróticas las chicas practicando desnudas. Los pechos de Song son más salvajes. O los de Lang. Aunque esta practica menos. El resto son más modestos. Pero no menos eróticos. Lujuriosos. Tanto, que llamo a Yu, que está descansando.
–Estabas preciosa– le digo, acercándome.
Ella tarda unos instantes en reaccionar. En sonreír. En aceptar mi beso. Mis caricias. Estoy tentado de ir más allá. Pero me lo tienen prohibido.
–Será mejor que practiques o te regañarán– se ríe.
Me da un pequeño beso de despedida y la devuelvo. Es adorable.