—Simón no se tomó en serio las palabras de Román y sonrió —Me gusta jugar con ustedes dos.
Transcurrieron dos horas después del mediodía, donde Simón pasó su tiempo jugando con los hermanos Moltenore. Parecía que Maximus estaba ocupado con su familia, que tenía muchas reglas como la suya propia, pero Simón tenía el hábito de romperlas de formas en que su familia no se enterara. Pero hoy parecía ser un día diferente. La señora Wallace y su hija regresaban de almorzar en una de las estimadas familias en su carruaje antes de lo esperado.
La señora Wallace avistó a su hijo jugando justo afuera en una de las mansiones del pueblo. Una profunda arruga apareció en la frente de la señora Wallace, y sus labios se fruncieron en una línea delgada. Y el carruaje fue desviado del camino hacia su hogar.
Una hora más tarde, el hijo menor de la familia Wallace había terminado de pasar una buena cantidad de tiempo jugando con los Moltenore antes de regresar a su casa.
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