Melanie parpadeó antes de cerrar los ojos, y cuando los abrió, sus ojos negros reflejaban la imagen de Simon en ellos. Sus palabras la habían tomado por sorpresa, y usó ambas manos empujándolo para que se alejara de ella.
—Creo que sería mejor que dejaras de bromear a menos que quieras encontrarte con una estaca de madera atravesando tu corazón —le advirtió con el ceño fruncido mientras lo observaba fijamente.
Simon le devolvió la mirada, inclinando la cabeza hacia un lado, y dijo:
—¿Broma? ¿Quién está bromeando? Estoy hablando en serio. Enamórate de mí ahora.
Ante las palabras de Simon, Melanie rodó los ojos y le preguntó:
—¿Te golpeaste la cabeza en algún lugar camino para acá?
—No, fui flechado por el cupido —sonrió Simon.
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