Busqué la mochila y Daisy se adelantó a subir a la lancha. Kwan se acostó y lo cubrí con una pequeña manta negra, que aunque no lo cubría del todo, la mochila sirvió para taparlo. Daisy se mantuvo de pie y yo era quien iba a manejar la lancha.
Estuvimos esperando hasta que nos avisaron. Hasta ahora las cosas han ido de acuerdo al plan y espero sigan así. El yate se puso en marcha, y todas las lanchas que irían al frente se alinearon, las que faltaban éramos nosotros, y unas dos más.
Me fui a la par con los otros e hice todo lo que hacían, hasta estar posicionado como debía. Fueron treinta minutos exactos, para llegar a la isla.
Todas las lanchas se mantuvieron cerca del yate. Ordenaron ir al muelle, y debíamos actuar antes de que eso suceda.
—Kwan, debes prepararte y bajar ahora.
—¿Qué sucede?
—Deberé llevar la lancha al muelle, luego no podrás entrar al agua sin que te vean. Ve preparándote y no te dejes ver. Daisy irá conmigo al muelle para no levantar sospechas, y luego buscaremos la forma de entrar al Yate. Quiero asegurarme de que ese infeliz esté ahí con toda su familia.
—De acuerdo. No tardaré más de quince minutos.
—Cualquier cosa que suceda, te comunicas con nosotros. Ten cuidado allá abajo.
Miré discretamente que nadie lo fuera a ver mientras se ponía el equipo.
—Suerte, Kwan— le dijo Daisy.
—Saldré en quince. Tengan mucho cuidado— Kwan se metió al agua, y por suerte, nadie lo vio.
Estuvimos esperando a que todos los tripulantes salieran. No sé podían ver el rostro de quienes bajaban por la posición en que estábamos, pero sin duda alguna, habían niños también. No quería que Daisy se diera cuenta, pues sé que ella no le gustaría saber qué niños también morirán hoy, pero o son ellos, o somos nosotros.
Al terminar, nos ordenaron ir al muelle, y a allí llevé la lancha. Me aseguré de esconder bien el arma, y miré a Daisy para asegurarme de que todo estuviera en orden.
Estuve mirando el reloj y el tiempo estaba pasando muy lento. Los hombres se bajaron de la lancha y se reunieron en un grupo, llevar a Daisy ahí podría ser un problema, pero dejarla aquí también.
—Mantén la cabeza abajo y quédate al lado mío— le dije.
Nos acercamos y estaban dando órdenes para ir en pareja a vigilar un área en específica. Lo peor de todo es que, a Daisy y a mi no nos tocó juntos.
—Tú y tu, se quedarán en el muelle, vigilando que nadie entre y nadie salga— me dijeron a mi con otro hombre—. Tú y tu, irán al yate con los demás. Vigilarán que todo esté en orden, y si ven algo extraño, no duden en alertar— le dijo a Daisy y otro hombre más—. La familia del jefe está aquí, y por eso dobló la seguridad, así que no podemos fallarle, ¿Entendido?
—Sí, señor.
Me acerqué a Daisy y le hablé en un tono bajo, donde sólo ella pudiera escucharme.
—Quiero que te mantengas comunicada, y debes estar alerta a todo, princesa. Si ves algo extraño, me dirás tú ubicación e iré por ti, ¿Entendido?
—Sí, John.
—Por favor, cuídate.
—Tú también, por favor.
Ella se fue con el otro hombre, y yo con el que me asignaron. No quería dejarla sola, pero tampoco querría estropear los planes.
Debo buscar la forma de llegar al yate, lo mejor será salir de este cabrón que me acompaña. No pensé que las cosas serían más distintas a como las planeamos. Esto lo cambia todo.
Una persona pasó por mi lado, y no sé porqué sentí algo extraño. Su perfume no era precisamente de un hombre. Lo miré, y estaba vestido igual que los demás, pero no sé porqué percibí algo que no me gustó para nada. Me le quedé viendo a ver hacia donde iba, y el otro hombre me habló.
—¿No vas a moverte? Tenemos trabajo que hacer.
—Lo sé.
Daisy
Subimos al yate, y le pasamos a varios hombres por el lado. Todos estaban armados con rifles y mi compañero me habló.
—Vigila esta área, yo iré arriba—bajé la cabeza asintiendo a lo que dijo, y se acercó—. ¿Por qué no me miras? — alcé un poco mi rostro y me sujeté la espalda, fingiendo que me dolía.
No puedo dejar que se dé cuenta que soy una mujer.
—¿Te duele la espalda? Cada día los jóvenes están más jodidos. No te vayas de aquí— se fue, y pude calmarme. Eso estuvo cerca.
Miré alrededor, y en donde estaba no había nadie más. Los hombres se mantuvieron al frente, y yo en el costado del yate. Estaba muy nerviosa, mis manos temblaban. Creí que estaría con John, o al menos que iba a estar cerca, pero no está. Debo hacer las cosas bien y seguir disimulando.
Miré el reloj y faltaban 5 minutos para que Kwan terminara. No se había comunicado, y John habló por el micro.
—¿Está todo bien?
—Sí, estoy en el costado izquierdo del Yate. Puedo ver el muelle y la casa desde aquí, aunque no puedo verte a ti.
—Sigue como vas, linda. Tan pronto me encargue de este cabrón, iré para allá.
—De acuerdo— no terminé de decirlo, cuando una persona se paró un poco más adelante mío.
Alcé la mirada y la persona se abrió la camiseta, dejando visible parte de sus senos con la camisilla que tenía debajo de la camiseta, y fue cuando me di cuenta de que era mujer. En su seno tenía tatuado un corazón y una rosa llena de espinas. Su cara la tenía cubierta hasta la nariz.
¿Qué hace un mujer aquí? ¿Acaso me descubrió?
—Daisy, ¿Sucede algo?— preguntó John, pero no me atrevía a hablarle a él, y menos sin saber si ella es de esa gente.
—¿Quién eres? — le pregunté, y se quedó en silencio por unos segundos.
—No sabes cuántas ganas tenía de conocerte en persona, Daisy — esbozó una sonrisa maliciosa, y sacó un arma de su pantalón para apuntarme.
John
Escuché la voz de una mujer en el micro, y al escuchar que dijo el nombre de Daisy me preocupé.
—¿Quién está ahí contigo, Daisy? ¡Habla! — por más que le hablaba, ella no respondía.
¡Maldición, tengo que ir a buscarla!