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[Luciérnaga]

Innumerables estrellas decoraban como diamantes invaluables sobre la bodega celestial, la luna menguante como el último atisbo de la belleza expresiva.

Debajo de la bodega celestial, una ambición perpetua se posicionaba. Indirecto, al azar dirían las sonrisas.

Sobre o debajo de las fosas comunes, no existía la posibilidad de determinarlo. Vivía y moría en el pecho de innumerables seres vivos.

Transportandose en el frío viento de la noche, o acariciando con el gajo de un árbol aleatorio a la ventana de un hombre aleatorio.

Luminiscente como las estrellas, o apagado como las últimas cenizas de una braza.

Era plena madrugada, dónde la luz era insuficiente y el peligro rondaba. Los cuchillos eran afilados, dispuestos erguidos como lanzas.

"Que bella luciérnaga". Dijo Federick en un suspiro. Disfrutaba el frescor exterior, mientras observaba su jardín oscuro únicamente iluminado por ocasionales luciérnagas y luz lunar.

Su cuerpo estaba desnudo ante el tacto de la noche. Su cara limpia de dudas, completamente iluminada.

Iluminada por luz lunar...

Durante los últimos días se habían plantado dudas en su corazón, los cuales debía resolver con la mayor anticipación posible. Por lo que, su agenda personal estaba bastante ocupada.

"Imaginar que algún día desee ser un ser vivo libre, sin pretensiones mundanas... Un ser ignorante". Comentó en voz baja con burla.

Ese era Federick, quién disfrutaba su desnudez bajo la luz lunar en una madrugada sin pretensiones secundarias.

Con eso, finalmente cumplió el fin del porque estaba despierto a estas horas tardías; beber un vaso de agua.

Sí, su único propósito era beber agua. Se había despertado involuntariamente con gran resequedad, por lo que tuvo que cumplir su necesidad básica.

Con un gran suspiro violento, se rascó su barriga inexistente luego de terminar.

"¿Cómo es posible que esto produzca una sensación tan placentera?". Preguntó al aire, mientras se dirigía de nuevo a su cama. Sus pasos decididos y su mentón en alto, finalmente observó a su cama.

Donde se acostó plácidamente, su trasero al aire, disfrutando de la comodidad. Donde volvió a dormir.

...

Una luciérnaga revoloteaba en el aire nocturno, su luz parpadeaba como un faro en la oscuridad.

La noche sin fin, su extensión no podía ser comprendida; y la luciérnaga guiada por sus instintos, estaba decidida a sacar lo máximo de su potencial, explorando lo incomprendido.

En su ignorancia, había soñado explorar vastas áreas más allá de zu mundo, que era representado en el bosque cercano donde se consolidaba su hogar.

Explotando las oportunidades, la luciérnaga voló sobre campos y arroyos, a través de jardines y ciudades, sin detenerse a descansar ni a disfrutar de las vistas.

Mientras volaba, la luciérnaga pensaba en todo lo que quería conseguir. Quería ver mundo, experimentar cosas nuevas, experimentar diferentes ambientes.

La impulsaba una ambición feroz, el deseo de aprovechar al máximo su corta vida que colgaba como una hoz, de la cual era conocedor.

Hoz, una herramienta que había visto ser utilizada.

La luciérnaga sabía que no podía desperdiciar ni un instante, que cada segundo contaba. Así que siguió volando, con una luz que brillaba más con cada batir de sus alas.

A través de la ignorancia que se volvió conocimiento, la luciérnaga nunca se rindió. Siguió volando, siguió explorando, hasta que vio todo lo que quería ver.

Cuando por fin regresó a su hogar en el bosque, estaba contenta, una sensación de plenitud la rodeaba eternamente.

Y eternamente descansó.

Cuando un viejo sapo se posicionó estratégicamente, de tal forma que con un salto dio fin al salto de libertad y ambición.

"Yoomi, yoomi. Luciérnaga saber a conocimiento". Dijo el viejo sapo mientras desgustaba su comida.

Y esto no fue extraño, debido a que se trataba de un sueño. El sueño de Federick, quién despertó con somnolencia, dudando si el viejo sapo sabría a ignorancia...

"Hoy es un buen día". Gritó Federick sin pudor en la ducha. Se estaba preparando para dirigirse a encontrarse con su abuelo.

Sin ninguna cita previa, iba a citar al rey. Agradecía a su derecho como nieto...

Pero claro, lo iba a citar como su abuelo. Incluso como el nieto amado, no podía realizarlo como el Rey.

"Arrogante ignorancia desearlo". Gritó sin sentido, disfrutando la nula compañía. Si fuera un adolescente, probablemente necesitaría aplicarse un ungüento durante la ducha.

"En cambio, ser niño es lo máximo". Comentó mientras se secaba la humedad en su cuerpo.

...

Sudor se presentaba en su frente, anulando su baño previo. Finalmente se había encontrado con su abuelo, quién se encontraba frente suyo con cara de tabla.

"El tiempo es valioso, Federick. Ahora, di lo que quieres". Dijo estoico Carlos II.

"Supongo que sólo soy un nieto normal con su... Abuelo normal". Comentó Federick con una sonrisa. Su lenguaje corporal denotaba cierto nerviosismo, sin saber articular.

"No comentaré en cuanto a que, ese argumento carece de veracidad; así qué, ¿qué quieres hacer?". Preguntó Carlos II con una ligera sonrisa de labios.

"Una esposa y préstame dinero". Comentó estoico Federick. Su rostro como tabla.

...

Al final, la tabla resultó ser una herramienta familiar para corregir los malos comportamientos. Y lo único que consiguió, fue un trasero rostizado.

"Supongo que no hay que bromear en momentos de tensión". Dijo Federick al aire, mientras se sentaba con cuidado.

Estaba filosofando, debatiendo contra sí mismo. El último desarrollo de eventos había escapado de la posibilidad entre sus manos, por lo que quería aumentar sus cartas.

Al gigante se le escalaba por la punta del pie...

Existían diferentes formas de poder. Influencia o números, eran posibilidades a su alcance.

Pero todo eran simplificaciones a través del dinero.

Había aprendido una lección arrogante e ignorante durante su anterior vida: "Dinero, el principal movilizador; por ende, solucionador".

En sus tiempos libres, había estado investigando con tenacidad sus oportunidades.

Había investigado diferentes contexto, finalmente llegando a una conclusión.

Encontrando el enclave perfecto.

Le recordaba a muchos de sus antiguos amigos durante su juventud como Frederick, siendo una contraposición graciosa con su "contexto ausente".

"Supongo que deberé hacer plagio". Dijo Federick, cuando inmediatamente empezó a reír fuertemente de su propia broma irónica.