El tiempo corría y los Rangers Espaciales todavía estaban a mitad de camino, si no actuaba pronto entonces no habría colonia que defender. Aunque procedería a dejarles algo a los Rangers cuando ellos llegasen.
Su larga cabellera dorada se movió con el viento, acompañando a aquellas brisas, un aura igual de dorada que su cabellera comenzó a rodear su cuerpo, largando una especie de pequeñas llamaradas. Su armadura blanca comenzó a resplandecer mientras que sus ojos empezaron a brillar con fuerza. Los soldados Kantianos dispararon sus rifles de plasma, sin embargo, el aura dorada de Zero-One pudo resistir dichos disparos haciendo que aquellos monstruos comenzasen a asustarse y retroceder. Sonriendo, Zero-One negó con la cabeza mientras que de un solo movimiento aparecía detrás de ellos, mientras les preguntaba con un tono divertido:
- ¿A dónde creen que van? Si esto apenas empieza
Sin perder tiempo, golpeó la espalda del Soldado Kantiano, atravesándole el pecho. Sacando su cuchillo, el segundo soldado intentó atacar a Zero-One con su porra de color negro. Zero- One usó el cuerpo del Kantiano como escudo, recibiendo él la apuñalada, sin embargo, su cabeza recibió el golpe de la porra, estallando al entrar en contacto con la energía descomunal de Zero-One. El Kantiano observó con horror como de su porra solo quedaba la empuñadura y nada más. Soltando al Soldado muerto, Zero- One le dio un fuerte golpe en el rostro a dicho Kantiano, destruyendo su mascara junto a su cara. Aquel soldado cayó de rodillas sosteniéndose su rostro mancillado mientras que su colega del cuchillo miraba aterrado lo que quedaba de su compañero. Intentando volver a apuñalarla, Zero sostuvo su brazo con rapidez y de un solo como también ágil movimiento, se lo arrancó, haciendo que aquel Kantiano largase un grito agudo de dolor que se combinó con los roncos gemidos de su colega. Alzando sus puños, Zero concentró su energía y largó destellos de luz lo suficientemente fuertes como para desintegrar a aquellos infelices. Aunque Zero-One no era una sádica, lo cierto era que los guantes de seda solo podían servir con caballeros, no con bestias. Viendo como una pequeña nave de batalla se dirigía a donde se encontraban las naves salvavidas, Zero- One no perdió tiempo y se dirigió a donde se encontraba la nave, no iba a permitir que esos psicópatas hicieran dicha masacre.