Las palabras ansiosas y sinceras de la Comadreja de la Red resonaron en el pecho de Kieran. Si algo, desencadenaron un recuerdo fugaz que tenía de este hombre. Después de todo, la red era en efecto todo lo que él tenía.
Al igual que Kieran, Comadreja era un huérfano. Sin embargo, a diferencia de él, a Comadreja se le concedió al estado donde las condiciones eran más… espartanas institucionalmente.
Los niños dentro de su ala eran enviados a hogares regidos por el estado, hogares que realmente no eran un lugar propicio para niños brillantes. En esos lugares, la felicidad rara vez se encontraba, si es que había alguna.
De cualquier manera, el horario estricto, las comidas insípidas y las interacciones forzadas hacían que los niños buscaran la alegría en otras actividades no tan extraescolares.
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