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Voluntad Noble

Al despertar había perdido más que su memoria. Al conocerlo, aquella niña tuvo una esperanza, mientras que él solo seguía la corriente. Él los guiaría a ellos y ellos a él. Sus lamentaciones comenzaron cuando el tiempo se había acabado, entonces buscaron por la luz y fueron respondidos.

Ilustre_El · Fantasy
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80 Chs

Amigo de la Infancia

- Entre otros temas, se prevé que dentro de siete meses se realizará el torneo de las 4 academias que se realiza cada 3 años; sin embargo, hay cierta preocupación por parte de los patrocinadores de la ARET por no contar con la suficiente cantidad de admitidos. No obstante, la academia ha declarado negarse al aumento de plazas y que no hay razones para preocuparse de los resultados resaltando siempre su objetivo de poner por encima la calidad que la cantidad. Continuando con sus declaraciones, han informado que presentaran los resultados de la modalidad implantada actualmente; sí, nos referimos a la PARET.

Se escuchaba en la televisora un canal de noticias quienes hablaban de la situación por los resultados descritos en la última prueba de la ARET; todo esto no era escuchado en la habitación donde la televisión estaba encendida, pues había cuatro personas en estado inconsciente o eso parecía.

Uno de los varones comenzó a abrir sus ojos.

- … ¿Dónde … estoy?

Mientras miraba a sus alrededores se dio cuenta que estaba en una habitación del hospital donde había cuatro camillas contando con la suya. Dos a cada lado de las paredes y una ventana que iluminaba la habitación era lo que se podía percibir.

- ¿Al fin alguien despierta? - escuchó decir a quien estaba echado en la camilla adyacente.

Al voltear su cabeza lentamente y sin sorpresa, el joven de cabello negro observó la figura de un hombre de unos 28 años de cabellos plateados algo despeinado mirando al frente.

- ¿Fausto? ¿Estás vivo? … o ¿Estamos muertos?

Al mirar de reojo a quién hacia la pregunta, el varón suspiró y contestó.

- Ten por seguro que seguimos vivos, pero no sé cómo.

- … Ya veo … ¿Qué hay de las señoritas?

- Según los médicos, está mejor que nosotros.

Sin comentar a la respuesta de Fausto, el joven tomó su cuello, pues recordó lo que había pasado aquella terrible noche.

«Pensé que ya estaría muerto … ¿Por qué no me mató?»

- Deja de darle vueltas, Bruno. Lo importante es que todos seguimos vivos. - comentó Fausto al saber lo que había en la mente del joven.

Al hacer caso al consejo, Bruno levantó su mirada hacia el frente y vio a los otros dos jóvenes descansado en las camillas. En ese momento, recordó de los golpes que había recibido Glen, aquel muchacho desconocido, pero notó que no estaba en una situación riesgosa, sino que dormía placenteramente después de un arduo trabajo.

- O-Oye … él no había sido …

- No preguntes … si alguien te dice algo, solo diles que nos resbalamos en un charco y nos caímos …

- … Está bien.

Después de un chequeo de las enfermeras y médicos, otro joven más despertó.

- … Oe ¿Dónde concha estoy, voludo?

Bruno y Fausto quedaron algo sorprendidos por tal saludo.

- Oh, perdón … se me sale lo argentino y eso que soy italiano. - dijo Glen.

Al mirar a su costado, vio a Aren acostado en la última camilla aun durmiendo.

- ¿Está … muerto? - preguntó Glen a los otros dos monótonamente.

- No … de alguna forma todos nos salvamos … Aunque no sabemos cómo. - comentó Fausto.

- Oh, ya veo … pues entonces todo está genial.

- ¡No! … ¿Cómo que todo esta bien? Lo de ayer fue algo … inexplicable … pero seguimos vivos, necesitamos saber qué era eso. - contestó Bruno.

- Mira, es la segunda vez que lo enfrento y créeme, no querrás verlo otra vez.

- ¿Segunda vez? - preguntó Fausto.

Glen entendió que había hablado demás.

- Ahora que lo pienso … dijiste que conoces a ese chico, Aren, ¿no es así? … ¿Acaso él también sabía sobre la criatura?

Las gotas de sudor en la frente comenzaban a aparecer en Glen quien cerró su boca con una sonrisa.

- Así que él también sabía de esa criatura … Pero lo que no entiendo es … ¿Por qué arriesgaste tu vida al ir hasta allá? No creo que solo es porque sea tu 'amigo'. - preguntó Bruno.

- No, si vine porque estaba preocupado por él … y porque odiaba mi trabajo. - respondió Glen con total inocencia.

Los otros dos varones quedaron desconcertados.

- ¿Es en serio? ¿Está bien de la cabeza? - murmuró Fausto.

- N-No lo sé … a simple vista tiene buen aspecto, pero parece que solo es un idiota- murmuró Bruno.

Fausto tosió un poco.

- Entonces, cambiando de tema, ¿tienes alguna idea de cómo nos salvamos?

- No …

- Sí sabes algo, ¿no es así?

- No …

Fausto y Bruno suspiraron.

- Bueno … no me agrada seguir hablando sobre lo de ayer … dejaremos el tema para otro momento.

- Oh … es verdad, ¿Qué hay de las chicas? - preguntó Glen con cierto interés.

- … Están bien … aunque la princesa chocó el coche contra un árbol, solo tuvieron heridas y golpes menores. Ellas están ahora en rehabilitación … Por otro lado, ya puedes dejar de aparentar estar dormido, Aren.

Glen volteó de inmediato a ver a su amigo y observó el rostro dormido de Aren.

Pasado unos pocos segundos, el joven abrió sus ojos.

Mirando hacia el techo, todos dejaron de hablar y solo descansaron tratando de disipar un poco la tensión del ambiente.

 

- Dentro de breves momentos, el rector de la ARET junto con los decanos estará presente en una conferencia pública donde mencionaran los resultados oficiales junto con la nueva modalidad de ingreso académico. Mientras tanto, el gobierno ruso ha declarado estar en estado de emergencia a causa de la baja natalidad de varones que ha ido en declive después de la guerra de hace más de 40 años. Actualmente se está tratando de dar incentivos para las parejas que tengan más cantidad de hijos varones … 

Eran estas las noticias que se escuchaban dentro de una habitación donde reposaba una hermosa mujer de cabellos rubios, aunque su mirada decaída y entristecida, parecía estar en la espera de alguien.

- ¿Dónde has ido? - fue el murmuro que se escuchó de entre sus labios.

A los pocos segundos, alguien tocó su puerta, pero esta no respondió.

- Lady Emily … tenemos información del joven Aren y la srta. Melissa … parece que sufrieron algún accidente y están en una clínica ahora mismo …

La sorpresiva reacción de la joven quien trató de prepararse a ir a aquel centro médico no se detuvo al saber otra noticia más.

- Los señores ya han ido a verlos … Por otro lado, Srta. Emily … parece que tiene visitas.

- … ¿Son Rita y Noria?

- No, mi lady … es el joven Eduardo Valladares, hijo del Conde Valladares.

- ¿Qué?

- Según informa, ha recibido noticias de sus antiguas sirvientas de que está aquí.

La sorpresa de la repentina visita y el temor de salir de su hogar hizo que Emily se perturbara un poco.

- Sé que desea salir a la clínica, pero creo que será mejor que se quede y atienda al hijo del Conde Valladares. - fue el consejo de aquel viejo mayordomo.

- … Sí … iré a reunirme con él.

- Entiendo.

Los pensamientos que circulaban por su mente eran desordenados al recibir estas dos noticias, pero lo que más la intrigaba era saber que Aren estaba en una clínica.

- ¿Qué le ha sucedido? … Tenía razón, no debí haberlo dejado irse …

Eran las murmuraciones de la joven quien se demoraba en alistarse a recibir a su invitado.

 

Dentro de una sala de chequeo y consultas estaba una joven señorita sola mirando hacia el suelo.

Sonidos de pisadas apresuradas se acercaban a la habitación.

La puerta fue abierta abruptamente y una voz se escuchó exclamar.

- ¡Melissa! - dijo Gladis, la madre de la joven quien fue a abrazarla.

A su lado, ingresaba un hombre corpulento con mirada seria, pero preocupada junto con un médico y una enfermera.

La mirada apagada de la joven se levantó del suelo y miró hacia su padre quien desconcertado se mostró aún más preocupado. Esto no era debido a una mirada vacía en la mujer, sino que se reflejaba en su rostro una mirada determinada y llena de emoción.

«Oh no … esa mirada otra vez … ¿acaso ella ha … ? … Ay, no otra vez … » pensaba el conde Beltrán.

Tratando de consolar a su madre, la joven habló.

- ¿Dónde está Aren?

Esta pregunta hizo preocupar más al conde, pues relacionó de inmediato aquella mirada de su hija con el joven.

- ¿Aren? … Oh, te refieres a uno de los varones que ingresaron junto con ustedes. Debería estar ya despierto, lo bueno es que, a pesar de sus golpes y heridas, están todos fuera de peligro … De verdad cuesta creer que todos se hayan salvado de aquel accidente. - comentó el doctor.

- Ya veo. - dijo satisfecha la mujer al escuchar la noticia.

- … ¿Aren? ¿Desde cuándo lo llamas así? - preguntó el conde con una sonrisa algo intimidante.

La madre solo se quedó viendo algo desentendida hasta que comprendió a los segundos.

- Hija … tú …

- ¿Qué? ¿Acaso no se llama así? … Ya dejen de pensar en eso, no es por lo que creen, el que lo esté llamando así …

- Sí … pero no estoy preocupado por ti … sino por lo que le puede pasar a él ahora que está en tu mira.

La joven solo sonrió.

Al salir el doctor de la habitación para darles tiempo a solas, el ambiente se tensó.

- Ahora dime … ¿En que te has metido como para verte involucrada con una de las duquesas e incluso con la primera princesa? - volvió a hablar el hombre con una sonrisa intimidante.

Melissa que tenía los ojos cerrados y mantenía su sonrisa aún comenzó a transpirar un poco por la incómoda pregunta de su padre.

 

Dentro de una sala de descanso, tres miradas serias puestas sobre un joven hacían que el ambiente fuera incómodo.

- Entonces … piensa sabiamente lo que dirás … si me sale un tres, no tendrás otra opción que regresar a la base, ¿entendido? - explicaba Fausto seriamente.

- Sí … entiendo … - respondió Aren.

- Vamos, Aren. No pongas esa cara, solo hay 1/6 de probabilidades de que salga tres. - comentó Glen.

- Sí … lo sé.

- … 1/6, ¿eh? … Yo no estaría tan despreocupado si fuera tú … Hay 17% de probabilidad que te atrapen. - afirmó Bruno.

- Que ya lo sé. - respondió Aren nuevamente.

El dado fue lanzado cayendo en medio del tablero de ludo. El resultado fue el número 4.

Un pequeño bullicio de los jugadores resonó en la habitación; algunos eran de alivio y otros de frustración.

Ya eran cerca de las 9 am y, en aquella sala de descanso donde los cuatro jóvenes sobrevivientes de aquel suceso en el abandonado pueblo llamado Tres Cantos, estaban jugando ludo tratando de matar el tiempo hasta que les dieran de alta; eran como si fueran unos viejos amigos disfrutando el juego.

- Oigan … ¿Cuándo dijeron que podríamos irnos de aquí? - preguntó Glen.

- Tal vez hoy … o mañana. Eso depende de los resultados de nuestros chequeos. - respondió Bruno.

- Ya veo … por otro lado, sobre la minivan …

- Oh, sobre eso no te preocupes, la srta. Alison ha mandado a comprar uno nuevo y enviársela a quien le alquilaste.- comentó Fausto.

- ¡¿En serio?! ¡Gracias, hombre! Ya estaba muriéndome de la preocupación.

- Sí … ya que la duquesa Minerva te ha brindado de su gracia, ¿quisiera saber si te interesa unirte a nosotros? - preguntó Fausto sutilmente.

- ¿Qué?

- Hablando de eso, la casa real también se ha mostrado interesado por tus servicios. La misma primera princesa quisiera reclutarte como uno de sus guardaespaldas. - interrumpió Bruno.

- ¿Cómo?

Fausto y Bruno se miraron de reojo como si estuvieran en una competencia. Mientras tanto, Glen observó a Aren como si pidiera ayuda.

Lo único que recibió de él fue un suspiro de alivio por no estar involucrado en el asunto.

- Oye, no me dejes solo en esto; no te olvides quién fue a salvarte. - murmuró Glen mientras retrocedía lentamente.

Antes de poder insistir en sus propuestas, la conversación fue interrumpida por un grupo de personas que ingresaron a la habitación.

- Oh, parece que ya están despiertos. - dijo Melissa al ingresar.

Todos quedaron algo pasmados al ver a aquella joven mujer.

- ¿Qué esperan? Vámonos.

- ¿?

Todos quedaron desconcertados, pero, luego del aviso del doctor que todos ya podían estar de alta, comprendieron la situación.

Lo normal era pensar que Aren se iría con la familia Beltrán, pero una pequeña conversación entre Melissa y Aren cambio un poco los planes.

- ¿Glen? Así te llamas, ¿no es así? Ven, también nos vamos. Mi familia desea agradecerte por tu 'ayuda'.

 Los dos guardias quedaron anonadados y se mantuvieron en silencio por la repentina invitación de la hija de un conde.

Glen no perdió tiempo y se fue con ellos dejando así a los dos guardias atrás.

- Le agradezco bastante su ayuda, mi lady. - comentó Glen feliz de salirse de la habitación.

- No me lo agradezcas a mí, sino a él que me lo pidió- dijo Melissa haciendo referencia a Aren.

Al ver Glen a su costado, observó un pulgar arriba de la mano de Aren. Rápidamente, el escape fue un éxito.

Aquel grupo que salía de la clínica lo esperaba un coche bastante lujoso y espacioso, casi parecido a una limosina y, de esta manera, se dirigieron a la mansión Beltrán.

 

Dando vueltas cerca de la entrada, se encontraba un mayordomo de edad mayor quien parecía algo preocupado.

«Esto es malo … pensé que la visita del joven Valladares sería un momento nostálgico y alegre para la señorita Emily … pero creo que la he cagado.» pensaba el mayordomo.

Viendo la hora en el reloj colgado encima del muro, el viejo hombre no dejaba de caminar.

«¿Y ahora? ¿Qué le digo al amo? … Espero que se demoren más tiempo-…»

Antes de terminar su dicho, se escuchó a un auto entrando a la residencia. Sí, eran ellos.

El mayordomo quedó preocupado y a la vez resignado; tan solo salió a recibirlos.

- Charles, ya llegamos. ¿Todo bien? - exclamó Roger como usualmente lo hacía al llegar a su casa.

- Me da gusto que todo haya ido bien, señor. Solo quisiera comentarle algo …

- ¿? ¿Qué pasó?

- Tenemos visitas.

- ¿? ¿Ha esta hora? No he recibido ningún mensaje de algún invitado para hoy.

- No, señor. Son visitas para la srta. Emily.

Todos los que ingresaban quedaron algo preocupados por aquellas palabras a excepción de uno.

«¿Quién es Emily? Ah, creo que es la chica que vino con Aren … Por cierto ¿darán de comer?» pensó Glen quien quedaba asombrado por la estructura de aquella mansión.

- ¿Quiénes han venido? ¿Son sus dos sirvientas?

- No exactamente … las jóvenes Rita y Noria han venido hace unos cuantos minutos, pero ante vino el hijo mayor del conde Valladares, Eduardo Valladares, el amigo de la infancia de lady Emily.

- ¡¿Qué?! - exclamaron inesperadamente Roger, Gladis y Melissa.

- Eh … ¿sabes de quien hablan- preguntó Glen.

- No, ni idea. - respondió Aren.

- A ya … entonces no me interesa.

- Ni a mí.

Mientras que ambos murmuraban, Melissa se dirigió de inmediato a la terraza, pues había sido informada que estaban ahí reunidos los visitantes.

- ¡Aren! ¡Ven tú también! - con un tono exhortativo habló la joven como si se tratara de un sirviente.

- ¿Soy yo o desde cuándo te habla así?

Aren suspiró.

«Debo irme de este lugar pronto.»