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Un héroe de otra época

Perseo es un hijo de Poseidón que no sabe que lo es hasta que la guerra está por llegar a Esparta. Su padre idea un plan para salvarlo de lo inevitable y preservarlo para el cumplimiento de la profecía. El corazón del héroe se queda prendado de una joven inmortal que vivirá para verlo convertirse en el héroe que salvara al Olimpo. ¿Podrán finalmente desafiar a la muerte?

EscritorDeFics · Movies
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11 Chs

Viajando en silencio

ZOE

El camino era agotadoramente silencioso. Solo se escuchaba el casqueteo de los caballos, mientras todo lo que veía por delante era… el trasero del caballo de Perseo y a Perseo con la cabeza agachada. De cuando en cuando se giraba para mirarme, pero yo le ignoraba. Realmente estaba molesta…

Porque él me había besado…

Trataba de no esbozar una ligera sonrisa cuando su mirada y la mía se cruzaban ocasionalmente. Y podía no hacerlo solo hasta que se había girado para concentrarse nuevamente en el camino. Tenía la esperanza de que este largo camino me ayudara a prepararme para todo lo que estaba por venir. Primero que Perseo me había dejado en claro que iba a dejarme con una amiga en quién sabe dónde. Él sabía que soy una hija de Atlas… y bueno mi padre pues era enemigo de los dioses y nadie querría tener a una hija de Atlas bajo su cuidado, sería como querer enfadar a los dioses.

Perseo me había besado… y él no sabe que yo estaba casi despierta.

Me sentí relajada y casi caigo nuevamente en el sueño debido al calor de sus labios y la delicadeza de ese beso. Me controle lo mejor que pude para no abrir los ojos o para extender mis manos y no dejar que separara su rostro del mío. Pero también era consciente de que habría remordimientos por eso que había hecho. Y los hubo. Se disculpó y no pudo mirarme a los ojos.

Cuando salimos de su casa no dejaba de preguntarme a mí misma porque había hecho eso. Porque me había besado si la noche anterior con ambos en pleno uso de nuestras facultades nos habíamos besado y el luego había dicho que no era una buena idea y que lo nuestro no podría prosperar. El rostro demacrado de Perseo y la mirada cansado me dijeron que estuvo luchando toda la noche como yo para sobrevivir a la angustia de ese fatídico momento. Él había tomado la pureza de mis labios y luego se había echado atrás… me sentía utilizada, aunque sabía que él no era esa clase de hombre. En realidad, yo le entregue mi primer beso. Pero aun asi sentía que me había despojado de algo muy importante como para que Perseo se arrepintiera. En ese momento Perseo detuvo su caballo y por consiguiente yo hice que el mío también se detuviera. Se giró y fue el primer contacto directo que teníamos desde que salimos de su casa hace varias horas.

—Vamos a detenernos a descansar. Deberemos llegar a Esparta al atardecer —Su voz sonaba cansada y un poco estresada… supongo que tampoco estaba teniendo un buen momento con lo que nos estaba pasando y con lo que estaba pasándole a él en particular, eso de ir a la guerra era como tener el pensamiento constante de que cada minuto podría ser el último.

—Claro… como quieras —dije sin darle demasiada importancia, no quería entablar una conversación que terminara en disputa, asi que simplemente dirigí el caballo a un lado del camino donde había un gran árbol frondoso donde podríamos permanecer hasta que tuviéramos que emprender nuevamente el camino. Sentí la mirada de Perseo seguirme en cada movimiento mientras desmontaba y liberaba de la carga de provisiones al caballo que me tocaba montar. Quería volverme y sonreírle, pero eso solo traería más problemas a la larga. Suspiró ruidosamente mientras yo seguía haciendo mis propias cosas.

—Iré a buscar algo de agua —Dijo suavemente tratando de llamar mi atención. Pero no le resulto ya que yo seguía de espaldas a lo que quiera que él estaba haciendo. No me gustaba tomar esta postura… pero luego de que él dijera que lo nuestro no podía ser… simplemente no podía actuar de otra forma… tampoco quería que se echara atrás solo porque me viera sufrir… prefería sufrir en silencio.

—Claro… yo prepare algo para comer —le respondí sin tomar mucha importancia de su partida, pero al no escuchar sus pasos retirándose y sentir su mirada penetrante me gire para verlo con el ceño fruncido y con los brazos cruzados mientras sostenía con fuerza el odre vacío.

—No hace falta —sentencio el finalmente, pero yo no estaba para sus actos de amabilidad, ya que ahora mismo ya no tenían sentido, el me dejaría saben los dioses donde con alguien desconocido y no volveríamos a vernos. En el mejor de los casos el encontraría alguien con quien compartir su vida y yo seguiría la mía. Asi que no tenia deseos de sus atenciones ahora mismo.

—Enserio ¿también vas a negarme eso ahora? —Me arrepentí en cuanto esas palabras salieron de mi boca, sobre todo por la entonación que le di. Me sentía fatal y al ver la cara de Perseo que se contorsiono en una mueca dolorosa, me sentí aún peor. Quería acércame más a él… pero me frene para no dejarme llevar por mis emociones en este momento.

—Zoe… —susurro Perseo desde donde se encontraba, casi podía sentir que su corazón sangraba al pronunciar mi nombre, que no se escuchaba como cuando lo dijo antes de besarnos, con tanta devoción que me rompía el corazón. Esta vez era un sonido áspero y doloroso. Cerró sus ojos con fuerza y se aferraba al odre como si fuera su salvavidas personal.

—Lo siento… yo no debí decir eso —me disculpé, pero sin siquiera levantar la mirada para buscar la suya y viera la sinceridad de mis disculpas. Si lo miraba a los ojos, esos bellos ojos verdes me tendrían a su merced y no habría nada que yo pudiera hacer para no despojarme de mi barrera de indiferencia.

—Zoe… —dijo esta vez con más vehemencia, pero sin gritar simplemente tratando de llamar mi atención para que nuestras miradas se encontraran, pero eso era lo que yo quería evitar.

—Sera mejor que vayas por esa agua —Me gire para no ver su reacción, no podía ver su rostro con lo distante que me estaba comportando, pero era lo que él había elegido. Y dolía como el hades ser asi con él después de todo este tiempo.

—Me duele tanto como a ti —susurro él y casi podía sentir que estaba apesadumbrado y a punto de quebrarse, pero no lo haría, seguramente no porque era un espartano y no hay lugar para el dolor ni esa clase de sentimentalismo. Aunque Perseo me había sorprendido con la suavidad de su trato hacia mi desde que lo conocí.

—Razón más que suficiente para que no digas nada más —le dije susurrando igual que él, pero lo suficientemente audible como para que me escuchara. Sentí sus pisadas alejándose de donde yo estaba. No era pisadas enfurecidas… era más bien arrastradas… como derrotado.

PERCY

Dolía y mucho la indiferencia de Zoe. Más de lo que podría imaginar que llegaría a doler que alguien amado te trate tan distante y frio. No quería ni mirarme… su espalda fue todo lo que vi en el corto intercambio de palabras que tuvimos hace unos momentos.

Me sentía desanimado. El viento era demasiado frio. El sol no estaba brillando como siempre. El cielo estaba más nublado de lo normal. Todo se sentía diferente. Todo se sentía mal. Todo era menos atractivo. El sonido de la naturaleza era torturante. Aun el ruido del rio era molesto y poco tranquilizador.

No quería sentirme asi.

Me arrodille a la orilla del rio para llenar el odre. Pero simplemente no podía dejar de pensar en las palabras de mi padre ayer por la noche. Sus palabras eran dolorosas… habían abierto viejos recuerdos sobre mi madre, mi vida y lo que estaba por suceder.

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En cuanto salí de la casa de Alejandro traté de despejar mi mente con todo lo que traía encima. Zoe, Eneas, mi padre, la guerra. Necesitaba calmarme un poco para no llegar y despotricar sobre los problemas que tenía encima. Además, todavía no estaba listo para mirar a los ojos de Zoe.

—Poseidon… padre… necesito un poco ayuda con esto —El agua se agito un poco y espere… espere… y seguí esperando. Nada. —Claro… que otra cosa podía esperar —dije medio molesto, pero no me duro demasiado ya que lo siguiente que recuerdo es que un ser extraño me tomo del cuello y me arrastro hacia el rio. Sentí pánico al comienzo. Sabía que podía respirar bajo el agua, pero la idea de ser arrastrado a lo profundo de un rio no era agradable. Instintivamente empecé a forcejear con el ser… que al parecer era una mujer ya que llevaba una larga cabellera plateada y movía sus pies con una agilidad y velocidad que no había visto nunca. Logre finalmente soltarme de su agarre y ponerme en una pose defensiva usando la jabalina que había tomado del taller de Alejandro.

—Tranquilo… príncipe… yo soy tu escolta —entonces vi su rostro. Ojos verdes como una esmeralda. Cabellos plateados. Un rostro agradable y facciones delicadas, pero se podía ver que no era precisamente el rostro que siempre llevaba. Su voz era como un susurro mortal que te escarapelaba la piel. Dude por un momento, no sabía si huir o quedarme.

—¿Quién eres tú? —pregunte de manera tensa. Ella me sonrió ligeramente. Dientes blancos como la nieve. A su alrededor empezaron a juntarse toda cantidad de peces del rio… esto se veía más raro de lo normal.

—Una náyade —respondió pensando un poco, seguramente podía sentir mi inseguridad. Y como estaba armado no era precisamente alguien a quien podía quitarle los ojos de encima.

—Esas son simples fabulas —dije sin pensar. Ella se acercó con su sequito de animales marinos. No baje mi lanza por temor a que fuera hacerme daño. No quería correr riesgos… mi subconsciente me gritaba todos los consejos del entrenamiento. Nunca bajar la guardia.

—¿Como los dioses? —pregunto ella con cierta burla en sus palabras. Si ella sabía de la realidad de los dioses significaba que tal vez ella podía ser parte de su mundo. Además del hecho que su aura me aceleraba el corazón.

—Oh… pero no te vez como una sirena —dije yo un poco contrariado con su aspecto casi humano. Llevaba puesta una túnica blanca hasta los tobillos que se movía armoniosamente con la corriente del rio. Ella gruño un poco alterada.

—¡Sirena! —sentí una ráfaga que me golpeo en el estómago haciendo que me retuerza ligeramente. La miré con un poco de disgusto… pero no arremetí contra ella porque supuse que había dicho algo incorrecto con eso de las sirenas.

—¡Ouch! No se supone que debas golpear a un príncipe —le dije mientras ella me levantaba una ceja aun con los rezagos de mi desatinado comentario.

—No se supone que me confundas con una simple sirena —respondió aun con el fastidio en su voz. Pero me ofreció su mano para que me enderezara. Y con la otra mano tomo mi lanza.

—Lo siento… —ofrecí mis disculpas un poco inseguro de que podría hacer ella con mi lanza ahora. Pero no hizo nada más que ponerla sobre su espalda. Se acercó hacia mi oído haciendo que se me estremeciera todo el cuerpo.

—No importa… mi nombre es Meer… pero no se lo digas a nadie… no solemos revelar nuestras identidades… pero ya que eres uno de nosotros —asentí tomando contacto con su mejilla… Ella rápidamente se alejó un poco sonrojada. Gracias a los dioses que yo pude mantener la compostura.

—Mucho gusto… yo soy —trate de desviar la conversación, pero ella se me adelanto.

—Perseo de Esparta… hay toda una revolución por el nuevo príncipe —más seres marinos se habían reunido a nuestro alrededor. Y murmuraban en un lenguaje que yo no podía entender en su totalidad. Era como que mi cerebro captaba solo ciertas palabras inconexas.

—Veo que… —respondí con un poco de desconcierto, no entendió porque tanto alboroto por mi presencia en el rio…

—Ahora sígueme… tu padre aguarda —dijo ella tomando mi mano. Este toque era diferente. Era más… profesional y menos personal. Asi que no tuvo ningún problema de dejar que me guiara. Además, que no podría igualar su agilidad en el agua. Poseidon me había dicho que aún tenía que trabajar en mis poderes ya que llevaban mucho tiempo desatendidos.

—¿A dónde vamos? —pregunte mientras ella me arrastraba rio abajo. No quería alejarme demasiado, ya era suficientemente malo que no llegara a la cena como para llegar en la madrugada y despertar a todo el mundo.

—Solamente unos kilometro rio abajo… a aguas más profundas —explico ella mientras esquivábamos algunos salientes y algunos troncos que iban a la deriva en el rio. Otros seres similares a ella se nos unieron e iban delante nuestro quitando cualquier obstáculo asi que el viaje iba más tranquilo.

—¿Y eso por qué? —Pregunte un poco curioso de porque tenía que reunirme con mi padre tan lejos… que había de malo en simplemente aparecer como antes lo había hecho… en realidad en las dos veces anteriores.

—Las cosas están un poco tensas allá arriba… asi que tu padre no quiere levantar sospechas —entendí que se trataba del Olimpo y de lo que mi padre había dicho que el "gran" Zeus odiaba a los hijos de sus hermanos y que procuraba darle muerte a toda costa, asi que fue ese uno de los motivos que hicieron que él dejara a mi madre. Finalmente, luego de varios minutos llegamos a una parte más profunda del mismo rio… era como una depresión que hacía de esa parte como una fosa y allí estaba la figura de mi padre quien tenía en sus manos su famoso tridente. Aun no me acostumbraba al hecho de que era mi padre y a veces había simplemente usado su nombre. Su fastidio no era mayor que su paciencia y comprensión.

—Perseo —él sonrió ligeramente. Yo solamente me quede de pie delante de él, mientras se aproximaba para darme un abrazo. Me tensé y no me di cuenta que aún mantenía la mano de Meer y pude ver que se puso completamente sonrojada por esa acción asi que decidí no avergonzarla más y solté su mano rápidamente cuando fui abordado por el abrazo de mi padre. Se sentía un poco tenso y no era como abrazar a mi madre definitivamente. Pero era mi padre… tendría que sentirse normal y natural.

—Poseidon —sentí que sus brazos me apretaron ligeramente. —Quiero decir… padre —me soltó y pude ver su sonrisa amarga. Por un lado, lo entendía, y por otro simplemente quería que me entendiera. No podíamos tener una relación fuerte de la noche a la mañana y él lo sabía… y sufría por eso tal vez.

—Gracias por traerlo Meer —agradeció mi padre dándole un pequeño asentimiento con la cabeza. Meer hizo una reverencia profunda y con ella las otras Náyades que le acompañaban.

—Es un placer mi señor… cuando guste—luego me extendió la mano de manera "profesional" la cual tome para estrecharla, no me atrevía a darle un beso en la mano ya que eso la avergonzaría con las otras náyades. —Adiós Perseo… nos volveremos a ver… pronto —dijo ella y no dude en responderle con el mismo tono dramático.

—Suena aterrador —ella me sonrió y luego hizo una seña para sus compañeras y empezaron a seguirla de regreso a por donde habíamos venido.

—Las náyades suelen ser muy reservadas en su trato con los seres extraños a su mundo… pero cuando entras en su círculo te protegen y cuidan como a su propia familia —me explico mi padre mientras veíamos como Meer y el resto de náyades se perdían entre la intensidad del color del rio.

—Supongo que eso es bueno —dije yo pensando en lo que había dicho Meer sobre que no daba su nombre a cualquier persona. Supongo que es mi primera amiga dentro del mundo marino.

—Necesitamos de la familia para que cuide de nosotros —la voz de mi padre sonaba ansiosa y nerviosa, como si quisiera decirme algo entre líneas.

—Si… supongo que si —suspire mientras pensaba en las palabras de mi padre, quien seguía con sus ojos puestos en mi a la espera de alguna clase de respuesta adicional. Pero no tenía nada más que decir.

—Entonces ¿porque me llamaste? —trato de aminorar la ligera tensión entre nosotros con esa pregunta. Las cosas aún eran torpes entre nosotros… quiero decir… habíamos conversado solamente dos veces… y por cuestiones de estrategia.

—Necesito ayuda con una situación —traté de sonar lo más seguro posible, pero la mirada de Poseidon me estaba escaneando completamente. Sentía como si ya supiera de antemano lo que estaba por decirle.

—Esta situación tiene que ver con una chica —le puse una cara de interrogación levantando una ceja lo más alto posible. Y empecé a balbucear tratando de pensar en que decir para desviar la conversación —No es una pregunta… es una afirmación —traté de desviar la mirada, pero seguía sintiendo que él no apartaba su mirada de mí. Eso era incómodo.

—Sabes eso de que seas dios y lo sepas todo no es un juego justo —gruñí con un poco de disgusto mientras que el soltó una pequeña carcajada dándome un pequeño golpe en el hombro. Eso se sentía menos torpe que el abrazo. Tal vez solo necesitábamos tiempo para que la relación padre-hijo fuera a buen puerto.

—No fue a través de eso que descubrí de que se trataba —sonaba como si me estuviera siguiendo a cada paso… un acosador… un padre perverso que no despega un ojo de su reciente descubrimiento de hijo.

—Peor aún… ahora eres un padre acosador —el soltó la carcajada completa, no sabía que podía ser tan casual en su comportamiento. Tal vez yo lo estaba encasillando en la formalidad, pero asi como estaba actuando ahora era más fácil no sentirme un extraño y no percibirlo como un extraño.

—Hace falta ver tu mirada para saber que estas teniendo un problema sentimental muy grave —mis ojos… no tenían nada en particular o al menos eso pensaba yo. Pero mi padre había estado manteniendo su mirada fija en mis ojos a pesar de que yo desviara la mirada.

—Ok… entiendo, entiendo —dije finalmente derrotado ante la evidencia que no podía negar por más tiempo. No sabía cómo explicárselo. Era tan difícil hablar de esos temas abiertamente.

—Entonces… —me sacó de mis pensamientos, pero yo seguía un poco extraviado pensando.

—¿Entonces qué? —pregunté todavía sumido en mis pensamientos.

—Si me dices el problema podre darte el consejo… pero te advierto que puede que no sea lo que esperas —su voz sonaba grave. Los asuntos del corazón siempre eran complicados y yo sabía que tendría que asumir que la solución a mi problema no sería sencilla.

—Al menos tendré a quien culpar en el futuro —dije yo en tono gracioso y tratando de sonar ligero, pero parece que Poseidon no tenía la misma percepción.

—Me guardo el consejo —su rostro era neutral y parecía un poco reservado con las palabras después de mi comentario.

—Era broma… solo necesito otro punto de vista… y eres lo más cercano a la familia que tengo ahora —el rostro de mi padre se ensombreció aún más. No pude descifrar por qué. No sabía si era porque eso le recordaba que mi madre estaba muerta o porque lo dije "lo más cercano a una familia" sin incluirlo dentro de mi familia.

—Claro… entiendo —dijo el un poco perturbado y con la voz un poco quebrada.

—Perdón… no quería que sonara tan… tan…duro… es solo que todavía estoy haciéndome a la idea —Mi padre me sonrió ligeramente, pero aun podía ver el pesar en sus ojos.

—Está bien… no hay prisa por eso —me dio un pequeño golpe en el brazo y luego me invito a sentarme en una formación rocosa que había en el fondo del rio. Esta iba a ser una charla interesante.

Le conté todo lo relacionado a Zoe. A como la conocí y como me sentía con respecto a ella. De cómo hacía que mi día fuera interesante y lleno de emoción. Le conto todo lo que paso durante mi viaje de regreso. Como ella se había acostumbrado a estar cerca de mí. Y también le conté lo que había pasado y como me sentí cuando ella no pudo entender porque yo era tan atento con ella.

—Primero que nada, te diré que tomes la decisión que tomes… debes tener en cuenta que ella es una hija de Atlas… enemigo del Olimpo y por lo tanto… está bajo el escrutinio del Olimpo —claro que sabía que era hija de Atlas… pero no era justo que los hijos pagaran los errores de los padres… sino ¿qué hace Zeus como rey de los dioses teniendo un padre como el que tuvo?

—Pero ella es inocente —suspire con frustración de no saber qué hacer con Zoe.

—¿Crees que no lo sé?… no la estoy acusando… solo te estoy dando las evidencias —mi padre suspiro igual que yo con algo de frustración no se veía del todo contento.

—Lo siento… no puedo creer que Zoe tenga menos crédito que el maldito de Hércules —Mi padre sonrió ligeramente mientras yo recordaba lo que había visto del "gran" Hércules.

—Él es servidor de los dioses… asi que eso lo sitúa en una buena posición a pesar de sus atrocidades… eso… y que es hijo de Zeus —Hijo de Zeus… eso está sobrevalorado… y claro si es que es servidor de los dioses ellos abogaran por el antes que por la hija de un enemigo del Olimpo.

—Bueno algún día… no estará papi para protegerlo —susurre con un poco de rabia.

—Bueno volviendo al punto… Si piensas que lo que sientes por ella es amor —cuando dijo la palabra amor se me congelo el cuerpo… realmente no sabía de qué se trataba. Obviamente encontraba a Zoe sumamente atractiva… pero había algo más… algo abstracto de ella que me tenía intrigado e interesado… algo diferente… algo que no se dice ni se ve… simplemente se percibe.

—No lo sé… quiero decir… lo se… no lo sé… es tan complicado —lleve mis manos a mi cara y la frote con frustración. Mi padre solamente puso su mano sobre mi hombro y no dijo nada por unos minutos.

—El amor suele serlo —dijo finalmente. Levante mi rostro para ver el suyo. Obviamente sabia de lo que estaba hablando. Se podía ver el paso de una decepción en su vida.

—¿Cómo supiste tú que amabas a mi mama? —la mención de mi madre hizo que el retirara la mano y cerrara los ojos mientras que su fruncía el ceño —Ohhh perdón no quise hacer esa pregunta —mi padre negó rápidamente con la cabeza.

—Está bien… es solo que ha pasado tanto tiempo… pero el recuerdo es tan fresco que aun duele —se notaba en su rostro ese dolor o incomodidad que sentía al hablar de mama.

—¿Que paso? ¿Porque duele? —quería saber un poco más de este hombre… dios… que era mi padre. Tal vez esta era la manera de cerrar brechas entre nosotros.

—Cuando conocí a tu madre yo me disfracé como un pescador entre la gente de Esparta, ella daba clases a los niños de la academia… Yo iba cada tanto a Esparta ya que el mar está un poco retirado de Esparta… y la conocí en el mercado. Ella estaba dando una lección del comercio y las diferentes actividades económicas que hacían de Esparta una ciudad-estado prospera y en crecimiento —sus ojos se iluminaron cuando hablo de ella y de las cosas que ella hacía. Era raro verlo asi… ya habían pasado años desde que ella murió.

—Suena como mamá —dije recordando como ella me enseño todo lo que se en cuanto a lo intelectual, ella me enseño de los dioses, sobre Esparta y nuestro lugar en la historia.

—Ella era la doncella más hermosa de esos días, recuerdo a menudo que algunos capitanes del ejército se ofrecían a escoltarla durante sus lecciones al aire libre. Yo solamente la seguía con la mirada a donde quiera que iba y prestaba atención a cualquier palabra que saliera de su boca… y al parecer eso no pasó desapercibido para ella… en cierta oportunidad ella se acercó al pequeño puesto donde yo vendía pescado y me compro algunos alegando que hoy pensaba hacer un delicioso caldo… yo solamente la observaba… y asi fueron uno y otro y otro día… ella venia y siempre me hacía alguna clase de comentario sobre lo que pensaba hacer o sus planes y sueños —entendí entonces porque yo era tan… tan… lento? No podía encontrar la manera de tomar la iniciativa con Zoe… solamente destellos de atenciones… pero tal vez no era suficiente. Tal vez ella necesitaba que fuera más allá de eso.

—Creo que te perdiste en tus pensamientos —dije mientras mi padre estaba con la mirada perdida… realmente estaba disfrutando de sus recuerdos.

—Lo siento… fueron buenos tiempos —asentí con comprensión, no quería quitarle la ilusión que estaba sintiendo al recordarla. Yo también necesitaba saber sobre ellos. —Ella siempre quiso vivir retirado de Esparta… cerca de la costa… tener una casa y criar animales y vivir una vida pacifica… ya no tenía demasiados deseos de enseñar… asi que yo me adelante y compre la propiedad que ahora posees… claro sin decírselo… Un día no pude evitarlo más y simplemente le pregunté su nombre… Zyla… era poesía pura… en fin… —no sabía que mis propiedades habían sido el legado que mi padre me había dejado. Me sentí más que feliz de haber hecho por Eneas lo que hice. En nombre de mi mama no era propiamente común entre nuestro pueblo… me conto que sus padres lo escogieron porque les pareció intrigante.

—No has llegado al punto —nuevamente se estaba extraviando de nuestra conversación y no quería perderlo mientras el divagaba en el recuerdo de algo que ya no es… eso no sería bueno para él.

—Lo sé… es solo que quería que entendieras que eso que tu sientes… o experimentas con Zoe… no significa mucho si es que solamente son sentimientos, cuando yo me fije en tu madre… lo demás dejo de ser importante para mí… y ella se convirtió en mi preocupación… ella nunca lo supo, pero hubo varias veces en que tuve que encargarme de algunos espartanos que tenían malas intenciones. Cuando uno ama prácticamente asumes la vida de tu amada como lo más precioso… velas por ella, te preocupas por su bienestar y seguridad. Y estas dispuesto a sacrificarlo todo —sacrificio… sonaba más profundo de lo que parecía. Me quede pensando en eso… en el valor que una persona puede tener en nuestras vidas y de cuanto estamos dispuestos a dar por esa persona.

—¿Entonces me estás diciendo que…? —trate de dar una insinuación para que mi padre prosiguiera con su narración. No quería tener que escuchar que no podía ser de Zoe y ella mía… eso era demasiado despiadado como para considerarlo.

—Te estoy diciendo que tu amor debe ir acompañado de grandes decisiones y buscar el bien de ella —Ella no podía vivir en el mundo sin alguien que la protegiera del escrutinio de los dioses… siempre seria a sus ojos un posible enemigo ya que era hija de Atlas…

—¿Entonces entregarme a ella es incorrecto? —dije con una punzada de dolor que hizo que apartara la mirada de mi padre. El suspiro pesadamente y luego puso su mano en mi hombro…

—Te dije que posiblemente no era lo que querías escuchar —susurro mientras yo mantenía mis ojos cerrados pensando en el dolor que tendría que soportar de verla lejos de mi… en el dolor que tal vez le causaría a ella misma si es que sentía alguna clase de afecto hacia mí. Ni siquiera tenía la certeza de que mis afectos y sentimientos fueran a ser correspondidos.

—¿Que paso con mama y tú? ¿porque nos abandonaste? —trate de desviar un poco la atención de la conversación porque no quería la compasión de mi padre… sonaba tan bajo tener que confesar que me dolía el alma de solo pensar en que tenía que abandonar a Zoe ahora…

—Pasamos un par de meses en la incertidumbre de encuentros eventuales… pero fue ella la que me empujo a expresarle la intensidad de mis sentimientos… fueron meses gloriosos… yo pasaba más tiempo en la tierra que en mis dominios y el Olimpo… ella jamás me obligo a decirle quien era… o porque tan de repente había aparecido en Esparta… supongo que siempre lo sospecho. El punto fue que luego de comprometer nuestras vidas por la eternidad y fruto de ello fue que fuiste concebido, Zeus empezó a husmear en nuestras vidas y me encontró y a tu madre junto a mi… luego de muchas disputas y amenazas de guerra fui persuadido por Hestia para pensar en preservar la vida de tu madre y la tuya antes que mi anhelo personal de tenerla conmigo por siempre… —Asi que eso fue lo que tuvo que hacer… casi podía entenderlo… casi… todavía me costaba creer que una deidad no podía manejar sus horarios para atender a su familia.

—Pero ¿y la inmortalidad? —pregunte tratando de encontrar las soluciones que el tal vez no había tenido en cuenta. Él me sonrió ligeramente, pero podía ver el dolor que provoque con esa pregunta.

—Ella se negó… una y mil veces… y eso me destruyo porque sabía que ella pasaría del mundo de los vivos algún día y eso me traería un dolor que jamás podría superar —su voz se estaba quebrando poco a poco y no podía controlarlo, podía sentir que el agua se movía de manera desproporcionada con cada palabra que salía y el dolor era evidente… era todavía demasiado para él. Decidí que no dejaría que luchara solo contra eso, asi como también sabía que el también estaría allí para mí.

—Lo siento… no sabía que había pasado todo eso… ella siempre hablo bien de ti… sabes… decía que no podría haber elegido un mejor hombre para que yo fuera concebido —sonaba raro hablar de mi concepción… pero era lo que mama siempre dijo… obviamente sin que mi padrastro lo supiera. Aunque sospecho que él siempre supo que mi padre fue el gran amor de mi madre… aunque también él sabía que tenía un lugar importante en el corazón de mi madre.

—Lo que importa ahora es que tú puedes hacer lo correcto… aunque duela… de eso se trata el amor… de sacrificios… pero casi nadie se atreve —trate de parecer lo más calmado posible cuando por dentro estaba derrumbándome ante la idea… eran demasiados sacrificios juntos… primero con el plan de papa… luego Zoe aparece en mi vida y lo cambia todo y ahora también tengo que dejarla ir…

—¿Que me sugieres? —tal vez o debí haber preguntado… pero yo no tenía la respuesta a mi pregunta asi que supongo que tendría que seguir el consejo de mi padre.

Paso un poco más de una hora en la que mi padre me explico las alternativas que tenía y que podrían ser lo mejor para Zoe… sonaban terribles cada una de ella… todas tenían una misma premisa: Zoe tendría que estar lejos de mi… muy lejos…

—No sé si pueda mirarla a los ojos y decirle que tiene que irse —sentía que me tiritara el cuerpo, como si la sola idea será demasiado como para soportarla.

—Yo tampoco pude mirar a tu madre cuando me fui —pude oír el susurro de su voz y supe de inmediato que tal vez la manzana no cae tan lejos del árbol… tenía más cosas en común con mi padre de las que me imaginaba… el destino me lo estaba demostrando.

—Ella me va a odiar por siempre —trate de razonar, pero simplemente estaba perdiendo la cabeza con todos los escenarios posibles… y en todos… Zoe terminaba odiándome…

—Pero vivirá… en cambio a tu lado será más corta su vida —Mi padre trato de ser suave con eso… pero creo que fallo porque me sentí peor de lo que ya me sentía.

—Tienes 2 alternativas… debes elegir una… y vivir con las consecuencias —suspiro al final dándome a entender que no había razonamiento que pudiera librarme de la decisión que tenía que tomar.

—No sé si pueda —suplique… rogué por alguna otra solución…

—No puedes… yo no pude… pero sé que hice lo correcto —su voz sonaba tan amarga, tan llena del dolor de las consecuencias, que supe inmediatamente que en algún momento me sentiría asi. Y no quería… pero tampoco quería arruinar la vida de Zoe… eso sería peor… eso no tendría perdón.

—Es muy poco tiempo… mañana debo partir —trate de ganar tiempo… necesitaba pensar en lo que iba a decir… no quería matarla con mi frialdad para enfrentar las cosas.

—Entonces es mejor que vuelvas —dijo mi padre mientras me extendía la mano para ayudarme a levantarme. Tome su mano y el me abordo en un abrazo que reflejo su dolor más profundo al ver que me enfrentaba ante la encrucijada que alguna vez él tuvo que enfrentarse. Sentí que quería llevarse mi pesar con su abrazo y yo quería que alguien me ayudara a llevar esta carga.

—No es justo… —susurre mientras él me sostenía en sus brazos.

—La vida no es justa Perseo… no sabemos cuánto tendremos a los que amamos… asi que asegúrate de no dejar pasar el tiempo —sus palabras trajeron algo de alivio… pero todavía tenía un penoso camino por recorrer —Cierra los ojos — me ordeno y no dude en hacerlo… sentí una fuerte luz que se irradiaba a mi alrededor y cuando esa luz se extinguió abrí mis ojos y estaba en el lecho del rio donde fui tomado por Meer… mi lanza estaba en la orilla, asi como una bolsa, era suministros de néctar y ambrosia…

—Padre… —susurré tratando de contenerme… pero no pude.

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Suspire pensando en ese día… había hecho la parte más difícil al negar mis sentimientos por Zoe y había permanecido firme en mi deseo de cuidarla con todo lo que tenía al alcance de mi mano… aun mi propia vida.

Volví a donde Zoe estaba, la cena ya estaba preparada… no me pregunto porque había tardado tanto… no me hablo y yo no hable tampoco solo hice lo que tenía que hacer, comer… y luego volver a poner las provisiones restantes en los caballos para seguir nuestro camino. Todavía teníamos un par de horas para poder llegar a Esparta. El camino siguió siendo una tortura para mi corazón ya que ni siquiera podía ver su rostro…