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No estaba solo.

El capitán de la expedición rusa contuvo sus emociones.

Estaban volando a gran velocidad guiada por el Anciano Vladislav cuya expresión era igual de solemne que todos.

Se estaban acercando a la torre de tamaño mediano y el número de almas se estaban volviendo cada vez más altas.

Eran almas simples, perdidas y sin razón que soltaban lamentos desenfrenados sin poder hacer nada, pero la cantidad que se estaba reuniendo era inmensa.

Algunas de ellas se habían vuelto espíritus maliciosos que parecían agresivos y otras veces se podían ver algunos fantasmas extraños y cambiados.

Cada espíritu era diferente y como el cambio era parecido entre ellos, se pudo darle el mismo nombre y saber sus debilidades, pero el problema era la cantidad.

En este mundo teñido de blanco y negro, las almas podían ocultarse y no aparecer, pero que se dejaran ver miles de ellas, daba la sensación de que aquellas que no se revelaban podían ser un número aún más aterrador.

Una tragedia cruel había sucedido y la esperanza de esa raza se convirtió en su perdición… Un mal giro del destino.

Y ahora era su torno para cambiar esa situación a la vez a la vez que se salvaban a sí mismo.

Que estuviera su salvación y la de una raza atada al mismo objetivo, era una responsabilidad bastante pesada.

Sin embargo, para el capitán pensar en el éxito actual era ser idealista.

Necesitaban llegan a la torre, limpiarla y avanzar al último piso para derrotar al sacerdote que se encontraría en ese punto.

Vladislav le informó todo lo que sucedió en la primera torre y si bien ellos eran mayores en número, no estaban en las mejores condiciones.

Si las cosas salían mal… El capitán detuvo su tren de pensamiento y su expresión se volvió seria otra vez.

Avanzando a gran velocidad, Vladislav se detuvo a varios kilómetros de la torre mediana.

Él tenía que dirigirse a la torre central y solo los estuvo acercando a su destino.

"No se arriesguen. Es importante salir, pero podemos volver a intentarlo una segunda vez si es complicado." Dijo Vladislav con una mirada solemne.

Trataba de calmarlos a todos, pero sus palabras ocasionaron la reacción contraria.

"No tiene que preocuparse. Nosotros lograremos nuestro objetivo." Declaró el capitán hablando por todos.

¿Intentarlo una segunda vez?

Ellos estaban agotados en esta primera vez y era posible que, en la segunda vez, fueran una carga en vez de ayuda.

Debía terminar el trabajo ahora mientras tuvieran la oportunidad.

Necesitaban limpiar esa torre y ganar ahora o en la siguiente vez quien se tendría que mover seria Vladislav y lo haría solo.

Ellos no se estaban acostumbrando a este ambiente y eso se estaba volviendo su perdición.

Retrasar este asunto haría disminuir sus oportunidades de éxito en gran margen.

"Lo entiendo. Es mejor que me hablen por cualquier situación." Dijo Vladislav y antes de darse vuelta, agregó. "Buena suerte."

Con tales palabras se fue volando dirigiéndose a la torre central que estaba a lo lejos.

El capitán observó a su grupo con seriedad y todos asintieron.

Eran catorce miembros de rangos S y si bien estaban debilitados, necesitaban demostrar que no eran un estorbo y que no eran inútiles.

"Muévanse, esa torre no se limpiará sola." Declaró el capitán volando mientras se ocultaban de esas almas desdichadas.

Necesitaban limpiar la torre para permitir que el Anciano Vladislav diera el golpe final.

No sabía que era lo que Vladislav se encontraría en la torre central, pero esa torre era la 'principal' y la más grande, era muy posible que se encontrara con un enemigo fuerte.

Las posibilidades eran infinitas y entre ellas la posibilidad de perder podía suceder.

¿Qué sucedería con la tierra si llegaba ese caso?

Tal vez debido a que ellos actuaron de este lado era posible que el portal abismal se terminara convirtiendo en una puerta para las almas y espíritus desdichados.

Una vez que salieran era muy posible que en su estado trataran de robar la vitalidad de todo ser vivo y la tierra se convirtiera en un páramo sin vida.

Cuando los pensamientos del capitán llegaron a ese punto, su expresión se volvió cada vez más seria.

Ellos se estaban ocultando a cada momento que viajaban, pero si personas normales estuvieran en este lugar… Su vitalidad ya hubiera sido robada, llevándolos a la muerte.

Había muchas razones para esforzarse y todas ellas lo empujaban con mayor fuerza.

******

Vladislav surcó el cielo y avanzó a gran velocidad.

Su espalda estaba encorvada y su expresión daba la sensación de estar cansado.

Viajando a través de almas desdichas su velocidad aumentó y entonces, cuando se alejó lo suficiente, su expresión mejoró de inmediato.

Su espalda se volvió erguida y todo rastro de cansancio desapareció por completo, como si nunca hubiera sucedido.

Su velocidad se triplicó y la gran torre principal que se podía ver a lo lejos, fue creciendo lentamente.

Era una enorme torre que se podía ver desde lejos y cuando uno se acercaba, era nada más que una vista impactante.

Entremezclando el blanco y el negro dando una tonalidad grísea, la torre se erguía de forma indomable.

Acercándose sin temor y sin miedo, en la entrada de esa gran torre pudo ver varios espíritus malignos tratando de derribar la entrada.

Vladislav agitó su mano y varias lanzas de agua concentradas viajaron a gran velocidad atravesando a esos espíritus.

A diferencia de que los ataques de otros individuos, sus ataques ahora mismo contenían una gran cantidad de energía mágica y fue lo suficiente potente como para hacer desaparecer a esos espíritus.

Era posible que se volvieran a formar en unas horas, pero sería imposible que se materializaran como antes y se volvieran corpóreos.

Descendiendo en la entrada de la puerta, Vladislav creó una barrera de agua traslúcida alrededor de su cuerpo.

Sabía que había almas que no podían volverse corpóreas y si bien no lo dañaban, generaban varias sensaciones que le causaban disgustos cuando se pegaban a su cuerpo.

Observando la gran entrada, él se convirtió en agua y se filtró por las grietas.

Al entrar pudo sentir la barrera típica de esas construcciones contra fantasmas y si bien algunas estaban dañadas otras funcionaban.

El interior a donde había llegado era una gran sala conectada a diferentes pasillos que iban a diferentes direcciones.

Todo estaba sucio, viejo y lleno de polvo, pero había 'residentes'.

"¡HHAAAA!"

Los gritos infernales de esos espíritus resonaron y lo asaltaron de inmediato al ver a un vivo.

Vladislav sacando su bastón principal lo agitó creando una ola de agua que le dio color al mundo.

"¡GAAA!" Los fantasmas rugieron, pero fueron arrastrados por el agua.

Su bastón le dio pureza a su magia de agua, permitiendo que aquellos tocados por ella fueran purificados.

Y él avanzó.

Nadie pudo interponerse en su camino cuando él mismo se transformó en una ola imparable que avanzó por los pasillos purificando e inundando todo a su paso.

Cuando algún fantasma de rango S aparecía para atacarlo, solo era tragado por la ola y a pesar de que era un 'fantasma', fue ahogado por el agua de una forma aterradora.

La sensación de 'debilidad' que había visto el capitán de la expedición, no estaba presente y en este momento se dejó ver la fuerza de un rango SS.

Llegando a la escalera, el agua empezó a aumentar y comenzó inundar las habitaciones, entonces se fue elevando por las escaleras.

Subiendo como si de alguna inundación a gran escala sucediera, Vladislav avanzó cada piso aumentando aun mayor la intensidad del agua.

Entre el blanco y negro de este mundo, el color celeste del agua era intenso y muy llamativo.

Cada piso fue inundado en gran medida, pero el agua no generó presión en las paredes buscando romper la torre, solo avanzaba hasta donde la voluntad de su creador le ordenaba.

La torre era alta, pero Vladislav era poderoso y él arrasó con todo a su paso, dirigiéndose al final.

Hasta que llego al último piso.

"¡GRAAAA!"

El último piso de la torre era enorme y las columnas que daban al techo, estaban posicionadas de tal forma que generaba un círculo.

En ese círculo se encontraba un altar y un sacerdote rezando de forma devota.

El círculo generaba una barrera y afuera de él, estaba un espíritu golpeando la barrera con una fuerza implacable.

No podía romperla, pero la intensidad y la ferocidad era sin duda demasiado impresionante.

Alrededor de ese implacable fantasma se encontraba un cadáver… O los huesos de uno.

"Llegaste a este punto." Murmuró Vladislav reformando su cuerpo.

Sin salir mojado de su propio hechizo Vladislav observó atentamente a ese fantasma y lo reconoció.

Era el 'Slaran' que había visto el futuro y le había dejado esos cristales de grabación con la guía y para que pudiera rearmar el rompecabezas de este mundo.

Ese individuo había logrado llegar hasta el último piso de esta gran torre.

E incluso tras morir, su alma transformada en un espíritu maligno seguía golpeando la torre con fuerza.

Había perdido la razón y él no se quedó en este mundo porque no podía ir al río de la reencarnación, sino que era diferente.

Su objetivo era tan fuerte que incluso después de la muerte, siguió queriendo cumplirlo.

Liberar a su gente de la maldición.

Lamentablemente ahora había perdido toda razón y se había transformado en un espíritu maligno de rango S, que era guiado por sus objetivos.

Vladislav caminó con calma y observó el centro de ese círculo.

El sacerdote no era un fantasma, sino que era el cuerpo verdadero de un Slaran que rezaba devotamente al altar.

En ese altar se encontraba una esfera que liberaba una poderosa fuerza y era esa esfera lo que mantenía la divinidad de los guardianes de este mundo y a la vez mantenía desconectado a este mundo de todo.

Era necesario que el otro grupo rompiera el altar en esa torre mediana para que él pudiera destruir este.

Sin embargo, antes de que pudiera destruirlo había un gran problema.

El Slaran que estaba rezando, se levantó despacio.

Era alto, media cerca de dos metros y medio.

Su cuerpo era delgado y se podía describir como flaco lo que daba la sensación de ser débil, pero cuando uno sentía la fuerza mental y espiritual que liberaba, dejaba en claro que no era simple.

Entonces, ese Slaran se giró y observó primero al espíritu de ese profeta y luego a él.

Los colores blancos y negros fueron desapareciendo de sus alrededores y ese Slaran empezó a obtener color.

Su piel celeste resalto con gran énfasis y si bien no tenía cabello, sus ojos también dejaron ver un color azul total.

Vladislav pudo sentir la fuerza de ese individuo y sonrió.

"Estás vivo." Señaló Vladislav riéndose con suavidad y manteniendo su bastón en alto, declaró. "No te preocupes, no lo estarás por demasiado tiempo. Yo terminare con tu sufrimiento."

Podía sentir que ese individuo era un rango S, pero esa fuerza posiblemente podría aumentar cuando él lo deseara.

Al igual que hizo el otro sacerdote en la anterior torre y el problema era que este oponente, estaba en el límite del rango S.

Si usaba el mismo método que el otro sacerdote… Se iba a enfrentar a un gran enemigo.

Sin embargo, Vladislav no revelo miedo o temor, solo dio una sonrisa digna de un rango SS.

Hoy no tenía miedo y eso era porque no estaba solo.

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