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Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 454

Los vehículos que fabricó Motores Hoshino, una empresa subsidiaria de la familia Hoshino, eran vehículos grandes todo terreno. En estos momentos gran parte de la nación del Rayo no estaba acondicionada para los vehículos de ciudad. Así que lo mejor para ellos era fabricar vehículos que pudieran moverse por el tipo de terreno irregular, con barro, lluvia y malesa. Desde vehículos de transporte de mercaderías a vehículos de paseo. Estos últimos tenían una figura rustica, con un armazón resistente. Por dentro eran cómodos y perfectamente acolchados. Lo mejor era la amortiguación que estaba por encima de lo fabricado por la familia Takahashi, en la nación del Fuego.

Por supuesto, ningún vehículo había salido a la venta, pero los Hoshino esperaban que con la demostración de Kain a los daimios, se empezaran a vender. Después de eso vendría la intervención del gobierno, la reestructuración de las calles y el sistema jurídico que regirá el viaje en vehículos.

Solo ciudad Tengu estaba preparada para mover estos vehículos y los vehículos de la familia Takahashi. Era una ciudad pensada en cómo sería el futuro.

—¿Qué es esto?— preguntó el daimio de la nación de la Tierra. Era un hombre mayor, de cabello oscuro, ojos rasgados y estómago prominente.

Kain sonrió y le dijo —es un vehículo y puede andar por todo tipo de superficies: barro, pantanos, tierra árida, desierto, colinas empinadas. Por supuesto, no es invencible, pero es lo que lo llevara a la mayoría de los lugares ¿Quiere darle una oportunidad?—

El daimio asintió fascinado. Kain le abrió la puerta y le mostro el interior con asientos de cuero. Sin embargo, el daimio no le hizo mucha gracia cuando no pudo levantar la pierna por su ropa y no pudo alcanzar el peldaño que lo ayudaba a entrar al interior del vehículo.

Kain sonrió de forma confiable, asintió y llamo al grupo con pequeñas escalerillas de dos peldaños. Eso era más que suficiente para que pudieran alcanzar el vehículo.

—Vamos, adelante, soy consciente de que es algo incomodo, pero todos van a necesitar la escalerilla ¿O usted creer que las damas con sus kimonos van a poder levantar su pie?—

El daimio miró hacia atrás y su esposa asintió. El daimio miró a Kain y asintió, se subió y después lo siguió su esposa. Una mujer en sus veintes, para su sorpresa, era shinobi y bastante glamorosa. Kain se acercó, le tendió la mano como apoyo y la mujer acepto la ayuda con una sonrisa y una mirada que implicaba algo más que agradecimiento, pero Kain prefirió hacerse el desentendido. No era momento para mostrarse coqueto, menos con la esposa de un daimio.

Onoki entró al último y se sentó en el vehículo. Kain cerró la puerta y el resto de los kages y daimios subieron a los otros vehículos. Los choferes eran todos de la policía de la ciudad.

Kain tomo el primer vehículo junto a Jin, este último manejaba. Por supuesto, como anfitriones, el daimio y su hija se subieron al vehículo de Jin.

Los vehículos se encendieron y soltaron un rugido agradable al oído.

Jin apretó el pedal y condujo por las calles de ciudad Tengu. Llegó a sonreír de los suave que se sentía el movimiento. Ni comparación con los otros vehículos que habían llevado de regalo a Kumogakure.

—Kain-sama— dijo la princesa del país del rayo con una timbre de voz suave y educado.

Kain miró por el retrovisor hacia los asientos traseros. Ella estaba sentada al lado de su padre. Un anciano canoso y moreno.

La joven morena de cabello purpura llevaba un furisode rojo con detalles florales y un obi negro que acentuaba su figura. Tenía un bonito rostro, el cabello morado ordenado en una coleta. Todo en ella era bonito y delicado, pero lo que más destacaba eran sus ojos. Eran grandes y expresivos, pero trasmitían un sentimiento felino en su mirada, como un gato relajado, pero muy atento.

—¿Sí?— preguntó Kain con tranquilidad mientras la miraba por el retrovisor

—¿Hacia dónde nos lleva? Usted no dijo nada— dijo la princesa, ella sonreía, era una bonita sonrisa. La boca grande, los labios carnosos separados y dos corridas de dientes blancos.

Kain pensó que era una pena que sus ojos no sonrieran —aaah, con respecto a eso— dijo en un tono de voz amistoso —una sorpresa deja de ser sorpresa si se revela, pero no se preocupe. Tengo muchas cosas entretenidas que llenaran de ideas su cabeza. Se lo garantizo, usted estará pensando en ciudad Tengu durante una semana y para el final de ese periodo, le pedirá a su padre vivir aquí—

—Eso lo dudo— dijo el daimio con un tono de voz estricto, poco feliz con la actitud de Kain. Conocía lo suficiente a Kain para saber que era un gran genio, pero adicto a las mujeres y el daimio no esperaba entregarle su hija a un tipo como Kain, incluso si eso significaba perder influencia.

Kain miró al viejo daimio y sonrió con tranquilidad. Después miró hacia adelante y vio las calles semi deshabitadas de ciudad Tengu. Era un proyecto que se estaba formando a fuego lento, pero que poco a poco estaba tomando forma. En un par de meses más iba a ser el examen chunin y después de eso, los millonarios y personas influyentes de todo el mundo se vendrían a vivir a este lugar. Aquí estaría el glamour, la variedad, la entretención y, sobre todo, una relativa seguridad…o al menos sería más seguro que sus países, donde si no tenías un ejército de shinobis, podías morir a la vuelta de la esquina.

Kain vio que se acercaban a un enorme edificio de dos partes conectado por un largo puente rodeado de vidrio. Toda la estructura tenía varias decenas de pisos con una fachada blanca que daba un aspecto limpio y agradable. La mitad izquierda era el hospital de ciudad Tengu y la mitad derecha, la universidad de medicina. En estos momentos solo se impartía medicina tradicional, pero en un futuro próximo también se enseñaría ninjutsu médico, desintoxicación y otros conocimientos provenientes del rubro shinobi.

Jin continúo manejando hasta llegar a una esquina, doblar a la izquierda y acercarse por el costado del hospital. Entonces vio una caseta de guardia en medio de dos calles. Una de entrada y otra de salida de los estacionamientos.

El daimio se asustó bastante al entrar al subterráneo del hospital y bajar dando vueltas hasta detenerse en el último subterráneo. Era un lugar vacío y acondicionado para los vehículos de los daimios y kages.

Kain se bajó del vehículo, fue a la puerta del daimio y Jin a la puerta de la princesa. Ambos abrieron la puerta casi al mismo tiempo y los ayudaron a bajar de los vehículos.

Kain se quedó de pie, mirando al daimio, el anciano miraba la estructura asombrado por el acabado sintético y liso, casi perfecto. El techo y pilares pintados de blanco. Solo el suelo conservaba el color natural del concreto, pero había todo tipo de líneas y señaléticas dibujadas en el suelo. Era como si lo hubieran traído a otro mundo.

Kain estaba tranquilo, así que sacó un habano, lo encendió y lo empezó a fumar. Jin se acercó, le dio una palmada en el brazo y le hizo el gesto con la cabeza, como si le preguntara ¿Dónde está mi habano? Kain sonrió, metió la mano a la manga de su haori, sacó un habano y se lo tendió. Jin sonrió, recibió el habano y se lo llevo a la boca. Como era usual, uso su dedo para emitir chispas eléctricas y encender el habano.

Estaban trabajando, así que Jin no podía fumar uno de los suyos.

A los pocos minutos llegó el vehículo conducido por Kokoro, donde llevaba al daimio de la nación de la Tierra y a Onoki, este último Tsuchikage.

Después vinieron los otros vehículos conducidos por los subordinados de Kokoro.

Los daimios se bajaban junto a sus kages y familiares y quedaban sorprendidos por la estructura interna del subterráneo. Incluso se preguntaban como algo tan grande se podía soportar en unos pocos pilares. Estuvieron dando vueltas por unos minutos y eso le dio tiempo a Jin y Kain para terminar de fumar. Después botaron las colillas en los ceniceros metálicos y se acercaron a los daimios.

Todo el mundo estaba muy concentrado conversando sobre lo increíble que era la construcción. Así que Kain tuvo que dar un par de aplausos y llamar su atención. De nuevo los ojos de Kain cayeron sobre la princesa de la nación del Rayo. De cabello purpura, piel morena y ojos grandes y expresivos, con ese aire felino. Se veía preciosa en ese furisode rojo con detalles florales. Los senos llenos, la cintura apretada y las caderas anchas. Muy bonita, pero la única pena es que sus ojos no sonreían. Ella parecía vigilante, como antes, evaluando a Kain en sus movimientos y palabras.

Kain tenía algunas teorías con respecto a este extraño visitante, pero mientras ella no atacara, él no le declararía la guerra. Los exteriores podían esperar hasta cuando Kain pudiera controlar el resultado de su estúpido juego. Esto le recordaba un poco a lo que le pasó a Viggo.

Kain tomo una profunda respiración y dijo —muy bien, ahora vamos a entrar al hospital general de ciudad Tengu. Les recuerdo que no pueden tocar nada, ni acercarse a los pacientes a menos que un médico los autorice. Sé perfectamente que son daimios y kages de cada país, pero este es un hospital y los médicos mandan, espero ser lo suficientemente claro—

Todos los daimios, sus familiares y kages asintieron.

Kain sonrió y dijo —síganme—

Kain camino a los enormes ascensores. Eran tres juegos de puertas. Kain se posiciono en medio, Kokoro a la derecha y uno de sus subordinados a la izquierda. Ellos presionaron los botones y se escuchó el suave movimiento de los ascensores. Una vez que, bajo el ascensor, sonó un timbre y las puertas se abrieron. Onoki y Hiruzen viajaron junto a sus daimios. Shamon y Gengetsu se subieron al mismo ascensor. Por último, Jin y Kain viajaron con el daimio y la princesa de la nación del Rayo. Esta última estaba tranquila, pero sonreía de forma juguetona.

—Le quiero decir que no me sorprende— dijo la princesa

Kain la miró mientras sonreía. Ella era pequeña, incluso más pequeña que Kaoru. A lo sumo debe haber medido 1.4 mts de estatura. Sin embargo, Kain se dio cuenta que el daimio le daba una mirada amenazante, como si no tuviera miedo de empezar una guerra si él se acercaba a su hija. Kain se mantuvo tranquilo y le preguntó a la princesa —¿Por qué?—

—Bueno, Kazu-nii-sama me contó del hospital, así que nada de lo que haga me podrá sorprender— dijo ella con una sonrisa juguetona.

Kain pensó que ella era preciosa y tentadora sin querer serlo, como una seducción que aflora naturalmente. Era una sonrisa bastante bonita, lástima que sus ojos no sonrieran. Eran como los de un gato que estaba atento a los movimientos de su presa. Solo le faltaba maullar de forma amenazadora como cuando los gatos estaban casando un ratón.

Kain se mantuvo tranquilo, sonrió y le dijo —bueno, Kazuya no lo sabe todo y usted es fácilmente impresionable. Así que solo espere y verá—

La princesa frunció el ceño y ella paso de una sonrisa amigable a una que no lo parecía, como si el comentario de Kain la hubiera fastidiado —¿En serio?— preguntó medio en broma, medio amenaza.

—En serio, muy en serio— dijo Kain con una sonrisa burlona

Sonó el timbre del ascensor y llegaron al primer piso del hospital donde los esperaban el director del hospital, un anciano médico de la nación del Rayo y sus dos asistentes, Kazuya y Ren.

El daimio miró a su hijo y asintió con cierto orgullo. Por otro lado, la princesa levantó su mano derecha y la movió en señal de saludo. Parecía sinceramente feliz de ver a Kazuya, quien, hoy en día, todavía llevaba la cabeza rapada y la barba de candado. Tenía la piel igual de morena que el daimio y Kokoro.

Kazuya asintió con una sonrisa amplia y después miró a Kain, hizo un ligero asentimiento con una expresión seria y Kain se lo devolvió.

Al otro lado del director del hospital, Ren llevaba el cabello corto, rubio, bonita piel de durazno y sonreía con felicidad. También asintió a Kain en señal de saludo, pero ni de lejos fue tan solemne como Kazuya.

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