791 Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 455

He vuelto.

-o-

Kain estaba en medio de lo que sería la sala de cirugías. El lugar rezumaba limpieza con el piso cubierto de un caucho de color azul de aspecto liso y limpio. Las paredes recubiertas de azulejos hasta la altura de un metro y de ahí hacia arriba, todo de un blanco impoluto hasta el techo. A su vez, del mismo techo bajaba un enorme brazo mecánico que sostenía un conjunto de cinco focos. Había ventanas atrás y delante de la sala para que los doctores que no participaban de la operación pudieran revisar el procedimiento.

Kain estaba en el centro, miraba a los kages, daimios y sus familiares. En medio de ese grupo estaba la princesa del país del rayo. Ella lo observaba mientras sonreía, pero sus ojos no sonreían.

Kain sonreía y explicaba el funcionamiento y como iban a proceder las operaciones —en estos momentos se está preparando al primer grupo de médicos especializados en cirugía. Lamentablemente, nada es instantáneo y ellos solo estarán listos en dos años. La mayoría proviene del antiguo sistema médico, así que muchas de las cosas que se les están enseñando son cosas que ya conocían, pero no se sabían cómo aplicarlas. Por eso solo se están ocupando cinco de los veinte pisos del hospital. Sin embargo, de aquí a diez años se pronostica que el hospital no dará abasto y necesitaremos construir un segundo hospital—

—Kain-sama— dijo la princesa del país del Rayo, todos se enfocaron en ella. De baja estatura, cuerpo curvilíneo, cabello purpura y piel morena. Sus grandes ojos felinos estaban enfocados en Kain mientras su boca sonreía, lamentablemente, sus ojos no sonreían. Ella llevaba un furisode rojo con un obi negro ajustado a su cintura.

Kain miró a la princesa, tenía una figura tierna y amigable, muy bonita, pero su mirada le decía que no veía en son de paz. Era más como si lo estuviera acechando de forma pasiva, como si lo rodeara lentamente hasta averiguar su punto débil. Kain sonrió y le dijo —dígame, la escucho—

—Usted señalo que pronto se implementaría ninjutsu médico— dijo la princesa como si fuera una niña despistada

—Así es— respondió Kain con tranquilidad

—En ese caso, no es un desperdicio preparar a los cirujanos y no enseñarle ninjutsu médico—

—En efecto, pero la mayoría de las personas que aplican para la especialidad de cirugía, no son shinobis. La mayoría de ellos ya tiene conocimientos y carreras con años de experiencia, por eso es relativamente rápido enseñarles. Lo que no es fácil es reescribir un conocimiento antiguo. Por otro lado, el ninjutsu médico en sí mismo se podría considerar una especialidad y como se ha de implementar es otro proceso en sí mismo. Tiene que entender que incluso entre las filas shinobis, el ninjutsu médico es una especialidad relativamente joven. Mi abuelo, Orochi Senju y mi tío, Hashirama Senju, buscaron remediar esto dentro del país del Fuego durante los últimos años de los estados combatientes. Eso le da al ninjutsu médico una trayectoria de un par de décadas. Bastante poco si se considera que los conflictos shinobis datan de hace más de quinientos años—

La princesa entrecerró los ojos y dijo —aaaaaah, usted sabe bastante—

El resto de los presentes le dieron miradas tiernas y ser rieron de su actitud, como si ella fuera una niña despistada que solo habla por hablar. Con su belleza natural y su mirada felina, daba una impresión amigable.

Por supuesto, Kain sonrió para seguirle el juego y continúo explicando lo que iba a pasar. De la puerta, al fondo de la habitación, se abrió y una enfermera trajo una camilla con un maniquí con forma humana.

Kain se acercó, tomo le brazo mecánico que colgaba del techo y lo acercó, encendió las luces y le fue explicando lo que iban a hacer los médicos a grandes rasgos.

—Disculpe, Kain-sama— dijo la mujer del daimio de la nación del Agua. Una mujer bonita, de cabello oscuro y cortó. Era bonita y de actitud orgullosa.

Kain detuvo su explicación y miró a la mujer a los ojos. Tenía bonitos ojos azules, una nariz fina, una boca grande y los labios gruesos. Llevaba los labios pintados de un color rojo granada. Por supuesto, la pintura y su aplicación llegaban a un nivel que se podía considerar casi artístico donde adelgazaba su rostro y ocultaba todas las imperfecciones.

Kain la quedó mirando y asintió —sí, dígame— dijo

—Esto, soy Chiemi— dijo la mujer, ella miró a los presentes, se puso nerviosa, estaba a punto de retractarse, pero miró a Kain y le gusto como él la veía. Era como si no hubiera nadie más en la habitación. Los hermosos ojos azules con un brillo frío y altivo enfocados en ella, solo en ella. Eso le gusto y ella se ruborizo levemente, pero llevó su mano a la boca para toser como si se afinara la garganta y sonrió —¿esto implica que también existirán cirugías estéticas?— dijo

Kain separo los labios mostrando una sonrisa amplia y asintió —así es, Chiemi-sama, esto implica que también estaremos capacitados para realizar cirugías estéticas, pero lamentablemente solo será posible en dos años, cuando nuestros doctores que ya venían del antiguo sistema médico hayan aprendido los nuevos procedimientos—

Chiemi asintió contenta, se mordió el labio inferior y agacho la mirada, como si diera a conocer a todos que ya había hecho su pregunta.

Kain hablo con voz potente haciendo que todos lo escucharan y se enfocaran en él, lo que quito la atención de Chiemi. Ella levantó su rostro y miró al joven Uchiha. Ella igual que todas las mujeres habían escuchado historias de los hombres del clan Uchiha y se imaginaban cosas, pero solo ahora entendía el verdadero encanto. El único problema para todos los que conocían de la existencia del clan, era que los Uchihas no se casaban con personas que no fueran del clan, menos con civiles. Era el orgullo del clan por considerarse los grandes señores de la guerra.

Kokoro Yotsuki entró a la habitación, la gente la quedó mirando, pero como ella no dijo nada, todos miraron a Kain y lo siguieron escuchando mientras este último le quitaba capa tras capa al maniquí revelando órganos de plástico, lo que era una verdadera maravilla y un poco asqueroso.

Por su parte, Kain entendió el significado de la entrada de Kokoro, explicó todo de forma sencilla y superficial como para que un niño de diez años le pudiera entender a la perfección. Después colocó las piezas del maniquí y miró a los kages, daimios y familiares, que estaban completamente absortos en su explicación. El simple hecho de escuchar a Kain los hacía sentir inteligentes al punto de que entendían (dentro de su mente) lo que era una cirugía. Sin saber, que lo que Kain les explicó solo era la punta del iceberg.

Kain miró a los kages, daimios y sus familiares, sonrió, dio una suave palmada y se frotó las manos —todo está preparado para el almuerzo, aunque es un poco tarde— dijo

—¿Qué horas son?— preguntó el daimio de la nación de la Tierra. Su esposa, una mujer curvilínea de 1.7 mts de estatura con un cabello oscuro y cortó, llevó las manos a su bolsa de color dorado y sacó un reloj de bolsillo —son las tres de la tarde, daimio-sama—

—Como pasa el tiempo— dijeron todos y sonrieron asombrados porque ni siquiera se habían dado cuenta como paso el tiempo. Cuando llegaron al hospital eran las ocho de la mañana.

Kain sonrió, miró a Kokoro y ella se acercó a él, Kain quedó mirando a la princesa del país del Rayo. Ella tenía sus ojos felinos con el iris rojo enfocados en él. Kain sonrió y Kokoro acercó su boca al oído y le susurro que todo estaba listo en el restaurante del hotel. Kain sonrió y asintió. Él miró a Kokoro de cerca, esta última quedó mirando a Kain de cerca, se relamió el labio inferior, pero cerró los ojos, dio un paso atrás y llevó su mano derecha a la boca para toser como si se estuviera afinando la garganta. Ella miró a Kain con un leve rubor en sus mejillas.

Kain sonrió, se acercó a ella y le hablo al oído. Al final le dio un pequeño beso en la mejilla y Kokoro asintió, se dio la vuelta y camino a la salida de la habitación con una amplia sonrisa.

Kain quedó mirando a la princesa de la nación del Rayo, quien no le quito los ojos de encima en todo el día. Kain le guiño el ojo, la princesa sonrió de forma coqueta, pero se giró para acercarse a su padre, el daimio. Este último miraba a Kain con cierto recelo, pero parece que poco a poco estaba bajando sus defensas. Al final, el daimio miró a los otros daimios y conversaron de la experiencia.

Kokoro volvió a los pocos minutos, se acercó a Kain y le susurro al oído.

Kain asintió, apartó su oído y miró a los kages, daimios y familiares —estimados, los vehículos están preparados, podemos viajar con tranquilidad—

Todos asintieron y caminaron por delante de Kain como si estuvieran totalmente familiarizados con el hospital. Ellos conversaban amigablemente y la preocupación de la mañana, cuando se dieron cuenta de que sus poderosos kages eran totalmente inútiles en la ciudad, quedó olvidada. Ellos querían ignorar la terrible realidad, pero esto solo era su estado de indefensión y su incapacidad para oponerse o poner presión sobre los shinobis. Los días de los estados combatientes habían terminado hace mucho tiempo y su mejor opción era hacer política.

Kain avanzó en compañía de Kokoro, mirando al grupo y leyendo su lenguaje corporal. Se dio cuenta que la esposa del daimio de la nación de la Tierra y del Agua, lo quedaban mirando. La esposa del daimio de la nación de la Tierra era una mujer en sus veintes con 1.7 mts de estatura, hermosa y curvilínea, muy alta en comparación con su pequeño marido. Tenía el cabello negro y corto con visos, como uno de esos peinados modernos de estilo androgino. Rostro con forma de corazón, ojos azules, la nariz respingada y los labios más carnosos y sensuales que Kain hubiera visto. Por otro lado, Chiemi, la esposa del daimio de la nación del Agua tenía el cabello oscuro y lo llevaba hasta la mandíbula como un estilo bob. Tenía un rostro con forma de corazón, bonitos ojos verdes. Se veía un poco nerviosa, pero le lanzaba breves miradas a Kain.

Sin embargo, lo importante estaba en los problemáticos daimios. Todos parecían tener la guardia baja. Parece que este día había sido el más interesante y entretenido de sus vidas. Ellos conversaban con sus pares y se concentraban en lo que más le llamo la atención. Parecían niños comparando juguetes.

Al mismo tiempo, los kages seguían a sus daimios y los observaban, cada uno se sentía complicado al ver a sus daimios tan despreocupados, pero era como decía Kain, los tiempos estaban cambiando y necesitaban un mejor sistema jurídico y de gobierno. Las viejas formas solo perpetuaban a las personas en el poder a pesar de que muchos de ellos eran incompetentes y solo podían exigir a los demás que solucionaran a los problemas o que encontraran a alguien que los solucionara.

Cada kage: Onoki, Gengetsu, Shamon, Hiruzen y Jin, todos ellos, dieron una mirada hacia atrás a Kain. Este último sonreía y asintió en cada ocasión como diciéndoles que todo estaba bien, ya solucionarían el problema, pero un paso a la vez, nada de movimientos grandes y complicados, solo un paso a la vez, avanzando, sin detenerse, formando una línea recta hacia la solución. Era algo que se iba a solucionar a lo largo de los años, se cocinaría a fuego lento y el resultado, sería algo entre lo soñado y lo realista, puede que a muchos no le guste el resultado, pero el mundo no era perfecto.

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