—¿Por qué me siento tan débil contigo?— preguntó Kokoro en el vestidor, se quitó la polera oscura y quedó con un sujetador negro del tipo deportivo. Su cabello rubio estaba desordenado, la piel morena y la mirada pensativa.
Kain le dio una breve mirada, sonrió, pero no respondió. En su lugar, se quitó el haori y lo dejo en una banca de madera en el centro del vestidor.
—Yo no te amo— dijo Kokoro con el ceño fruncido, pero miró hacia atrás para ver como reaccionaba Kain, pero no pudo ver nada porque él estaba de espalda.
Por su parte, Kain sonrió al escuchar a Kokoro y se continuó quitando el kimono. Lo dejo junto al haori, en la banca, y continuo con el hakama. Unas manos lo abrazaron por detrás.
—En serio— dijo Kokoro, ella acercó su rostro y le beso los hombros —en serio, detesto sentirme así. Es como si todo el tiempo mi corazón fuera firme como una roca, pero cuando estoy contigo mis emociones no me pertenecen— ella lo beso de nuevo en el hombro —te odio, me quitas toda la cordura—
Kain se quedó quieto, sintiendo los labios de Kokoro, el tacto, el grosor, la suavidad.
Kokoro presionaba sus enormes senos contra la espalda de Kain. Ella llevó sus manos al hakama de Kain y le susurro —déjamelo a mi—
Kokoro le abrió el hakama, la ropa cayó al suelo y ella llevó su mano derecha a la entrepierna de Kain. Lo acaricio por encima de la ropa interior. Ella sentía como si no estuviera muy duro —¿Qué pasa? ¿Estás cansado? ¿Tuviste mucho sexo con las otras perras?— ella metió su mano al interior de la ropa interior y lo agarro directamente. Ella lo fue acariciando de arriba hacia abajo —aquí tienes una perra que complacer ¿Lo entiendes, tarado? Tienes que darme lo que es mío— ella noto como se volvía duro —así, eso es. Te he extrañado, tienes que darme lo que es mío, perro. Eres mi perro, lo sabes, tienes que joderme mucho. Soy tu perra ¿Lo entiendes?—
Kain respiro profundo, sintiendo los dedos de Kokoro sobre su entrepierna. Eran las manos de alguien que entrenaba con pesas, así que eran más firmes y duras que la del resto de sus esposas. Kokoro era firme y vigorosa. Brusca en sus caricias.
—Vamos, muéstramelo— dijo Kokoro —date la vuelta, te voy a poner muy duro—
Kain se dio la vuelta, vio a Kokoro sonreír de forma coqueta.
Kokoro le dio un beso en la mejilla. Era un beso suave, como la primera vez que lo beso. Desde esa vez, ella sabía que era de él. Era un maldito mujeriego por el que todas las perras andaban atentas, pero ella lo atrapo primero. Kokoro se agacho haciendo todo el camino a la entrepierna. Ella lo miró hacia arriba, Kain la miró hacia abajo. Kokoro sonrió y lo comenzó a lamer. Ella estiro su mano al pecho y le apretó la tetilla con fuerza.
Al mismo tiempo, Kain llevó sus manos a la cabeza de Kokoro y la fue empujando con suavidad para que ella lo introdujera en su boca. Kokoro así lo hizo y lo introdujo hasta su garganta. Ella apartó su boca y tosió. Ella miró a Kain con ojos llorosos, pero continuo con lo que estaba haciendo.
Kain disfruto del cuidado de Kokoro, pero al verla en cuclillas, pudo ver el trasero, grande y redondo. Kain tenía las manos sobre la cabeza de Kokoro, así que la fue empujando hacia atrás hasta que Kokoro se detuvo.
—Ven, yo también quiero probarte— dijo Kain.
Kokoro se puso de pie, Kain la tomo de la mano y la guio hasta la banca. Él se sentó primero y se recostó.
Kain le dijo —ven, déjame probarte—
Kokoro se quitó la ropa interior, paso su pierna por encima de Kain. Ella llevó su trasero al rostro de Kain y se sentó. Era el trasero de una mujer muscular con 1.90 mts de estatura. Así que el rostro de Kain se perdió entre las nalgas. Kain se concentró en comer el sexo de Kokoro mientras ella trataba de sostener una parte de su peso. Kokoro se agarró los senos, se los pellizco mientras soltaba gemidos y sentía a su hombre estimularla. Sus piernas perdieron la fuerza y ella apoyo todo su peso sobre Kain. Él la sostuvo sin problema y ella vio la erección de Kain. Kokoro se agacho, acercó su rostro y lo comenzó a lamer.
Kain continúo comiendo a Kokoro mientras sus manos deambulaban por el trasero de Kokoro. Grande, moreno, firme. Él masajeo el trasero, lo pellizco, no tenía suficiente de esta sensación. Al mismo tiempo, él sentía la sensación cálida y húmeda en su entrepierna. Kain sujetaba el enorme trasero de Kokoro con ambas manos, lo amasaba y lo pellizcaba. Era un trasero duro, hecho a base de entrenamiento. De repente dejo de sentir la boca de Kokoro y se detuvo. Kokoro se levantó, ella se apartó y se sentó frente a Kain. Ella llevó sus manos a los muslos y los abrió un poco. Después deslizo sus manos a su entrepierna y abrió los labios.
—Ven aquí, te quiero, no puedo esperar— dijo Kokoro, tenía una mirada lánguida y una sonrisa lujuriosa.
Kain sonrió, se acercó y se posó sobre Kokoro. Él la miró a los ojos, acercó su rostro y la beso. Kain llevó su mano derecha al seno de Kokoro. Era la única parte blanda en su cuerpo. Eran grandes, redondos, los pezones grandes y erectos. Kain llevó su mano desde el seno al estómago, sus dedos marcaron los abdominales y siguió a la cadera. Llevó ambas manos a las nalgas y las agarro con firmeza. Kain besaba a Kokoro, ella lo correspondía con la misma intensidad. Kain levantó a Kokoro y apretó las nalgas.
Kokoro se apoyó con una mano en el hombro de Kain y con la otra tomo lo de Kain para guiarlo. Kain entró en Kokoro y ella se abrazó a él. Kain la levantó y bajó sin dificultad. Kokoro gemía y se aferraba a él. Después de unos segundos, apartó su cuerpo, tomo uno de sus senos y lo puso en la boca de Kain. Al mismo tiempo, ella hacia presión hacia abajo con su cadera para que entrara todo y después movía sus caderas de atrás para adelante.
—¿Te gusta esto?— preguntó Kokoro mientras miraba a Kain lamer su pezón —mira como lo tienes. Eres un perro muy sucio, vamos, revienta mi vagina—
Kain apartó su boca del seno y beso a Kokoro para que se callara. Ella sonrió mientras lo besaba y sintió como él lo revolvía todo en su interior. Kain la conocía y fue más enérgico a cada momento.
Kokoro apartó su boca, sonreía y movía sus caderas. Ella le tomo el rostro a Kain con una mano y le dijo —abre la boca—
Kain la abrió, sacó la lengua y Kokoro acercó su boca y dejo caer toda la saliva que había en su boca. Kain la recibió mientras entraba en ella. Kokoro termino de botar toda la saliva y comenzó a mover sus caderas con más fuerza. Ella acercó su boca y lo beso. En la boca de Kain estaba su saliva y la de ella. Era una sensación tan sucia que Kokoro se sentía cada vez más cerca de alcanzarlo.
Sin embargo, Kain se detuvo y la agarro por el cabello. Kokoro lo quedó mirando, era un agarre firme, pero no doloroso. Ella sonrió, trato de acercar su rostro, pero no podía. Ella frunció el ceño, Kain le tomo la cara y la beso. Kokoro abrió su boca y él la escupió. Después se besaron. Kain era intenso, lo hacía duro. Kokoro jadeaba, le pellizcaba las tetillas.
Kain detuvo el movimiento de sus caderas y la soltó —date la vuelta— dijo
Kokoro asintió con una sonrisa, se apartó de Kain, ella apoyo sus manos sobre la banca. Kain se puso de pie y se posiciono detrás de ella. Le dio una fuerte nalgada que dejo colorada la nalga. Kokoro soltó un gritito y después soltó un gemido al sentir como él entraba en ella. Kain la tomo por el cabello y la hizo gritar, pero la continúo embistiendo y ella se concentró en la sensación. El cuerpo sudoroso, su sexo en llamas, su cabello tenso, la espalda arqueada, la mano de Kain sobre su nalga, apretándola y después rematando con una fuerte nalgada. Kokoro sintió que su interior se estremecía.
—Sí, sí— dijo Kokoro con los ojos cerrados y sintiendo como él extendía su interior —dámelo, fóllame como una perra. Soy tu perra—
Kain siguió embistiendo a Kokoro, soltó el cabello de Kokoro y llevó su mano a la cintura. Lo siguió metiendo, pero sus manos se deslizaron al interior del muslo izquierdo. Levantó la pierna y con la otra mano, fue al clítoris. Él se metía dentro de ella, pero al estimular el clítoris, la presión aumento al igual que los gemidos. Kain bajo la pierna de Kokoro, la tomo por la cintura con brusquedad y la alejo de la banca. Kokoro se giró, acercó su rostro y lo beso. Ella levantó su pierna izquierda para que Kain la levantara, pero no fue necesario. Él la tomo por el trasero, la levanto y entró en ella. Kokoro se afirmaba de Kain mientras lo miraba a la cara y jadeaba. Kain tenía el rostro cubierto de sudor. Kokoro sonreía, sentía su cuerpo húmedo y caliente. Ella lo beso, le lamio los labios y sintió una última embestida. Algo caliente entro en ella que la hizo estremecerse y se aferró a Kain mientras sonreía.
Kain la continúo sosteniendo durante un minuto mientras la besaba. Kokoro sonreía y le daba pequeños besos.
Kain camino hasta la banca, se sentó y la madera se resintió crujiendo y astillándose por debajo. Kain detuvo su movimiento por un segundo, no muy seguro si esto los aguantaría. Eran ochenta y cinco kilos de él y cien de Kokoro. Casi doscientos kilos.
—¿Eso es todo?— preguntó Kokoro con una sonrisa desafiante
Kain sonrió con astucia y le dijo —todo depende hasta donde quieras llegar—
Kokoro acercó su boca al oído de Kain y le susurro —querido, mi cuerpo es fuerte. Puedes ser más rudo, me gusta que seas rudo. Soy tuya—
Kokoro apartó su boca del oído de Kain y lo quedó mirando para ver su reacción.
Al mismo tiempo, Kain quedó mirando a Kokoro a los ojos, tratando de parecer seguro de sí mismo, pero sin estar muy seguro como cambiaría su percepción de las cosas con este tipo de sexo rudo. Con Kokoro las cosas siempre eran intensas.