767 Mundo Shinobi - Señores de la guerra - 431

En medio de la reunión con Nagisa y Shiori, Kain se quedó congelado y vio como aparecía una ventana emergente señalando un problema en Konoha. Kain levantó la mano derecha y Shiori guardo silencio.

—Muéstrame imagen a través de unidad Janos— dijo

Al instante siguiente apareció una ventana en su campo de visión y mostro una imagen desde mil metros de altura. Konoha se veía como un punto gris cercano a las montañas donde estaban los rostros de los kages. En los alrededores se veían los bosques verdes y frondosos. La imagen se comenzó a acercar hasta que las calles y casas de Konoha fueron visibles. Entonces la imagen se dirigió a una esquina, alejada de la mayoría de la población donde había un grupo de casas rodeadas de murallas de tres metros de altura. Era la residencia del clan Kurama. Los edificios estaban intactos y las personas fueron visibles como cuerpos humanoides borrosos, pero distinguibles.

Uno de los edificios principales estaba en llamas y los shinobis dentro de la residencia luchaban. Desde el exterior llegó la policía militar, pero algo los detuvo y se quedaron esperando. También llegaron los anbus del hokage y los de raíz. Un anbu intento superar las murallas, pero se detuvo durante unos segundos y cayó de espaldas mientras se retorcía.

—Tengo que ir a ver algo, si no vuelvo en media hora, vuelvan a sus puestos y continúen con la misión— dijo Kain, se puso de pie y miró a Shiori y Nagisa. Ellas asintieron sin preguntar y Kain desapareció de la habitación.

Kain apareció dentro de la habitación de transferencia dentro de la casa de Mito. Fue a la puerta corredera, la deslizo hacia un lado y salió al pasillo. Kain camino a la salida, pero de paso se encontró con Mito.

—Kain, no eres un niño— dijo Mito al ver a Kain con sus zapatillas shinobis, pero sus ojos deambularon por la camisa de Kain y los botones abiertos. Esta ropa tenía su encanto, pensó.

—Sensei, no es momento, hay un problema— dijo Kain y paso por al lado de ella.

Mito se puso seria, se dio la vuelta y preguntó —¿Muy serio?—

—Bastante, después te cuento— respondió Kain sin detenerse

—¿Necesitas ayuda?—

—No por ahora, si la necesito te llamo—

—Bien, vuelve temprano—

Kain siguió caminando, fue hasta la puerta del frente y la deslizo. Solo había pasado unos minutos, pero de frente se veía una larga columna de humo elevándose a la distancia. Sakumo estaba junto a Hyoga mientras vigilaban la entrada y conversaban sobre lo que estaba pasando. Al ver a Kain, se acercaron.

—Kain— dijo Sakumo —el clan Kurama se está incendiando—

—Sí, lo sé, continúen cuidando de la casa. Yo voy y vuelvo— dijo Kain, siguió caminando y se impulsó para dar un gran saltó. Él se elevó varias decenas de metros en el aire y vio a la distancia la residencia del clan Kurama. El fuego se había extendido desde la casa principal a los otros edificios. Sin embargo, los shinobis y anbus se quedaban a cincuenta metros de distancia de las murallas.

Kain cayó por la inercia del saltó, pero con un poco de chakra del tipo gravedad, disminuyo la fuerza de su caída. Una vez que cayó a la calle, se volvió a impulsar y se elevó a los cielos de un saltó. Esta vez pudo ver a un grupo de shinobis utilizando una larga cuerda para rescatar al anbu que se quiso infiltrar en la residencia y no pudo superar las murallas. Ahora que Kain lo veía de frente, pudo ser testigo del despliegue de todo el poder de senior Mikihiko. Su chakra se manifestaba como una fuerza invisible extendiéndose segundo a segundo, pero no era el único. Dentro del domo de energía se manifestaban otros domos de energía más pequeños.

Kain volvió a perder altitud y cayó a la calle. Se impulso una última vez, se alzó a los cielos y activo su sharingan. Entonces pudo ver como los miembros del clan Kurama se atacaban entre sí. Kain reconoció a una pareja de cabello oscuro. Eran los nietos de Mikihiko, ellos eran un matrimonio. Sin embargo, estaban totalmente fuera de sí y se apuñalaron el uno al otro con una katana. Por otro lado, ellos estaban rodeados de cadáveres de miembros de su clan.

Kain comenzó a perder altitud, pero cayó justo en la marca de los cincuenta metros, cerca de la policía militar y los anbus que miraban los alrededores con impotencia.

Hiruzen también llegó junto a sus asesores, pero la policía militar y los anbus generaron una barrera para que ninguno se acercara, era demasiado peligroso someterse al poder sin control del clan Kurama.

Kain tomo una profunda respiración y grito —escuchen— todo el mundo le puso atención —estableceré un perímetro de cien metros conmigo como eje central. Los que me quieran acompañar, vengan conmigo—

El clan Uchiha se preparó, listo para acompañar a Kain, pero los anbus no confiaban en él. Kain tomo a los veinte más experimentados, hombres y mujeres con cabello cano y suficiente experiencia para saber cuándo retirarse. Kain desplego su espacio de genjutsu y anulo la onda de energía creada por el poder sin control del clan Kurama. Todos avanzaron al trote con Kain al frente, llegaron a la puerta, Kain apoyo las manos y vio que otra persona ponía sus manos. Kain miró, era Hiruzen. Este último vestía sus ropas de kage, pero no llevaba su sombrero. Hiruzen asintió, Kain respondió de la misma manera y juntos empujaron las puertas de la residencia Kurama.

Kain avanzó a la par con Hiruzen y fueron observando el estado de las cosas. Los edificios destruidos, quemados o derruidos. Cadáveres por todos lados, sangre bañando la tierra y armas desperdigadas. No había nadie del clan Kurama en pie. Kain se concentró en su percepción y descubrió de inmediato la única fuente de energía restante. Estaba a treinta metros, bajo un árbol. Además, se escuchaba el llanto de un bebé.

Kain soltó un suspiro de desaliento mientras recordaba la gran negativa de todo el clan a suprimir su poder. Este fue el resultado.

Kain camino a paso lento mirando los cadáveres y recordando el pasado, como los viejos del clan Uchiha eran demasiado inquietos y se ponían a luchar ¿Ellos hubieran llegado a este nivel si su abuela no los hubiera detenido? Se preguntó. Kain recordó al par de ancianos que luchaban por la tutoría de Kenzo y Kenji. Su lucha fue tan fuerte que quemaron la casa de una familia en un intercambio de golpes. Kain se sentía muy amargo, senior Mikihiko no parecía una mala persona.

Kain llegó frente al manzano y encontró a senior Mikihiko sentado en el suelo, sosteniendo un bebé con una mano y una katana con la otra. Estaba malherido, su ropa ensangrentada, varios cortes en la cara y brazos. El bebé lloraba con todas sus fuerzas. Era un sentimiento desesperado, como si él entendiera que se había quedado solo en el mundo.

—Senior— murmuro Kain

El anciano trato de levantar su cabeza y murmuro con dificultad —Kain-s…sama— respiraba con dificultad —Kain-sama—

—Déjame que te ayude— dijo Kain, junto sus manos para confeccionar un sello temporal y suprimir el poder de senior Mikihiko por unas cuantas horas.

—¡No!— grito senior Mikihiko con todas sus fuerzas

Kain se quedó congelado.

—Kain ¿Qué paso?— preguntó Hiruzen, camino hacia donde estaba Kain, pero se detuvo al ver al anciano ensangrentado con el bebé en sus brazos.

Kain ignoro a Hiruzen, se acercó a senior Mikihiko y se puso en cuclillas —¿Por qué no quieres mi ayuda anciano? Te la estoy ofreciendo de buena fe, sin pedirte nada a cambio—

—Yo, yo lo sé, Kain, sama— dijo senior Mikihiko mientras respiraba con dificultad —usted es demasiado bueno con este anciano— trato de acomodarse, pero su cuerpo apenas le respondía. Respiraba con dificultad mientras trataba de mantener los ojos abiertos —pero no podría vivir. Mis hijos, mis nietos, yo…—

Hiruzen se acercó, pero cuando escucho la declaración del anciano, se quedó congelado y miró los alrededores. Todos estos cadáveres, toda está destrucción. Sin embargo, sintió una mano sobre la suya y miró hacia abajo. Vio a Kain de cabello blanco y ojos azules. Tenía una mirada suplicante, triste. Hiruzen agacho la mirada y evito realizar un juicio apresurado.

Kain apartó su mano, Hiruzen se puso en cuclillas frente al anciano. Parece que senior Mikihiko no podía ver a Hiruzen, ya que ni siquiera le dirigió la mirada.

—¿Qué te gustaría hacer senior Mikihiko?— preguntó Kain

Senior Mikihiko puso una sonrisa de autodesprecio y dijo —¿Todavía me llamas senior? ¿Aunque no pude ordenar a mis hijos y nietos? Soy un hombre inútil, no tengo la fuerza— sus ojos se llenaron de lágrimas y continuo —pero te quisiera pedir un favor. Mi nieto, él, ocupe el sello que me dejaste. Él no fue afectado, está sano, yo lo protegí—

—Puedes estar orgulloso de eso— dijo Kain

Senior Mikihiko hizo una mueca de resignación y continuo —cuida de él, por favor. No sé si quedara algo, pero puedes tomar lo que quieras de mi casa—

Kain sonrió con amargura. La residencia completa estaba en llamas y ahora los shinobis solo estaban intentando controlar el fuego, pero era difícil que algo se salvara.

—Déjamelo a mí, yo cuidare de tu nieto. Seguro que será una persona fuerte y sobre todo feliz—

—Eso, sería bueno— dijo senior Mikihiko mientras las lágrimas caían por sus mejillas —por favor—

Kain acercó sus manos y tomo al bebé. Era pequeño, no debe haber tenido más un mes de vida —tranquilo, tranquilo, ya está todo bien— le susurraba al bebé mientras lo acurrucaba.

—Yo, gracias, yo, fui, un— dijo senior Mikihiko con sus últimas fuerzas

—Un buen hombre con un destino difícil— dijo Kain —hiciste lo que pudiste, descansa en paz—

Senior Mikihiko hizo una pequeña sonrisa a medida que su cabeza se agachaba y soltaba su último aliento.

Kain soltó un suspiro y desactivo su espacio de genjutsu. Miró a Hiruzen, este último se puso de pie. Los dos se quedaron mirando —¿Te puedo pedir un favor?— preguntó

—Claro, por supuesto— dijo Hiruzen con una mueca amarga

—Puedes ayudarme con el papeleo para este niño. Lo tomare como parte de mi familia—

—¿De verdad?—

—Sí, es lo menos que puedo hacer ya que en esto fui totalmente inútil—

—¡No digas estupideces!— grito Hiruzen —¿Quién te crees?¿Quién te crees?—

Kain dio un paso atrás, Hiruzen parecía enloquecido.

—Yo soy hokage, yo tenía que guiar a esta gente, pero mira como termino. Esto no es tu culpa, yo…— dijo Hiruzen, agacho la cabeza y continuo con amargura —yo soy el culpable, la persona realmente inútil—

Kain quedó mirando a Hiruzen, parecía realmente abatido por todo este resultado. Era de conocimiento común que hace cinco años el clan Kurama se recluyo en su residencia porque su poder se había salido de control.

—Eres, demasiado duro contigo, amigo mío— dijo Kain, sostuvo al bebé con la mano derecha y llevó su mano izquierda al hombro de Hiruzen. Este último lo miró y Kain continuo —yo no pude convencer al clan para que recibieran ayuda y tú no tenías los recursos—

Hiruzen soltó un suspiro y asintió —yo me ocupare de todo aquí, tu dale un buen lugar para vivir a ese niño. No te perdonare comprometerte a medias—

—Lo sé— respondió Kain con una pequeña sonrisa

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