Por la tarde, Kain llegó con Nagisa y los niños a la base de una montaña. Había un letrero afirmado en dos postes sobre un camino hecho de tierra. Ellos pasaron por debajo del letrero y miraron un camino que ascendía serpenteando por la montaña. Durante cien metros había pasto y pequeños árboles y después empezaba un poblado de casas tradicionales. Como el sol estaba descendiendo en el horizonte, se estaban prendiendo las linternas de color naranja con velas en su interior.
Kain y los demás avanzaron por la calle mirando las casas con techos de paja con doble pendiente. Por alguna razón, un grupo de personas estaba reunido en el centro del poblado. Todos ellos rodeaban a un hombre rapado, vestido con ropas negras y encima una túnica de color naranja. Parecía un monje budista tradicional, incluso tenía un bastón khakkhara, con una punta dorada de donde colgaban argollas que, al caminar, titilaban marcando un ritmo.
Kain frunció el ceño al ver al monje hablar a viva voz y tratar de capturar la atención de los pobladores, pero cuando Kain llego a la multitud, se empezaron a dispersar y volver a sus casas. Por la expresión incomoda del monje parecía que la mayoría no lo había tomado en cuenta. Sin embargo, quedaban cinco o seis personas de la veintena que eran en un principio.
El monje disimulo su molestia y sonrió para los pocos seguidores que recogió —así es hermanos míos— dijo —Jashin-sama les dará el descanso que necesitan de sus vidas trabajadas—
Kain y sus discípulos siguieron avanzando, tomando nota de lo que decía el monje, pero continuaron hasta llegar a una casa alargada. La entrada era de doble puerta corredera con cuadritos de papel y en el dintel había un letrero que decía "hotel".
—Oye, Uchiha— dijo Tsunade con el ceño fruncido —dijiste que iríamos a un hotel, esto parece una casucha—
Kain se detuvo y miró hacia atrás. Tsunade se puso nerviosa y agacho la mirada.
—Sensei— dijo Tsunade en voz baja —esto no parece un hotel—
—Puede ser, Tsuna— dijo Kain —pero me lo recomendó una persona que conocí hace algún tiempo. No estaría mal probar otro lugar. Los hoteles de la capital pueden estar colmados de lujo, pero la comida rural es asombrosa—
Tsunade frunció el ceño y asintió de malhumor.
—Es como dice cliente-sama— dijo una mujer madura abriendo la puerta corredera. Ella vestía un delantal blanco que dejaba ver un kimono con cuadros blancos y purpuras por debajo. Utilizaba un pañuelo en la cabeza y tenía una expresión suave —a lo mejor no somos los mejores, pero estamos orgullosos de lo que podemos hacer—
—Estoy esperando probar la comida— dijo Kain con una sonrisa en los labios —este lugar me lo recomendó Minoru Sarutobi, vino hace algún tiempo—
—Lo recuerdo, era un hombre alto, de piel morena y cabello blanco. Tenía hermosos rizos— dijo la mujer
—Ese mismo. Bien, para empezar, soy Kain, mucho gusto— dijo Kain haciendo una pequeña reverencia
—Mucho gusto, mi nombre es Kie— dijo ella mientras hacia una pequeña reverencia
—Kie-san ¿Le quedan habitaciones?—
—Claro, no hay problema—
—Por supuesto que le quedan habitaciones— murmuro Tsunade —qué clase de persona vendría a este lugar apartado—
—Tsunade— dijo Kain con un tono de voz serio, volteó su rostro y la miró a los ojos. Nagisa y el resto también la miraron por su comentario. Kain continuo —cállate la boca, aprende a ser cortes—
Tsunade frunció el ceño, abrió la boca para protestar, pero al ver al resto mirándola, guardo sus palabras y miró hacia otro lado.
Kain soltó un suspiro y miró a Kie —lo sentimos— dijo con una mirada de arrepentimiento y agachando la cabeza —es joven y todavía no aprende modales. Espero que haya perdón en su corazón para ignorar tales palabras—
—No se preocupe, Kain-sama— dijo Kie con una sonrisa amable —también tengo hijos y se cómo se comportan—
—Solo Kain está bien, Kie-san, soy menor que usted—
—Bueno, puedo decir que usted es muy caballeroso para su corta edad— dijo Kie soltando una risita y cubriéndose la boca con la punta de sus dedos.
—Nii-san— dijo Nagisa con el ceño fruncido al notar como conversaban.
Kain ignoro a Nagisa y le preguntó a Kie —¿Cuántas habitaciones le quedan?—
—Venga, pase, en estos momentos tenemos cinco habitaciones— respondió Kie notando lo risueña que se había vuelto con Kain. Puede que fuera por su cortesía o por su hermosa apariencia, pero tenía ganas de conversar con él.
Kain entro a la casa y después lo siguieron Nagisa y el resto. Después de que entrara el último, Kie cerró la puerta y los guio a través de una casa construida formando un rectángulo con un patio interior. En el centro del patio había un árbol de cerezo con hermosos pétalos fucsia rodeado de piedras naturales.
Kie los llevo a través del pasillo izquierdo y se detuvo delante de una puerta corredera. Ella deslizo la puerta para que Kain y el resto pudieran ver el interior de la habitación. El piso era de tatami, con un guardarropa a la izquierda, donde deben guardarse los futones. En la habitación podían dormir hasta cinco personas con facilidad y todavía quedaría espacio.
—Esto está bien— dijo Kain mirando las vigas en el techo, sin telarañas, ni polvo. Todo había sido limpiado o como decía Tsunade, nadie había venido a este hotel en mucho tiempo. Kie debería tener demasiado tiempo libre, el cual utilizaba para limpiar la casa. Kain se volteo para mirar a Tsunade y le preguntó —¿Qué tal? ¿Te gusta?—
Tsunade volteó su rostro hacia otro lado y bufo, pero al final asintió. La infraestructura no era la gran cosa, pero se veía limpio, cómodo y espacioso.
Kain asintió y después miró a Kie —tenemos hambre ¿le quedará comida?—
—No se preocupe, Kain-sama— dijo Kie con una sonrisa amable —podemos prepararle comida para la ocasión, pero va a tener que esperarme—
—Está bien, no debería haber problema— respondió Kain —por mientras vamos a ir a las aguas termales—
—En ese caso, para cuando vuelva todo va a estar preparado. Para poder acceder a las aguas termales tiene que rodear la montaña, son treinta minutos a pie. El lado de los hombres y las mujeres está separado por una muralla de bambu—
Kie miró a Nagisa, después miró a los muchachos que estaban detrás de ella y volvió a mirar a Nagisa. Kie hizo una sonrisa que no lo era y continuo —para que lo tenga en mente, señorita—
—Gracias, es usted muy amable— dijo Nagisa entendiendo el significado
Kiyomi más rápida de pensamiento que la mayoría, capto la indirecta y miró a sus compañeros de equipo, junto a Jiraiya y Orochimaru —pobre de usted que anden espiando, porque van a necesitar una nueva dentadura—
Entonces Kiyomi golpeo su palma izquierda con su puño derecho y los miró con desconfianza. Kenji y Mitsuo tiritaron de solo verla enojada. Ellos apenas podían detenerla cuando estaban entrenando en buenos términos, ni siquiera se la querían imaginar cuando estuviera enojada. Orochimaru no estaba muy interesado en correr riesgo con Tsunade, Jiraiya ya había sido golpeado en otras ocasiones y no había terminado bien. Sin embargo, Jiraiya miró hacia otro lado. Por fuera se hacia el desentendido y por dentro saltaba de alegría. Era el mejor momento para superar a su sensei Hiruzen.
Kain puso a cargo a Nagisa y les dijo que avanzaran primero. Una vez que todos se fueron, Kain se acercó a Kie y le preguntó —¿Cuánto sale la estadía en su hotel?—
—Eso, mil ryos la noche. Incluye alojamiento, desayuno, almuerzo y cena— dijo Kie con un poco de nerviosismo, a veces las personas salían arrancando cuando escuchaban la tarifa.
Kain no se hizo problema, sacó un papel sello del interior de la manga de su haori y lo activo. En su mano aparecieron cien mil ryos. Era él, Nagisa y los seis rufianes. Tomo ocho mil ryos y se los tendió a Kie.
—Pienso quedarme hoy y mañana, pero todo será decidido mañana— dijo Kain
—En ese caso, podría pagarme mañana— dijo Kie con nerviosismo. Le comían las manos por tomar el dinero, pero se contuvo para no ofender a Kain y parecer desesperada.
—No se preocupe, sé que le dará un buen uso— insistió Kain y se lo tendió con una sonrisa amable. Kie soltó un suspiro, soltando una risita nerviosa y lo tomo. Por dentro estaba agradecida con el cielo, no le quedaba dinero y se hubiera tenido que endeudar con alguien para comprar los ingredientes para la comida.
—Muchas gracias— dijo Kie con una gran sonrisa —le prometo que será la mejor cena—
—De eso no lo dudo— respondió Kain, se dio la vuelta y camino a la puerta para salir de la casa e ir a las aguas termales.
Una vez que Kain salió de la casa, miró la calle y los alrededores. La calle se veía tranquila, con una que otra persona circulando de subida o de bajada, pero nada fuera de lo común. El humo saliendo de las chimeneas de las casas y el cielo tornándose naranja. Kain bajo por la calle al centro del pueblo para mirar una vez más al monje, pero él y sus creyentes habían desparecido. Kain frunció el ceño, extendió su percepción cien metros a la redonda, pero no pudo detectar nada en especial. Kain tomo una profunda respiración, se dio media vuelta y camino con dirección Este para salir del poblado e internarse en un bosque. Había un sendero hecho por el constante viaje de los pobladores a las aguas termales, con árboles, arbustos, piedras y pastizales a los lados.
Una vez que Kain vio que los árboles cubrían su posición, dijo —shiori, ven—
Shiori Aburame saltó desde uno de los árboles y se dejó caer frente a Kain. Ella vestía su capucha negra de anbu y su mascara de escarabajo —sí— murmuro arrodillada
—Utiliza tus insectos y busca rastros del monje. Si la información es real, ya comenzaron a moverse—
—Kain-sama, esto no está bien—
—¿Lo dices por Hiruzen y Danzo?— preguntó Kain con una sonrisa burlona —no te preocupes, si la información es real, ellos me lo agradecerán y me dejarán introducirme en su círculo. Una vez cerca de ellos, empezare a vigilarlos de cerca—
—Tobirama-sama contaminó a Kain-sama— murmuro a Shiori
—Lamentablemente— dijo Kain pasando por al lado de ella y dándole palmaditas en el hombro —para ganar el juego, debes tener la información y en base a eso tomar las mejores decisiones. Si quiero tomar las mejores decisiones para el futuro, tengo que saber lo que piensan el hokage y su asesor. Hace tiempo que Hiruzen dejo de ser la persona que conocí cuando era niño—
—Entiendo— murmuro Shiori y saltó a los árboles para llevar a cabo la tarea que le dio Kain. Este último siguió avanzando por el sendero, escuchando a los búhos y el cantar de los grillos.