Solo cuando Naomi se calmó, pudieron seguir revisando la tienda. A grandes rasgos, el lugar era una construcción vacía y sucia. Si alguna vez hubo algo de valor, se lo habían llevado. El único alivio de Kain fue que el cuarto que usaría Okita como habitación estaba vació. Así que solo faltaba limpiar. Por otro lado, la gran bodega detrás del mostrador era un cumulo de tierra y aire estancado. Tenía veinte metros de ancho por treinta de largo. Con estanterías que alcanzaban el techo y se extendían de muro a muro.
Sin embargo, cuando llegaron al final de la bodega, Kain noto que, al pisar unas tablas, estás rechinaban de forma extraña. Kain prendió la luz de la bodega y se sentó en el suelo.
-¿Qué haces Kain-kun?- pregunto Naomi, se puso en cuclillas a su lado.
Kain le dio una breve mirada y después miró la unión de las tablas, donde se podían ver algunos clavos nuevos recién puestos. Diferente del resto de los otros clavos, estos tenían un color metálico demasiado limpio.
Kain clavo un kunai entre las uniones e hizo palanca para levantar las tablas. De la misma manera siguió removiendo otras cinco tablas y se encontró con un cuadrado de cemento de ocho metros cuadrados. Kain hizo una gran sonrisa y se mordió el labio inferior. Esto parecía prometedor. Al mismo tiempo, recordó que el viejo Yamanaka quería hacer la limpieza por su cuenta a como diera lugar.
Kain miró a Naomi y ella asintió. Entonces Kain tomo una profunda respiración, evaluando si Naomi fuera digna de confianza. Al final asintió pensando que pasará lo que pasará, todo sería un beneficio.
Kain tomo el kunai y comenzó a clavarlos por los lados del cuadrado de cemento. Una vez que lo vio móvil comenzó a golpearlo en el centro y este se rompió después de tres intentos. Kain saco los pedazos de cemento sueltos y dejo ver algo más sorprendente aun, una escotilla metálica. La manilla aún conservaba pedazos de cemento, pero con unos golpecitos quedó limpia. Al mismo tiempo, Naomi miraba con cierto interés lo que estaba haciendo Kain. Era como la búsqueda de un tesoro.
Una vez que Kain termino de limpiar la escotilla, se puso de pie y jalo la manilla. El metal rechino, pero solo se dobló. Kain frunció el ceño y jalo con más fuerza, sacando la escotilla. Kain quedó con la escotilla en la mano y Naomi soltó una melodiosa risita. Sin embargo, cuando ambos miraron lo que estaba por debajo de la escotilla se pusieron serios. Solo se veían los peldaños de una escalera y el resto estaba en tinieblas.
Kain lanzó la escotilla a un lado y se limpió las manos dando algunos aplausos. Después se sacudió la ropa con las manos, ya que al abrir la escotilla le habían saltado pedazos de cemento y polvo. Después él se acercó a Naomi, ella se puso nerviosa y Kain le tomo la mano derecha. Naomi se ruborizo pensando en lo que podría querer Kain, pero cuando lo vio registrando las mangas del haori blanco quedo confundida.
-¿Qué buscas, Kain-kun?- preguntó Naomi
-Aquí esta- dijo Kain, después miró a Naomi y le dijo -nada en especial, solo utilizo sellos para guardar mis cosas-
Naomi lo miró como si hubiera visto un fantasma. Hoy en día el clan Uzumaki estaba extinto y solo había unos pocos maestros de sellos por aldea. Cada sello se considera valioso y el propio municipio controlaba su venta. Decir que tienes un haori lleno sellos es como pedir que te lo roben.
-¿Cuántos sellos tienes en este haori?-
Kain hizo una sonrisa al encontrar el sello correcto y aplico chakra del alma. Entonces el sello le entrego un pergamino y Kain se apartó de Naomi -unos quince por manga- dijo, así como si nada.
Naomi abrió la boca sin saber que decir mientras Kain extendía el pergamino en el suelo y revisaba cada sello. Tenía sogas, clavos y herramientas. También encontró lo que buscaba, velas. Tomo una de las velas y realizando un sello de mano. Después soplo una pequeña llamarada de fuego y prendió la vela. Una vez adquirida la luz, se acercó al agujero en el suelo y pudo mirar el interior. Era otro cuarto bajo tierra, frio como si hubiera hielo en su interior. Había telarañas por todos lados y sellos explosivos a lo largo de las paredes, escalera y techo. En pocas palabras, era una trampa explosiva que mandaría a cualquiera, diferente del viejo Yamanaka, a volar por los cielos. Sin embargo, siempre hay excepciones, sobre todo si eres un pequeño maestro de sellos.
Kain se apartó del agujero y se puso en cuclillas. Después dejo caer un poco de cera en el suelo y clavo la vela para que esta permaneciera de pie. Una vez hecho eso, camino hasta las cinco velas que le quedaban y las corto con un kunai a la mitad. Después de eso, acercó una de las mitades a la vela encendida y la prendió.
-Ten cuidado Naomi, si quieres puedes salir de la tienda. Esto será peligroso- dijo Kain, acercándose al agujero en el suelo.
-De ninguna manera, Kain-kun- dijo Naomi juntando sus manos como si estuviera rezando, se veía nerviosa, pero decidida. Kain asintió con una sonrisa y tomando la mitad de vela encendida, se acercó al primer peldaño de la escalera. Dejo caer un poco de cera caliente y planto la vela. Esta vez más iluminado, los insectos comenzaron a arrancar. Al mismo tiempo, Kain prendió otra mitad y fue bajando por las escaleras. A medida que se encontró los sellos, les paso su dedo indicé por encima con chakra del alma, como si los estuviera cortando. Los sellos perdieron sus escrituras y se volvieron papeles blancos, que a los pocos segundos cayeron como si hubieran perdido lo que los sujetaba a la superficie.
Naomi veía descender a Kain, iluminando la profunda oscuridad del subterráneo. Se espanto al ver las grandes telarañas y las enormes arañas.
Kain siguió bajando, iluminando y rompiendo sellos. Sin embargo, la parte linda y buena termino cuando bajo del último peldaño de la escalera. Algo activo los sellos, haciendo que toda la habitación brillara en caracteres rojos. Kain abrió los ojos amplios y sin pensarlo dos veces, activo su mangekyo. Entonces sus pupilas se tornaron rojas como la sangre y le dio la impresión de que el tiempo se detuvo. Vio como cada uno de los sellos de las paredes y techo comenzaban a encenderse como luces.
Kain metió sus manos a las mangas de su kimono y activo los sellos en sus interiores. Los sellos a su vez le entregaron veinte kunais (diez en cada mano) y lanzó el primer kunai imbuido en chakra del alma a un sello del techo. El kunai se clavó a la mitad del sello y este perdió su fulgor. Kain siguió lanzando uno a uno kunais a los sellos en el techo, mirando como toda la habitación se llenaba de luces ígneas. "Muy lento", pensó en su mente y canalizo una gran cantidad de chakra del alma a los kunais. Entonces lanzó dieciséis kunais de golpe y todos dieron en el blanco. Todos los sellos del techo quedaron anulados, pero todavía quedaban los de las paredes.
Al mismo tiempo, los ojos de Kain se movían de izquierda a derecha a gran velocidad identificando los objetivos. Una vez más metió sus manos a las mangas, saco veinte kunais y los lanzo a la pared del frente, después repitió la misma acción con la pared a su derecha y después con la pared que estaba a su izquierda. Kain se volteó para mirar a sus espaldas y sus ojos se agrandaron del espanto, los sellos se estaban inflando como si el fuego se acumulara en su interior. Kain frunció su nariz e hizo circular el chakra por su cuerpo a una gran velocidad. Entonces metió una vez más sus manos a sus mangas y saco veinte kunais. En un gesto fantasmagórico lanzó los kunais, volaron a tres metros de distancia y se clavaron sobre los sellos, anulando así su activación.
Kain desactivo su mangekyo y el sonido del choque de los kunais alcanzo sus oídos. Sonó como un incesante martilleo de metales clavándose en las paredes y techo. Al instante siguiente, todos los sellos cayeron partidos por la mitad, convertidos en simples papeles blancos de veinte centímetros de largo por diez de ancho.
-¡Kain-kun!- grito Naomi, bajando por las escaleras -¡Kain-kun, Kain-kun! ¿Qué te paso? ¿Estás bien?-
Naomi llego al suelo del subterráneo y se acercó a Kain. Estaban casi oscuro, solo iluminado por las pocas velas en la escalera. Una vez que llego frente a Kain, Naomi lo abrazo. Le tomo el rostro con las manos y a pesar de la poca luz, le examino el rostro.
En un principio, ella sintió que de repente el subterráneo se había encendido de un rojo ígneo y se apagó casi al mismo tiempo. Después hubo un ruido ensordecedor de cientos de kunais chocando con las paredes, lo cual la asustó.
Kain soltó un largo suspiro y asintió cansado -estoy bien, vamos a fuera, necesito descansar- dijo
-Sí, sí, lo que tu digas, vamos- dijo Naomi preocupada al ver el tenue brillo en los ojos de Kain, demasiado cansado para ser cierto. Ella se puso a su lado, Kain paso su brazo por encima de los hombros de Naomi y subieron las escaleras como pudieron.
-Maldito anciano demente- mascullo Kain -¿De dónde mierda sacaste tantos sellos?-
-¿Eran sellos?- pregunto Naomi cargándolo fuera del subterráneo. Una vez fuera, ayudo a Kain a sentarse y noto que estaba traspirando y pálido. Era como si hubiera corrido una gran maratón sin descanso ni alimento -¿Te sientes bien?-
-Sí. Me siento algo cansado, pero nada que no pueda arreglar un pequeño descanso-
-¡Niño! ¡Niño!- grito Akira Akimichi desde el mostrador, dentro de la tienda -¿Estas bien? Escuche un estruendo metálico ¿Dónde estás?
-¿Oh? Akira-san- grito Kain con una sonrisa desde la bodega -no pasa nada, solo se cayeron algunos estantes de la bodega. Todo está bien-
-¿Seguro?-
-Sí, seguro ¿cierto Naomi?- pregunto Kain a Naomi, quien estaba en cuclillas a su lado. Le guiño un ojo y ella asintió.
-Sí, Akira-san, estamos bien. Gracias por preocuparse-
-Niño- dijo Akira un poco enojado -no voy a decir nada porque eres el dueño de la tienda, pero ten cuidado. Te podría pasar algo-
-Está bien, Akira-san, muchas gracias-
Después de eso, Kain y Naomi escucharon como los pasos se alejaban.