En el año 414 del calendario del Dragón Blindado, Robert, su esposa e hija estaban planeando volver a Asura. El todavía rey del estilo Dios del Agua, vivía tranquilo en su departamento ubicado en el centro de Millishion. Trabajaba con su esposa en la compañía de su hermana. Incluso hubo un tiempo en que él administro la compañía por su cuenta. En aquella época la muerte de su padre lo encontró desprevenido, así que durante años, dedico toda su energía a su familia y al trabajo. Ahora que ya se encontraba bien, se estaba planteando emprender por su cuenta.
Adicional a todo eso, Bárbara, la madre de Robert, vivía con ellos. De vez en cuando, ella iba a ver a su otro nieto, Elías, pero casi todo su tiempo lo pasaba en la casa. Se ponía a leer y a cuidar de su nieta, María. Cosa gratificante, pensaba ella ahora que había llegado a sus cuarenta y nueve años. Como una mujer de la alta nobleza, no paso por esta etapa cuando tuvo a sus hijos. Para eso habían nodrizas y sirvientas. Ella solo se preocupó de alimentar a sus hijos hasta el año de vida y después tuvieron una educación de noble. Por supuesto, su esposo no la amo porque fuera la típica mujer noble, o por su linaje o cualquier otra cosa. Ella era una mujer "de piel", así la describía su marido. Con mucho cariño y empatía para regalar. Aunque no andaba siempre encima de sus hijos, siempre se preocupó de su bienestar. Que tuvieran todo lo que necesitaran, pero sin darles todo en bandeja de plata. Si hubiera algo por lo que su esposo le reclamaba, sería que hacía pequeños juegos no escritos con sus hijos. En su tocador, en donde se maquillaba. Ella tenía un mueble de tres cajones. El primero y el tercero eran personales, con sus cosméticos y joyas. El segundo era para sus hijos. Siempre escondía dulces y chocolates, los cuales eran robados por los pequeños bribones. Ya recuerda a su hijo mayor compartiendo el botín con sus hermanos. No eran muy disimulados y para más remate, no tenían ni un poco de astucia. Bárbara siempre encontraba a la pequeña Victoria con los labios embetunados de chocolate.
-¿En que piensas mamá?- pregunto Victoria. Ahora estaban tomando el té de la tarde en la casa de Robert, pero su madre parecía estar en otro lado.
-Nada- respondió Bárbara saliendo de su ensimismamiento. Miro a su hija y la halló mas hermosa que nunca antes. Ella asintió como si recordara que estaba en la sala de estar, bebiendo té con su hija, mientras sus dos nietos jugaban un poco mas allá, en la alfombra café clara -tu esposo tiene muy buena mano- dijo.
Victoria se sonrojo al recibir esas palabras y recordó la noche anterior. Después se sonrojo más y negó con su cabeza para tratar de disimular lo que estaba pensando -él es un poco enérgico- dijo -pero dejando eso de lado ¿Estás de acuerdo con volver a Asura? Te puedes quedar conmigo. Con Kain tenemos pensado construir un mansión cerca de la playa. Es un lugar bonito y apartado de la urbe-
-Oh ¿y como conociste ese lugar?-
-Eso, digamos que a veces vamos con Kain en verano. Es un buen lugar con muchas memorias-
-Es bueno ser joven-
-Mamá también es joven, incluso, incluso los muchachos te quedan viendo en la calle-
-Oh querida. Ellos no me admiran como a ti, solo ven mis tetas y las quieren tocar. Pero te aseguro que en cuento se den cuenta de que no están firmes, se desilusionarían-
-¡Mamá!-
-¿Qué? Es la verdad-
-¿Qué es teta, mami?- pregunto Elías que estaba a unos cuatro metros más allá. Jugaba con su prima, una niña llama María que es la fusión de Robert y Clarisse.
-Es una mala palabra, usted no la diga- respondió Victoria, después miró a Bárbara y le dijo -mamá, cuida tus palabras por favor. Los niños absorben todo lo que escuchan-
-Lo sé- respondió Bárbara mientras revolvía el té de su taza -te vi crecer ¿recuerdas?. A tus hermanos les encantaba decir palabrotas y tú, la periquito, repetía todo lo que decían. Incluso una vez vino mi madre y dijiste una palabrota en la mesa. Jajajaja, todavía recuerdo el rostro que puso-
-No lo recuerdo-
-Claro que no, en esa época tenías cuatro años. Eras una pequeña tempestad. Ibas por la casa botando y registrando todo lo que te diera curiosidad. Incluso agarraste esa manía de pasarte las monedas de oro por la cara-
-¡Mamá!-
-Jajajajaja, está bien, está bien, no digo más-
-Mamá, responde ¿de verdad piensas volver a Asura?-
-Por supuesto, tu hermano necesita a alguien de confianza que cuide de María. Además, no sé porque le pones tanto problema, puedo volver en cualquier momento. Mi yerno me dijo que podía ocupar esa cosa maravillosa cuando quiera-
-Mamá, eso se escucho mal-
-Vaya ¿celosa? No te preocupes, incluso si me atacara, un joven inexperto como tu marido no me haría nada. Ustedes que son jóvenes caen con fácil, pero a mi edad, tiene que venir el dios de la lujuria para sentir algo-
-No sabes lo que dices. Bien, si vas a volver, solo ten cuidado. En lo posible, preferiría que fueras y vinieras todos los días. De esa manera estarías mas segura. No me gusta Asura para nada. Yo le dije a Robert que podía hacer su sucursal aquí en Millis. Hay suficiente espacio para los dos, pero él no, tenía que ir a ese maldito lugar-
-Bueno querida, tu hermano es un hombre. Su orgullo y estupidez le impiden admitir que no es tan bueno como tu en los negocios. Además de que el tema del dinero es delicado. Siempre hay peleas-
-Kain dijo algo parecido. Dos monstruos que viven en un mismo territorio, tarde o temprano lucharan-
-Es…una manera interesante de decirlo. No diría que mis hijos son monstruos, pero entiendo el concepto. Es probable que luchen tarde o temprano para ver que empresa devora a la otra-
-Al final no podemos seguir trabajando juntos- dijo Victoria como si la felicidad se le escapara de entre los dedos
-Querida, gradúate de tu hermano. No puedes depender de él para siempre-
-Lo sé madre- respondió Victoria apesadumbrada. Al instante después se escucho un pequeño trote y una pequeña mano le tomo la suya.
-No estés triste mami- dijo Elías, el joven elfo que había alcanzado los seis años de edad. Tenía los ojos de su madre, límpidos, verdes e inocentes.
-No lo estoy- respondió Victoria con una sonrisa que disimulaba su tristeza. Le dio un beso en la mejilla y le dijo -ve a jugar- y Elías volvió con María
-Es un niño muy dulce- dijo Bárbara
-Es mi bebé-
-Para por favor. Con tu marido como padre idiota es más que suficiente. De solo pensar en ti en los mismos términos, me entro a preocupar por el futuro de ese niño-
-Esta bien. Solo estoy un poco orgullosa de mi hijo-
-¿Un poco? Fú, solo te falta hacerle una estatua. No malcríes a mi nieto o ya verás-
-De todas maneras, ten cuidado en Asura. Si es posible, vuelve a diario-
-No entiendo tanto tu preocupación-
-Asura está pasando por un momento complicado. El primogénito del rey está moviendo sus hilos y casando a sus hermanas y tratando de deshacerse de los otros competidores. No es un buen momento para ir a hacer negocios. Incluso si tienes el respaldo de mi marido-
-Querida, el respaldo de tu marido, sin tu marido presente, no vale nada. Es Asura y un semi humano es tan bueno como un esclavo-
Victoria apretó el ceño y le dijo -no vuelvas a pronunciar esa palabra- bajo la voz y dijo en un tono mordaz -se te olvida que tu nieto es un semi humano, como tu dices-
-Lo sé Victoria. Pero eso no cambia el hecho de que en Asura, la palabra de un elfo no tiene ningún peso-
-Lo que sea, solo ten cuidado- dijo Victoria molesta -me voy, ya no quiero escucharte. Me llevo a mi semi humano-
-Victoria- dijo Bárbara levantándose de su silla -espera, solo estaba diciendo la verdad. Así es Asura-
-Bueno, a lo mejor esas palabras vienen de una distinguida dama de la nobleza y no son trasparentes. Pero déjame decirte esto: la boca habla de lo que se llena el corazón- Victoria tomo a Elías de la mano, le dio un beso a María y antes de irse, le dijo a Barbara -y tu no sabes nada. Si supieras lo que es bueno, estarías esperando a mi marido con las piernas abiertas- y salió del departamento.
-¡Que sensible!- dijo Bárbara algo sorprendida