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Sombras Divididas

El destino es confuso. A veces pasa sin ser percibido, otras puede volver del revés la vida de alguien. Un chico normal, con problemas normales, viviendo una vida normal, justo como cualquier humano común... con la diferencia que el destino tenía otros planes para él. Un día, después de un extraño evento, se topó con dos chicas aladas y su vida se volvió mucho menos... normal. Fue arrastrado fuera de su planeta, probando la existencia de otros mundos y de extraños poderes como la magia misma. Desgraciadamente, el camino de regreso a su casa fue cerrado tras de si, dejando como única opción para regresar a su casa vagar a través de diversos mundos desconocidos . Al mismo tiempo, descubrió que no era capaz de usar magia, pero en su lugar obtuvo un extraño poder que le permitía tomar la energía del propio mundo, junto a otro extraño poder acompañado por una misteriosa y tenebrosa existencia despertando dentro suyo, sin la menor idea de si se trataba de un amigo o enemigo.

Gascart · Fantasy
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67 Chs

Ese día en el que no pude ver

Oscuridad, hacía tiempo que no recordaba lo que era estar rodeado de ella. Ya había olvidado completamente la sensación de no ser capaz de ver nada a tu alrededor.

En la actualidad, para mí, las noches eran incluso más claras que los días soleados y hasta el momento en que me quedé ciego no me paré a pensar en esto. Nunca le he tenido miedo a la oscuridad, pero ahora me doy cuenta de que nunca había estado realmente sumido en ella.

La única vez que recuerdo haber tenido esta profunda sensación de no ver absolutamente nada fue cuando terminé en el mundo de Raidha, y no duró mucho tiempo. No obstante, ya hacía horas que no podía ver nada y la ansiedad empiezaba a afectarme.

—¡Que me dejes en paz de una vez!

—Vamos, vamos, no seas tan tímida. Solo ven y pasa un ratito conmigo. Por lo menos ducharnos juntas.

—¡Nooooo! ¡Y ponte algo encima pervertida! ¡No vayas desnuda por la casa!

—Es mi casa, siempre voy así por ella ¿Qué hay de malo?

—¡Que no tienes ni cortinas!

Para mi suerte… O desgracia… No podía ver las cosas raras que no paraba de escuchar entre esas dos. Sin embargo, por mi seguridad física y mental decidí ignorarlas.

Estábamos en casa de Dánet esperando a que mis ojos curasen. Pero después de toda la noche seguían mal. La herida parecía haber sanado completamente, y aún así, mi visión no regresó. Tal y como dije, empezaba a preocuparme.

Lo único que pude hacer en ese momento para matar el tiempo y la ansiedad fue seguir investigando mi propio cuerpo y poderes.

Olvidando completamente el mundo exterior, me centré solo en mí. Mientras me centraba en curarme, me había dado cuenta de que el tamaño de mi contenedor podía ser ampliado… El problema era que ahora tenía dos, y solo podía ampliar uno a la vez.

Al meditar, justo como estaba haciendo en ese momento, podía modificar la estructura poco a poco e hincharlo como un globo. A pesar de que, como digo, era muy lentamente… Pero el punto aquí era que podía… A costa de un enorme tiempo y fatiga, tanto física como mental…

Al final me cansé. Un resultado mínimo, pero algo era algo. Si apilas piedra sobre piedra, a la larga tienes una montaña. Probablemente le dedique algunas horas al día a meditar. El problema real será decidir que mejorar.

Miré la tierra y luego el aire. Sopesé rápidamente las ventajas y las desventajas, tanto en un combate como en mi día a día. Lo más seguro es que me centrara en la tierra. El aire… Un sexto sentido y una buena velocidad no están nada mal, pero me parecía algo deficiente para un combate directo. Aunque seguro podría encontrar mil maneras de usarlo como soporte. Probablemente de tanto en tanto mejore. Volar tampoco está nada mal, pero claro, tocaría transformarme para ello.

Finalmente me centré en el último, la oscuridad. Ese elemento que no podía usar… ¿O sí? Lentamente me acerqué a inspeccionar.

—Anda… Hola.

—Hola.

Ahí parado, al lado del contenedor, estaba él. Flotando como si nada en horizontal con los brazos tras la cabeza y las piernas cruzadas. Ni me miraba. Su mirada estaba perdida y tenía una expresión confusa en su rostro.

—¿Qué estás haciendo?

—¿Eres idiota? ¿No lo ves?

—Pues no… ¿Qué haces?

—Absolutamente nada, idiota.

—A ya… Últimamente estas muy pero que muy raro ¿Sigues siendo el mismo?

Haciendo un movimiento similar al de alguien bajando de su cama se puso de pie delante mío, pero parecía evitar el contacto visual.

—¿Quién voy a ser si no? Idiota.

—Idiota, idiota, idiota… Tanto idiota al final me pegaste la palabra y no paro de decirla yo… Soltar un idiota en todas tus frases se hace repetitivo y molesto… Ya sé, tu nombre a partir de ahora podría ser Idiota. ¿A que te encanta?

Este diálogo no llegaba a ninguna parte. De verdad empezaba a ser incómodo y pesado. Que diga lo que quiera, pero la última vez que "nos encontramos en persona" me parecía alguien con alguna especie de trastorno mental psicótico o peor... A pesar de que de alguna manera se podía razonar con él… Ahora no podía ver por ningún lado esa risa macabra y estaba muy callado.

—Como sea… ¡Joder! ¡Lo tienes enorme!

El contenedor de oscuridad… Era incluso más grande que la última vez que lo vi ¿Acaso él se pasaba el día agrandándolo? Me acerqué hasta el punto de poder tocarlo, y en el momento que lo intenté, él me agarró la mano.

—Ya te lo dije, no toques lo que no tienes que tocar. La oscuridad no es como la tierra o el aire o nada de lo que conoces.

—Ahora que lo dices, ¿qué es? Tengo entendido que la luz está hecha de unas cosas llamadas fotones… A pesar de que tengo la corazonada de que la que usan los Katryde no son exactamente fotones ¿Pero la oscuridad?

—¿Y cómo lo voy a saber yo?

—¡Entonces no hables como si lo supieras!

A veces hablar con este tipo me provocaba dolor de cabeza… Normalmente las cosas me importan una mierda, pero cuando algo llama mi atención no soporto no saber. Y me di cuenta de que no a pesar de entender cómo funcionaba a base de práctica, no tenía ni la más mínima idea de lo que realmente era esta "energía natural" que estaba usando.

"La energía que forma la materia" … Eso en realidad no me decía nada. ¿Qué era exactamente esta energía capaz de modificar la propia estructura molecular de un átomo a placer?

Todos me decían que no era como la magia. Hasta cierto punto había llegado a aceptar eso, más después de ver la magia de ese tipo que le hacía invisible, pero no podía evitar pensar que tenían sus similitudes. No obstante, si la tenía que comparar con algo, se asemejaba bastante a las energías de la luz y la oscuridad que Silphen y Katryde usaban.

No obstante, también había algo distinto en esas dos. A pesar de ser llamadas "luz y oscuridad" no eran realmente luz ni oscuridad. Sin duda la habían llamado así simplemente por sus colores y la estúpida pelea que tenían ambas razas. En realidad, cuanto más pensaba en ellas, ambas se parecían muchísimo. No, en realidad eran idénticas. Y lo que ambas compartían era que podían crear algo de la nada.

Incluso en ese momento estaba vistiendo ropas básicamente tejidas con la energía oscura de Raidha y no había señal alguna de que fueran a desaparecer pronto. Tampoco había señal alguna de que estuvieran siendo mantenidas activamente por Raidha.

La magia podía materializar cosas, pero estas simplemente regresaban a maná después de que su creador dejara de usarla. Mi energía natural podía alterar permanentemente el estado de la materia, pero solo sobre esa materia. Esas dos energías hacían ambas cosas a la vez.

La oscuridad de los Silphen no era materia… A pesar de eso, Raidha la controla como si lo fuera y la cambia de tangible a intangible cuando le da la gana…

«No lo entiendo…»

En un momento que ese idiota se despistó, aproveché para tocar el contenedor… Y abrirlo de un tirón.

—¡Idiota, hazme caso con esto!

Él reaccionó de inmediato, con una expresión bastante preocupada… pero nada ocurrió. Es más, la oscuridad ni siquiera dejó el contenedor. Ambos nos miramos el uno al otro e inclinamos la cabeza a la vez.

—No ha pasado nada…

—No… ¡pero idiota, no toques lo que no tienes que tocar! ¡Podría haber pasado algo malo de verdad!

—Ya…

No, en realidad esperaba ese "algo malo de verdad". En realidad, lo que esperaba ver era ese humo, esas sombras que salían cada vez que él salía, pero no estaban ahí. Lo único delante nuestro era un contenedor lleno de una calmada y apacible energía negruzca a la que sin duda alguna no podía controlar.

—Entonces… ¿qué es eso?

—Ni idea…

Y ambos estábamos en las mismas. Ninguno de los dos tenía la mínima idea de qué eran esas sombras, pero sin duda no era algo que hubiera salido de la energía oscura.

—Dejando eso de lado… Cada vez es más grande, ¿verdad? ¿No será una bomba?

—Tranquilo, no dejaré que explote.

—¡Entonces sí es una bomba!

—Que no te preocupes, idiota. No puedo controlar las demás energías, pero no tengo problemas controlando la energía oscura. Por eso me quedaré aquí, sin molestar... Sin que sepáis más de mí.

—Ah, entiendo… Y es lo opuesto para mí… En fin…

Y eso me recordó que había algo realmente serio que quería hablar con él. Me acerqué y le puse la mano en el hombro para evitar que saliera corriendo.

—Esto es una excusa verdad… Lo que no quieres es hablar con Calitia. No sabes qué decirle después de lo que pasó. Por cierto, ¿me lo cuentas? Quisiera saber que vio en ti… De verdad no lo entiendo… Pero después de todo es Calitia… Probablemente no haya nada a entender…

—No, no, claro que no no no pasó nada y no miedo no tengo no…

—No te ralles, habla normal…

—Simplemente peleamos, no hay más…

—Y realmente ganaste… A pesar de que ella no tenía ni una herida y yo estaba a un pie de la tumba…

— …

Con un fuerte golpe lo sujete del otro hombro.

—Esa chica esta obsesionada contigo por si no lo notaste.

—¿Y qué hago? ¡¿La mato?!

—No hombre… ¿No sabes hacer nada más?

—No.

«Para qué pregunto…»

—¿No podrías intentar ser persona?

—¿Para qué? Un arma es un arma, solo existe para matar.

—No pareces muy feliz de decir eso… ¿Por qué no intentas decirle algo? Lo que sea.

—¿Tu entiendes que cada vez que salgo tu cuerpo corre peligro?

—Perfectamente. Pero no voy a morir porque salgas a decir cuatro cosas.

—¿Por qué no te importa lo que te pueda pasar por mi culpa?

—No es que no me importe pero… No creo que dejes que me pase nada.

—¿Cómo puedes estar tan seguro?

Le di un pequeño puñetazo amistoso en el pecho seguido de una pequeña sonrisa.

—Porque eres mi único amigo ¿recuerdas?

Clara confusión se mostró en su cara, y aunque dudo que lo fuera a admitir, cierto peso pareció dejar su cuerpo mientras suspiraba amargamente.

—Idiota, aún así no se ni que debería decirle.

Parecía volver a ser el mismo de siempre. Después de todo era de mente simple… Pero era mi amigo… ¿Mi amigo…? Que extraño sonaba decir eso de alguien que de alguna manera es parte de mí… Tampoco tengo clara la parte de "amigo".

«Tengo la sensación de que simplemente se siente solo, pero a la vez le preocupan los problemas que me puede dar. Y vaya problemas y dilemas… No me cae del todo mal, pero en mi vida le permitiré que haga lo que quiera con mi cuerpo… Me cuesta demasiado aceptar el hecho de tenerlo caminando dentro de mí… Demasiado…»

Esta vez fui yo el que suspiro antes de soltarlo.

—Como sea, piensa algo y dile de una vez que nos deje en paz. Para empezar nunca debió haber ido detrás nuestro. Hazla entrar en razón antes de que nos cause algún problema más grande que secuestrar a una niña del cielo. ¿Puedes hacerlo?

—...

—Lo tomaré como un lo pensaré…

Y esta vez fui yo el que decidió darse la vuelta e irse caminando mientras él se quedaba mirando mi espalda en silencio. Lo único que podía esperar es que le hablara directamente… solo con ser él mismo sin duda haría que cualquier mujer se alejara corriendo de él.

—¡DRAAAAAAYD! ¡Despierta de una vez!

Un grito ensordecedor me sacó de mi trance interno.

«Raidha y sus malditos gritos…»

—¡¿Puedes no gritarme al oído?! Estoy ciego, no quiero quedarme también sordo… Anda, ya veo…

Podía ver perfectamente a Raidha otra vez… A Raidha, quien en el mismo momento que abrí los ojos dio un paso atrás.

—¿Qué te pasa?

—No… se… ¿Habrá sido mi imaginación?

—Lo que tú digas…

La habitación estaba en completa oscuridad. Por supuesto, Raidha ni se molestaría en encender una luz. Me puse a mirar por una ventana. Apenas estaba amaneciendo y apenas un hilo de luz se escapaba del horizonte. Por lo visto me pasé absolutamente todo el día anterior perdido en mis asuntos internos sin darme cuenta del tiempo. Raidha se paró a mi lado. Podía ver su débil reflejo en la ventana. Una imagen tenue y difusa.

—Raidha…

—¿Eh?

—Pareces un fantasma inalcanzable.

Con una estúpida sonrisa en mi cara tocaba el reflejo de Raidha, quien me miraba directamente viendo simplemente a alguien que acababa de perder la cabeza.

—¿Estás bien?

Estallé en risas.

—Perfectamente... Estoy feliz.

—No me parece... ¿Sigues medio dormido?

—Nada, nada. Vamos con las demás. No tiene sentido preocuparse.

—Realmente hay veces en que me asustas. Eres muy raro.

—Y tú eres una idiota sin remedio.

¿Qué mejor que terminar el día con una patada de Raidha? ¿Qué me esperaba en el futuro? A saber… Por el momento lo mejor era vivir el día a día... Quizás al día siguiente ya no estaría vivo... Realmente no valía la pena preocuparse… No mientras ella estuviera bien.