6 | Perfectos Desconocidos |

Las últimas tres semanas, las había dedicado de lleno a mi objetivo principal, y por suerte para mi había logrado impactar con el desarrollo de mi tesis.

Se me había ocurrido hablar sobre la Experticia Forense, la práctica extendida y las habilidades en el desarrollo de acciones mediante el conocimiento que poseían las autoridades para tratar ciertos temas.

Había dejado boquiabierto a mi profesor asignado cuando propuse el tema, y la resolución de la tesis lo había dejado aún más sorprendido.

Decidí salir a festejar mi triunfo, el haber obtenido una diplomatura sin ayuda de mis padres era un logro personal después de tanta mierda que había pasado los últimos años.

Cassidy había vuelto de Grecia, y como si no hubiese tenido suficiente allí, ya tenía una fiesta de cumpleaños a la que asistir.

—¿Tenemos que ir si o si? —se quejó Mackenzie, mientras se enfundaba en un hermoso vestido color rosa pálido, arrugado en la cintura y con pliegues.

Unos zapatos color vino contrastaban, la piel broceada resaltaba el color de su vestimenta y el maquillaje sutil que había elegido era la perfección misma.

—¡Oh, vamos! —repuse tomándola de los hombros —¡Nos divertiremos!.

Luche con un par de Jeans ajustados en color claro, parecía que mi trasero de tanto golpear contra el piso se había agrandado, o el hecho de haberme matado a ejercicio las últimas semanas también puede que lo haya provocado.

Elegí colocarme un top negro sin tirantes que dejaba ver mi abdomen por completo y resaltaba el nacimiento de mis pechos de forma bastante obscena.

Esta noche me iba a divertir.

Complete el look con unas botas de tacón de color habano, resalté el verde de mis ojos con una sombra oscura, un delineado perfecto y un buen labial rojo.

Al llegar a la ubicación a las afueras de la ciudad que Cassy me había pasado por mensaje, la lujosa propiedad era enorme, incluso mucho más que la mansión de mi padre en la cual había crecido.

El guardia de seguridad parado en su espacio, nos dejó pasar resignado, parecía estar agotado de tener que tratar con personas o quizá solo era un trabajo esclavizante el tener que estar afuera mientras las personas se divierten.

El exterior de la casa era de color blanco y negro, tenía grandes paneles de cristal en el segundo piso, y destilaba dinero por donde lo mirabas.

—Siento que nos cruzaremos demasiados ricachones estirados, Jess. ¡Mira todos esos autos!

—Así parece.

—Si conseguimos esposo aquí, seremos las hijas ideales de nuestros padres.

—Claro, con idiotas millonarios que se dedican a embriagarse y drogarse hasta perder el conocimiento. ¡La verdad un gran partido!.

—Vittorio sería muy feliz si te casaras con un empresario que siguiera los negocios familiares de los que tú no quieres hacerte responsables.

—Si que sería feliz, pero ambas sabemos que ese tipo de hombres compensan con el dinero lo poco agraciado de su amigo allí debajo.

Señalé mi entrepierna y recibí un golpe de cartera.

—¡Jessica!.

—Los que no tienen dinero se esmeran más sexualmente, como no pueden llevarte a lugares costosos, ¡Te regalan orgasmos de otro planeta!.

—Siempre lo mismo contigo, pareciera que quitaron tu cerebro y pusieron el de un adicto sexual sin remedio.

—Además, Matrimonio es la palabra que utilizan las mujeres para adoptar a un niño adulto que ya no puede vivir con su madre.

—Tu y tu reticencia al matrimonio.—dijo poniendo los ojos en blanco mientras caminábamos al interior del lugar —¿Nunca has pensado en casarte y tener hijos como lo hace cualquier persona normal?

—Eh, no.

—¿Ni siquiera cuando estabas con Nicolae?.

Pude notar en la forma como su rostro se transformó que las palabras se le habían escapado sin pensar. El solo hecho de escuchar mencionar ese nombre lograba que la bilis llegara a mi garganta.

—No, ni siquiera en ese momento —dije de forma pragmática —Si eso es lo que buscan las personas normales, me alegra no serlo.

—Allí está tu amiguita.

—Deja los celos, ¿Quieres?.

El hecho de verme cerca de Cassidy le molestaba tanto, que no era capaz de dejarme venir sola por más que la detestara con toda su alma. No comprendía sus celos, ella era mi cable a tierra.

Nada en esta vida haría que la reemplazara.

Su rostro se tornó sorprendido al ingresar al enorme lugar. El estilo de la casa era moderno, tenía un mobiliario bastante sofisticado y obras de arte en las paredes.

El buen gusto predominaba por donde se mirara.

Cassy se acercó a mi, esquivando al centenar de personas que habían asistido a la fiesta con un caminar digno de pasarela.

Su belleza era significativa y la actitud que poseía aún más.

Mackenzie refunfuñó y luego puso su mejor cara de póker cuando la pelirroja llegó hasta nosotras.

—Cassidy Sparks, sin duda estás hecha una diosa del Olimpo. Grecia te ha sentado más que bien.

La tomé de la mano e hice que girara sobre su propio eje, dejándome apreciar su hermoso vestido de encaje que era tan corto como para apreciar sus piernas largas y tonificadas.

—¡A ti también! —exclamó señalando mi escote —¡Sospecho que en cualquier momento tus pechos se saldrán de ese diminuto top y montaras un lindo espectáculo!

—Cassy. Gracias por invitarnos.

—De nada, pero de hecho yo no lo hice. Un amigo que me hice en Grecia festeja su cumpleaños. Vengan conmigo que se los presento.

Nos llevo hacia un enorme sofá de cuero negro repleto de personas bebiendo Champagne.

Dos de ellos estaban muy entretenidos detrás de unas rubias siliconadas que reían enérgicamente de cualquier cosa que saliera de la boca de estos, imitando el ruido de una puerta rechinante cada vez que sonreían.

O sea, un horror para los oídos.

Uno de ellos se apartó, me observó de arriba a abajo y ubicó su vista directamente en mis pechos.

Era desagradable la forma en la que los ojos se le iban, pero no podía negar que era demasiado guapo.

Con ojos celestes brillantes e intensos, cabello castaño, un rastro de barba perfectamente recortada y una mandíbula cuadrada y perfecta.

—Cassy, ¿No me presentaras a tu amiga?.

—Claro. Ella es Jessica Romanov, mi mejor amiga —recalcó, ganándose la ira de la morena a mi lado — Y ella es Mackenzie Donovan. Chicas, el es Alexander James.

—Con que tú eres la famosa Jessica... —dijo, tomando mi mano y plantando un beso en ella.

Al verlo de cerca era incluso más guapo, y en mi interior sabía que había encontrado con quien quitarme el estrés. Me invito a sentarme y cuando lo hice, sin querer choqué con alguien que estaba a mis espaldas riendo con la mujer repleta de silicona.

El líquido de su copa fue a parar directamente en mi escote.

—¡Serás imbécil! —grite, sintiendo como el líquido pegajoso se deslizaba por mi piel —¡Me has tirado todo encima.

—¡Lo siento mucho!.

—¡Si, claro! ¡Menudo capullo, lo habrás hecho a propósito!.

Levanté la mirada con la intención de insultarlo hasta en hebreo antiguo pero al darme cuenta de quien se trataba, mis ojos se abrieron de sorpresa.

—¿Juliet? —dijo con desconcierto —¿Que haces aquí?.

De todas las personas que podía cruzarme en este universo tan enorme, justamente tenía que ser el. El desconocido con el que había despertado en Santorini, estaba frente a mi esperando una explicación.

—Eh, yo... Alguien me invitó.

—Lo siento, Jessica. Mi hermano es un poco idiota —exclamó Alexander, lanzándole una mirada de odio al desconocido más que conocido.

—¿Hermano? —pregunté.

—¿Jessica? —cuestionó confundido.

—Theo, te presento a Jessica Romanov. Amiga de Cassidy Sparks y ahora también... mi amiga personal — dijo el hombre junto a mi, guiñándome un ojo con expresión lasciva.

Puta suerte la mía.

De todas las cosas que podían pasarme.

¿Justamente tenía que ser esta?.

—Jessica Romanov... —dijo pensativo, casi susurrando. Tendió la mano y apretó la mía enérgicamente —Soy Theodore James, Theo para los amigos. Un gusto y perdón por arrojarte Champagne encima.

—No hay problema. Si me disculpan, iré al baño.

Salí disparada, llevándome a Mackenzie conmigo del brazo. Al llegar al baño, maldije en tantos idiomas que mi amiga solo me observó como si me hubiese vuelto completamente loca.

—¿Que te sucede? —preguntó sin apartar su vista de mi.

—¿Recuerdas el hombre con el que desperté en Santorini?.

—Claro, el guapo de los abdominales que te ha dado un sermón cuando le has dicho que eras casada —recitó.

—¡Pues es el hermano de ese tal Alex!

—¡Sabía yo que un día de estos ese cuentito te iba a salir mal!. Igualmente no estaba mal, es un bomboncito.

—Pero un bomboncito que ya degusté. Sabes que tengo una regla, no me involucró dos veces con el mismo.

—Regla completamente absurda.

—No lo es.

Después de haber lidiado con tantos hombres exasperantes, que me celaban, llamaban todo el tiempo y pretendían que fuese su novia con solo dos citas, me propuse que eso no volvería a pasarme.

Uno había llegado tan lejos con su obsesión que aunque parecía un chico tierno y dulce, no lo era para nada. Al decirle que no quería una relación seria, enloqueció, se sacó una fotografía de su miembro y la envió a todos mis contactos de Facebook.

Como si hubiese sido un miembro para fotografiar...

—Pues, bueno. ¡No tienes suerte, rubia! —vociferó mi amiga.

—La suerte no existe y si existiera, no sería agraciada de eso exactamente.

Mi mente divagó y no puedo evitar pensar en Nicolae.

Maldito infeliz cara de pene, arruinó por completo mis ganas de una relación seria. Maldita sea la hora que había conocido a ese imbécil en la maldita carrera de motocicletas.

Al salir del baño, choque de lleno con Theo.

—Te buscaba, Jessica —remarcó mi nombre con seriedad —¿Juliet es tu segundo nombre o algo así?.

—De hecho, mi segundo nombre es Angelique —me sinceré.

—No logró comprender.

—Juliet es el nombre que le doy a los hombres con los que tengo sexo sin compromiso para luego no tener que lidiar con ellos ni que me molesten por redes sociales.

Hizo una mueca de disgusto, pero luego su expresión se relajó y emitió una sonrisa. Se cruzó de brazos y me observó detenidamente.

—Supongo que ahora que se hasta tu segundo nombre te buscaré en internet y me enteraré que no eras casada y solo querías deshacerte de mi. ¿Verdad?.

—Mis más sinceras disculpas —hice una expresión inocente —Estas cosas no suelen pasarme, generalmente me salgo con la mía.

—Muy divertido, supongo que algunos hombres lo merecen. No yo, pero algunos si.

Parecía una persona muy agradable, además de ser bastante atractivo. Pero reglas eran reglas.

—Entonces me disculpo por usarte para tener sexo y luego haberte echado con la excusa del esposo.

—Bien, igualmente no hemos tenido sexo, te has dormido al instante de apoyar tu cabeza en la almohada —explicó —Ahora si tu me disculpas, tengo una hermosa chica que atender. Espero que ella si me brinde su nombre real.

Touche.

—¿La rubia siliconada con risa de hamster? —pregunté haciendo una mueca —¡Por Dios!

Se llevó la mano al pecho fingiendo sentirse dolido por mis palabras.

—¿Estas celosa, Juliet? —preguntó.

—Para nada.

—Pues parece que si.

—No soy celosa. No tengo que serlo. Todo lo que quiero en este maldito mundo, tarde o temprano siempre es mío.

Le lance un guiño y busque a mi amiga para bailar en la pista ante la mirada divertida de Theo.

❤︎❤︎❤︎

Muy bien.

Era claro que me había excedido con el alcohol. Mis labios estaban adormecidos y mi risa nasal había aparecido. Necesitaba encontrar a Mackenzie, ella se suponía que sería quien me protegería de embriagarme y hacer el ridiculo.

Tener que escapar de lo cariñoso que se había puesto Alexander resultó ser toda una travesía. No me agradaba ser la comidilla de dos hermanos.

Comence a abrir puertas de la enorme casa buscando a mi mejor amiga, pero en vez de encontrarla me la pase interrumpiendo situaciones osadas y subidas de todo entre dos o varias personas.

Subi una enorme escalera como pude apelando a toda mi fuerza interior, pero al llegar a la segunda planta, el lugar parecía otro mundo totalmente aparte de la fiesta descontrolada que había debajo.

Abrí una primer puerta, el interior se encontraba oscuro. Rebusque el interruptor de la Luz pero la puerta del baño se abrió y una figura masculina apareció sobresaltandome de forma que perdí el equilibrio y casi caigo nuevamente de culo al piso.

Los brazos fuertes del hombre me sostuvieron de la cintura.

—La fiesta es abajo —masculló, soltándome para luego ir a encender la luz.

—Lo siento, ¿has visto a Mackenzie?.

Las palabras salieron solas, mientras observaba el interior de la habitación. Estaba todo muy ordenado, los colores perfectamente sincronizados y combinados.

Estaba tan absorta que ni siquiera me percaté que el hombre no debía tener idea de quién rayos era mi amiga.

—No se quien es Mackenzie. Esta parte de la casa está prohibida —exclamó, rebuscando en los cajones la mesa de noche.

Me quede hipnotizada, llevaba unos pantalones de deporte y no tenía camiseta, por lo que se podía apreciar una espalda y brazos repletos de tatuajes.

Como si hubiese salido de algún tipo de pandilla, la tinta le cubría la mayor parte de la piel visible.

—Okey, señor misterios —dije, disponiéndome a volver por donde había venido.

El hombre se giró con expresión demoniaca y sin paciencia, pero al cruzar miradas conmigo, sus facciones se suavizaron.

—Eres tu —dijo.

—Si, soy yo —admití, pero al segundo lo miré pensativa —Espera, ¿Quien se supone que soy?.

—La chica de la cafetería. La que chocó conmigo, cayó al suelo y luego desapareció sin siquiera mirarme.

Menudo egocentrico.

"Sin siquiera mirarme".

¿Pero que le sucede?.

—Ah, eres tú. Muy bien, te dejo aquí con tus misterios.

—Espera —dijo, tomándome de la cintura nuevamente.

Me temblaron las piernas al notar que su cuerpo estaba tan lleno de musculatura que podría destruir un camión a golpes, los tatuajes que llevaba se esparcían desde el cuello y se perdían en la cintura de su pantalón.

Parecía ser todo un dios, con una altura perfecta, perfectas facciones, Perfecto físico que hacía babear, perfecta belleza.

Era perfección por donde lo mirara, pero su actitud decía que llevaba la palabra "problemas" tatuada en la frente, aunque esta no fuese visible.

—Crei que está parte de la casa estaba prohibida —susurró casi sin voz.

—¿Cuál es tu nombre?

—Juliet. —dije —Juliet Stone.

Si, incluso ebria no perdía la cordura.

—Hermoso nombre —dijo.

Una risa estruendosa salió de mi garganta de solo recordar que era un nombre falso. Debía estar muy ebria para lograr hacer semejante papelón frente a un hombre tan sexi.

—Tengo que ir a buscar a mi amiga —dije, notando que lo tenía cada vez más cerca.

Me dispuse a salir pero me tomó del brazo haciéndome girar y estampo sus labios sobre los míos. Me tomo de sorpresa en un principio, pero luego le abrí paso a su lengua y nos fundimos en un beso desesperado, sexual y salvaje.

Apretó mi cuerpo contra su torso, haciendo que notara la dureza de su musculatura, y pude sentir como mi anatomía entraba en temperatura rápidamente.

—Hermano, ¿has visto lo que están haciendo tus primos allí abajo? —dijo alguien interrumpiendonos.

Nos separamos de golpe, como si nos diéramos electricidad. El hombre rubio que estaba parado en la puerta con la vista en su celular, se percató de nuestra presencia y nos dirigió una mirada confundida.

Los ojos azules de este casi se salieron de sus cuencas al notar que había interrumpido.

—Lo siento, vuelvo después —exclamo girando hacia la salida.

—No, está bien. Debo irme —dije.

—Oye...

Baje las escaleras con rapidez intentando encontrar a mi amiga, pero al único que logré divisar fue a Theo.

—Jessica, ¿Donde estabas? —preguntó mirando hacia la escalera —¡La parte de arriba está prohibida!.

—Oh, lo siento. Buscaba a Mackenzie.

—Tu amiga estaba haciendo un papelón terrible, ingreso a la habitación del ama de llaves y vomito todo el suelo.

—¿Donde está?

—Sígueme.

Entramos a una habitación, donde una señora de cabellera negra con vestigios de canas en ella con la ropa de cama aún puesta, trapeaba una parte del espacio del suelo, mientras mi amiga yacía dormida en su cama hecha una bolita.

—¡Lo siento tanto! —dije, intentando despertar a mi amiga con golpes en su mejilla.

—Está bien, no es problema.

—La ayudaré, permítame.

Intenté quitarle el trapeador pero no se dejó. Su rostro emitió una sonrisa agradable y me dedicó una mirada cargada de amabilidad. Era delgada, de unos pequeños ojos negros adornados con pestañas completamente envidiables para cualquier mortal. Los surcos de sus arrugas en el rostro mostraban el paso de la edad.

—No, está bien señorita, ocúpese de su amiga que no se encuentra en condiciones —señaló a Mackenzie quien era cargada por Theo en sus brazos.

—Gracias.

—Las llevaré a casa —ordeno Theo con seriedad mientras caminaba en dirección a la salida.

—He traído mi auto.

—No te dejaré conducir en ese estado —su voz salió demandante.

Me dediqué a observarlo mientras conducía. Sin dudas además de atractivo era muy atento, pero mi cabeza solo podía pensar en ese extraño ser cargado de tatuajes y el beso que me había robado.

No podía negar que me intrigaba demasiado.

❤︎❤︎❤︎

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