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33: horror invasor

Atraído por el repentino estallido de luz y los gritos beligerantes de Sunny, el Demonio Caparazón apareció de la nada en una tormenta de furia. Sus altísimas patas atravesaron la arena cenicienta, lanzando nubes de arena al aire. Dos ojos escarlata se centraron inmediatamente en el humano que gritaba, enviando un escalofrío nervioso a través de las piernas de Sunny.

"¡Sí, aquí mismo, montón de chatarra! ¡Ven a buscarla, langosta gorda! ¡Esta es mi isla ahora!" Gritó, fingiendo no estar muerto de miedo.

El demonio corrió hacia él. Este gigante era tan alto como una casa, pero aún no lo suficiente como para alcanzar las ramas del gran árbol con sus guadañas. Así que, por el momento, Sunny todavía estaba a salvo.

Estaba bastante seguro de que esto no sería así por mucho tiempo, pero fue tiempo suficiente para hacer realidad el plan.

Si no falla...

Justo cuando el Demonio Caparazón estaba a punto de aparecer justo debajo de la rama en la que estaba parado Sunny, respiró hondo, apuntó y arrojó ambos frascos al suelo.

La criatura reaccionó a la velocidad del rayo, cortando ambos frascos en pedazos con sus horribles guadañas.

Sin embargo, no sirvió de nada: los líquidos aceitosos contenidos en el interior todavía caían a torrentes sobre su caparazón, seguido de fragmentos de arcilla esparcidos.

En todo caso, solo hizo que la superficie del impacto fuera más grande, cubriendo la mayor parte del caparazón metálico del demonio con una capa de líquido.

Los dos componentes se mezclaron, produciendo el aceite corrosivo mortal, que luego quemó la lustrosa armadura. Todos contuvieron la respiración.

… Sin embargo, el aceite del monstruo ciempiés, que era capaz de destruir la quitina irrompible tanto de los carroñeros como de los centuriones, resultó ser completamente ineficaz contra la extraña aleación que cubría el cuerpo del Demonio Caparazón. No le dejó ni un rasguño.

El rostro de Sunny se ensombreció.

'Eso es…'

Nephis apareció silenciosamente a su lado, levantando un brazo.

'... tal como esperábamos.'

Afortunadamente, para empezar, no le dieron mucho valor a las cualidades corrosivas del aceite.

Necesitaban el aceite por su otra cualidad.

Su inflamabilidad.

Guiada por los fuertes sonidos producidos por el enorme monstruo, Nephis se movió y arrojó la antorcha con un poderoso movimiento de su brazo. Girando, la antorcha silbó en el aire como un meteoro y aterrizó justo en el medio del caparazón del demonio.

… En el segundo siguiente, la criatura gigante quedó envuelta en llamas.

La cohorte realmente no esperaba que el fuego pudiera dañar al demonio. Estaban seguros de que el gigante podría soportar mucho más que el simple calor.

Pero ahora, cubierto por el aceite ardiendo, el Demonio Caparazón brillaba intensamente en la noche oscura de la Costa Olvidada.

Se había convertido en un faro de fuego, llamando a todos los monstruos del maldito mar oscuro para que salieran arrastrándose de sus negras profundidades.

...

El demonio, que era tan grande como una casa, ahora incendiado e iluminando una vasta y extensa parte del océano negro, miraba a los 7 durmientes que se habían atrevido a invadir el árbol.

Ojos rojos brillaban más que la luz del fuego que cubría su enorme cuerpo de acero pulido miraban a través del fuego a Sunny y Nephis, quienes lo incendiaron.

El demonio entendió lo que ellos querían hacer y se tiró al suelo, dio vueltas en la arena cenicienta, tratando de apagar el fuego que lo cubría.

De repente, Jonathan y Nephis se volvieron hacia la oscura superficie del mar. Sus rostros pálidos levemente. Sunny tardó un segundo en reaccionar, pero casi al instante, él también sintió un extraño cambio en el mundo que los rodeaba.

El resto de la cohorte fue un segundo más lento antes de también notar este cambio y mirar al mar oscuro.

Era difícil describirlo con palabras. El susurro de las hojas escarlata de repente se sintió más silencioso, el sonido de las olas rompiendo contra las orillas de la isla cenicienta se hizo más fuerte.

Era como si una presión invisible descendiera sobre el mundo, haciendo que todo se sintiera ligeramente diferente.

Luego, el aire se volvió más frío y una pared de espesa niebla apareció sobre las aguas oscuras.

El Demonio Caparazón también había notado este cambio. Dejó de intentar apagar las llamas y se levantó de la arena, con el aceite aún ardiendo en su caparazón. Sin prestarle más atención, el demonio se volvió hacia el mar, con una sensación de sombría resignación irradiando desde su postura.

Luego, fue reemplazada por una resolución oscura y una sed de sangre frenética.

La niebla se movió lentamente, arrastrándose hacia la isla. Sunny sintió que un escalofrío le recorría la espalda al darse cuenta de que fluía contra el viento. El sonido de las olas ahora era amortiguado y cambiado, casi imperceptiblemente.

Y allí, en la niebla, algo se movía. Casi podía distinguir una figura.

Fue... fue...

De repente, la pequeña palma de Cassie cubrió sus ojos. Con la voz temblorosa por la tensión, susurró:

"No mires. Pase lo que pase, no abras los ojos".

Todos se quedaron paralizados y cerraron los ojos obedientemente. Una fría sensación de miedo envolvió sus corazones. Nunca antes habían oído la voz de la niña ciega sonar así, ni siquiera cuando recordaba sus aterradoras visiones.

Cassie retiró lentamente su mano. Cegados, solo podían confiar en su oído...

Al menos eso fue lo que pensaron hasta que la fría niebla tocó su piel. Luego, en el silencio ahogado, escucharon de nuevo la voz de Cassie.

Sólo que esta vez estaba distorsionada y venía de la dirección equivocada.

"No mires... no mires... no mires..."

Sunny tragó saliva, sintiendo que se le erizaban los pelos. El sonido de la voz distorsionada de la niña ciega resonó en la niebla, rodeándolo por todos lados. En lugar de volverse más silencioso, se estaba volviendo más fuerte, superponiéndose a sí mismo.

"¡No mires, no mires, no mires, no mires!"

Luego, se hizo aún más fuerte y se convirtió en una cacofonía de gritos, chocando contra Sunny como una ola, sin sonar nada parecido a lo que las cuerdas vocales humanas podrían producir:

"¡¡¡NO MIRES, NO MIRES, NO MIRES, NO !!!"

...

En otro extremo de la rama, se escucharon gritos por todos lados. Jonathan no sabía lo que estaba pasando, él creía que el ataque de la niebla en la novela era un ataque a la mente, creyó que podría resistirlo sin problemas. ¡Oh, qué equivocado estaba!

"¡ABRE TUS OJOS, MÍRAME, MÍRAME!" La voz que escuchó Jonathan era borrosa y distorsionada, pero él podía reconocer esa voz.

Era una voz que no había escuchado en lo que parecían décadas.

Era la voz de su madre, su padre, su familia. Él no tenía idea de por qué estaba la voz de su familia en este lugar, sonando ahora cuando una criatura desconocida lo atacaba.

Se supone que era inmune a ataques mentales por debajo del rango divino. Entonces, ¿por qué estaba su voz aquí? ¿Por qué estaba la voz de su familia gritándole que los mirara? Él estaba confundido y dudoso.

Él realmente dudó en mantener sus ojos cerrados. A pesar de saber muy bien que esto podría ser solo una ilusión creada por algún horror para matarlo, él también creía que todo lo que pasó bien podría ser un sueño.

Un maldito sueño, o quizás un coma después de aquel dolor que sintió antes de aparecer en este mundo, y ahora su madre le gritaba para que la mirara, para que la viera quizás en sus últimos momentos de vida.

Él abrió los ojos, con la infantil esperanza de un niño que había perdido en tan solo unos meses. Abrió sus ojos con la esperanza de ver el rostro de su madre, quien no había visto en meses pero que aún recordaba su imagen viva y clara en su mente.

Cuando abrió sus ojos, lo que vio lo dejó horrorizado.

No por lo que vio en la niebla, ni tampoco porque no vio a su madre, sus amigos o incluso a un monstruo de horror. Al menos, no aún.

Lo que vio fue su mar del alma, ese lugar lleno de una niebla que todo lo cubría y donde residía su alma hecha de hilos etéreos que colgaban en su oscuro cielo.

Incontables hilos colgaban del oscuro cielo de su alma, algunos tenían colgados carroñeros, otros tenían colgados cien pies, uno tenía un centurión y otros tenían a más monstruos que él mismo había matado.

Pero lo que lo horrorizó aún más, estaba en el cielo negro.

Por encima de su cabeza, Jonathan pudo ver una grieta formándose en el cielo oscuro de su alma.

Y de esa grieta, se asomaba la forma de un ser de horrores que trataba de devorarlo desde su alma.

Jonathan sintió una desesperación que un chico de su mundo jamás debería experimentar. El se sintió impotente, buscaba en sus conocimientos cualquier cosa que le ayudara, por más mínima que sea la ayuda.

Él solo veía impotente como ese ser horrendo entraba en su alma.

Su apariencia era como un ser nacido de las pesadillas más profundas, una amalgama de formas y apariencias que desafían la lógica y la razón. Este monstruo se mueve como si flotara y se arrastrara a la vez, dejando un rastro de oscuridad viscosa a su paso. Su cuerpo es una masa informe de carne retorcida, cubierta de cicatrices y laceraciones.

En su superficie, se pueden ver ojos de distintos tamaños y colores, parpadeando y moviéndose de manera descoordinada. Estos ojos parecen pertenecer a distintas criaturas, algunos humanos, otros de bestias, y algunos inhumanos, brillando con una luz infernal.

Su rostro es una mezcla de hocicos con dientes afilados y mandíbulas que se abren en ángulos imposibles. De su boca brotan tentáculos cubiertos de ventosas y espinas, buscando en todas direcciones del alma de su presa.

El casi pierde la conciencia de solo ver su apariencia horrorosa.

Pero, sorprendentemente, algo en su alma se mueve.

Fue un sutil cambio, pero él lo sintio.

Era la misma sensación que tenía cunado controlaba el alma de otro ser.

Ese poder sobre el alma que le daba control total sobre un ser, pudo sentirla desde su propia alma.

Aferrado a esta sensación en busca de algún poder desconocido, él empezó a agarrar está sensación.

A su alrededor, en su mar del alma, las cosas cambiaron.

Los hilos, antes tranquilos y balanceándose suavemente, ahora se tensaron con una fuerza extrema. La niebla de su alma comenzó a hervir y se volvió más espesa.

Su alma, el núcleo de incontables hilos, comenzó a separar parte de si misma y moverse.

La niebla, los hilos que cuelgan de su cielo oscuro y los hilos de su propio núcleo del alma se movieron.

Jonathan estaba controlando su propia alma.