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Capítulo 43

Susi y yo afrontamos el programa de rehabilitación con dolor, esfuerzo, ansiedad, sufrimiento y constancia; no fue sencillo, pero lo logramos.

Admito que tanto ella como yo quisimos desistir en los primeros dos meses. No fue fácil lidiar contra tanta presión y abstinencia. Lo bueno fue que, además del excelente personal que nos acompañó durante el proceso, contamos con compañeros que también se estaban rehabilitando, gente que fue de vital importancia en los momentos más difíciles.

Fueron seis meses y dos semanas, siendo el último mes en el que nos vimos en la necesidad de aislarnos en una especie de campamento que nos permitió reencontrarnos con la naturaleza. Fue gracias a ello que Susi y yo pudimos despejar nuestras mentes y dejar el ajetreo que implicaba vivir en la ciudad.

Las actividades diarias consistían en el ejercicio mañanero, en el que nos despertábamos a las cinco con treinta de la mañana para ir a trotar y hacer varios estiramientos. Luego desayunábamos y nos dedicábamos a nuestros pasatiempos. Podría decirse que el campamento del último mes era una especie de premio por parte del programa de rehabilitación; al menos así lo vi.

Susi y yo solíamos distraernos tomando fotografías, y la verdad es que nunca esperé aficionarme a esta actividad. Le agarré cariño al hecho de capturar los momentos e incluso pensé en especializarme en ello, aunque no estaba seguro de que papá estuviese de acuerdo.

A la una de la tarde, almorzábamos al aire libre y luego nos quedábamos un rato caminando en los alrededores de nuestra cabaña, así terminábamos de gastar nuestras energías para tomar una siesta. A Susi y a mí, quienes, desde que comenzamos el programa de rehabilitación, nos confundieron con una pareja de novios, se nos asignó una habitación que podría considerarse matrimonial.

Esto no nos molestó para nada, y menos con los antecedentes que teníamos a solas, pero, aun estando desintoxicados, seguíamos siendo hombre y mujer, por lo que era obvio que, al momento de fluir la química y la necesidad, caeríamos en la tentación.

La ventaja fue que las relaciones sexuales no estaban prohibidas en el campamento, por lo que no nos cohibimos a la hora de dejarnos llevar por unas cuantas noches. Susi y yo no sentíamos interés romántico el uno por el otro, aunque las ganas eran difíciles de ignorar, sobre todo siendo tan jóvenes.

Supongo que eso nos permitió reforzar la amistad, además de satisfacer nuestras necesidades, mejorar en el sexo y hacer del campamento mucho más entretenido de lo que ya era. Fui afortunado al tener la oportunidad de poseer a una mujer tan candente y bien dotada como Susi, quien no solo era dueña de un rostro precioso, sino que presumía un cuerpazo que dejaba boquiabiertos a todos en la universidad, aunque influía la ropa que usaba, algo que también cambió en ella.

A fin de cuentas, el campamento nos permitió completar el proceso de rehabilitación, corregir muchos errores respecto a nuestro pasado cercano y crecer como jóvenes con un futuro prometedor.

Pero lo que más me reconfortó y alegró fue notar lo renovada que estaba Susi.

Se le notaba en su semblante una vitalidad que nunca había visto. Incluso derrochaba un optimismo contagioso e inspirador; era una nueva chica, próxima a convertirse en una mujer exitosa; tuve esa certeza.

Cuando regresamos a Ciudad del Valle, dimos por culminado el programa de desintoxicación, aunque de igual manera tuvimos que asistir cada dos días al centro de rehabilitación por unos meses más.

Además, se nos recomendó ir con el psicólogo una vez por semana, aunque a eso no le presté atención; gran error de mi parte, pues confiaba en mí mismo y estaba inspirado por la nueva personalidad de Susi.

En casa, a modo de celebración, mamá preparó un almuerzo especial de bienvenida. Susi se quedó a vivir con nosotros durante una semana, pues no se sentía lista para regresar a su apartamento.

Además, esto le permitió reflexionar conmigo respecto al pasado y pensar en las cosas que quería hacer en el futuro.

Me sorprendió cuando, sentados en el patio trasero mientras tomábamos café, reveló que demandaría a su padre.

—¡Vaya! Eso sí es un gran paso, pero será algo complejo, ¿no crees? —pregunté.

—Será realmente complejo, pero debo hacerlo para demostrarle tanto a él como a mi madre que quiero romper mis lazos con ellos —respondió, se le notaba muy segura al respecto.

—Te apoyaré… Sabes que puedes contar conmigo, aunque no es mucho lo que puedo hacer —dije.

—Tranquilo, sé que es algo que debo hacer sola… De momento, contrataré a un buen abogado —comentó.

—Mi hermano mayor, Noel, es un excelente abogado, pero él vive lejos y tiene una cartera grande de clientes, por lo que se le dificultaría ayudarte… De todos modos, puedo llamarlo.

—No te preocupes, Paúl… Ya has hecho bastante por mí, tu sola presencia es un gran regalo que me impulsa a seguir superando obstáculos.

—Ojalá hubiese sido un mejor amigo antes de cometer todos estos errores.

—Supongo que de no ser por esos errores, no hubiésemos avanzado hasta donde estamos… Es irónico que, de algo tan malo y desalentador, podemos encontrar la oportunidad de crecer y ser mejores versiones de uno mismo.

—Sí, tienes razón. Tengo la certeza de que saldrás victoriosa, no hay nada que tu papá pueda hacer. Además, cabe la posibilidad de que, tan pronto presentes las pruebas, tu padre intente negociar contigo para no salir perjudicado, y es ahí cuando debes arrinconarlo y hacerlo pagar.

—Sabes mucho al respecto.

—No por nada tengo un hermano abogado, aunque la verdad es que nunca me llamó la atención estudiar leyes, de hecho, economía tampoco, pero pretendo continuar, ya que soy bueno en ello y sé que puedo tener un buen futuro.

—Por un buen futuro.

Susi y yo chocamos con delicadeza nuestras tazas de café y brindamos por un futuro incierto, pero en cierto modo esperanzador, solo eso nos bastó para experimentar una genuina felicidad.

El camino por recorrer sería largo y estábamos conscientes de que nos enfrentaríamos a muchos obstáculos más, pues eso era parte de la vida y lo que nos mantuvo motivados; crecer siempre será difícil, y eso está bien.