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Señor Presidente: Usted es el padre de mis trillizos

—M... ¡Marissa! ¿Son mis hijos? —Los ojos de Rafael no se apartaban del rostro adorable de los niños. —No, Rafael. No lo son —dijo Marissa con una sonrisa fingida—. No son tuyos. ¿Recuerdas? —pestañeó de manera bastante dramática—. ¡Nunca nos casamos! Valerie Aaron, la hermana mayor de Marissa Aaron, dejó plantado a su novio ciego el día de su boda y se fugó. Para salvar las apariencias, la familia de Merissa le rogó que se casara con Raphael Sinclair. ¿La ironía? No se le permitió decirle a su esposo ciego que ella no era Valerie sino Merissa Aaron. El día de la exitosa cirugía ocular de Raphael, Marissa se enteró de que Valerie había vuelto para tomar su legítimo lugar como nuera de Sinclaire. Marissa intentó explicarle a su esposo que ella era la que estaba casada con él, pero él no le creyó. En vez de seguir convenciéndolo, la desconsolada Merissa decidió dejar la ciudad sin contarle su secreto. Raphael Sinclair era la definición clásica de una belleza impactante y era el único heredero del grupo de industrias Sinclair. ¿Qué haría él cuando se enterara que todo este tiempo la mujer que le ofreció su amor y su cuerpo no era Valerie sino su hermana menor Marissa Aaron? ¿Cómo reaccionaría al saber que era el padre de los bebés que Marissa llevaba en su vientre? ¿Iría tras Marissa para recuperarla? ¡Y la pregunta del millón! ¿Podrá Marissa alguna vez perdonarlo y volver a amarlo?

JessicaKaye911 · Urban
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390 Chs

233- ¡Ella es mi esposa!

Nina vio a su hijo saliendo de la habitación, aferrando a Marissa contra sí como si ella fuera alguien muy preciado para él.

—Parece que le importa —le dijo Valerie a su suegra y Nina agradeció a las estrellas que Valerie no estuviera llorando esta vez.

—No seas negativa, Val —Nina buscó su cigarrillo en su bolso y luego se recordó a sí misma que este no era su despacho—. Los hombres suelen preocuparse por sus amantes.

Valerie rodó los ojos con una sonrisa sarcástica, no parecía convencida.

—Pero los hombres no le entregan decisiones importantes de la oficina a las manos de una amante, Nina —luego golpeó la mesa y se levantó de su asiento.

—¿A dónde vas? —Delinda, que estaba sentada justo al lado de ella, le preguntó y luego le agarró rápidamente la mano—. No necesitas rendirte ante tu esposo así como así, Sra. Sinclair.

Val no estaba de humor para escuchar ninguna lección. Todas las personas sentadas allí en la habitación murmuraban entre ellas sobre Marissa y ella.

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