Caen miró a su alrededor, percibiendo la sorpresa y la incredulidad de la gente que le rodeaba. Para que los mortales reaccionaran así, estaba claro que este mundo no tenía conocimiento de dioses o seres divinos, y presenciar un poder tan extraordinario estaba más allá de su comprensión.
Elysia, Fortunay y los otros Jóvenes Dioses estaban bastante calmados. No era la primera vez que morían Mortales, pero sus rostros no revelaban sorpresa alguna.
Nunca habían visto a Caen ejercer su poder tan abierta y decididamente antes. Sus acciones parecían drásticas, pero Caen sabía que tenía que establecer algunos límites en este mundo desconocido. Si iban a explorar e interactuar con los habitantes de la Tierra, no podían permitirse ser tomados a la ligera.
—Le diste una muerte fácil. Qué lástima —Elysia movió la cabeza, suspirando como si realmente creyera que era una lástima.
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