—¿Decepcionada de que todavía no puedas matarme? —La voz desprovista de vida de Gabriel llegó a los oídos de Maya.
Su voz, sus expresiones y su persona eran todas tan diferentes de cuando vivían juntos que realmente parecía una persona completamente distinta.
Maya se sintió ligeramente sofocada. Sabía que Gabriel no la iba a dejar vivir de todas formas. ¡Sin embargo, cuando veía morir a toda la gente a su alrededor, se sentía aún peor!
Había muchos jóvenes en el campo de batalla que ni siquiera querían luchar más y simplemente se marcharon. Sin embargo, Gabriel no les permitió irse, matándolos a todos de las peores maneras posibles.
—Millones de muertes, destrucción, dolor y dolor... Todo por tu culpa... —dijo Maya, aún luchando por respirar. Se sentía tan desconsolada por toda la destrucción. —¡Tú... nunca deberías haber nacido!
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