Narrado por Héctor
El camino hacia el norte se extendía desolado y serpenteante, bordeado por bosques que escondían tanto peligros como refugio. Cada paso que dábamos, lo hacíamos con una mezcla de determinación y cautela. El silencio entre nosotros era más estratégico que incómodo; cada uno sumido en sus pensamientos, alerta a cualquier señal de amenaza.
La advertencia de mi sistema se activó sutilmente, una sensación que ahora reconocía instantáneamente.
[Percepción aumentada: movimiento no identificado a la derecha]
Levanté la mano, deteniendo al grupo. Mis ojos escudriñaron la densa maleza desde donde había percibido el movimiento. Ana y Tomás se pusieron en posición defensiva, observando en silencio, esperando mi señal.
Un susurro de hojas y entonces, una figura encapuchada emergió lentamente de entre los árboles, las manos claramente visibles y vacías, mostrando que no portaba armas. Aún así, el aire se tensó de inmediato.
"Hola," dijo la figura con cautela, manteniendo una distancia prudente. "No es común encontrar viajeros por estos caminos."
Su voz, aunque tranquila, no disminuyó nuestra alerta. Tomás frunció el ceño, claramente desconfiado. Ana observó a la desconocida, intentando discernir sus intenciones.
"No es común, ni es seguro," respondí con firmeza, sin bajar mi guardia. "¿Qué haces aquí sola?"
"Estoy buscando recursos," explicó, todavía con las manos a la vista. "Este bosque solía ser un buen lugar para encontrar comida, pero ahora..." Su voz se apagó, dejando la advertencia en el aire.
Evalué sus palabras y su postura; no parecía una amenaza inmediata, pero en este mundo, las apariencias engañaban. Decidí mantener la conversación, buscando más información antes de tomar cualquier decisión.
"Nos dirigimos al norte, a la base militar," reveló Tomás, antes de que pudiera detenerlo. Lo miré con una leve reprimenda. La información era una moneda aquí, y él la había gastado imprudentemente.
La encapuchada asintió lentamente. "Es un camino peligroso. Hay más que zombis que temer," advirtió. "Si me permiten, podría compartir información sobre lo que hay adelante. Podría salvarnos a todos."
[Evaluación crítica: Decidir confiar en la información o continuar con cautela]
No me gustaba la idea de compartir nuestro itinerario con alguien recién encontrado, pero la información era vital. "Habla," dije finalmente, indicando con un gesto que se mantuviera donde estaba.
Ella describió varios peligros en el camino hacia la base, incluidas bandas de saqueadores y áreas altamente infectadas que debíamos evitar. Cada palabra era una pieza más en el complejo rompecabezas de nuestra supervivencia.
Cuando terminó, el silencio se prolongó mientras considerábamos sus palabras. "Gracias por la información," dije, manteniendo mi tono neutral. "¿Hay algo más que necesites?"
"Nada más. Solo tengan cuidado," respondió, y con un asentimiento, se retiró lentamente hacia los árboles, desapareciendo de vista tan misteriosamente como había aparecido.
Una vez que se fue, discutimos brevemente. "¿Crees que podemos confiar en lo que dijo?" preguntó Ana.
"Tomaremos la información como una posibilidad, no como un hecho," concluí. No podíamos darnos el lujo de ignorar una advertencia, pero tampoco de confiar ciegamente. "Mantengamos la guardia alta y evitemos los riesgos innecesarios."
Con esa decisión, continuamos hacia el norte, cada uno procesando el encuentro a su manera. Sabía que las habilidades que mi sistema me había otorgado me hacían más fuerte, pero también era consciente de que en este nuevo mundo, la fuerza no siempre significaba poder. A veces, la verdadera fuerza residía en saber cuándo y en quién confiar.
Narrado por Héctor
El frío se intensificaba a medida que avanzábamos hacia el norte, y cada paso que dábamos en el denso bosque parecía sumergirnos más en una tierra olvidada por el tiempo. La información que la encapuchada nos había proporcionado nos mantenía alerta, especialmente sobre las criaturas alteradas que podríamos encontrar.
[Habilidad de supervivencia mejorada: Resistencia al frío aumentada]
Esta mejora era oportuna. Aunque el frío mordía, sentía que podía soportarlo un poco mejor, manteniendo la concentración en nuestro entorno en lugar de en el inclemente clima.
Tomás guiaba con un mapa, pero era Ana quien a menudo sugería ajustes a nuestra ruta, utilizando su conocimiento del comportamiento de los zombis y su intuición sobre el terreno seguro. Justo cuando el sol comenzaba a ocultarse detrás de los árboles, un sonido bajo y gutural interrumpió nuestra marcha.
[Alerta de peligro: Criatura alterada detectada]
Saqué mi cuchillo, el peso familiar y reconfortante en mi mano, mientras que Ana y Tomás se preparaban a mi lado. No tuvimos que esperar mucho; una figura enorme y deformada se materializó entre los árboles. Era claramente un zombi, pero uno que había mutado de formas horribles, con extremidades demasiado largas y una mandíbula desproporcionadamente grande.
Ana disparó una flecha, apuntando a la cabeza como era nuestra práctica estándar. La flecha se clavó en su sien, pero la criatura apenas se inmutó, lo que indicaba una resistencia y una fuerza que no habíamos visto antes.
Tomás disparó con su escopeta, pero en la confusión y la creciente oscuridad, su disparo solo logró desviar la atención del monstruo hacia él. Mientras cargaba otra bala, yo aproveché la distracción.
Con una velocidad reforzada por mi entrenamiento y la habilidad creciente con los cuchillos, me moví hacia la criatura. Calculé mi trayectoria y, en un salto, alcancé su cabeza desde un ángulo. Clavé el cuchillo con toda mi fuerza en el cráneo del zombi mutado, utilizando tanto mi peso como mi impulso para maximizar la penetración.
La criatura colapsó bajo la fuerza del golpe, su cuerpo cayendo al suelo con un golpe sordo. Nos quedamos en silencio, vigilando por si había más de ellos, pero solo el viento respondió a nuestra cautela.
Una vez asegurado el perímetro, establecimos un campamento rápido. Esa noche, mientras el fuego parpadeaba y las sombras danzaban a su alrededor, reflexioné sobre las habilidades que había estado perfeccionando. La habilidad con los cuchillos no era solo una técnica de combate; era una extensión de mi voluntad de sobrevivir y de proteger a quienes estaban conmigo.
[Reflexión: Preparación para enfrentar amenazas mayores]
Cada encuentro con estas criaturas alteradas era una lección. Aprendía no solo sobre sus debilidades y fortalezas, sino también sobre mis propias capacidades y límites. En este mundo cruel, cada experiencia era vital. No solo sobreviviría; me aseguraría de que Ana y Tomás también lo hicieran.
Mientras las llamas morían y el frío se cernía sobre nosotros, sentí una determinación renovada. Este viaje hacia el norte era más que una búsqueda de seguridad; era un desafío a nuestra capacidad para enfrentar y superar lo desconocido.