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15.

﹏﹏﹏﹏﹏♡⋋♡⋌♡﹏﹏﹏﹏﹏

| CAPÍTULO QUINCE. |

Aizen suspiró frustrado ante la falla en sus cálculos. Al parecer la única pieza capaz de hacer lo que él diga, aunque este muerto era Momo Hinamori, su teniente. Izuru y Tōshirō no fueron los mejores candidatos para matarla. Así que sin más por hacer tenía que matarla él mismo.

Ordenó a Izuru que mantuviera entretenidos a los líderes del décimo escuadrón, mientras que Gin guiaba a la pelinegra hacia él. Todo estaba saliendo conforme el plan, el peliblanco había logrado guiarla hacia él.

—Es aquí...— habló el capitán mientras entraba a la habitación —El Seijōtō Kyorin, la zona residencial de la cámara de los 46— agregó deteniéndose en la entrada.

—¿Por qué me ha traído a este lugar, capitán Ichimaru?— preguntó confundida la pelinegra.

—¿Habías estado aquí antes, Hinamori-chan?— preguntó ahora él evadiendo la pregunta de la teniente.

—Imposible— respondió subiendo las escaleras para acercarse al peliblanco —Es un área totalmente restringida— agregó confundida, estar en aquel lugar le traía un muy mal presentimiento —Es la primera vez que vengo— comentó entrando a la habitación donde Gin se encontraba.

—Quiero que te reúnas con alguien.

—¿Quiere... que me reúna con alguien?— repitió confundida.

—Así es— afirmó —Mira detrás de ti— agregó volteando a verla.

—¿Detrás... de mí?— volteo mirando hacia la puerta.

Pronto una silueta muy conocida para ella se asomó, devolviéndole a sus ojos ese brillo que se había ido con su "muerte".

—Ca-capitán...— miró al hombre enfrente de ella con sorpresa —Capitán Aizen...

—Tanto tiempo sin vernos, Hinamori-chan— dijo él con una sonrisa amable.

—¿En verdad es usted, capitán Aizen?— comenzó acercarse —¿No estaba muerto?— agregó estupefacta.

—No te preocupes. Como puedes ver, estoy vivo— respondió.

—Capitán...— corrió hacía el castaño —Capitán Aizen... yo...— su voz se entrecortaba, las lágrimas comenzaron brotar de sus ojos amenazando con salir.

Hinamori se acercó al capitán tomándolo de su haori blanco.

—Capitán...

—Lo siento— interrumpió el fingiendo preocupación —Hice que te preocuparas, ¿verdad Hinamori-chan?— agregó acariciando su cabeza con una leve sonrisa.

—Ah, es la mano del capitán Aizen, es el mismo aroma del capitán que purifica mi alma— se dijo mentalmente la pelinegra —En verdad es el capitán Aizen.

Enseguida comenzó a llorar en su pecho, sorprendiendo al mayor quien no se esperaba esa reacción.

—Has adelgazado un poco— comentó abrazándola —En verdad lo siento. Siento haberte hecho este daño— se disculpó aún con la teniente abrazada a su pecho.

Ciertamente todo esto comenzaba a molestarle, Hinamori siempre había sido así. Cosa que le dio la facilidad para manipularla a su antojo. Oh, el amor podía volver sumiso hasta al más fuerte guerrero o el más cruel asesino.

A excepción de él, tenía una ambición que nadie podría detener. Ni siquiera el amor.

—Lo siento Hinamori-chan— susurró él castaño a su oído —Y adiós— agregó sonriendo arrogante.

Su Zanpakutō atravesó el pecho de su teniente, mientras ella incrédula se separaba de él.

—¿Capitán...?— le miró con confusión, el brillo de sus ojos poco a poco iba desapareciendo mientras la sangre caía al suelo creando un pequeño charco que se agrandaba con cada segundo —¿P-por... qu-qué?— le miró con tristeza mientras se desplomaba en el suelo.

El castaño sonrió mientras dirigía su mirada a su aprendiz que se encontraba a unos metros de donde él estaba.

—Vamos Gin— ordenó mientras salía de aquella habitación con su secuaz a su lado.

Saliendo de aquel lugar se encontraron con una gran sorpresa al ver que el capitán del décimo escuadrón se encontraba ahí, incrédulo y con temor. Pues la presión espiritual de Momo había desaparecido.

—Ichimaru... y— miró al castaño —¿¡Aizen...?!— agregó estupefacto.