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Capitulo 16

La señora continúa hablando, pero de cosas relacionadas a su creencia que podían esperar. Eran los cómodos lapsos de ignorancia socialmente aceptables, patrocinados por dogmas que nada tienen que ver con el estado emocional de la persona, no con el actual al menos, esos mantras que recitan siempre van acompañados del vacío relacionado a su ignorancia.

― Señora ¿Entiende por qué está aquí? ― No quería interrumpirla, pero si la especialista no daba un diagnóstico en los próximos veinte minutos se consideraría que no hizo su trabajo y no sería pagada esta sesión ― Míreme y hable despacio ― Un manojo de nervios alza la mirada, en su soliloquio al fin se comienza a entender algo fuera de la atemporalidad de sus rezos.

― Bien sí, aquí vine después de mi confesión ― El tablero recibe la respuesta y asigna una paloma en concordancia con la información disponible para la psicóloga.

― En la confesión se me dieron varios castigos, los golpes con la tabla sagrada, las horas rezando sobre sal de roca en penitencia ¡Todo lo hice!… pero no tenía para el indulto ― Dice muy enojada.

― Entiendo que no son económicos ― Una mirada furibunda de su paciente le recuerda que no debe de dudar de lo establecido por su creencia, en casos extremos había montones de cenizas pertenecientes a terapeutas que no midieron sus palabras ― ¿Qué hizo usted? ― Le pregunta.

― ¿Qué mas podía hacer? Trabajé ― Las lágrimas fluyen sin parar ― Me encomendé a mi dios y salí a doblar y triplicar turno… dos semanas para conseguir lo suficiente para poder pagar uno de los indultos ― Dice con lágrimas y mirando al cielo.

― Entiendo ― Discretamente solicita la información: 800 dólares por indulto estándar; a pesar de saber lo caro de una salvación de alma, no dejaba de causar un sudor frío.

― Si se considera que estaba multada con 3 de estas y que tenía que pagar sí o sí, la ley estipulaba que al vivir ahí se atenían a las disposiciones de su religión, entonces si sabía esto ¿Por qué pecó? ― Pregunta mirándola fijamente.

― ¡No quise hacerlo! ― Salen más lagrimas de sus ojos ― Sus consejos habían sido tan útiles, incluso mi marido aplaudió el rigor con el que aplico las penas propias de los antiguos testamentos ― Para la Dra. Meléndez implicó un pequeño gesto de victoria por sus compilados de las diversas leyes y actualizaciones, una buena base de datos es mejor que un dios despistado ― ¡Pero no recuerdo nada!

― Le mostraré la grabación que trajo la policía ― En la pantalla una persona caminaba con una lata en la mano, su falda de lino crudo estaba abierta a la fuerza, su mirada una sonrisa, una carcajada en los labios, hermosa al punto que casi podías ignorar las manchas de sangre en su blusa, en los puños y en la cara de cinco hombres en el piso… casi ― La grabación no miente y esto que realizó fue una transgresión severa… beber cerveza siendo creyente es pecado mortal, ¿Qué pasaba por su mente? ― Pregunta mirándola a los ojos y con un tono elevado.

― ¡Nada! Le juro que ni siquiera recuerdo lo ocurrido. Estaba saliendo de mi turno, con la paz interior de haber ganado un buen dinero. Caminaba en las orillas de la ciudad, ahí venden los vegetales más baratos sin tener que meterme con los menonitas. Algo pasó, lo siguiente que recuerdo era un dolor en mi cuerpo y mucha alegría… ¡Ayúdeme, no quiero ir al infierno! ― Le pide de rodillas.

La última información otorgada había sido confirmada, era a juicio del software una persona con una crisis de ansiedad causada por el estímulo externo, sin embargo a ella no le parecía. Algo en la desesperación de su mirada, incluso eliminando los mocos y la ropa con marcas oscuras, una persona que no tenía idea de lo ocurrido, exceptuando por un pequeño brillo, algo que no podía identificar, la sutil vibración la sacó de sus cavilaciones, la citó a dos semanas. Escribió la recomendación de no proceder legalmente y de aprobar un crédito para el pago de la multa, los tipos golpeados eran llevados en lancha a su país tercermundista, efectivamente habían atacado primero y la trataron de emborrachar antes de buscar descendencia o al menos pasar un buen rato.

― Señora, debe ir con la frente arriba ante todos ― Las letras que aparecían en el asistente estaban lineadas por creencia y diagnóstico, el médico se limitaba a realizar alteraciones menores. 

― Solo Dios puede juzgarla, pero como sabe este país obedece a las disposiciones de la suprema corte y las leyes de las que ella emana, su pastor ya habrá hablado con usted de esto, no será puesta en custodia, sin embargo es posible que deba de pagar otros dos indultos para mantener el orden, que tenga un buen día ― Se despide de la señora. Una vez que la mirada incierta de la señora dejó la oficina, la psiquiatra asignada comienza a pedir informes. Ve los vídeos donde una mujer cuarentona respondía de una manera nada coherente a su ideología y fortaleza primero con una evidente seducción, una lata en mano, después de un trago que le dio un ataque de tos, el cual desencadenó la burla de uno de los jóvenes, sin perder el tiempo la mujer con una serie de patadas enérgicas, se les fue encima mientras se podía apreciar como seguía intentando verter el contenido de la lata en la garganta. Veinte segundos duró el combate que terminó con los hombres en el piso, acompañando una lata vacía ¡Vaya que era material de tesis! Sin perder más tiempo abrió su sesión en la universidad y puso unas cuantas palabras clave, la respuesta de la pantalla la dejó confusa, la biblioteca está particularmente bien dotada con registros de todo lo ocurrido en padecimientos mentales, el software se mantiene conectado en los diversos hospitales y centros penitenciarios, pero nada arrojó. Ligeramente desconcertada lo intentó de otros modos: Cambió el idioma, la región, incluso compró una llave a los almacenes del hospital psiquiátrico, ninguna respuesta, solo un link, que al abrirlo estaba vacío, un poco alarmada.

"La pérdida de datos por ataques infecciosos era el terror de cualquier investigador", como corrió programas antivirales, todo estaba a salvo, al ver que nada obtendría se propuso ir al día siguiente a las librerías arcaicas, mientras en su pantalla la última búsqueda mostraba el mismo resultado con unas enormes letras burlándose de siglos de información acumulada.

Buscar: Memoria, corto plazo, pérdida. 

 Sin resultados para su país*