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Capítulo 81 - Rey del Sol

[TERCERA PERSONA POV]

Aegon se quedó analizando al hombre frente a él, por su mirada podía decir que no le agradaba al desconocido así que tendría que asumir que era hostil hacia él. Estaba pensando llevarlo a la Dimensión de Espejo antes de que algo ocurriera, pero el hombre interrumpió sus pensamientos.

"Eres como yo." El desconocido también analizaba a Aegon. Había venido aquí con un propósito, pero no estaba seguro de poder lograrlo. Desde que había sido bendecido por el dios del sol sentía que era invencible, una fuerza de la naturaleza que nadie podía detener y sin embargo el joven frente a él le producir cierto escalofrío.

Aegon no era alguien que le gustaran las sorpresas o los concursos de miradas por lo que estaba comenzando a irritarse. "Me has estado siguiendo por varios días así que creo que sabes bastante de mí. ¿Por qué no me dices quién eres y qué quieres?" Al terminar de hablar su sharingan se había activado de manera inconsciente.

"Yo soy el Rey del Sol y estoy aquí para castigarte por tratar de usurpar mi poder." Aegon solo se pudo quedar pensado '¿de qué carajos habla este tipo? ¿rey del sol?' Nunca había escuchado sobre alguien que se llamara así. Cualquiera que fuera el motivo, ahora era claro que no se había equivocado y el hombre era hostil hacia él. "Espera aquí tiene que haber un error, primero no sé de qué rayos estás hablando y segundo nunca he tomado poder de nadie."

"¡Tomas es poder del sol! Yo soy el rey de sol y tú tomas mi poder." Definitivamente el hombre no estaba bien de la cabeza. Esto no iba a terminar nada bien de seguro, antes de llamar más la atención de lo que ya lo había hecho Aegon los llevó a ambos a la Dimensión de Espejo. "Sabes, me importa un carajo quien seas, mejor comienzas a decir qué diablos quieres. Hoy he tenido un mal día y solo hace un rato que comenzaba a animarme, pero Morgana no pudo eliminar toda la frustración que tengo."

"Descuida trataré de ser breve. En el nombre de Amon-Ra voy purgar a este mundo de existencia." En ambas manos del Rey del Sol aparecieron dos enormes bolas de fuego que fueron lanzadas a gran velocidad contra Aegon quien solo se quedó mirándolo preguntándose cuan estúpido podía ser.

Aegon era inmune al fuego así que no le preocupaba los ataques de su enemigo. Cierto, el no sabe eso, pensó. Para su sorpresa cuando las bolas de fuego le impactaron, aunque el fuego no le hizo nada la explosión que generaron lo lanzó unos metros hacia atrás, pero sin sufrir ningún daño. Muchas más bolas de fuego de este tipo le siguieron a las dos primeras y Aegon comenzó a evadirlas sin ninguna dificultad esperando ver que más podía hacer el Rey del Sol.

Para su desilusión el hombre solo tenía la capacidad de crear y manipular el fuego a su antojo. No era una mala habilidad todo lo contrario, contra un oponente que no fuera inmune al fuego sería alguien bastante letal. Además, podía envolverse en fuego como una medida de defensa o para luchar cuerpo a cuerpo. Aegon también se percató de como creaba pequeñas explosiones en sus pies para moverse a gran velocidad, afortunadamente su cuerpo era lo bastante resistente para soportar esas explosiones o sus piernas terminarían dañadas.

Así estuvieron por un rato, Aegon evadiendo y el Rey del Sol tratando de matarlo sin mucho éxito. Una vez que Aegon se aburrió del juego del gato y el ratón comenzó a atacarlos cuerpo a cuerpo y esto fue más decepcionante todavía. La fuerza física del Rey del Sol solo estaba a la par de alguien como Ororo que había consumido la Hierba en forma de Corazón, pero lo peor era que no tenía ningún tipo de entrenamiento en artes marciales, el hombre probablemente pensaba que solo tenía que incinerar a sus enemigos y eso sería todo.

"Ok, esta pelea se ha vuelto patética." Expresó Aegon mirando al desequilibrado hombre frente él. A estas alturas cualquiera intentaría un acercamiento diferente hacia Aegon o buscar una manera de retirarse al estar bastante claro que no había posibilidades de victoria, pero el Rey del Sol continuaba atacando a Aegon como un perro rabioso. Suiton: Daibakufu no Jutsu (Estilo Agua: Técnica Gran Cascada). Un monstruoso volumen de agua proveniente de la atmosfera y de Aegon se formó rápidamente frente Aegon para ser arrojada en forma de cascada sobre el Rey del Sol.

Aegon se quedó observando la destrucción que el jutsu de agua había creado en toda la ciudad y ahora estaba convencido de que había sido una buena idea haber aprendido a trasladarse a la Dimensión de Espejo. Después de que el agua se calmara Aegon vio al Rey del Sol completamente ileso, el hombre se había rodeado en una esfera de fuego que había sido capaz de protegerlo y eso era lo único impresionante que le había mostrado hasta el momento.

Pero no parecía que el Rey del Sol pudiera dar más que eso. Se encontraba de rodillas en el suelo, completamente agotado. Aegon entendía que el Rey del Sol era alguien con problemas mentales y ese era uno de los peores enemigos que se podría tener, sino pregúntele a Batman quien es su mayor enemigo y les dirá que un payaso loco. Aegon lo puso en un genjutsu donde el Rey del Sol se veía ganando su pelea con Aegon, luego de salir victorioso se sentó en el suelo y se recostó a un muro completamente exhausto donde comenzó a dormirse, para nunca más despertar. Fuera del genjutsu Aegon había atravesado su corazón con su zanpakuto.

No se sentía bien tomando la vida del hombre frente a él, pero no dejaría un cabo suelto. Así era como se empezaba hoy era el Rey del Sol mañana era alguien más y antes de que se percatara tenía su propia línea de villanos haciendo equipo para destruirlo. Una vez que el Rey del Sol murió Aegon incineró su cuerpo y abandonó la Dimensión de Espejo, necesitaba ir casa y recibir algo de cariño.

Decidido a pasar el resto del día con alguna de sus poke… de sus chicas comenzó a concentrarse en las marcas que tenía en cada una de ellas y dos de ellas en particular estaban moviéndose en la ciudad a gran velocidad.

Apareciendo en una azotea de un edificio en Manhattan, Aegon podía observar a Gwen persiguiendo a Felicia en sus respectivos trajes que usaban en los comics. Gwen estaba gritándole a Felicia que se detuviera y entregara las joyas que había robado. Felicia por su parte parecía divertirse escapando de Gwen. Aegon decidió dejarlas divertirse y se concentró en el resto. Jennifer estaba trabajando aun y D'narda la ayudaba.

Lorelei estaba pasando el rato con su amiga Lisa. Liz había salido a cenar con su familia a un lujoso restaurante, estaban celebrando el cumpleaños de su madrastra. Jessica cuidaba de su hermanito mientras sus padres tenían una cita. Ophelia estaba durmiendo, Rogue había ido a visitar a Mystique y Ororo estaba en la academia.

Aegon trataba de comprender como era posible que con un harem él se encontrara solo en ese momento. Después de pensarlo un poco se marchó a la academia, Ororo era la que menos ocupada parecía. Ophelia tal vez estuviera durmiendo, pero él era de los que no le gustaba que lo despertaran así trató de ser un poco comprensivo esta vez.

Una vez en la academia se encontró a Ororo en uno de los salones de la academia donde estaban discutiendo sobre un misterioso mutante que había aparecido en Egipto y se hacía llamar a si mismo el dios de los mutantes. Mientras los miembros de los X-Men expresaban su opinión él permaneció en silencio mientras la reunión transcurría, aunque la mayoría había notado su arribo desde el inicio.

Cuando la reunión concluyó Ororo fue directamente hacia él. "No esperaba que vinieras a visitarme hoy." Le comentó después de besarlo. "Pareces ocupada." Le respondió, Ororo no dijo nada de inmediato y esperó a que Aegon saludara a todos.

Cuando regresó su atención a Ororo, ella lo tomó de la mano y se marcharon del salón. "No tengo nada más que hacer por el resto del día. Escuchaste parte de lo discutíamos en el salón así que ya sabes que mañana partiremos hacia Egipto para investigar el supuesto dios mutante. El profesor luce bastante preocupado, nunca antes lo habíamos visto tan tenso."

Aegon pensó por unos segundos si debía mencionar algo sobre el misterioso dios mutante realmente no había mucho que recordara, pero decidió que por lo menos debía advertirle. La gran patrulla X tenía la costumbre de subestimar a sus oponentes o sería mejor decir que se sobrestimaban a sí mismos.