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Capitulo 35: Primer día de clases (parte 2). 

Agatha y Chaddick trataban de contener la risa, mientras Tristán parecía haber perdido todo color desde que llegaron los otros chicos.

— De todos modos - comenzó Rhian girándose hacia Agatha - no tienes que preocuparte, Tedros, Tristán, Chaddick y yo estaremos en el mismo grupo que Jacob - trató de tranquilizarla.

Como Rhian esperaba, tras oír esta noticia, Agatha respiró un poco mejor.

Cierto que quince a cuatro seguía siendo un porcentaje deprimente, pero al menos habría alguien sensato para atender cualquier accidente o mejor aún para prevenirlo.

Al ver que Agatha estaba más tranquila, y luego de tranquilizar un poco más a la chica diciéndole que estarían pendientes del niño y que no permitirían que se cometiera ninguna insensatez, los 3 chicos regresaron con el grupo de príncipes con el que estaban originalmente.

Agatha, Tristán y Jacob volvieron a hablar de cosas sin importancia.

Agatha y Tristán hablaron de cómo estaban nerviosos por sus primeras clases.

El chico le tenía un miedo horrible al primer día de esgrima y Agatha solo podía ver la primera clase de su horario, sin tener el valor de bajar la mirada a la siguiente.

Había pasado la noche entre pesadillas por la clase de embellecimiento.

En todas las pesadillas solo se repetían los intentos fallidos de las opciones de Sophie, con la espectacular conclusión de ella convertida en una pelirroja por su amiga justo unos días antes.

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En el lado de la escuela del mal, Sophie y sus nuevos amigos estaban más que felices mientras desayunaban, para sorpresa de Sophie, una comida muy parecida.

El comedor estaba espléndidamente adornado con un tono algo tétrico que le recordaba a Sophie todos los animes y libros de vampiros y demonios que había leído.

Oscuro pero elegante.

Casi esperaba a ver a todos los estudiantes del mal, llegando con uniformes tipo esmoquin junto a largos y hermosos vestidos negros.

Pero en su lugar estaban esas túnicas que, a diferencia de en el libro original, no eran raídas sino más bien rígidas, sin embargo, para Sophie seguían siendo espantosas.

Aric y Japeth coincidían con ella.

No veían ninguna diferencia entre el uniforme femenino y el masculino.

Aric y Japeth llevaban puesto nuevos diseños marca Sophie originales.

Aric tenía una camisa sin mangas de cuero ceñida al cuerpo y unos vaqueros con botas militares.

Japeth lucía una camisa remangada hasta los codos con un chaleco de cuero tipo traje y un pantalón de vestir con mocasines de cuero de serpiente.

Adam estaba feliz con una camisa suelta de cuello en «V», unos pantalones vaqueros y las nuevas botas a su medida que Sophie había logrado coserle.

Un pañuelo amarrado como banda apartaba sus rizos dorados de su rostro.

Parecía un pirata vestido de negro, en especial si le juntas la pequeña espada de madera amarrada a un cinturón también hecho por Sophie.

Sophie por su parte, ese día estaba usado unos vaqueros ajustados y una blusa de tirantes suelta, mientras mantenía su cabello en una cola alta, completo todo con unas zapatillas cómodas.

Quería estar lo más cómoda posible el primer día, no sabía por qué, pero presentía que aún quedaban sorpresas y estaba tan ansiosa como asustada de recibirlas.

Seguidos, los cuatro amigos por las 3 brujas se sentaron todos juntos y comenzaron una animada, aunque muy sarcástica conversación con varias peleas en medio entre los chicos y las 3 brujas, siendo principalmente Hesper contra Aric.

Anadil y Japeth intervenían de vez en cuando para respaldar o para quitarle los objetos punzantes a sus amigos, recordándoles que asesinar era ilegal en los terrenos de la escuela.

Mientras, Dot, Adam y Sophie disfrutaban entretenidos la conversación y apostaban galletas a quién ganaba.

Al terminar la ronda para ir a clases, Adam se había quedado con casi todas las galletas tras haber apostado casi siempre a Japeth.

Sophie más que todo le había apostado a Aric.

Eso le pasó por olvidar que «la serpiente» no solo tenía la piel, también tenía la lengua.

En clase de afeamiento.

Sophie no pudo evitar volver a sorprenderse cuando ya no quedo duda de que quien impartiría esa asignatura era Callis la madre de Agatha.

Se sorprendió aún más cuando, para demostrar un punto al inicio de la clase o para impresionar, deshizo todos los encantamientos, pociones y diferentes métodos, que había utilizado para disfrazarse en Gavaldon.

Luego volteó y escribió en letras grandes «CLASES DE AFEAMIENTO» en él pisaron.

— ¿por qué necesitamos ser feos? - pregunto a sus alumnos inmediatamente después - ¿alguien puede responder?

Ante ellos había una mujer hermosa con cabello corto, castaño oliva, ojos grandes y hermosos y piel bronceada, brillante y pecosa.

Todos abrieron los ojos como platos.

—Porque nos hace temibles —respondió Hester.

— incorrecto, Sophie hizo correr del miedo a un maestro del bien ayer y era una de las chicas más bellas en el área – descarto Callis rápidamente.

—Porque hace llorar a los niños pequeños —dijo Anadil.

— incorrecto, aunque fueran más feos, no creo que logren asustar al único niño en el salón – volvió a descartar Callis.

Todos se voltearon hacia Adam con gruñidos y gritos para probar lo contrario.

Pero el niño los miro aburrido con una dulce sonrisa y una mirada traviesa que hizo que fueran ellos los asustados.

— Así no cuenta – se quejó Hort – ese niño no ese normal.

— Planeas realizar un estudio psicológico cada vez que te encuentres con un niño - pregunto Japeth con desdén.

Hort se quedó en silencio.

—¿Por qué es más fácil para prepararnos a la mañana? —preguntó Dot, mientras mezclaba jugo con chocolate.

—¡Incorrecto y estúpido! —manifestó Callis con tono desdeñoso—. Tradicionalmente, se piensa que «¡solo cuando renuncien a lo superficial podrán profundizar! ¡Únicamente cuando renuncien a la vanidad podrán ser ustedes mismos!» eso es lo que les diría un antiguo profesor de afeamiento.

Callis imito un tono masculino y teatral.

Sophie reconoció las palabras y estaba segura de que se refería a su predecesor, el profesor Manley.

Callis comenzó a escribir y dibujar esquemas en la pizarra, pero de todos lo que más resaltaba era la palabra escrita, justo en medio de todas las recetas y hechizos, que no solo incluían afeamiento, se leían alguna de embellecimiento.

Había escrito en grandes letras la palabra «ORIGINALIDAD».

— PERO! - exclamo mientras se volteaba hacia la clase – he escuchado y visto a la mayoría de los alumnos en el desayuno y cuatro de los más despiertos - señalo a Sophie y su grupo – son más agraciados que muchos alumnos de bien, dicho esto, ¿para qué sirve afearse?

Todos se miraron unos a otros hasta que Japeth contestó.

— No sirve para nada – Japeth respondió relajado como si comentara el clima.

— Correcto! - proclamo Callis con una voz cantaría.

Todos, incluyendo al que contestó (era una burla, no una respuesta real) se quedaron viendo a la profesora con sorpresa.

— Esta clase siempre se ha llamado afeamiento, pero la verdad es que el propósito no es alterar nuestra apariencia de manera perjudicial, sino de manera en que podamos sacar la mayor ventaja posible, su anterior profesor tenía la creencia de que necesitábamos ser feos para evitar la vanidad y poder pensar con claridad, yo creo que la apariencia no tiene nada que ver con cómo usas el cerebro.

Callis comenzó a exponer su punto de vista con confianza, parecía decidida a eliminar toda creencia antigua y renovar esta asignatura por completo.

— La apariencia es solo otra arma qué podemos utilizar, ya sea para asustar - dijo señalando a Hester le gruñía a la pizarra con las fórmulas de embellecimiento - como para manipular - señaló esta vez al grupo de Sophie y los chicos que le ofrecieron sus sonrisas más encantadoras.

Toda la clase tembló al verlas.

Lo aterrador era que sabían que no tramaban nada bueno, pero aun así querían acercarse.

— La belleza no tiene por qué ser del bien, muchas muertes, guerras y sufrimiento ha sido causado porque las personas son incapaces de resistir la tentación de una bella apariencia – continúo explicando la profesora - la clase de hoy consistirá en ver qué tan originales pueden ser sin necesidad de llegar a ninguna fórmula un método de magia.

— Quiero ver qué pueden hacer con lo que tienen y con lo que saben hasta ahora para crear una imagen única, en otras palabras, sorpréndanme— concluyo Callis con un gesto teatral.

Todos los alumnos se miraron entre ellos, un poco perdidos.

Pero cuatro alumnos tenían los ojos brillantes pensando en todas las posibilidades.

Estos eran por supuesto Sophie y su grupo.

Adam solo podía pensar en las posibilidades de disfraces y diferentes bromas que podía aplicar en esta clase.

Japeth y Aric, la verdad iba más o menos por el mismo camino y no, no estaban siendo más maduros en sus pensamientos.

Sophie decidió hacer algo entre complicado y sencillo.

Comenzó a sacar los materiales que la verdad no era mucho más que algo de esmalte, uñas postizas, una Lima y piel de serpiente.

Una sonrisa maliciosa cruzó sus labios mientras planeaba empezar este año con un auténtico espectáculo.