Capítulo 56: Rhian celoso.

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Rhian Mistral

estado: salvaje

Amistad: 5% / 100%

Amor: 70% / 100%

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…

Como era de esperarse del Rey de Reyes y Príncipe de Príncipes, el chico tenía el amor por delante.

Seguro que fue un simple flechazo y en menos de una semana llego a eso.

Ni siquiera había hablado con el hombre, ¿era la ruta fácil?

Había jurado que esa era Hort, pero no reviso el estado del chico.

Luego de caminar un poco llegaron ante la torre del director.

La expresión de Sophie se oscureció.

Presentía la razón de la llamada de los directores y no le gustaba.

Tenía la esperanza de haber descarrilado por completo la historia, de que no hubiera nada que esa pluma pudiera escribir.

Pero luego de que subieran las escaleras que aparecieron mágicamente ante ellas y llegaron junto con los directores ante el cuentista lo supo.

El cuentista escribía su historia.

Estaban atrapados en un cuento de hadas.

Sophie siguió con la mirada el rasgar de la pluma a la que nada podía ocultársele.

Era muy probable que todo estuviera siendo escrito en esas páginas.

Sus acciones.

Sus pensamientos.

Su sistema.

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EN DEFINITIVA, ESTO SERÁ UN PROBLEMA.

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Comento Alex.

Sophie trato de mantener la calma, pero un escalofrío la recorrió de pies a cabeza.

Vio como Agatha se estremecía a su lado.

Esa chica siempre había tenido buenos instintos.

Sophie sintió como la mano que tenía sobre el brazo de Rafal era acariciada suavemente.

Volteo a ver al chico y lo encontró dedicándole una sonrisa que parecía querer calmar su corazón, pero lo que consiguió es que se le detuviera de golpe.

Lo obligo a latir de nuevo y respiro profundamente.

Tomo nota de recordar que este hombre era peligroso en más de un sentido.

Se aclaró la garganta aun sin poder desviar la mirada de esos perfectos ojos azules.

— ¿Qué es? - Sophie señalo la pluma, haciéndose la inocente.

— Es el cuentista – comenzó a explicar Rafal sin liberarla de sus ojos – escribió las historias que has leído y las historias que leerás, es deber de mi hermano y mío protegerlo.

Escucharon un carraspeo brusco y voltearon a ver de dónde procedía.

El director Rhian miraba a su hermano con rostro serio y celos mal disimulados.

Agatha a su lado, parecía tratar de aguantar la risa.

— Sophie suelta a tu presa… tu director – se corrigió Agatha rápidamente – parece que tratan de explicarnos algo importante.

— Escucho perfectamente desde aquí.

Sophie se acercó más a Rafal y recostó la cabeza sobre su hombro.

El chico se sorprendió e inesperadamente se sonrojó.

Sophie lo vio con expresión divertida.

Parecía que el tipo "seducción" eran débiles contra los ataques tipo "cariño".

— ¡Suficiente jovencita, deja ir a esa indefensa creatura! – regaño Agatha con tono de falsa seriedad.

Era obvio que se estaba divirtiendo.

Se acercó a Sophie y la pico en la cintura, está siendo muy cosquilluda pego un salto para alejarse de la sensación soltando a Rafal en el proceso.

Este alzó una ceja divertido.

Sophie lanzó una mirada de reproche a Agatha.

Y esta le devolvió una sonrisa de suficiencia.

Estaba claro que había expuesto esa "debilidad" adrede.

Negándose a admitir la derrota, Sophie se fue directo a Agatha lista para devolver el pinchazo.

— Espera… — comenzó a decir Rhian.

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ESQUIVA A LA IZQUIERDA

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Sophie dio un paso lateral rápido al escuchar la advertencia de Alex y acabo con la espalda contra el pecho de Rafal y con los brazos de este sobre sus hombros.

— Buen instinto – Rafal adulo divertido.

— Gracias – le contesto Sophie cantarinamente.

Ante ellos, estaba un atónito Rhian con el brazo extendido.

Había intentado atrapar a Sophie con la excusa de impedir que se abalanzara sobre Agatha.

Pero, gracias a Alex, Sophie había logrado esquivar, y terminó una vez más en los brazos de Rafal.

El chico parecía especialmente deprimido.

— Como rayos lo haces? - pregunto a su hermano.

— Los ataques furtivos son cosa de villanos hermanito, no de héroes – le recordó Rafal.

Rhian tenía cara de total frustración.

Agatha carraspeo.

— ¿Nos llamaron para coquetear con Sophie? Porque si es así, creo que puedo irme… — comenzó a decir Agatha.

— ¡Claro que no! - corearon los dos chicos sonrojados.

«¿Sunderes?» pensaron las dos amigas mientras intercambiaban una mirada.