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10. Final inesperado

Luken respiró profundamente, tratando de mantener la calma y pensar rápidamente en una respuesta adecuada. Sabía que revelar su verdadera ubicación y su encuentro con Lady Vanessa podría comprometerla a ella y al grupo de rebeldes al que pertenecía. Por otro lado, mentirle al Barón también podría traerle consecuencias indeseadas. Decidió optar por una respuesta parcialmente verdadera.

—Mi señor, en el momento del incidente, no me encontraba en el salón principal, eso es cierto… me encontraba en uno de los jardines, tomando aire fresco —respondió Luken con serenidad, eligiendo sus palabras cuidadosamente. —Al escuchar el ruido y los gritos, me acerqué a la puerta de acceso, observando todo lo que ocurría, en ese momento me acerqué para ayudar.

El Barón frunció el ceño, examinando detenidamente a Luken mientras consideraba su respuesta. Aunque parecía algo escéptico, no continuó cuestionando su presencia en el jardín exterior. 

—Entiendo, señor Otxoa.

Fueron las únicas palabras que mencionó el Barón, Luken asintió respetuosamente y mantuvo una expresión neutral, agradecido de que el Barón no presionara más sobre su ubicación. Sin embargo, sabía que debía tener mucho cuidado a partir de ese momento, ya que sus movimientos podrían estar siendo vigilados de cerca.

—Interesante su respuesta, señor Otxoa, y sobre todo muy conveniente que se encontrara en un lugar… digamos, lejano, a todo lo que se vivió en el momento del accidente —habló el Marqués, tratando de desequilibrar a Luken. —Y dígame… ¿Qué hacía en los jardines?

Esta pregunta le molesto a Luken, a pesar del rango y el título de noble que poseía el Marqués, denotaba una falta total de educación y empatía hacia las demás personas. Sin embargo, no se le podía exigir algo que, de una u otra manera, no le nacía.

—Mi señor, cuando dieron el anuncio de su boda con Lady Vanessa, todos estallaron de alegría. En su rostro denotaba la dicha del anuncio…

—¡¡¡Donde se encuentra Lady Vanessa!!! —gritó el Marqués, interrumpiendo a Luken en su explicación. —¡¿Dónde se encuentra ella?!

—Ella se encuentra conmigo, Marqués —respondió el Barón seriamente, mientras Lady Vanessa se asomaba por detrás de él. —¿Necesita algo de ella? 

El Barón, en esta ocasión y por la forma en que el Marqués se había pronunciado, aparecía una nota de molestia en su semblante. 

—Aquí me tiene, mi señor… —dijo Lady Vanessa, con un tono en su voz titubeante.

 —Milady, ¿en dónde se encontraba? —respondió el Marqués. —No la había visto después del compromiso… ¿Acaso tuvo que salir a tomar aire?

—Marqués, ¿A qué viene esta pregunta?

—Es solo una simple duda que me surgió, al igual que el señor Otxoa, no estaban dentro del salón cuando ocurrió el accidente.

—Sea más claro Marqués, por favor. ¿A dónde quiere llegar con sus dudas?

—Busca y encontrarás, mi estimado Barón —dijo únicamente el Marqués, volteando a ver a Luken, continuó hablando. —Mi estimado Luken Otxoa…

Escuchar su nombre completo, fue como recibir un balde de agua fría encima, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, no por escucharlo… Fue por el tono en que el Marqués lo dijo, la forma en que se dirigió a él. Esas palabras las sintió como una amenaza.

Si el Barón podía llegar a ser despreciado, el Marqués había ganado ese lugar. 

Una persona de complexión alta se acercó al Marqués sigilosamente, y hablando calladamente, en un volumen que solo él escuchara, susurró unas palabras al oído. El Marqués asintió con la cabeza y volvió a hablar.

—Mis estimados… —haciendo una pausa. —Me tendré que retirar, por recomendación de mi personal.

—Pero ¿qué dice mi señor?, ya es muy tarde, está oscuro y el camino es muy largo y peligroso —dijo Lady Vanessa, con un tono de voz preocupada.

—No se preocupe milady, ya está todo solucionado.

—Ahora yo insisto, quédese en mi residencia esta noche y a primera hora puede salir de viaje —dijo el Barón.

—No se preocupen, ya todo está organizado, y no tendrán que tener más molestias… —y viendo al desastre de la lámpara, prosiguió el Marqués. —Ustedes tienen mucho que trabajar aún. Así que, por favor, discúlpenme, y que estén bien. Milady, nos vemos en tres meses, espero verla tan radiante como hoy.

El Marqués, dando media vuelta, se empieza a retirar del lugar junto con el acompañante. Posteriormente, varios invitados se unen a él, siendo parte de su guardia personal, la cual estaba bien escondida.

El Barón se quedó observando como el Marqués se retiraba. Por un lado, estaba tranquilo que no tuviera a un invitado en su residencia… y por el otro lado, se quedó con el sentimiento del desprecio de su oferta.

Todos los invitados se quedaron en silencio, observando lo sucedido. 

En este momento el Barón volvió en sí, llamando al capitán de la guardia.

—¡Capitán Montalvo! 

Haciéndole una seña al capitán con la mano, llegó hacia el Barón, quien le habló en murmullo. El capitán, con la cabeza, afirmó la instrucción que había recibido.

El Barón volteó a ver a la multitud, y aclarándose la garganta, exclamó.

—Queridos invitados, esta fiesta ha dado por terminado, por favor se retiran de inmediato… Por nuestra seguridad, cada persona será revisada al momento de salir.

Un murmullo empezó a sonar en todo el salón.

Luken empezó a imaginar varios acontecimientos entre los cuales se veía siendo apresado por los guardias, sin embargo, no había hecho nada malo. Se vio corriendo, y varios guardias detrás de él, pero tampoco sería razonable, ya que no había motivo de ello.

Entre muchas imágenes que pasaron por la mente, no encontraba una por la que lo fueran a capturar… 

«¿Podría tener problemas por William?» Pensó, más en claro, una mancha en la fiesta que lo podría vincular con el grupo Zaldiak, pero todo estaba arreglado, ¿cierto?

Varios guardias ya estaban cubriendo las puertas de algunas habitaciones, evitando que las personas pudieran esconderse o salir sin ser registrados. 

El Barón ya no se encontraba en el salón, lo mismo que Lady Vanessa, ambos habían sido escoltados a otro lugar siendo muy discretos y cautelosos.

Cuando Luken empezó a caminar tranquilamente hacia la salida, se sintió incómodo y observado, volteo a ver hacia atrás sin tener suerte. Pero de reojo observo el vestido verde de Lady Vanessa que se escondía detrás de unas cortinas en el segundo nivel. Cuando agudizó la vista, pudo ver el rostro de ella, quien se retiró rápidamente y desapareció.

Este empezó a caminar nuevamente hacia la salida, mezclados entre los últimos invitados que quedaban. Los guardias revisaban bolsas, carteras, abanicos, sombreros, guantes… todo lo que pudiera ocultar cualquier tipo de instrumento u arma.

Al no tener nada, lo dejaron pasar tranquilamente. Este fue un gran alivio, a pesar de no tener nada, creía que lo pudieran incriminar. Ya en la calle empezó a caminar alejándose de la residencia, pero al par de pasos escucho a un caballero murmurar

—Ella es muy hermosa, ¿no le parece señor Otxoa? Tenga cuidado en dónde pisa.

Estas palabras, de una voz muy familiar, lo detuvieron en seco y le helaron la sangre, al voltear a ver de quién se trataban, sintió un gran golpe en la cabeza, haciendo que cayera al suelo sin poder defenderse. 

—Ya saben qué hacer con él… —Escuchó decir, y sintiendo cómo lo arrastraban a través del camino, perdió el conocimiento.