webnovel

03. La desconocida

Todas las personas empezaron a murmurar en ese momento y, lo más seguro es que se preguntaban sobre la dama que acompañaba al Barón. Fue una sorpresa muy grande para todas las personas que se encontraban en el salón de la residencia. 

Luken empezó a caminar a través de las personas, tratando de escuchar los murmullos que provenían de todos los rincones, de todas las bocas y, especialmente, de lo que hablaban más alto de lo normal, tal vez podría juntar las piezas para poder armar un rompecabezas.

Entre los murmullos se podía escuchar sobre la belleza de la dama, la inquietud sobre la procedencia de la dama, se escuchaba decir que no la habían visto en su vida, si el Barón tenía a la dama por la fuerza o que ella se encontraba junto a él por algún interés tanto económico como político.

Esto último no hubiera sido raro de pensar, ya que el Barón poseía muchas tierras, sería algo que atrajera a una mujer con mucha ambición.

A Luken le pasó por la mente olvidar todo y extasiarse de la belleza de la joven dama, la cual no era de alguna región cercana, los rasgos eran diferentes a todas las mujeres de la región.

Era una dama, relativamente joven. Algunas personas murmuraban que posiblemente era su hija, ya que era extraño ver a alguien tan joven junto al Barón, siendo alguien que era mucho mayor que ella.

De repente, las luces empezaron a iluminar el salón, dejando mostrar los rostros de los invitados, siendo más fácil reconocer quién se encontraba cerca, quiénes estaban aún con la mirada fija hacia la dama y quiénes estaban en sus asuntos.

La dama empezó a bajar las gradas del brazo del Barón, el cual caminaba a paso lento. Con cada paso que daban, se escuchaba el sonido del golpe del bastón al caer al suelo en cada grada de la escalera.

Al ir descendiendo con lentitud, daba la impresión de que ella se imponía ante las demás personas. La mirada desafiante no había menguado, era una pose digna de una reina. Por los ojos de la joven, se notaba que no estaba tranquila en ese momento. Había algo que buscaba, y no la dejaba tranquilizarse. Sin mover la cabeza, la mirada iba y venía, se posaba sobre los invitados, como si los examinara.

Llegó un momento, en que la mirada de Luken y la mirada de la dama se entrelazaron. Fue una mirada que duró unos segundos, pero que se sintió eterna. Una mirada que le quemó el alma y lo dejó marcado. No había sido algo tan grande, pero él ya había quedado prendado de ella.

Luken debía investigar quién era la dama, qué hacía en este lugar y, principalmente, por qué se encontraba junto al Barón Antonio Arlington.

Este momento creó un antes y un después en la vida de Luken, ya que, cambiaría la perspectiva de cómo veía la realidad, y cambiaría lo que creía.

Luken empezó a enfriar su mente, tratando de pensar con claridad. Él tenía un objetivo, investigar al Barón. Debía volver al trabajo, tenía que conseguir información. De lo contrario, todo lo que había avanzado, habría sido en vano.

Siguió caminando por todo el salón, buscando un rostro, alguien que se viera extraño, como si buscara a una persona. Como si esperara una señal para realizar una orden.

Mientras deambulaba alrededor de la pared, absorto en sus propios pensamientos, el joven se alejaba cada vez más del Barón y su hermosa acompañante. Si hubiera prestado más atención a su entorno, tal vez habría notado cómo la joven dama lo miraba de reojo. Pero en lugar de eso, sus pensamientos lo llevaban a otro lugar, alejándose del encanto de los grandes ojos café claro que lo observaban con interés. De hecho, si hubiera hecho un plan para alejarse de la joven dama, es muy probable que hubiera caído en la trampa de su mirada.

En este momento se encontraba en una esquina del salón, cerca de una de las salidas, la cual daba hacia uno de los jardines del palacio. Tuvo un alivio al sentir el aire fresco de la noche, el cual lo invitaba a seguir caminando hacia el exterior.

Estando alejado de todas las personas, Luken se quedó observando a la pareja. El Barón, rodeado de unas cuantas personas, presentaba a la dama a la multitud. Hubiera querido leer los labios y distinguir las palabras que pronunciaba, solo veía las manos moverse señalando a los invitados y posteriormente a la dama, la cual terminaba haciendo una pequeña reverencia, como saludo.

En este momento, se podía distinguir quiénes eran las personas más importantes de la fiesta. Ya que se mostraban más atentos a ciertos individuos que a muchos otros. Y principalmente, con quién ella intercambiaba algunas palabras y con quién no.

Era una escena interesante, puesto que la mayor parte de las personas que saludaba, de las pocas que se acercaron, no eran personas sencillas. Eran dueños de importantes negocios, se podría decir que eran parte de la aristocracia del lugar. Eran personas influyentes, algunas personas con posiciones claves para crear un gobierno y mover a las masas a su antojo.

Hasta cierto punto, la dama era el centro de atención, ya que poco a poco todos se volvían hacia ella, intentando acaparar su atención, intentando hablarle.

En este punto del caos que se había empezado a formar, el Barón fue desplazado, poco a poco, de la dama, la cual estaba siendo absorbida por la multitud de personas. Era una situación que se veía preocupante, Luken viendo desde lejos empezaba a tener varios sentimientos, temor, de que le pasara algo, ira, porque no la respetaran e impotencia, por no poder salir corriendo a brindarle auxilio, todos al mismo tiempo, de los que se pudieran distinguir.

¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!

Se escuchó un golpe en el piso, un golpe seco y con furia. Todos los invitados voltearon a ver en dirección de donde provenía el sonido, dándose cuenta de que lo había producido el Barón Antonio. Tenía un semblante que daba miedo, su rostro estaba rojo de furia, los ojos tenían un brillo que parecían echar fuego y sus dientes estaban a la vista, apretándolos tan fuerte, que parecía que los rompería.

—¡¡¡Dejen a mi hija en paz!!! —gritó el Barón con todas sus fuerzas. —¡Aléjense de ella en este preciso momento!