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Los Cuatro Reyes (pt 1)

—¡Padre, ya basta!

Esas palabras dejaron helados a todos. Lilia endureció su mirada, más no era por enojo.

—¿Ya lo olvidaste?— pregunto sin dejar de mirar al elfo a los ojos, —Hubo una época en que me permitiste llamarte así…

Jareth estaba atónito, después de todos esos años, y sobre todo, después de lo que se habían hecho el uno al otro, ¿aún pensaba en el de esa forma?

El elfo bajo la mirada rendido, una queda risa se escuchó apenas, —Como podría olvidar… la única vez que fui feliz en mi vida…

Valle del farol, al sur del Valle de las Espinas, hace miles de años.

En el patio de un castillo pequeño, dos niños elfos juegan entre sí persiguiéndose mutuamente, el menor de los hermanos al estar concentrado en capturar a su hermana no vio una rama y tropezó con esta, comenzando a llorar por el golpe en su frente.

La niña al ver lo que había pasado corrió donde el menor, comenzando a consolarlo. —Deja de llorar Jareth, sabes que papá te castigara si te ve— trataba de hacer que el llanto del menor cesara.

Jareth miro a su hermana con ojos llorosos, —Pero hermana, me dolió…— explicaba el pequeño en medio de hipidos, la niña suspiro preocupada.

—Escucha Jareth, lamentablemente vivimos en un mundo donde mostrar debilidad podría acabar contigo, así que por favor, nunca vuelvas a mostrar tus lágrimas a nadie.

"Los inicios de Twisted Wonderland fueron años marcados por la guerra y la sangre. Las diferencias entre especies, así como las luchas internas entre facciones hacían que la prioridad fuera la supervivencia por sobre cualquier lazo, la familia incluida".

Los príncipes de 15 y 12 años respectivamente habían sido mandados a llamar por su padre en la sala del trono, mientras caminaban por los corredores solo escuchaban a los sirvientes lamentarse porque "esa" tradición aún existiera, y sobre lo cruel y loco que se había vuelto el padre de los chicos.

Al estar frente al rey de los faes, Jareth solo podía sentir miedo por aquel individuo, si bien su liderazgo había mantenido al reino de las hadas a salvo de los hombres bestia y de los humanos, sus principales enemigos, la realidad es que los mismos faes estaban cansados de la opresión que este causaba sobre su pueblo.

—Eire, Jareth, me temo que el momento de realizar el ritual de la mesa de piedra ha tenido que adelantarse— comenzaba a explicarles su padre, Jareth noto que su hermana perdía color, —Los ataques de los humanos han aumentado, necesitamos que la magia del próximo heredero despierte de una vez si no queremos caer ante nuestros enemigos.

Encontrar a alguien que quisiera explicarle de que se trataba ese ritual fue difícil. Para que el balance de la magia de los faes se restableciera el eslabón débil de la familia real debía ser sacrificado; sin embargo, con el paso de las generaciones esta tradición se había torcido a un duelo a muerte entre hermanos.

Jareth estaba nervioso, no quería morir, sabía que de los dos su hermana era más fuerte, no por nada su padre ya la había llevado consigo a varias batallas desde temprana edad. Al menos, agradecía que ella viviría.

Era de noche cuando alguien llamo a su puerta, no había dado el permiso cuando Eire se metió sigilosamente. —Hermana— saludo el niño con miedo, la mayor miro a su hermanito de una forma que este no pudo descifrar, de una de las mangas de su vestido saco un pequeño frasco con un líquido rojo en su interior.

—Falta una semana para tu cumpleaños, pero quería darte esto antes— dijo la chica entregando el frasco, —Solo una gota y obtendrás los regalos que quieres, aunque nada más grande que un alhajero— explico al menor.

Era un regalo muy bonito, aunque Jareth no entendía por qué se lo entregaba si al día siguiente ya no podría usarlo. Su hermana tomó su mano, ambos fueron a la ventana donde podían ver el patio, un farol brillaba con delicadeza, el símbolo de su familia.

—Jareth, quiero que me prometas dos cosas— hablo sería Eire, —La primera, que mañana darás todo de ti, no te contengas porque yo no lo haré— decía firme haciendo que el menor la mirara a los ojos, —Y lo segundo, es que sin importar lo que pase mañana, recuerda que siempre serás mi amado hermano.

"En un acto de rebeldía, el día que mi hermana y yo debíamos enfrentarnos se suicidó antes de que entráramos en batalla frente al rey y todo nuestro pueblo. La sostuve entre mis brazos, llore rogando a nuestro padre porque la salvara… y lo único que dijo fue que era un desperdicio.

Todos estábamos hartos de él y su frialdad para con los faes, la primera vez que ensucie mis manos de sangre fue con la de mi padre, y con esto me convertí en rey. Los años pasaron, y las guerras no terminaban, fueron tiempos muy violentos"

Valle del farol, treinta años después.

El rey junto a un pequeño escuadrón recorrían los restos de una aldea de hadas recién destruida, —No hemos encontrado nada su majestad— decía uno de los soldados, Jareth sentía su sangre arder al no poder cuidar a sus súbditos.

—Regresemos al palacio— ordenaba a sus guardias. Cerca de la salida del pueblo vio tirados los cuerpos de una pareja cercanos a un tronco, ambos tenían los ojos abiertos, el rojo en ellos lucia opaco.

—Los humanos debieron atacarlos al creer que les darían inmortalidad, qué idiotas— le mencionaba su mano derecha. Jareth siguió de frente cuando escucho un ruido extraño provenir del tronco. Lentamente y cuidando no pisar los cuerpos fue a él, moviendo la superficie del tronco pudo notar que había alguien dentro de este.

Llorando quedamente un niño hada de ojos rojos lo miraba asustado.

Jareth estaba en su cuarto revisando unos mapas cuando un hada pidió permiso para pasar.

—Lamento molestarlo su majestad, pero, ¿podría cuidar al niño un momento por favor?— preguntaba la mujer apenada. —Pide ayuda a alguien más, ¿te das cuenta de quién soy?— hablaba sin molestarse en verla a la cara.

—Me temo que por el momento soy la única disponible su majestad. Solo será un instante mientras traigo ropa para él.

Jareth suspiro, de malas accedió, ¿qué tan difícil podía ser vigilar a un infante de no más de 3 años?

La mujer iba deprisa, tardo un poco más en encontrar algo que pudiera usar aquel niño, antes de llegar a la habitación del baño la mano derecha del rey la intercepto. —Buenas noches, ¿sabe dónde puedo localizar al rey?, tengo una invitación importante.

—El rey esta…

—¡CONDENADO ENANO, QUÉDATE QUIETO!

Los faes tardaron en comprender lo que habían visto, frente a ellos una pequeña hada de ojos rojos y nalgas descubiertas paso volando cuál rayo, seguido de este el rey completamente empapado y con espuma en su cabeza trataba de atraparlo sin éxito.

Algunas horas después, en un cuarto rápidamente acomodado para el uso temporal del menor la criada y el guardia veían a su rey arropar al pequeño niño. —Muy bien, aquí estarás bien hasta que te encontremos un hogar.

El pequeño miró a todos lados como si buscara a alguien. —¿Mamá?— pregunto el pequeño, los mayores solo pudieron sentir sus corazones encogerse ante la realidad del menor.

—Ella, ya no está— respondió con simpleza Jareth.

—¿Papá?

—Lo siento, tampoco.

—… ¿Papá…?— pregunto el pequeño señalando a Jareth. Este simplemente uso un hechizo en la frente del menor y de inmediato callo dormido.

—Majestad, le han traído una invitación— hablo el guardia una vez que los tres dejaron la habitación del menor.

"Esa noche no pude dormir con todas las cosas que tenía que analizar. Los humanos y los hombres bestia habían citado a todo representante para trazar la paz entre especies, por supuesto, nadie de mi corte confiaba en dicha petición, pero ya estábamos cansados de la guerra y la muerte.

Y, por otro lado… ese niño necesitaba un hogar, pero no me sentía listo para ello… ni siquiera tuve un buen modelo para saber que debía hacer para criar a un niño…"

Isla de los sabios.

Líderes de todos los rincones del mundo y de gran variedad de especies se reunieron en un punto central del mundo, en la zona norte de la isla una gran carpa fue puesta, aunque el anhelo de paz había llevado a todos a reunirse en este lugar, nadie se mezclaba.

Jareth junto a varios guardias y dos sirvientas observaban en silencio a todos a su alrededor, un hada con cuernos en su cabeza se acercó a este, —Rey Jareth Sahira, nuestros reinos son vecinos, y, aun así, es rara la oportunidad que tenemos para hablar.

—Me temo que he estado ocupando salvando a los pocos habitantes que quedan en el Valle del Farol, reina Maleficia Draconia— respondía serio el elfo, a pesar de que el hada era mucho mayor que él, no sentía ningún tipo de respeto por ella.

Sintió un jalón en sus túnicas, al mirar abajo el niño de ojos rojos alzaba sus manos para que Jareth lo cargara. —Encantador, si todo sale bien en esta reunión, podría jugar con la mía luego— rio la reina antes de alejarse, Jareth suspiro, —No soy su padre— se quejó en voz baja.

Pidió a su sirvienta para que cuidara al niño un momento, "ni siquiera tiene un nombre", pensó mientras salía de la carpa. Camino por el terreno, era un gran espacio alejado del resto de los pocos habitantes de la isla, pudo notar algunas zonas trazadas y unas pocas edificaciones que comenzaban a ser construidas.

—Parece un gran proyecto— menciono una voz sobre su cabeza.

Un joven con orejas y cola de león lo miraba entretenido, sus rasgos albinos sobresalían de su piel morena, a pesar de ser un desconocido, por alguna razón Jareth no se sentía en peligro frente a este.

—Llew Scholar, parte de la escolta del rey de las bestias— se presentaba el león.

—Jareth Sahira, rey de los faes— contestaba altivo el elfo.

—Discúlpeme majestad, no sabía que trataba con un rey— la irónica disculpa más que hacer enojar al elfo hizo que soltara una ligera risa. —Lo haré en tanto me diga cuál es el propósito de esta reunión.

—Nadie lo sabe— respondió encogiéndose de hombros Llew, —Pero quien haya sido capaz de reunir a todas las especies de este mundo, debe ser alguien poderoso.

Habían intercambiado apenas algunas palabras cuando varias trompetas anunciaron la llegada de los anfitriones, igual que Jareth y Llew, no hubo nadie que pudiera no sorprenderse al verlos.

"En una de sus últimas apariciones, los siete grandes anunciaban su último proyecto en conjunto, uno que esperaban trajera finalmente la paz a Twisted Wonderland. Un lugar donde las nuevas generaciones serían educadas sin importar su origen o raza, Night Raven College había sido creada.

Las invitaciones para formar parte de la primera generación no tardaron en ser enviadas y cotizadas, después de todo, a pesar de ser un proyecto para la paz, el odio aún no había cedido".

Unos meses después, oficina del Rey del Valle del Farol.

Su mano derecha no había dicho nada aún, Jareth no necesitaba saber que le quería proponer, después de todo, la invitación seguía sin abrir cerca de sus papeles. Un toque los interrumpió.

—Disculpe majestad, pero quería desearle buenas noches— decía su ama de llaves apenada, antes de que pudiera responder, el niño hada estaba parado sobre su escritorio. —A ti te gusta imponer tu voluntad, ¿verdad?— se quejaba Jareth ya acostumbrado a la forma de ser del niño.

—¿Qué esto?— pregunto sosteniendo la invitación, —Una carta para ir a una escuela, pero no pienso aceptar—respondía quitándole el sobre. —Burro— decía señalando el menor a Jareth, tanto el guardia como el ama de llaves hicieron un gran esfuerzo por no reírse de su rey.

—No es por eso, niño grosero…— respondía tratando de conservar su dignidad, sin embargo, al mirar al niño y recordar todo lo que había perdido a tan corta edad le hicieron considerar aquella invitación.

—Por cierto, aún no tengo un nombre, pero ya he pensado en un apellido para ti— decía sorprendiendo al menor, —Van Rouge, creo que es un apellido con carácter, ¿qué te parece?

Por respuesta solo recibió un abrazo que cubrió todo su rostro.

—Ve a dormir, ya es tarde para que sigas despierto— mencionaba haciendo flotar al menor a los brazos de la mujer. —¡Buenas noches, Papá!— oía su grito en el pasillo, quiso gritarle que no lo era, pero prefirió callar por esta ocasión.

Todos en el palacio estaban nerviosos, sería la primera vez que el rey dejaría su nación e iría de viaje por cuenta propia. Los sirvientes iban y venían cargando los baúles con las cosas que su amo necesitaría, mientras los soldados alistaban todo para mantener el palacio a salvo.

Desde el anuncio de la apertura del colegio había reinado una aparente calma entre naciones y especies, sin embargo, nadie quería dar por sentado que los viejos rencores no motivarían a algún enemigo a intentar atacarlos mientras el rey estaba lejos.

Jareth intentaba concentrarse en los planos que sus guardias mostraban la nueva seguridad implementada, pero el constante sollozo no lograba hacer que se concentrara.

— Van Rouge, guarda silencio o sal ahora mismo — regañaba el monarca, —¡Quiero ir tigo!— exigía el niño hada, — Los niños no van con sus tutores a la escuela — mencionaba el elfo como si fuera lo más obvio del mundo.

El pequeño parecía meditar algo, —Bien, pero cuando vaya, ¡Yo ir con hijo!

Más allá de molestarlo, la terquedad del menor ablandaba el carácter del rey, — Bien, si es lo que deseas.

Despidiéndose de todos y rogando por no estar equivocado, Jareth dejo que la oscuridad lo envolviera y fuera conducido por el carruaje negro hasta el colegio.

"Night Raven College resulto más impresionante de lo que pude haber soñado. Incluso con la incomodidad, las clases corrían de forma calmada, y varias especies que eran enemigas comenzaron a relacionarse con camaradería.

Para el segundo año se dio a conocer el nuevo cargo de prefecto de dormitorio, y para sorpresa de nadie, fui nombrado como el primer prefecto de Diasomnia. Fueron cuatro años de paz, que terminaron el día de mi graduación"

Night Raven College, cuatro años después.

Su vida escolar había pasado demasiado rápido, incluso con las bajas expectativas que tenía del colegio, había aprendido mucho en esos cuatro años, tanto así que su magia había mejorado, no podía esperar a mostrarle a su reino lo que podía hacer.

El monarca estaba esperando la ceremonia de graduación en el invernadero, aún no tenía tantas plantas, pero era un lugar tranquilo. —¿Me permite interrumpir sus pensamientos, majestad?

Ya no le sorprendía que Llew se acercara en silencio, sin contar a los alumnos de su propio dormitorio, este era el único en quien confiaba. —¿Qué lo trae aquí, líder de Savanaclaw?— saludaba mientras le permitía sentarse a su lado.

El león bajo la mirada preocupando un poco a Jareth, —Dimitiré del colegio, este será mi último año— explico el joven.

—¿Ocurre algo?

—Algo malo está por ocurrir…

Jareth no sabía que decir, ¿qué información poseía su amigo?, y sobre todo, ¿debía el preocuparse por su propio reino?

—Algunos colegas y yo queremos empezar la revolución contra nuestro Rey, no queremos una nueva guerra— resumía Llew, —Me temo que la paz ha terminado Jareth— afligido el león miraba a su amigo, —Si es así, te deseo suerte— decía el elfo retirándose del lugar.

—Jareth— llamo Llew desde la distancia, —Si nos volvemos a ver, espero seguir siendo tu amigo.

El elfo solo bufo, —No puedo prometer eso.

Ni una hora había pasado desde la graduación, cuando Jareth ya había vuelto al Valle del Farol, una gran fiesta se llevaba a cabo en su honor, casi todos los habitantes estaban reunidos en la plaza principal, conviviendo en armonía.

A pesar del festejo, el rey se ponía al corriente con su guardia sobre los avistamientos de humanos en su frontera. Jareth tenía un mal presentimiento, como si todos hubieran pasado algo por alto.

—¿Dónde está el niño?— pregunto a su mano derecha, antes de que pudiera responder fueron sorprendidos por una lluvia de flechas.

Jareth no se preocupó al principio, sin dificultad lograba congelar algunas de estas; sin embargo, aquellas que lograron golpear a alguno de sus súbditos los convertía en polvo.

—¿Pero qué…?

—¡Majestad, las flechas son de hierro!

Jareth veía cómo no solo su gente desaparecía bajo las flechas, algunos humanos aprovechando la distracción por la celebración se habían infiltrado y ahora prendían fuego a las casas, el Valle del Farol estaba siendo destruido.

—¡Retirada, todos crucen el río!

Los soldados ayudaban a la gente a escapar, solo unos pocos hacían frente al enemigo, el rey estaba atento a la evacuación cuando recordó algo…

—¡Mi hijo!

Sin pensarlo, se dirigió veloz al palacio, movido por la adrenalina y el miedo, ninguno de los enemigos era rival para el elfo, cuando llego a la habitación del menor vio a su ama de llaves en el suelo y a un soldado alzando su espada en contra del niño.

—¡No te atrevas a tocarlo!

En un parpadeo el sujeto quedo congelado, —¡Papá!— lo llamo alzando sus brazos, sin dudarlo Jareth lo atrajo a sí, —Ya estás a salvo.

Apenas escaparon, Jareth junto a su gente cruzo el río, el elfo uso su magia única para maldecir las aguas del río, haciendo que todo el que entrara en este se congelara al instante, pudiendo así frenar a su enemigo.

Los fae solo pudieron ver el lugar que alguna vez fue su hogar, ser tomado por los humanos. Con su hijo en brazos, Jareth hizo una promesa.