A los veinte años, el sexto año desde su llegada a Garinteria, Lorist se topó con un gran **problema.
La verdad es que Lorist lo había pasado bastante bien en los últimos años. En el Gremio de Mercenarios, ya había alcanzado el rango de veterano en la categoría de Hierro Negro, dejando atrás el nivel Bronce en el que ganaba lo justo para subsistir.
En la Academia Amanecer, Lorist se había ganado fama como un prodigio de los estudios. Tras conseguir la certificación en las asignaturas de Conocimiento de Bestias Mágicas y Alquimia el año pasado, decidió inscribirse en tres materias adicionales: Estudios de Ruinas, Arqueología y Lingüística. Tras convivir un tiempo con los mercenarios, comprendió que los registros sobre civilizaciones mágicas no eran simples leyendas, sino que realmente habían existido.
El año pasado, Lorist y sus amigos visitaron unas ruinas de un sitio ya explorado, supuestamente una antigua torre de un mago. La torre que, según los libros, ascendía hasta el cielo, hacía tiempo que se había reducido a cenizas, pero las tres plantas subterráneas descubiertas aún asombraban a todos. Los muros de acero liso eran tan lisos como un espejo, sin huellas del paso del tiempo. Las intrincadas líneas entrelazadas en las paredes formaban patrones tridimensionales, las llamadas runas de círculos mágicos, y las piedras con inscripciones de símbolos extraños en el suelo eran las piedras base de estos círculos, grabadas con la escritura élfica antigua.
Después de la visita, todos soñaban con hallar una ruina y hacerse ricos y famosos. Aunque, claro, sabían que era casi imposible: las ruinas cercanas a las áreas habitadas por humanos ya se habían explorado casi por completo. Cualquier hallazgo solo podía hacerse en tierras remotas y desconocidas, donde los riesgos eran enormes y, con su nivel actual, ir allí sería como lanzarse a una muerte segura.
Lorist, en cambio, se sentía cada vez más fascinado por la antigua civilización mágica, al punto de recordar el libro Harry Potter y la piedra filosofal, que en su vida anterior lo había hecho soñar con ser mago. Solo lamentaba haber llegado a Garinteria demasiado tarde; de haber llegado unos milenios antes, tal vez habría podido convertirse en un gran mago.
La Academia Amanecer era destacada en Estudios de Ruinas, Arqueología y Lingüística, por lo que Lorist planeaba inscribirse el siguiente semestre, aprovechando que estaba a punto de certificar sus dos materias actuales. Además, el estudio de ruinas se centraba en la investigación de las construcciones de la era mágica y su utilidad, buscando la mejor forma de explorar esas ruinas sin dañarlas demasiado. Arqueología consistía en identificar y proteger objetos antiguos, en pocas palabras, en valorar su utilidad y precio. Lingüística era la materia más difícil, ya que las lenguas antiguas, como el élfico, el draconiano o el goblin, estaban imbuídas de magia, haciendo que personas sin talento mágico no pudieran aprenderlas. Aunque a veces uno que otro entendía algunas palabras, solo lograban captar la idea básica.
Como estas lenguas mágicas no sobrevivieron a la Era Sin Magia, las civilizaciones mágicas grababan sus conocimientos en placas de piedra en estos idiomas. Los estudios de lingüística actuales se basaban en interpretar los caracteres y patrones de las ruinas ya descubiertas. Hasta ahora, se había logrado diferenciar las escrituras de los elfos y los goblins, pero el lenguaje de los dragones seguía siendo un misterio.
Para Lorist, todas estas materias parecían tener un solo propósito: en sus propias palabras, era como la arqueología en su mundo anterior. Básicamente, significaba encontrar un sitio, explorarlo, llevarse sus tesoros y después anunciar su ubicación para que los académicos lo examinen.
Lorist estaba convencido de que, al certificar estas tres materias y graduarse, podría ser tanto un estudioso como un aventurero. Sin embargo, no imaginaba que su ambición de inscribirse en tantas asignaturas le había otorgado gran fama en la Academia. Graduarse con siete materias no era algo sin precedentes, pero al menos en la Academia Amanecer lo consideraban una hazaña insuperable.
Sin embargo, para él, los estudios no eran el problema. Su mayor desafío radicaba en su Dou Qi, que había alcanzado el nivel de Hierro Negro de tres estrellas y estaba listo para ascender, pero carecía de la técnica avanzada de Dou Qi Llameante necesaria para avanzar a las etapas de Plata y Oro.
Este tipo de situación no era inusual en Garinteria. Algunas familias nobiliarias, temerosas de que sus técnicas exclusivas se filtraran, dividían los manuales de Dou Qi en secciones, entregando solo lo necesario a medida que el joven avanzaba en su entrenamiento. El problema era que Lorist había perdido contacto con su familia en el norte hacía ya más de tres años. El Imperio Krissen, asolado por la guerra de sucesión entre tres príncipes, estaba en pleno conflicto, lo que hacía imposible comunicarse. Con la guerra aún sin resolver, Lorist no podía seguir esperando pacientemente a que cesaran las hostilidades.
Aunque él podía esperar, su cuerpo no podía permitirse más retrasos. Esta situación era tanto una fortuna como una carga que lo obligaba a continuar su entrenamiento.
Unos meses después de su llegada a este mundo, mientras practicaba esgrima, Lorist descubrió que poseía una habilidad especial llamada visión dinámica, una capacidad de ver los objetos en movimiento rápido con increíble claridad.
Para él, la visión dinámica no era un concepto nuevo. En su vida anterior, durante su servicio militar, había conocido a alguien con esta habilidad. En una ocasión, mientras lideraba a un grupo contra un soldado de fuerzas especiales en un ejercicio, su equipo quedó eliminado rápidamente. En un intento desesperado, Lorist había lanzado una granada de práctica y terminó igualando las condiciones. Conversando luego, el soldado le confesó que tenía visión dinámica, lo que hacía que los movimientos más veloces parecieran lentos a sus ojos, permitiéndole evadir cualquier ataque. Fue sorprendido solo porque no esperaba la granada.
El soldado también le comentó que la visión dinámica podía entrenarse, aunque el proceso era arduo y agotador. Añadió que aquellos nacidos con esta habilidad experimentaban una gran carga física, a diferencia de quienes la adquirían mediante entrenamiento.
Lorist no entendió del todo en ese momento, pero intentó una vez seguir uno de estos métodos de entrenamiento. Se sentó en una silla giratoria, rotándola rápidamente mientras su compañero mostraba tarjetas con letras grandes a unos metros de distancia. Tras apenas diez minutos, Lorist tuvo que detenerse, mareado, nauseabundo y tan desorientado que no podía siquiera caminar en línea recta.
Se dice que este método de entrenamiento para desarrollar la visión dinámica solo es efectivo si se persevera hasta que uno pueda mantenerse sereno, sin inmutarse, con la mente tan tranquila como el agua. Una vez completado el entrenamiento, uno incluso podría ver con claridad el rostro de los pasajeros tras las ventanas de un tren que pasa a toda velocidad.
Sin embargo, Lorist y sus compañeros, tras probar esta técnica de entrenamiento, se dieron cuenta de que era demasiado desagradable y no pudieron soportarlo. Nadie creía que fuera gran cosa poder ver las caras de los pasajeros en un tren en movimiento, así que dejaron de intentarlo.
Ahora, Lorist comprendía lo que aquel tipo prodigioso había querido decir con su expresión.
Cuando Lorist descubrió que el cuerpo en el que había renacido poseía una capacidad innata de visión dinámica, se sintió realmente sorprendido y encantado. Por ejemplo, cuando una mosca volaba, Lorist, al concentrarse, podía contar instantáneamente cuántas veces batía sus alas. En los duelos de esgrima, sin importar si su oponente usaba una técnica de espada relámpago o era conocido como un maestro de la espada rápida, con su concentración, los movimientos del adversario le parecían lentos, permitiéndole responder y contrarrestar sus ataques con facilidad.
El único inconveniente de utilizar esta habilidad de visión dinámica era el consumo elevado de su energía mental. Al principio, cuando se concentraba, no podía mantenerla activada mucho tiempo. No obstante, con el uso continuo, Lorist se dio cuenta de que su fuerza mental aumentaba considerablemente. Ahora, podía concentrarse y utilizar la visión dinámica sin problema durante largos periodos. Incluso cuando no usaba la visión dinámica, su percepción se había vuelto tan aguda que podía captar rápidamente cualquier movimiento a su alrededor, algo que resultó muy útil durante sus aventuras como mercenario y en la caza de bestias mágicas de bajo nivel.
Sin embargo, el verdadero problema no era ese, sino que su condición física y su tiempo de reacción ya no podían mantenerse a la par con el incremento de su percepción. Cuando descubrió su habilidad de visión dinámica, su Dou Qi estaba en el nivel de Bronce de una estrella. Conforme continuó entrenando, su condición física y su capacidad de reacción lograron adaptarse a la velocidad de respuesta que requería su visión dinámica. Por eso, en los duelos de esgrima en la Academia Amanecer, Lorist fue imparable, invencible entre sus pares, lo cual le valió el año pasado el puesto de instructor asistente de esgrima en la academia.
Pero ahora, con su Dou Qi estancado en el nivel de tres estrellas de Hierro Negro, Lorist descubrió que al activar su visión dinámica, su energía mental seguía creciendo sin parar, lo que provocaba que su cuerpo comenzara a ser una carga; su capacidad de movimiento ya no lograba mantenerse al ritmo de sus reflejos.
El año pasado, el buen desempeño de Lorist dejó una excelente impresión en la academia, y este año planeaban contratarlo oficialmente como instructor de esgrima. Sin embargo, esta decisión descontentó a muchos de los instructores de nivel Plata, quienes lo criticaban constantemente y, en ocasiones, incluso incitaban a sus estudiantes de nivel Plata a desafiarlo. Hace un tiempo, cuando aceptó el reto de uno de estos instructores, Lorist se dio cuenta de que algo andaba mal con su cuerpo.
Primero, el instructor de nivel Plata hizo que sus estudiantes, quienes ya habían alcanzado el Dou Qi de nivel Plata, lo desafiaran con la excusa de "practicar esgrima". Cuando cada uno de los estudiantes fue derrotado por Lorist, el instructor, enojado y humillado, decidió retarlo personalmente. Desde el inicio del duelo, Lorist comenzó a sentir la presión. Aquel instructor no era simplemente alguien que hablaba sin saber; tenía una gran experiencia en combate real y su estilo de esgrima era directo y conciso, sin movimientos superfluos, cada ataque iba directo a los puntos vitales y en ocasiones no dudaba en arriesgarse a recibir daño a cambio de causar una herida.
Bajo la concentración de Lorist, pudo contrarrestar cada ataque del instructor, y para los espectadores, parecía que Lorist tenía todo bajo control. Sin embargo, él mismo se dio cuenta de que algo no iba bien: en varias ocasiones identificó con claridad los puntos débiles en los ataques del oponente, pero su cuerpo no reaccionaba a tiempo, desperdiciando así la oportunidad de un golpe definitivo. En otras ocasiones, aunque veía perfectamente la trayectoria de la espada del adversario, su cuerpo no lograba moverse lo suficientemente rápido y estuvo a punto de no poder esquivar. Tras un combate agotador, Lorist apenas logró ganar por un estrecho margen.