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O Parte XXXII: Mi amiga Ymac

Vera había llegado a la casa de la Anciana.

La Anciana es una vieja chaman y exlíder de la tribu, por lo que, a pesar de estar muy vieja y retirada de la jerarquía de la tribu, aún goza de cierta influencia y respeto de parte de todos. Su casa es una extraña mescla de madera, barro y hojas, pero es muy grande, de hecho, es la casa mas grande de la tribu. Dentro de ella, hay muchas cosas como, por ejemplo, figuras de madera, ollas y vasijas, telas y redes, y por último, un montón de plantas en macetas.

La anciana es un foco de sabiduría para la tribu y siempre en consultada en decisiones difíciles, por lo que mucho de las cosas en su hogar son regalos y tributos de los miembros de la tribu.

Mia era la mas entusiasta al entrar en la casa de la Anciana, comentaba y saltaba por cada cosa que llamaba su atención. Maco, por otro lado, solo observaba a Mia.

Al ver que nadie salió a recibirnos, llamé en voz alta a la anciana, pero después de unas llamadas no parecía que nadie contestara.

— Mi madre fue a ver a tu amiga —

Escuché una voz profunda que me hablaba, era el hijo de la Anciana, el jefe de la tribu.

Tan pronto vi salir al jefe de la tribu, hice una reverencia. No era la primera vez que veía al jefe, para mi ceremonia de entrada él estuvo presente, pero como figura de autoridad, no era educado hablar con el jefe si este no te hablaba primero. Por lo que solo le di las gracias, mientras me inclinaba y retiraba.

Sin embargo, Mia, fue retenida por el jefe para hablar sobre algunas cosas. Por lo que, Maco y yo no molestamos y fuimos buscando la habitación donde se encontraba Ymac.

Y entonces, ahí estábamos.

Ella estaba tendida en una cama, envuelta en varias telas y con una pierna casi en el suelo.

Al verla así, recordé, aquella vez en la que me sentía muy triste por mi matrimonio arreglado. Estaba en mi lugar favorito, pero con los sentimientos inadecuados, llorando de aflicción, y entonces alguien llegó a mi lado, a consolarme, y decirme que hay mas cosas por ver y mas cosas que entender. Mi amiga Ymac, siempre estaré agradecida contigo por apoyarme y mostrarme más que solo un matrimonio y una aldea.

Al quedarme viéndola, Ymac parecía incomoda, así que me sonrió y saludó.

— Hola —

Sin embargo, tenía muchas emociones en mi pecho, y solo pude abrazarla.

— Te extrañé —

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