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Conociendo el ambiente

Narra Dante

El recorrido comenzó, el subdirector nos iba mostrando diferentes partes del instituto, nos mostró las típicas áreas comunes como la cafetería, el gimnasio, los casilleros, los salones de clases, además de la piscina que tenían para practicar natación y las canchas de diversos deportes, tenían cancha de fútbol, baloncesto, tenis y voleibol, este instituto sí que estaba bien equipado. 

Y así llegó el primer descanso para ir al baño, aproveché para desocuparme y lavarme las manos y la cara, los demás alumnos hicieron lo mismo, cuando salí me percaté de que la chica zorro que vi antes estaba mirando hacia mi dirección, por instinto volteé hacia atrás de mí para ver si estaba mirando a alguien más pero no había nadie, definitivamente me estaba mirando a mí, por alguna razón su mirada no me perturbaba ni me parecía hostil, aunque de cierta forma si me hacía sentir un poco incómodo, pero no le di mucha importancia. 

Una vez terminado ese primer receso y con el recorrido dándose a cabo noté como ella poco a poco se iba acercando a mí hasta estar justo a la par mía, no hice nada, su presencia no se me hacía irritante, se veía amigable, pero ya saben lo que dicen, las apariencias engañan. 

Cuando llegó la hora del almuerzo fuimos a la cafetería para poder comer, era una cafetería bastante espaciosa, tenían diferentes platillos para elegir, fui por una opción segura y pedí una buena porción de lasaña con una porción de arroz y su respectiva ensalada, y como bebida un jugo de naranja natural, ya una vez tenía mi plato completo procedí a buscar mesa, en eso la misma chica que se me había acercado en el recorrido me volteó a ver y con su mano me hizo una seña para que me sentara con ella en la mesa, al no tener otra opción y porque no me apetecía mucho comer solo decidí unirme y sentarme con ella en la misma mesa. 

Caminé un poco hasta sentarme a la mesa y procedí a saludar.

—Hola, gracias por dejar que me siente en la mesa.

—No es nada, te vi muy solito ahí jaja.

—Es normal, soy nuevo aquí, imagino que tú también.

—Si, también, por eso es que tienes que buscar relacionarte con otros, a no ser que seas alguien introvertido o tengas ansiedad social.

—Nah, no estoy en ese punto, simplemente que es el primer día y pues no tenía tanto humor de buscar caras amigables.

—Bueno, espero que mi cara sea lo suficientemente amigable para ti.

—¿Hablas cuando me miraste en el recorrido?

—Por favor, no me digas que eso te subió el ego.

—Para nada, pero me pareció curioso.

—Pues vete acostumbrando, al ser de los pocos humanos en este lugar va a ser común que todas las miradas se posen en ti.

—Tiene sentido, ahora que lo mencionas hubo momentos en los que me sentía observado jaja.

—¿Ves? Pero sí, te pasará, y muy seguido.

—Es entendible, aunque imagino que tú también estás acostumbrada a un trato similar.

—¿Qué quieres decir?

—Me refiero a que eres una chica zorro bastante llamativa, de seguro llamas la atención de mucha gente también.

—Se nota que no me conoces, humano; Ya no sólo es el hecho que como yo habrá cientos aquí, sino que encima no destaco en nada en realidad.

—Vamos, es demasiado temprano para empezar con la modestia.

—Pero si son las 12:00.

—Reí levemente— No me refería a eso.

—Veo que te hacen gracia los malos chistes.

—¿Bromeas? Mi sentido del humor se basa en los malos chistes.

—No me digas —sonríe— Me caes bien, aunque a todo esto todavía no sepa tu nombre.

—Dante, un placer —extendí mi mano para estrecharla con la suya.

—Taylor, el placer sigue siendo tuyo —estrechó mi mano para reírse de su propio chiste.

—¿Sabías que los que se ríen de sus propios chistes tienen altas probabilidades de padecer esquizofrenia? —Bromeé.

—Si, soy consciente jaja, supongo que sí lo soy.

—Bueno, cuando dudes de si lo que ves es real o no te puedo pellizcar para que sepas que no soy un producto de tu imaginación.

—Sé que no lo eres porque de serlo me habría imaginado a alguien más atractivo.

—Jajaja muy graciosa.

—Ya, no te esponjes, mejor come tu lasaña.

—Te haré caso solo porque tengo hambre.

Y si, vaya que tenía hambre, así que me dispuse a comer mi almuerzo y vi como ella se dispuso a hacer lo mismo. Pasaron unos minutos y justo cuando ya me había comido la mitad de mi comida hubo algo, o más bien alguien que llamó mi atención, era una chica murciélago, no sé por qué, pero sus ojos se me hacen bastante llamativos, tiene un lindo cabello rojo, y una sonrisa encantadora con todo y sus colmillos prominentes.

—¿Hola? Taylor a Dante ¿Estás ahí? —pasa su mano frente a mis ojos para llamar mi atención.

—Ah ¿Qué? ¿Qué pasó?

—Te quedaste ido ¿Qué mirabas?

—Nada.

—Ajá, no creo que fuera tu lasaña lo que miraras de esa forma.

—Te dije que no es nada.

—Claro, y yo nací ayer —se voltea para ver detrás de ella y encontrar el motivo de mi mirada perdida— Vaya vaya, ahora todo tiene sentido.

—No empieces.

—Oye, si alguien comprende eso a la perfección esa soy yo, la verdad se ve bastante linda esa murciélago.

—Si, no sé qué pasó, digo, es obvio que las chicas furries son lindas, pero pues nunca me han llamado especialmente la atención.

—Nunca digas nunca muchacho.

—Lo dicho, no es nada, al menos nada relevante.

—Si si, yo te creo eh.

—Bueno, será mejor que vayas terminando tu almuerzo, ya casi termina la hora de almuerzo y seguimos con el recorrido —menciono para dar los últimos bocados de mi comida.

—Perdón por no ser una aspiradora de comida como tú, comes demasiado rápido.

—Lo siento, es la costumbre.

—Bueno, dame unos minutos, ya casi acabo con lo mío.

—Bien, solo por el gesto que tuviste de invitarme a tu mesa.

—Jaja que agradecido eres.

—Los modales forman al hombre, Tay.

—Jajaja claro gran hombre, lo puedo ver.

 

...

 

El recorrido continuó normalmente, sin sobresaltos, de vez en cuando Taylor me hablaba por lo bajo para contarme algo o hacer más chistes malos que yo disfrutaba como un loco al igual que ella, es genial haber encontrado alguien con el mismo sentido del humor roto que yo, para la última fase del recorrido el subdirector Litt procedió a asignarnos nuestros salones y respectivas secciones, empezó a leer nombres en una lista y así esos alumnos iban formando su grupo para distinguir una sección de la otra y así sucesivamente, hasta que llegó el momento en que mencionó mi nombre.

—Dante Specter.

—Presente —levanté mi mano para que me ubicara.

—Taylor Ross.

—Aquí estoy —levantó su mano para que la ubicara de igual modo.

—Anya Paulsen.

—Por aquí —levantó su mano y al ver quien era me di cuenta que se trataba de la murciélago del almuerzo.

—Bien, ustedes son los últimos 3 para completar la sección 1A, su salón principal será el Salón 23, ¿Entendido?

—Sí —dijimos los 3 al unísono.

—Excelente, ahora vamos con la sección 1B... —siguió leyendo más nombres a los que ya no presté tanta atención, increíble, estaré en el mismo salón con Taylor y con esa chica, que al parecer se llama Anya, suena interesante.

—¿Viste? Nos tocó juntos —dijo alegre Taylor— Es genial, así no tendré que fingir que las personas me caen bien para intentar socializar con alguien.

—Jajaja lo mismo digo, aunque para ser alguien tan apática me trataste bien siendo un desconocido.

—Hago pequeñas excepciones —sonrió burlonamente.

—Es bueno saberlo.

—Además tienes suerte, estaremos con tu amada en el mismo salón.

—No es mi amada.

—Pero lo será, el destino y yo lo sabemos.

—Ya, no empieces.

—Solo digo lo que veo, ojo de loca no se equivoca.

—Concuerdo con la parte de que estás loca.

—Ay, que delicado, uno echándote porras y tú tan amargado.

—Ya te dije, no es nada importante.

—Ujum, ya veremos dijo el ciego.

—Jajaja ya basta.

Pasaron los minutos y las secciones ya habían quedado conformadas, quedaron 5 secciones, de la A a la E, las 5 ocuparían los salones del 21 al 25, estando mi sección en el número 23.

—Bien jóvenes, eso sería todo con este recorrido, esperamos que hayan acatado todas las normas que les expusimos y que poco a poco vayan conociendo el ambiente de la institución y acoplándose a las diferentes secciones, fue un gusto haberlos acompañado, ahora pueden retirarse y nos vemos mañana, cuídense todos —se despidió e inmediatamente todos se dispersaron en diferentes direcciones, como es obvio yo me quedé al lado de Taylor.

—Este sí que fue un laaaaargo recorrido —recriminaba con pesadez mi compañera.

—Di que el que estuviéramos en la tarde platicando un poco lo hizo más ameno, nunca creí que llegarían las 5pm.

—Lo mismo digo, pero bueno, es hora de ir a casa, quiero echarme en mi cama a dormir.

—Me quitaste las palabras de la boca.

—Bueno, no se diga más, me retiro, cuídate sí —me dio un ligero abrazo— fue un gusto pasar el día contigo hoy, gracias por suavizar mi tortura.

—Igualmente, cuídate, gracias por tus chistes malos, se complementan bien con los míos.

—Ya tú sabes jajaja.

—Jajaja nos vemos.

—Adiosito —procede a retirarse y perderse entre la multitud.

—Al mal paso darle prisa decían, me voy a mi casa —digo para mí mismo antes de poner marcha a mi hogar.

Poco a poco iba saliendo del instituto, me despedí también de los vigilantes de la entrada del edificio donde me encontraba así como de los de la entrada principal del instituto, caminaba tranquilamente cuando de repente noto una figura familiar, era Anya, estaba caminando en dirección de una de las paradas de autobús y alguien venía caminando junto a ella aunque parecía que ella trataba de ignorarlo, era un lobo de pelaje blanco con celeste, no sabía quién era pero imagino que es del instituto también; este venía persiguiéndola y se acercaba demasiado a ella, lo que la ponía notablemente incómoda, desde donde estaba no se podía escuchar mucho así que con cuidado de que no me notaran me acerqué un poco más para poder distinguir lo que decían.

—Vamos, no seas tímida, divertirse un poco no le hace daño a nadie.

—Sí, pero sería más divertido ver el pasto crecer o la pintura secar que estar contigo.

—Que arisca eres primor, me gustan las mujeres con carácter, vaya pieza eres.

—Tch, déjame en paz —bufó pesadamente, se veía que este payaso la tenía hasta la coronilla.

—Anda, di que si nena, te prometo que no te arrepentirás —tomó su brazo y la jaló bruscamente a él, aunque inmediatamente ella se apartó— Las toscas son las mejores, haré que se te quite lo amargado, ven aquí —el tipo seguía insistiendo en seguirla jodiendo, hay entes que no entienden un "no" por respuesta. Poco a poco las cosas se empezaron a poner más tensas, el tipo iba perdiendo cada vez más la paciencia y ella se estaba quedando sin opciones, por lo que vi necesario tener que intervenir.

—Vamos, déjate de tonterías y ven conmigo, aprende a hacer caso a las buenas.

—Por enésima vez, NO, y ya suéltame mentecato.

—Ya oíste a la dama, payaso, déjala ir —pronuncié al instante en que me acerqué.

—Piérdete estúpido, ve a hacerte el héroe a otra parte —dijo el lobo que mantenía su agarre en el brazo de la chica.

—Me iré hasta que dejes a esta chica en paz.

—¿Y si no qué, puto? ¿Qué vas a... —no dejé que terminara cuando de un rodillazo en el abdomen le saqué todo el aire que tenía provocando que soltara el brazo de Anya, con el casi nulo aire que había en sus pulmones intentó articular algunas palabras— T-Te vas a arrepen-AHHH —soltó un grito al instante que tome su brazo y empecé a torcerlo.

—Sigue tu propio consejo y aprende a hacer caso a las buenas —dije manteniendo mi agarre en su brazo a la vez que empezaba a torcerlo un poco más— Última advertencia, vete o te romperé el brazo por completo.

—¡Carajo, bien! Y-Ya suéltame idiota —lo halé y lo hice girar ligeramente para posteriormente empujarlo hacia un lado haciendo que se tropezara.

—Ahora, a tomar por culo, escoria —dije al ver como torpemente se intentaba levantar para empezar a caminar y verlo alejarse maldiciendo en voz baja, al ver que se perdió en el horizonte dirigí la mirada a la murciélago que estaba detrás de mí viendo toda la escena— ¿Estás bien? —pregunté mirándola a los ojos.

—Si, ahora sí, muchas gracias por la ayuda, era un completo cretino.

—Y que lo digas, vaya personaje.

—En efecto, mira que fui benevolente con él, de no haber venido tú hubiera tenido que darle una patada en las pelotas.

—No iba a funcionar, de seguro las tiene tan pequeñas que no le atinarías con una patada.

—Jajaja buena esa —río efusivamente.

—Jajaja gracias, en fin ¿Esperarás el autobús?

—Si, a eso venía antes de que el imbécil ese apareciera.

—¿Llevaba rato siguiéndote?

—Si, desde que salí del instituto, creí que al ver que me dirigía a la parada iba a desistir, pero era terco como una mula.

—Bastante.

—Así es, ¿Y tú? ¿Esperarás el autobús también?

—No, yo vivo a unas cuantas calles de aquí.

—Cool, procura no llegar tarde en las mañanas solo por vivir cerca.

—Jajaja no, ese estereotipo no me toca a mí.

—Eso espero jaja.

—Bueno, si no te importa te acompañaré un rato, para asegurarme que ese infeliz no quiera volver por más.

—Jajaja vale, después de lo que le hiciste no creo que lo haga.

—Dios te oiga.

—Si, y a todo esto, ahora que te veo te me haces conocido, ¿eres Dante, cierto?

—Si, ese mismo, madame.

—Jaja te recuerdo, eres el humano que está en mi sección.

—El único por lo que recuerdo.

—Si, es verdad, tienes la ventaja de ser fácil de reconocer.

—Ventaja y desventaja diría yo.

—Depende cómo lo mires.

—Eso sí, pero ajá, vamos en la misma sección.

—Cool! Rayos, ¿Dónde están mis modales? Soy Anya, aunque de seguro escuchaste mi nombre en el instituto.

—Básicamente, pero elogio tu formalidad —río levemente.

—De nada.

— Y bueno ¿Qué te pareció el instituto?

—Pues hasta ahora es todo lo que me contaron que era, no tendré una opinión sólida hasta el primer semestre.

—Suena lógico.

—¿Y a ti qué te parece?

—Pues me ha gustado bastante lo que he visto, el momento de la verdad será tener que convivir con el resto de la sección jaja, ahí sabremos si estamos rodeados de fenómenos o de gente mínimamente normal.

—Tal cual.

Seguimos hablando unos cuantos minutos más hasta que divisamos el bus que debía abordar acercándose a la parada.

—Bueno, ese es mi bus, gracias por quedarte conmigo.

—Es un placer, sólo hice lo correcto.

—Eso ya es algo destacable.

—Sonrío— Si tú lo dices.

—Ella corresponde mi sonrisa— Adiós Dante, nos vemos mañana —se despide antes de subirse al mencionado bus.

—Adiós Anya —procedo a despedirme mientras veo como el bus se va a alejando poco a poco— Bueno, eso salió mejor de lo que esperaba, creo que fue el cierre perfecto a un buen día —digo para mí mismo— Es hora de ir a casa, a descansar un poco y tratar de asimilar todo lo que pasó hoy —empiezo a caminar en dirección a mi casa— Hice dos amigas, las secciones ya están formadas y conocí el instituto, ahora ¿Qué sigue?