day 3.

Defensa personal Joven Park: "difinsi pirsinil jivin pirk"

Aquellas palabras retumban en mi cabeza, por más que intenté ignorarlas siguen ahí.

Kim Namjoon no solo fastidio mi vida con obligarme a tomarme un descanso temporal, si no que además me obligó a llevar conmigo a un tonto que dice ser un "guardaespaldas"

Ahora me encontraba hirviendo de la irá. Por culpa de este igualado, por culpa del dichoso Jeon Jungkook.

¿Como se atreve el a entrarar a mi habitación y despertarme del susto con una espantosa música?

¿Y para que? "Defensa personal joven Park". "Difinsi pirsinil jivin Pirk"

No me quedó de otra que cambiarme de ropa, a una deportiva.

-¿Y bien? -.lo miré de arriba a abajo.

En estos momentos el JungKook serio que conocí se fue y llegó un sexy y encantador entrenador.

Seamos honestos... este tipo tiene lo suyo.

-Bueno... Si vamos a hacer esto, solo quiero que sepas que hago bien mi trabajo. No quiero quejas, reclamos, no insultos. Justo ahora te encuentras en mi territorio, necesitas aprender a cuidarte, y yo soy la única persona en este lugar que puede enseñarte. Pero necesito que dejes de lado tu tonta y asquerosa arrogancia. Porque tipos como tú, no los soporto.

¿Que si no me impresionó lo que dijo? No, no es eso. Lo que me dejó helado fue la forma en la que lo dijo....

¿Seria raro si, dijera que la forma en la que me habló realmente me gustó?

Además de serio y reservado ahora resultó extremadamente demandante.

Me encantará conocer este lado suyo.

--De acuerdo. -.dije sin más. —pero ya que estamos en esto.... ¿Porque no hacer las paces? Hay que empezar de nuevo. JungKook. Será un honor aprender de ti, sexy corderito.

--Me parece bien. Y en primer lugar, no vuelvas a llamarme corderito, ya que si lo vemos de mi lado. Aquí el único dulce corderito eres tú. Bueno JiMin, hay que empezar.

Era la primera vez que lo escuchaba pronunciar mi nombre.

"Y me encantó."

Su mirada, combinada con sus palabras, literalmente dos armas asesinas.

Ese hombre acaba de tentarme, me ha retado a mi, a Park JiMin.

Si quiere jugar... ¡Pues a jugar! Es hora de darle una probadita de su propia medicina.

(.....)

Creí que sería un proceso súper pesado. Pero el tipo este me cree débil de alguna forma, porque que solo me hizo hacer ejercicio. ¿Acaso indirectamente me llamo gordo?

Solo se que es un completo estúpido, un estúpido muy sexy. No puedo negarlo.

Maldito seas JiMin!

El punto era odiarlo... ¿Pero como odiarlo? Si prácticamente quiero devorarlo y no solo con la mirada.

El poderosisimo Jeon JungKook simplemente era encantador en todos los aspectos, de nada me servía tratarlo mal, si el siempre me respondía con una sonrisa enorme.

Me parece cada vez más interesante estar cerca de el. Siento que detrás de esa "amabilidad" suya está escondida un alma salvaje que ruega por salir.

No lo sé, mi imaginación explota cuando estoy aburrido.

Me pare de la cama, después de haber tomado un baño refrescante.

Necesitaba desestresarme, y la única manera era bailar. Y en esos momentos el único lugar que conozco libre de personas fastidiosas es la azotea de este enorme edificio.

Salí, en cunclillas para evitar ser escuchado por Jeon.

Y pues de nada sirvió todas esas clases extras de ballet porque choque con un pequeño mueble, golpeando mi dedo del pie.

Obviamente maldije a más no poder. Así que di por terminado mi escapé, porque mi "querido" guardaespaldas tiene oídos de no se que, que todo escucha.

Cosa que me pareció extraña, ni siquiera si inmutó. Así que como todo un ser curioso. Me asomé en su habitación, y ví la escena más tierna del mundo...

Ok... ¿Cómo porque pensaba que verlo dormir era adorable? Bueno supongo que es porque el es Jungkook.

Y me dió, más lastima que ternura (o al menos eso quería creer) verlo acurrucado como un bebé, tapado con una cobija hasta los hombros, y frotando su nariz como un niño. Simplemente fue la escena más linda.

Comprendía el motivo de su cansancio, se la pasa vigilandome, velando por mi seguridad 24/7 y ni siquiera cuando yo dormía pegaba un solo ojo, incluso llegué a pensar que de un robot se trataba. (Reí por mi pensamiento) pero es verdad ese dicho. "Las apariencia engañan" hasta el que dice ser el más fuerte, se rinde y cae de agotamiento.

Lo deje dormir tranquilo, y para que no se preocupase deje una notita, diciéndole dónde estaría.

Salí del departamento y en unos minutos ya me encontraba en mi lugar favorito.

La azotea.

O como le llamo... "mi salón de baile privado"

Sonreí en grande y después caminé al centro del lugar. Me saqué mi suéter y lo aventé por ahí.

Cada que hacía esto, me sentía como el Jimin de antes, como el pequeño e inocente chico al cual le gustaba bailar y le encantaba que su bella madre lo viera danzar, al són de la luna.

Cada que bailo, me imagino como único público a la única persona que siempre quise ver en el escenario. A mi madre.

Eran pensamientos bonitos, que me permitían recordar cada detalle de ella. Pero odiaba no siempre tenerlos, mi memoria es pésima y me aterra olvidar su rostro, su sonrisa, su risa.... Me aterra que cada recuerdo que tengo se borre de un día para otro.

Es en estos momentos en los que odio lo que soy ahora, en pocas palabras y para que alargarlo un grandísimo hijo de puta.

Me convertí en lo que soy debido al odio, y el desprecio que obtuve de muchas personas que me dieron la espalda cuando más lo necesitaba.

Decidí no ser más una de sus presas, y me prometí que no dejaría que me pisotearan de nuevo. Nadie volvería a humillarme, y si necesitaba hacerlo. Tendría y tomaría todo lo que este a mi alcancé.

Pero eso comienza a aburrirme.

—Nam, tiene razón. -dije dejando de bailar. —necesito alejarme de lo que más amo, para poder recuperar eso que era antes. No puedo dejar que el odio me consuma, no dejaré que ella se alejé de mis recuerdos. No soportaría una perdida más. -.sonreí.

Por primera vez en esta semana, saqué una de mis mejores sonrisas, una real y sincera. Iba a esforzarme al máximo, regresaría a casa. A dónde todo mi amor, se convirtió en rencor y odio.

Y tengo que enfrentar mis más grandes miedos, y eso incluye a mi padre.

...

Seguí bailando y dejé de lado esos pensamientos, di unas cuantas vueltas y saltos.

No había necesidad de poner música y seguir el ritmo. Yo seguía el ritmo de mi corazón, todo mi interior estaba repleto de dulces melodías que podía utilizar para una vida entera.