Un consejero se inclinó para susurrar al oído del joven Rey, y los ojos del muchacho se iluminaron de emoción.
—¿Una especie de usuarios de magia elemental? Los Magi suenan realmente geniales. ¿Cuánto tiempo puedo quedármelo? —preguntó el niño.
Wolfe carraspeó.
—Eso era lo que había esperado hablar con usted, su alteza. Verá, tengo deberes y obligaciones en mi reino natal, pero el Hada decidió lanzarme a su castillo como una broma. Con gusto pasaré un rato con usted, pero mi hogar está bajo ataque, y debo regresar de manera oportuna.
El consejero le dio a Wolfe una mirada intrigada.
—¿Entonces siguen con ello?
Wolfe suspiró y asintió.
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